Cuatro veces nieve
La primera vez llegó por sorpresa y los copos comenzaron a
caer lentamente como mariposas en general blancas
pero no todas blancas, y la anciana mujer que nos cuidaba
miró por la ventana de la cocina y exclamó
"y luego dirán que no hay Dios" con una risa que surgía
del fondo de sus creencias como surge el fuego de la
ceniza; después, como quien marca un compás,
bajó la mano hasta su delantal y dio comienzo
a un silencio que poco a poco lo fue tapando todo.
Y fue así que, sin apartarnos de la ventana,
o al contrario, más pegados aún a ella, nosotros,
mi hermano, mi hermana y yo nos quedamos callados
igual que los topos, los pájaros los jabalíes y los gatos de
la montaña, igual que el loco que gritaba y el recadista
que siempre iba silbando una canción, y los ángeles por su
parte dejaron las trompetas y el campanero la cuerda de su
campana, y en el campamento de los gitanos el violín y
el tambor volvieron a sus cajas, y la escuela se vació,
y la carpintería también, y la panadería lo mismo,
es decir que, resumiendo, todo estaba vacio,
quieto y silencioso, nuestro pueblo, la provincia,
el país, y Francia, y Suecia, y Asia, y los planetas,
Venus, Marte, Júpiter, Plutón, todo absolutamente todo
estaba vacío, quieto y silencioso; entonces el compás
terminó y la anciana mujer que nos cuidaba exclamó de
nuevo "y luego dirán que no hay Dios"
señalando hacia los copos, las mariposas, la nieve,
y justo en ese momento dos perros se pusieron a correr y
a revolcarse en la nieve, y la campana de la iglesia se
puso a sonar, y el loco a gritar, el recadista entonó
silbando una canción, y los gitanos bailaron, y la maestra
de la escuela también bailó, y el carpintero fue a la
panadería por pan, y el panadero a la carpintería por una
tabla, y nuestro pueblo, la provincia, nuestro país y todos
los demás países, nuestro planeta y todos los demás
planetas, salieron de su sopor y volvieron al movimiento de
siempre, y nosotros mi hermano, mi hermana y yo nos
pusimos los abrigos y salimos a la calle a andar en trineos
o a jugar con los perros o a bailar con la maestra.
Bernardo Atxaga