Un psicólogo de la
Universidad de Búfalo (Estados Unidos), especializado en estudiar cómo interactúan las diversas partes del cerebro, propone una teoría que podría explicar el origen de las diferencias en el grado de inteligencia de las personas.
Según
publica la Association for Phychological Science
(aps) estadounidense, el profesor
Eduardo Mercado III, de dicha universidad, ha descrito cómo ciertos aspectos de la estructura y de la función cerebrales ayudarían a determinar el grado de facilidad que se tiene para aprender cosas nuevas, y cómo la capacidad de aprender contribuye a las diferencias individuales en el nivel de inteligencia.
Los resultados de sus investigaciones a este respecto han aparecido en la revista de la aps,
Current Directions in Psychological Science, bajo el título
“Cognitive Plasticity” (Plasticidad cognitiva).
El término “plasticidad cognitiva” hace referencia a la capacidad para aprender y mejorar nuestras habilidades cognitivas, como cuando aprendemos a resolver problemas o cuando recordamos cualquier detalle o evento.
Tal y como explica Mercado en su artículo, esta plasticidad, sin embargo, no es la misma en todos los casos: algunos organismos aprenden a calcular, acumulan conocimientos o se comunican con complejos mecanismos de comunicación, mientras que otros seres no son capaces de nada de esto.
¿Qué factores determinan las habilidades intelectuales a nivel cerebral?, se pregunta el científico. Mercado propone que la capacidad para adquirir nuevas habilidades cognitivas dependería y se reflejaría en tres características de la
corteza cerebral (que es el manto de tejido nervioso que cubre la superficie de los hemisferios cerebrales): la disponibilidad en ella de circuitos corticales especializados; cierta flexibilidad en la coordinación de la actividad cortical; y la posibilidad de adaptación de las redes corticales.
Según el científico, este marco de elementos podría explicar las diferencias en la capacidad de aprender entre diversas especies, individuos e, incluso, estadios de desarrollo en un mismo individuo.
Módulos corticales Aunque los mecanismos neuronales que determinan la capacidad de cualquier organismo de adquirir o de mejorar sus habilidades cognitivas aún no se conocen bien, se acepta de manera casi general que la corteza del cerebro resulta clave para las aptitudes intelectuales.
En esta misma línea, Mercado señala que la plasticidad cognitiva se correspondería, concretamente con los llamados módulos corticales.
Estos módulos han sido definidos por los neuroanatomistas como circuitos corticales compactos formados por columnas verticales de neuronas, que están interconectadas entre sí. Se calcula que, en el ser humano, cada una de estas columnas contiene alrededor de 2.500 neuronas.
Los módulos corticales pueden ser observados directamente, tanto con técnicas histológicas (estudio de los tejidos) como electrofisiológicas (estudio de los fenómenos eléctricos del organismo), por lo que se sabe que varían estructuralmente a través de las diversas regiones corticales, tanto en el número como en la diversidad de neuronas que contienen.
Pero Mercado propone identificarlos aún más, porque considera que su conocimiento ayudaría a comprender por qué se dan variaciones en la capacidad de adquirir nuevos conocimientos; por qué hay gente que aprende a mayor velocidad que otra y por qué nuestra capacidad de aprendizaje cambia a medida que envejecemos.
Diversidad e inteligencia Hasta ahora, los estudios que han examinado a diversas especies han demostrado que, en general, una corteza mayor se corresponde con una mayor capacidad intelectual.
La razón para esta relación aún no está del todo clara, pero Mercado cree que una corteza más expansiva proporcionaría más espacio para que más cantidad y una mayor diversidad de módulos corticales se distribuyan.
En otras palabras, que en lo que se refiere a potencial intelectual, no sería el tamaño de la corteza cerebral lo que importa, sino de qué manera muchos módulos corticales (con diferentes tipos de neuronas) podrían encontrarse disponibles y listos para actuar e interactuar entre sí.
Estos rasgos de la organización cortical y de sus funciones determinarían el grado de efectividad del cerebro en el aprendizaje de nuevas habilidades cognitivas.
Se hereda y se aprende Mercado señala, por otro lado, que una de las implicaciones de esta propuesta es que la experiencia puede resultar tan importante como la genética en la determinación de la capacidad intelectual.
Concretamente, los cambios estructurales de los módulos corticales generados por el desarrollo y las experiencias de aprendizaje podrían contribuir –de la misma forma que lo hacen algunos factores genéticos- a marcar las diferencias entre la inteligencia de un individuo y la de cualquier otro.
A medida que las redes de neuronas se desarrollan con el tiempo, su diversidad aumenta, con el correspondiente aumento de la plasticidad cognitiva, explica Mercado.
La comprensión de los mecanismos de los que depende la plasticidad cognitiva resulta fundamental para desarrollar nuevas tecnologías y prácticas educativas que potencien el desarrollo intelectual, frenen el deterioro cognitivo fruto del envejecimiento o ayuden a recuperar la capacidad de aprender habilidades cognitivas en el caso de pacientes con trastornos o disfunciones cerebrales.
Mercado dirige el
Neural and Cognitive Plasticity Laboratory de la Universidad de Búfalo, en el que se trabaja para comprender cómo la experiencia guía la percepción y el pensamiento.