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Respuesta  Mensaje 1 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★*  (Mensaje original) Enviado: 04/09/2009 07:16


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Respuesta  Mensaje 2 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:17

22 de septiembre
BIENAVENTURADO IGNACIO DE SANTHIA,
Presbítero
(1770)

.

.

   Nació el 5 de junio del año 1686 en la localidad de Santhià, Santa Agata, provincia de Vercelli (Italia). Ese mismo día fue bautizado con los nombres de Lorenzo Mauricio. Era el cuarto de los seis hijos del matrimonio formado por Pier Paolo Belvisotti y Maria Elisabetta Balocco. Al morir su padre, cuando él tenía seis años, su madre lo encomendó a un piadoso sacerdote, que se encargó de su formación intelectual y espiritual. Luego ingresó como seminarista en la colegiata de su pueblo.

   Hizo sus estudios superiores en la ciudad de Vercelli. Al estar vacante la diócesis, pudo ordenarse sacerdote gracias a la autorización concedida en un breve pontificio del 26 de febrero de 1710.
Al inicio, aceptó la propuesta de ser capellán instructor de una familia noble de Vercelli, sin descuidar sus deberes estrictamente religiosos:  colaboraba en las misiones populares organizadas por los jesuitas, entre los cuales escogió a su director espiritual.

   En 1713 rehusó el cargo de canónigo rector de la colegiata de Santhià. En 1715 aceptó desempeñar el ministerio pastoral en una parroquia, pero un debate jurisdiccional sobre el nombramiento resultó providencial para su futuro, pues lo impulsó a dejar la sotana clerical para vestir el sayo capuchino. El 24 de mayo de 1716, al ingresar en el convento noviciado de la Orden de Frailes Menores Capuchinos de Chieri, Lorenzo Belvisotti tomó el nombre de fray Ignacio de Santhià. Después del noviciado y de la profesión religiosa solemne, fue prefecto de sacristía, director de acólitos y confesor, trabajando apostólicamente con un celo extraordinario.

   En 1731 el capítulo provincial le encomendó la formación de los candidatos a la vida capuchina como maestro de novicios en el convento de Mondoví. Con gran acierto supo sostener a los novicios en las pruebas más arduas. En agosto de 1744 fue enviado como capellán de las tropas del rey de Cerdeña durante la guerra contra las armadas franco-españolas (1744-1747). Con gran caridad asistía a los militares heridos o contagiados en los hospitales militares de Asti, Alessandria y Vinovo. Restablecida la paz, fue destinado al convento del Monte de los Capuchinos, en Turín, donde residirá veinticinco años, hasta su muerte.

   Dividía su actividad entre el convento y la ciudad. Cada domingo explicaba la doctrina cristiana y la regla franciscana a los hermanos legos y cada año dirigía los ejercicios espirituales a su comunidad. En la iglesia era el confesor más solicitado. También realizaba un apostolado fecundo bendiciendo en sus casas a las personas que ya no podían acudir a él hasta el convento. Los milagros se iban multiplicando y el pueblo lo bautizó como "el Santo del Monte". A su convento acudían innumerables personas, sencillas e ilustres, atraídas por su fama de santidad, entre ellas muchos miembros de la casa real de Savoya. El cardenal arzobispo le pedía con frecuencia que le diera a conocer los casos de personas más necesitadas, para prestarles ayuda.

   Murió el 22 de septiembre de 1770, a los 84 años, en la enfermería del convento, donde se hallaba desde hacía un año. El 19 de marzo de 1827 el Papa León XII promulgó el decreto sobre la heroicidad de sus virtudes.

 


Respuesta  Mensaje 3 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:17

22 de septiembre
SAN SANTINO DE METZ,
Obispo
(Siglo I)

.

 "Los golpes imprevistos no permiten muchas veces que
uno aproveche de ellos, a causa del abatimiento y turbación
que levantan en el alma; mas tened un poquito de paciencia,
y veréis como Dios os dispone a recibir gracias muy grandes
precisamente por aquel medio. Sin tales percances tal vez no
habrías sido del todo malos, pero tampoco del todo buenos." 
(Santa Clara)  

   San Santino, Obispo, en la ciudad de Metz, era discípulo de San Dionisio Aeropagita, por quien fue consagrado Obispo de aquella ciudad, y fue el primero que predicó en ella el Evangelio.


Respuesta  Mensaje 4 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:18

22 de septiembre
SANTA IRAIDA DE ALEJANDRIA,
Virgen y Mártir

"Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes, y Dios te dará para que puedas".
(San Agustín, Sermón 43, sobre la naturaleza y la gracia)

.

   Santa Iraida, virgen de Alejandría, y sus Compañeros, mártires, en Antinópoli en Egipto; la cual yendo por agua a una fuente cercana, alcanzó a ver una nave en que iban muchos confesores de Cristo, al punto arrojando el cántaro se juntó a ellos, y fue conducida a dicha ciudad, en donde después de muchos tormentos murió degollada la primera de todos; siguieron los presbíteros, los diáconos, las vírgenes y todos los demás que padecieron el mismo suplicio.


Respuesta  Mensaje 5 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:19

22 de septiembre
SAN EMERANO,(*) 
Obispo 
(Siglo VII)

   Este santo misionero predicó el Evangelio con celo infatigable en los alrededores de Poitiers y se afirma, aunque no hay pruebas, que llegó a ser obispo de aquélla ciudad. Su nombre no aparece en las listas episcopales de esa sede o de otra cualquiera. Luego de haber trabajado ahí con gran éxito durante varios años, Emerano se sintió movido a compasión por la desdichada condición en que vivían muchos miles de idólatras en Alemania y más allá del Danubio, y se marchó a predicar el Evangelio en las regiones de Baviera. El duque Teodo lo detuvo en Ragensburg, en la misma forma como trató de detener, algún tiempo después, a San Corbiniano, para que ejerciera su ministerio entre sus súbditos. Emerano permaneció tres años en Ragensburg y conquistó para la Iglesia a numerosos infieles y pecadores. Después, emprendió una peregrinación a Roma, pero cuando había llegado a Kleinhelfendorf, entre Munich y el Tirol, fue nuevamente detenido por unos hombres que se hicieron pasar por los representantes del duque Teodo y que le trataron con brutalidad. Sin embargo, el santo pudo escapar y refugiarse en Feldkirchen, donde murió a poco de llegar, como consecuencia de las heridas que había recibido. Poco después, su cuerpo fue trasladado a Ragensburg. No se sabe que haya sido alguna vez obispo de aquella ciudad ni fundador del monasterio que lleva su nombre.

   El motivo y las circunstancias del asesinato de San Emerano son un misterio (el Martirologio Romano dice, en base a suposiciones, que "sufrió con paciencia una muerte cruel por Cristo y para obtener la libertad de otros"). Menos de un siglo después, Aribo, obispo de Freising, escribió su biografía que no es tal, sino un ejemplo característico de las invenciones hagiográficas, llenas de agregados, exageraciones y fantasías, para la edificación popular. Se dice que antes de que Emerano partiese con rumbo a Italia, Oda, la hija del duque Teodo, le confió que estaba embarazada por causa de sus relaciones con un noble caballero de la corte del duque y que no se atrevía a decir nada por temor a la cólera de su padre y a lo que pudiera hacerle a ella y al caballero. Emerano la autorizó a decir que él mismo era el padre de la criatura por nacer. Sin duda que el piadoso Aribo esperaba que sus lectores quedasen admirados ante la magnanimidad y el espíritu de sacrificio de Emerano, pero el efecto es contraproducente puesto que, aparte de que el sacerdote aconsejaba que se dijese una mentira que seguramente habría de causar un gran escándalo, no había en ello otro beneficio que el de proteger al verdadero culpable. Sin embargo, Oda procedió tal como se lo habían aconsejado. En cuanto se descubrió su secreto, su hermano Lantberto, con varios de sus hombres, partió en persecución de Emerano. Cuando le dieron alcance, en Kleinhelfendorf, lo ataron de pies y manos a una escalera, le sacaron los ojos, le cortaron la lengua, le cercenaron los miembros y le dejaron a que se desangrara hasta morir, entre diversas manifestaciones maravillosas. Inmediatamente, el pueblo proclamó mártir a San Emerano.

   Mucho es lo que se ha escrito sobre este santo (cuyo nombre correcto podría ser "Haimhramus"). Hay biografías escritas por el obispo Arbeo o Aribo, por Meginfrido de Magdeburgo y por Amoldo, quien pertenecía al monasterio que llevaba el nombre de Emerano. En la edición de la biografía de Aribo, hecha por MGH., Scriptores Merov, vol. IV, pp. 452-520, con anotaciones críticas, B. Krusch demuestra que el texto impreso por los bolandistas (en Acta Sanctorum, vol. VI, septiembre) representa substancialmente el escrito original de Aribo que fue escrito alrededor del año 772. Pero aun en su forma auténtica, los datos de Aribo no son dignos de confianza. Ver a A. Bigelmair, en Die Anfánge des Chnstentums in Bayren, en el Festgabe, a A. Knopfler (1907) y a J. A. Enders en el Romische Quartalschrift para 1894; para esto, véase especialmente a J. A. Enders en Beitrage zur Geschichte des M. A. Regensburgs (1924).


Respuesta  Mensaje 6 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:20

22 de septiembre
SANTA SALABERGA(*) 
Matrona 
(665 d.C.)

   Cuando san Eustaquio de Luxeuil viajaba de regreso a su monasterio desde Baviera, fue hospedado en una casa donde había una niña llamada Salaberga, que estaba ciega. El santo tomó aceite, lo bendijo y ungió con él los párpados de la chiquilla; después se puso en oración y Dios devolvió la vista a la infortunada Salaberga. Con el correr del tiempo, ésta se casó con un joven del lugar, pero el esposo murió dos meses después de la boda, y Salaberga, interpretó aquel suceso como una señal de que Dios la quería para su servicio en algún monasterio. Sin embargo, los padres de la joven pensaban de distinta manera y la casaron de nuevo con un noble caballero llamado Blandino. Con él tuvo cinco hijos, dos de los cuales, Baudino y Anstrudio, llegaron a ser venerados como santos. Salaberga había dotado a un convento de Poulangey y, al cabo de varios años de feliz matrimonio, tanto ella como su marido, de común acuerdo, decidieron retirarse del mundo. Blandino se hizo ermitaño y se le venera como santo en la diócesis de Meaux. Ella se retiró primero al convento de Poulangey y, más tarde, por consejo de San Walberto, abad de Luxeuil, fundó un nuevo monasterio en Laon, alrededor del año 650. Aquella abadía era un establecimiento muy extenso y tenía conventos para monjes y para monjas. Salaberga tenía un hermano casado que se llamaba Bodo, al que convenció para que abandonase el mundo y tomara los hábitos, al tiempo que su esposa se unió a la comunidad de Laon. Bodo llegó a ser el obispo de Toul y fundó tres monasterios, en uno de los cuales fue abadesa su propia hija. La fiesta de San Bodo se celebra el día 11 de este mes. Durante los dos últimos años de su vida, Santa Salaberga sufrió continuamente grandes dolores, que soportó con valor y paciencia. Después de su muerte, su hija Santa Anstrudis se hizo cargo del gobierno de la comunidad. Santa Salaberga fue sepultada en la abadía y, posteriormente, los restos de San Bodo fueron exhumados de su sepultura en Toul y trasladados junto a los de su hermana.

   La biografía impresa originalmente en Acta Sanctorum, sept. vol. VI, fue editada con comentarios críticos por B. Krusch en MGH., Scriptores Merov., vol. V, pp. 40-66, donde demuestra que el nombre correcto de la santa es Sadalberga; pero lo importante es que la biografía que pretendía haber sido escrita por un contemporáneo es, en realidad, una recopilación que data del siglo IX. Son más dignas de confianza algunas referencias que hace a Salaberga el escritor Jonás, abad de Bobbio en su Vida de San Columbario. Para los datos sobre Bodo (Leudin), ver el Acta Sanctorum, sept. vol. III.


Respuesta  Mensaje 7 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:21

22 de septiembre
SAN FÉLIX III (IV)(*) 
Papa 
(530 d.C.)

A

   En el año de 526, a su regreso de su visita a Constantinopla, el Papa San Juan I fue hecho prisionero en Ravena por Teodorico, rey de los godos, y murió al poco tiempo. Entonces, Teodorico presentó al sacerdote Félix para que fuese nombrado como sucesor del extinto pontífice, y entre el clero y el pueblo de Roma circuló una sensación de alivio, en vista de que la elección real había recaído sobre un hombre tan intachable, tan capacitado para desempeñar el alto cargo, de manera que, sin la menor tardanza y sin vacilación alguna, se procedió a elegirlo. El nuevo Papa utilizó el favor de que gozaba en la corte para promover los intereses de la Iglesia y obtuvo del rey un decreto por el que se imponía una multa a todos aquéllos que pasaran por alto la antigua costumbre de que un laico en litigio con un clérigo solamente podía citarlo ante el Papa o sus delegados. El monto de las multas que se impusieran por esas ofensas debería quedar a disposición de la Santa Sede para que fuese distribuido entre los pobres. San Félix aprobó los escritos de San Cesáreo de Arles sobre la gracia y el libre albedrío contra las opiniones de San Fausto de Riez. En 529, envió al segundo sínodo de Orange gran número de proposiciones sobre la doctrina de la gracia, extraídas de los trabajos de San Agustín y, de esta manera, dio las bases para la condenación del semi-pelagianismo por parte del concilio. La corte le cedió dos antiguos edificios del Foro Romano donde San Félix hizo construir la basílica de Santos Cosme y Damián. Los mosaicos que hasta hoy se admiran en el ábside y el arco central de esa iglesia fueron hechos bajo la dirección del Pontífice.

   San Félix murió el año de 530, después de haber ocupado la sede apostólica durante cuatro años. En su tiempo, se le tenía por un hombre de gran sencillez humildad y caridad hacia los pobres.

   A pesar de que en el Martirologio Romano se cita a este santo Papa como a Félix IV las investigaciones han demostrado que, en realidad, se trataba de Félix III, puesto que el antipapa de ese nombre no tenía derecho a figurar en el número de la sucesión. Ver  Félix "II" , el 29 de julio. Los bolandistas insertan un breve relato de su pontificado, en la fecha del 30 de enero. Véase también el Líber Pontificalis (Duchesne), vol. V, pp. 270 y ss., así como a Grisar en Geschichte Roms und der Papste, vol. I, pp. 183 y ss. y 495 y ss.   


Respuesta  Mensaje 8 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:22

22 de septiembre
  SAN FOCAS EL JARDINERO, 
(*)
 Mártir 
(Fecha desconocida)

A

   Focas moraba junto a la puerta de la muralla de Sinope, una ciudad de Paflagonia, sobre las costas del Mar Negro. Su medio de vida era el cultivo de un pequeño huerto y, entregado a su humilde y duro trabajo, imitaba las virtudes de los santos anacoretas. Así era tan completamente feliz como nuestros primeros padres en el Paraíso. Desde que ellos pecaron, la tierra dejó de rendir sus frutos por sí sola y requirió el sudor de la frente del hombre, sin embargo, para Focas no había delicia mayor que la de cuidar su jardín y podar sus árboles, porque consideraba que no podía haber tarea más útil, necesaria y natural, ni otra que mejor se adapte a mantener en el hombre el vigor de la mente y la salud del cuerpo, que la labranza. No puede haber un campo mejor para la contemplación que el de un jardín en flor, donde nuestras almas se eleven necesariamente a Dios con preces de alabanza y de amor, y donde se estimula nuestro fervor al ver la generosidad con que paga nuestros trabajos y multiplica la semilla que recibe, al tiempo que nos incita a derramar lágrimas por nuestra ingratitud hacia Dios. San Focas pensaba en todo esto, unía la plegaria al trabajo y su huerto era para él como un libro abierto y una inagotable fuente de meditación. Su casa siempre estaba abierta para todos, incluso para los desconocidos y peregrinos que no encontrasen lugar donde hospedarse. Y al cabo de varios años de haber repartido liberalmente los frutos de su trabajo entre los pobres, fue digno también de dar su vida por Cristo.

   Repentinamente estalló en Paflagonia una cruel persecución contra la Iglesia. A Focas se le señaló como cristiano, se le privó de las formalidades de un juicio y se mandó a una partida de soldados para que le matasen en el mismo lugar donde le encontraran. Cuando los soldados llegaron a Sinope, no pudieron entrar porque estaban cerradas las puertas y pidieron asilo en el huerto de Focas sin saber que era él. Como de costumbre, el santo los recibió amablemente y los invitó a cenar. Cuando todos estaban sentados a la mesa, los soldados revelaron a su anfitrión los pormenores de la tarea que les había sido encomendada y le pidieron que les informara dónde podrían encontrar a Focas. El bondadoso jardinero les dijo que conocía perfectamente a Focas y que, a la mañana siguiente, les daría informaciones sobre su paradero. Al caer la noche, cuando todos se habían retirado a dormir, Focas cavó en el jardín su propia sepultura y, terminada la tarea, se arrodilló a orar a fin de preparar su alma para la hora postrera de su vida. Así le sorprendió el amanecer y entonces se levantó y fue a la casa en busca de sus huéspedes para anunciarles que ya había encontrado a Focas, el que quedaría en su poder tan pronto como ellos quisieran aprehenderle. Los soldados preguntaron dónde podían hallarlo. "Aquí lo tenéis", repuso el mártir extendiendo los brazos. "Yo soy ese hombre que buscáis." En el primer momento, los soldados quedaron paralizados por el asombro; Juego comenzaron a moverse sin saber qué hacer ni qué decir ante aquel hombre que tan generosamente les había acogido y que ahora se les entregaba resueltamente para que lo mataran. Focas, al advertir su confusión, los alentó a cumplir con su deber, puesto que él consideraba su propia muerte como el beneficio más grande que pudieran hacerle. Al cabo de algunas vacilaciones y sin que se pronunciara una sola palabra, los soldados sacaron a Focas al jardín y le cortaron la cabeza. Con el correr del tiempo, los cristianos de Sinope construyeron una magnífica iglesia que llevó su nombre. Alrededor del año 400, San Asterio, obispo de Amasea, pronunció el panegírico de este mártir, con ocasión de su festividad en una iglesia que se ufanaba de poseer parte de sus reliquias, y dijo que "Focas, desde el momento de su gloriosa muerte, se convirtió en un pilar de las iglesias de este mundo. A todos los hombres los llama a su casa y ahí los recibe siempre con grandes beneficios; los caminos están transitados de continuo por los peregrinos que acuden de todas las comarcas a orar donde él elevaba sus plegarias. La magnífica iglesia que conserva sus restos, es el sitio donde los afligidos encuentran alivio y consuelo los enfermos salud y los necesitados abundantes provisiones en sus bodegas. Y cualquier lugar donde se conserven y veneren sus reliquias, aunque sea una mínima parte de ellas, como en esta iglesia, se convierte en el recinto donde más desean morar los cristianos." San Asterio agregó en su panegírico que los navegantes de los mares del Euxino, el Egeo, el Adriático y los océanos, cantan himnos en su honor y, con mucha frecuencia, el santo mártir los ha socorrido y salvado de innumerables peligros.

   El relato que escribió Alban Butler sobre San Focas fue insertado arriba, con algunas omisiones y alteraciones verbales, porque debe resultar conmovedor para los amantes de la jardinería, el campo y la labranza de las tierras. Sólo agregaremos que nada más puede decirse con certeza sobre el santo de Sinope, aparte de que vivió en aquella ciudad, fue martirizado y ampliamente venerado. Hay infinidad de datos falsos e inventados, y el nombre de Focas figura en los calendarios en muy diversas fechas. En el Martirologio Romano aparece San Focas, mártir de Antioquía, el 5 de marzo, y San Focas, obispo de Sinope y mártir durante la persecución de Trajano, el 14 de julio. Posiblemente, ambos sean derivados de Focas el Jardinero. Antioquía, la ciudad de Vienne en Francia, y muchas otras partes del oriente de Europa afirman poseer porciones de sus reliquias.

   El panegírico de San Asterio se halla impreso en Acta Sanctorum, septiembre, vol. VI, así como en Migne, PG., vol. XL, cc. 300-313. Los investigadores del folklore han discutido mucho la historia de San Focas, ansiosos de aclarar el motivo de su popularidad y de la devoción que le profesan los marineros; es posible que la explicación se encuentre en su nombre de "foca", del griego, que es el de un animal marino. Ver Archiv fur Religionswissenschaft, vol. VIII (1904), pp. 445-452. Por otro lado, los investigadores E. Mass, O. Kern y Jaisle, ofrecen soluciones que difícilmente pueden sostenerse en pie. En el Synaxarium Constantinopolitanum (ed. de Delehaye), cc. 67-68, hay una amplia nota sobre San Focas el 22 de septiembre; véase el CMH., pp. 128, 374-375.


Respuesta  Mensaje 9 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:23

22 de septiembre
 
SAN GEREÓN,
 Mártir 
(Fines del Siglo III)

"Lejos de la oración las muchas palabras; pero no falte
la oración continuada, si la intención persevera fervorosa.
Hablar mucho en la oración es tratar una cosa necesaria
con palabras superfluas: orar mucho es mover, con ejercicio
continuado del corazón, a aquel a quien suplicamos, pues,
de ordinario, este negocio se trata mejor con gemidos
que con discursos, mejor con lágrimas que con palabras." 
(San Agustín, Carta 121 a Proba)

   Al igual que los santos Octavio, Solutor y Adventor, San Gereón era soldado de la Legión Tebana y se encontraba ausente en el momento de en la matanza general (ver San Mauricio) pero fue igualmente localizado en Colonia y murió por su fe. Se sitúa el suceso durante la gran persecución de Maximiano, cuando ya la Galia estaba gobernada por Constancio Cloro.


Respuesta  Mensaje 10 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:24

22 de septiembre
 
SANTOS OCTAVIO, SOLUTOR y ADVENTOR,
 Mártires 
(Fines del Siglo III)

"Nosotros no fabricamos a nuestros Mártires templos como a dioses, sino
solamente a Dios, que es el nuestro y el suyo; al celebrar el sacrificio pronunciamos
su nombre en su lugar y por su orden, en cuanto que son que son hombres de Dios
y que, confesando su santo nombre, han vencido al mundo. Pero el sacerdote que
celebra el sacrificio no los invoca. Porque el sacrificio es ofrecido a Dios y no a los
Mártires, aunque éste sea celebrado en sus memorias o capillas; y porque quien
celebra es sacerdote de Dios y no de los Mártires. El sacrificio, que es el Cuerpo
de Cristo, no se ofrece a los Mártires, porque ellos mismos son el Cuerpo de Cristo"
(San Agustín, "De civitate Dei" 22,10).

   Los santos Octavio, Solutor y Adventor, eran soldados de la Legión Tebana que se encontraban ausentes en el momento de en la matanza general (ver San Mauricio) pero fueron igualmente localizados en Turín y murieron por su fe. Se sitúa el suceso durante la gran persecución de Maximiano, cuando ya la Galia estaba gobernada por Constancio Cloro.


Respuesta  Mensaje 11 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:24

22 de septiembre
 
SAN ALEJANDRO DE BÉRGAMO,
 Mártir 
(Fines del Siglo III)

.

 "Si la fe falta, la oración es imposible. Luego,
cuando oremos, creamos y oremos para que
no falte la fe. La fe produce la oración, y la
oración produce a su vez la firmeza de la fe". 
(San Agustín, Catena Aurea)
  

   San Alejandro, mártir, soldado de la misma legión en Bérgamo en la Francia Cisalpina: habiendo confesado con la mayor constancia el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, fue por ello degollado. Se sitúa el suceso durante la gran persecución de Maximiano, cuando ya la Galia estaba gobernada por Constancio Cloro.


Respuesta  Mensaje 12 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:25

22 de septiembre
SAN MAURICIO
Y COMPAÑEROS (*) 
Mártires 
(Fines del Siglo III)

   En un primer plano hacia la derecha nos salen al encuentro los oficiales de la legión Tebea. Destacándose su figura en el fino gesto de su mano con un dedo en alto, San Mauricio, el caudillo de la tropa "rebelde". En conversación con él, hablando con las manos ya que no pueden hacerlo con las palabras, los otros oficiales que sostuvieran la resistencia: Exuperio, Cándido y Víctor. Un niño, siempre los pajecillos en sus lienzos, sostiene un yelmo, porque todas las figuras aparecen destocadas. Y a la derecha del protagonista, un grupo de cabezas que en este caso hablan con los ojos, atentos al diálogo de sus jefes.

   Todo es aquí contenido, sereno, helénico, salvo en las nerviosas piernas desnudas de estos soldados que parecen arder. Porque la llama es más bien interior, y el agitarse de los espíritus está expresado con música de fondo, en ese flamear de la amplia bandera carmesí, en las lanzas erectas y en el cielo atormentado que los cobija.

   Con más intencionalidad en la escena de la izquierda, disimuladamente descrita en todo su horror de carnicería. Allí está el tormento como esquivado en su representación somera; pero allí está a la vez la clave para entender el coloquio de las cuatro figuras principales y adivinar su heroísmo y santidad.

   Aunque la santidad nos la explica mejor la escena de arriba. Porque Dominico Theotocópuli gusta de establecer zonas contrapuestas, la terrenal, en que recoge el hecho y anécdota, y la sobrenatural, donde un coro de ángeles músicos y una pareja de ángeles con palmas y coronas, aparte de hacer del lienzo un maravilloso poema cromático, nos dicen que aquellos mílites no son héroes de Homero, sino mártires cristianos.

   En esta obra, que puede clasificarse entre las mejores del Greco, palpita un poderoso acento sentimental, si bien, su autor, transido de brisas clásicas, ha querido diluir la emoción del conjunto, desparramándola en los colores insólitos -azules y amarillos- nunca vistos en él, y en su opulencia decorativa.

   El Cretense, con esta composición de su primera época española -1582-, quiso ofrecer a Felipe II, que se la encargaba en 1579 para una de las capillas de El Escorial, una prueba de sus posibilidades de gran artista, por encima de todos los "manierismos". Mas el lienzo, dice el padre Sigüenza, "no contentó al monarca", y no llegó a ser colocado nunca en la capilla, pasando a las salas capitulares, donde todavía se exhibe. El rey en cierto modo tenía razón, porque el cuadro, por su asimetría y lo tripartito de la composición, no es devocional, aunque capte maravillosamente la psicología de los personajes y narre las tres fases del tema. Lo cierto es que Theotocópuli cobró los 800 ducados del contrato, y se volvió a Toledo. Nunca Felipe II hizo mejor servicio a la ciudad imperial.

   El joven artista encendió ya entonces la controversia. "Dicen (que el cuadro) es de mucho arte, y que su autor sabe mucho, y se ven cosas excelentes de su mano", vuelve a anotar el padre Sigüenza. El artista, para vengarse de sus émulos, firmó su obra en una hoja de papel que muerde una víbora, alusión patente a los envidiosos.

   Si he traído aquí al pintor cretense es porque ha popularizado con aquel lienzo que no gustó a Felipe II el martirio de San Mauricio y sus compañeros.

   Pues lo que el Greco expresó con sus pinceles lo narra en una prosa llena de colorido el obispo de Lyón, San Euquero, muerto a mediados del siglo V. Este Santo es el autor de la "passio" de San Mauricio y la legión Tebea, donde pretendió recoger las tradiciones orales "para salvar del olvido las acciones de estos mártires".

   Aunque cita testigos de su relato, ninguno de ellos puede ser contemporáneo, ni siquiera a través de tercero, de los hechos que narra, por haber transcurrido un hiato de siglo y medio.

   Diocleciano había asociado a su Imperio a Maximiano Hércules. Ambos, feroces enemigos del nombre cristiano, decretaron la última y la más terrible de las persecuciones.

   Maximiano hubo de acudir a las Galias para reprimir un intento de sublevación de aquellos pueblos, y entre las tropas que reunió se encontraba la legión Tebea, procedente de Egipto y toda compuesta de cristianos. Al ir a incorporarse a su destino, Mauricio, comandante de dicha legión, visita en Roma al Papa Marcelo, Llegados a Octadura, la actual Martigny en el Valais, junto a los desfiladeros de los Alpes suizos, Maximiano ordena un sacrificio a los dioses para impetrar su protección en la campaña que pensaba emprender.

   Los componentes de la legión Tebea rehúsan sacrificar, apartándose del resto del ejército y yendo a acampar a Agauna, entre las montañas y el Ródano, no lejos del lado oriental del lago Lemán.

   Maximiano monta en cólera cuando conoce el motivo de la deserción, dando orden de que los legionarios rebeldes sean diezmados y pasados a espada. Los sobrevivientes se reafirman en su fe y se animan a sufrir todos los tormentos antes que renegar de la verdadera religión.

   Maximiano, cruel más que una bestia feroz, ordena diezmar por segunda vez a los soldados cristianos. Mientras se lleva a cabo la orden imperial, el resto de los tebanos se exhortan mutuamente a perseverar, sostenidos por sus jefes: Mauricio, a quien el narrador llama primicerius, o comandante en jefe de la legión, aunque en la terminología castrense romana no designara tal nombre esa función; Exuperio, campidoctor (término equivalente a lo que hoy llamaríamos un oficial de menor graduación) y Cándido, senator militum, también oficial. Encendidos con tales exhortaciones de sus jefes y oficiales, los soldados envían una delegación a Maximiano para exponerle su resolución.

   Al describir tales incidentes, Euquero pone en las bocas de los protagonistas largos discursos, a la manera de Tito Livio y los historiadores clásicos. Los legionarios tebanos declaran que no pueden faltar al juramento prestado a Dios. Que obedecerán al emperador siempre que su fe no se lo impida, y que si determina hacerlos perecer, renuncian a defenderse, como tampoco lo hicieran sus camaradas, cuya suerte no temen seguir.

   Viéndoles tan obstinados, Maximiano envía a sus tropas contra ellos, que se dejan degollar como mansos corderos, Corren arroyos de sangre como jamás se viera en las más cruentas batallas.

   Víctor, veterano licenciado de otra legión, pasa casualmente por el lugar del suceso, mientras los verdugos festejaban su crueldad. Inquiere la causa, y al informarse lamenta no haber podido acompañar a sus hermanos en la fe. Entonces los verdugos le sacrifican juntamente con los demás.

   Según Euquero, toda la legión Tebea, compuesta de 6.600 soldados, fue pasada por las armas, si bien de entre tantos mártires sólo se conoce el nombre de Mauricio, Exuperio, Cándido y Víctor. "Los restantes nombres, que nosotros ignoramos, están inscritos en el libro de la vida."

   De la lectura de la pasión se destaca un dato incontrovertible: En el siglo V y aun en el IV se daba culto en Agauna a unos soldados mártires, y esto representa un testimonio de la mayor importancia.

   Las circunstancias del martirio aparecen ya menos claras, y el sincronismo establecido por Euquero no concuerda con la historia general que conocemos.

   Sitúa el suceso durante la gran persecución de Maximiano, cuando ya la Galia estaba gobernada por Constancio Cloro, que no aplicó los decretos persecutorios. Además, resulta improbable que los soldados martirizados fuesen 6.600, pues ésta era la cifra teórica de los hombres de una legión, que por aquellas fechas se reducía en la práctica al millar de combatientes.

   Sea lo que fuere de estos detalles, lo que no cabe dudar es que a finales del siglo III ocurrió en Agauna un martirio colectivo de soldados cristianos, hecatombe de la que existen casos parecidos, como los cuarenta mártires de Sebaste.

   ¿Procedían aquellos soldados de la Tebaida egipcia? Bien pudiera ser, aunque los legionarios tebanos no estuvieran normalmente de guarnición en la región del Valais. No veamos en ellos un puro simbolismo, como si hubieran sido calificados de tebanos por ser la Tebaida la tierra clásica de santos y ermitaños del primitivo cristianismo.

   Acerca de los nombres de los oficiales que nos ha transmitido Euquero, corresponden perfectamente a soldados de entonces, y no hay por qué dudar de su autenticidad. Mauricio significa "negro" (moro), Cándido, "blanco"; Exuperio, "levantado en alto ", y Víctor, "victorioso".

   Ya en el siglo IX la fiesta de San Mauricio y de sus compañeros mártires de la legio felix Agaunensis era celebrada en Roma y en toda la cristiandad. Merece destacarse el hecho de que el ceremonial de la coronación de los emperadores, compuesto hacia el siglo XI, determina que el Papa corone al emperador en la basílica de San Pedro, en el altar de San Mauricio, invocando su protección sobre el ejército "romano y teutónico".

   Según refiere el citado Euquero, fue San Teodoro, obispo del Valais, quien hizo exhumar los restos de los mártires tebanos, levantando en su honor una pequeña basílica, de la cual se han encontrado huellas en excavaciones efectuadas en el pasado siglo, corno también de otros santuarios levantados en aquellos parajes.

   El 22 de septiembre del 515 pronunció San Avito, obispo de Viena, una homilía para la inauguración de la abadía de Agauna, fundada por el piadoso rey Segismundo.

   El abad Alteo, pariente de Carlomagno, hizo levantar una iglesia mayor a fines del siglo VIII, conservada cuando se construyó otra nueva basílica en el siglo XI.

   Los canónigos regulares se establecieron en Agauna el año 1128, y allí han perdurado siempre. La actual abadía fue reconstruida en el siglo XVII.

   Los mártires de la legión Tebea fueron venerados por todas partes, y de ellos hay reliquias en infinidad de iglesias, como Viena del Delfinado, San Cugat del Valles, El Escorial, catedral de Toledo, etc. En Francia sesenta y dos municipios llevan el nombre de Saint-Maurice.

   Hasta las armas de este Santo fueron objeto de veneración. Carlos Martel quiso servirse de la lanza de San Mauricio y de su morrión cuando presentó batalla a los sarracenos en Poitiers. Los duques de Saboya, en cuyo territorio está comprendido el lugar de su martirio, llevaron siempre el anillo de este Santo como una de las más preciosas señales de su soberanía.

   También hay una orden militar, fundada en 1434 por Amadeo VIII, primer duque de Saboya, que está encomendada a San Mauricio, gran protector de esta casa. Carlos Manuel la fundió posteriormente con la Orden de San Lázaro. La Orden del Toisón de Oro le tiene igualmente por patrono, lo que explicaría la devoción que le profesaba Felipe II.

   Estos mártires gozaron de oficio con antífonas propias, de gran belleza musical literaria. He aquí algunas, aunque pierdan mucho color al ser traducidas:

   "La santa legión de los mártires agaunenses, mientras resistía a los adversarios, merced a la intervención de San Mauricio, su general, alcanzó el premio de la inmortalidad".

   "He aquí cómo por la intervención de estos santos se ha convertido Agauna en lugar sagrado que sirve de salud a los presentes y de defensa a los venideros".

   En efecto, parece que la historia ha confirmado el voto de la liturgia, pues en la alta Edad Media la abadía de Agauna se hizo famosa por la santidad de sus monjes.

 CASIMIRO SÁNCHEZ ALISEDA   


Respuesta  Mensaje 13 de 14 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 04/09/2009 07:25

22 de septiembre

SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA,
Obispo
y
Confesor

Sed misericordiosos, como vuestro Padre
es misericordioso.
(Lucas, 6, 36).

   Santo Tomás de Villanueva fue obligado a dejar la Orden de San Agustín para ocupar la sede arzobispal de Valencia, en España. Mostró en este cargo un celo infatigable por la conversión de los pecadores y una tierna caridad por los desvalidos. Instruido por Dios acerca de la hora de su muerte, en seguida hizo distribuir entre los pobres su dinero, sus muebles y hasta su lecho, rogando a quien se lo regaló se lo prestase hasta después de su muerte. Se durmió en el Señor en el año 1555.

MEDITACIÓN SOBRE
LA MISERICORDIA DE DIOS

   I. Dios es la bondad misma: hace sentir a todas las creaturas los efectos de su misericordia. Imita este atributo de Dios: haz bien a todos, pero hazlo por amor de Dios. Si en tus buenas obras tienes puesta la mira en la alabanza de los hombres, pierdes la recompensa que Dios te preparaba. Con el fin de imitar vuestra infinita misericordia quiero yo, oh Dios mío, en cuanto esté en mi poder, aliviar las miserias de mi prójimo.

   II. Dios ejerce su misericordia, en primer lugar, con sus amigos: Él los ha predestinado desde toda la eternidad; y todo lo que les sucede, Él lo vuelve para el bien de sus almas. Si caen en alguna falta leve, lejos de abandonarlos, espera su arrepentimiento, los urge a levantarse de sus caídas. ¿Eres tú del número de sus amigos? Interroga tu conciencia y trabaja por ganarte esta amistad. Nada más fácil. No hay dificultad allí donde basta querer. (San Crisólogo).

   III. No es menos admirable Dios en su conducta para con los pecadores. Él ama sus almas, que ha redimido con su sangre; no hay pecado que no esté dispuesto a perdonar, siempre que ellos hagan penitencia: los espera, los solicita, los previene con sus gracias. ¡Oh Dios, vuestra misericordia es infinita; desventurado quien la desprecia! No desprecies la misericordia de Dios, si no quieres experimentar los efectos de su justicia. (San Bernardo).

La huida de las ocasiones
Orad por los defensores de la fe.

ORACIÓN

    Oh Dios, que habéis dotado al bienaventurado pontífice Tomás con una insigne misericordia para con los pobres, dignaos, por su intercesión, derramar las riquezas de vuestra misericordia sobre todos los que os invocan. Por J. C. N. S. Amén.


Respuesta  Mensaje 14 de 14 en el tema 
De: ♥♥♥♥LEONCITA♥♥♥♥ Enviado: 02/01/2010 04:14
foto super con amor
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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