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29 de septiembre BEATO JUAN de DUKLA, Fraile (1484 d.C.)
El Beato Juan de Dukl fue un iilustre predicador franciscano, patrono de la Polonia oriental. La fecha de su nacimiento es desconocida, aunque, teniendo en cuenta que murió en edad avanzada, puede colocarse con aproximación en las primeras décadas del siglo xv; el mismo velo de silencio envuelve igualmente las noticias referentes a su patria, a su juventud y a sus estudios. En fecha indeterminada profesa la regla franciscana entre los conventuales, desempeñando varios cargos, como el de guardián, predicador de los alemanes, etc.
Mientras tanto, a partir de 1453, el gran apóstol San Juan de Capistrano, implanta en Polonia la reforma de la Orden franciscana, que lleva el nombre de la «observancia», y de la que había sido eficaz promotor en Italia San Bernardino de Siena; por esta razón, los franciscanos polacos que se adhirieron a la observancia se llaman todavía hoy «bernardinos». Entre éstos se alistó también Juan ingresando en 1463 en el primer convento observante abierto en Cracovia por San Juan de Capistrano bajo la advocación de San Bernardino.
Con la práctica de las virtudes, especialmente de la humildad y de la penitencia, continuó desplegando intensa actividad apostólica en el confesionario, en la dirección espiritual y, sobre todo, como predicador y misionero entre los rusos cismáticos; ni la gastada edad, ni siquiera la completa ceguera que le sobrevino en los últimos años, fueron obstáculos para el desempeño de su múltiple apostolado. Murió en Leópolis en 1484.
Inmediatamente comenzó a tributársele culto, confirmado solemnemente en 1733 por Clemente XII. La parte oriental de Polonia ha invocado siempre su celestial patrocinio ante las diversas invasiones de los tártaros y de los cosacos; en recuerdo de una aparición del beato en el siglo XVII, se le erigió un monumento en la plaza principal de Leópolis.
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29 de septiembre SAN GARCÍA, Abad (1073 d.C.)
San García fue Abad de Arianza en tierra de Burgos. Nació en Quintanilla, cerca de Bribiesca; monje de Arlanza, sucedió en 1039 al abad Aureolo. Fue confidente y consejero de don Fernando I de Castilla, estando presente en la batalla de Atapuerca, en 1054. Berceo ha celebrado sus virtudes en la vida romanzada de Santo Domingo de Silos, contemparaneo del abad de Arlanza, y que, como él debió pasar a mejor vida en 1073.-
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29 de septiembre SANTA TEÓDOTA,* Mártir (¿318? d.C.)
Se supone que Teódota sufrió el martirio en Filípolis, ciudad de la Tracia, durante la persecución desatada por el augusto Licinio cuando profesaba el paganismo y estaba en guerra con Constantino el Grande. Las "actas", en las que no se puede tener confianza, están llenas de exageraciones y adornos. De acuerdo con ellas, en el curso de una fiesta en honor de Apolo, el prefecto Agripa mandó que todos los habitantes de la ciudad ofrecieran sacrificios al dios. Teódota rehusó y fue acusada de desobediencia. El prefecto la interrogó, y ella repuso que ciertamente era una gran pecadora, pero no quería agregar una nueva culpa a las muchas que había cometido contra Dios, si accedía a tomar parte en una ceremonia sacrílega. Teódota fue encerrada en la prisión, donde permaneció veinte días. Cuando fue llevada de nuevo ante los jueces, rompió a llorar y, en voz muy alta, rogó a Cristo que le perdonase sus pasados crímenes y le diese fortaleza para soportar con paciencia los tormentos que iba a padecer. Sometida a los interrogatorios, confesó que había sido hasta entonces una mujer pública, pero que era cristiana, aunque se consideraba indigna de llevar ese nombre, y no estaba dispuesta a renegar de sus creencias. Agripa mandó que fuera azotada. Los que permanecieron junto a ella durante la flagelación, la exhortaban a que obedeciera las órdenes del prefecto para que se librase de los tormentos, pero Teódota mantuvo su constancia.
Después de los azotes, fue colgada de los postes y se desgarró su cuerpo con garfios de acero. Durante la tortura, oraba con estas palabras: "Sólo a Ti te adoro, oh Cristo y te doy las gracias porque me has considerado digna de sufrir en tu nombre." El prefecto, enardecido por la tenacidad de aquella mujer, mandó al verdugo que echase vinagre y sal en sus heridas. Al oír la sentencia repuso la infortunada: "Tan poco temo a tus tormentos, que te pido que los aumentes, los prolongues y los hagas más crueles, a fin de que yo pueda obtener mayor misericordia y mi corona sea más rica." El siguiente tormento ordenado por Agripa fue que le arrancaran los dientes, uno por uno, con las tenazas de hierro. A fin de cuentas, se condenó a Teódota a morir lapidada. Su cuerpo exánime, bañado en sangre y destrozado, pero aún con vida, fue transportado por los verdugos a las afueras de la ciudad y ahí comenzaron a lanzarle piedras, mientras ella levantaba la voz para orar: "¡Oh Cristo! ¡Tú que te mostraste benigno con Rahab, la mujer pública; Tú que acogiste en el cielo al buen ladrón, dispénsame tu misericordia!" Murió de esta manera, y su alma voló triunfante al cielo.
Los bolandistas no incluyeron esta leyenda en el Acta Sanctorum. El texto sirio de la misma fue publicado por primera vez por Assemani en su Acta Sanctorum Orientalium et Occidentalium, vol. II, pp. 210-226. La señora de A. Smith-Lewis, en su obra Studia Sinaitica, vol. X, reprodujo esos textos en forma más fácil para leerse.
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29 de septiembre SANTAS RÍPSIMA, GAIANA y COMPAÑERAS, Vírgenes y Mártires (¿312? d.C.)
No obstante que estas doncellas, consideradas como las protomártires de la Iglesia de Armenia, se mencionan en el Martirologio Romano en la fecha de hoy, cuando sufrieron el martirio bajo el reinado de Tiridates, absolutamente nada se sabe de su historia o de las circunstancias en que murieron. Se hace referencia a ellas en la leyenda de San Gregorio el Iluminado, y es posible que hayan sido martirizadas en la persecución que se desató antes de que el rey Tiridates y su familia recibiesen el bautismo de manos del mismo Gregorio, aunque también pudo haber sido después. Las "actas" de estas vírgenes, son una fábula completa.
Las leyendas nos dicen que Rípsima (Hripísime) era una noble doncella que había ingresado a una comunidad de vírgenes consagradas que se había establecido en la ciudad de Roma y que presidía la doncella Gaiana. Cuando el emperador Diocleciano decidió tomar esposa, contrató a un pintor para que recorriese Roma y le pintara el retrato de todas las doncellas más hermosas para elegir entre ellas a la que habría de ser su mujer. El artista se esmeró tanto en cumplir con la misión que le había sido encomendada, que se las arregló para entrar subrepticiamente a la inviolable casa de las vírgenes de Gaiana y, a escondidas, hizo el retrato de varias doncellas cristianas. En cuanto Diocleciano examinó las pinturas y eligió, sin titubeos, a Rípsima. Inmediatamente se comunicó a la doncella el honor de que había sido objeto, pero ella no lo consideró así y rehusó enérgicamente contraer nupcias con Diocleciano. Entonces Gaiana, inquieta y acongojada por las represalias que pudiera tomar el desdeñado emperador, convocó a todas sus pupilas, las sacó de la casa, las condujo fuera de Roma y las hizo abordar una nave que iba a partir con destino a Alejandría. Desde aquel puerto, la comitiva de vírgenes atravesó la Tierra Santa hasta llegar a Armenia. Se establecieron en la ciudad de Varlarshapat, donde residía la familia real, y se ganaron la vida tejiendo en los telares. No pasó mucho tiempo sin que la extraordinaria belleza de Rípsima llamase la atención, y tanto fue así que los rumores llegaron a Roma, aun ante que a los oídos del rey Tiridates de Armenia, puesto que Diocleciano envió un mensaje al monarca para pedirle que hiciese morir a la virgen Gaiana y rescatase a Rípsima para mandarla de regreso a Roma, a menos que desease conservarla para su propio placer. En seguida ordenó Tiridates que Rípsima fuese llevada a su presencia y, con gran magnificencia, dispuso un banquete en palacio para recibirla. Pero cuando los miembros de la delegación enviada por el rey llegaron al convento, Rípsima se puso en oración para que la librase Dios de aquel peligro y, al instante, se desató una tempestad de tal violencia, que los caballos de los cortesanos y sus jinetes huyeron a la carrera en completa confusión. Al enterarse Tiridates del suceso y de que la doncella se negaba a acudir, ordenó que fuese llevada por la fuerza y, cuando por fin estuvo en su presencia, se sintió como hechizado por su belleza y, al momento, avanzó hacia ella con intenciones de abrazarla y besarla. Rípsima resistió con tanta energía los asaltos del monarca, que acabó por derribarlo al suelo. Al verse en posición tan ignominiosa, Tiridates montó en cólera y mandó que la doncella fuese encarcelada. Sin embargo, durante la noche, consiguió escapar y regresó al convento.
Al día siguiente, al descubrirse que había huido, el propio rey llamó a sus soldados para que salieran a perseguirla y les ordenó que, donde quiera que la encontrasen, le dieran muerte, lo mismo que a las otras doncellas que la acompañaban. En el mismo convento se procedió a torturar a Rípsima a la que se asó en vida a fuego lento y, sobre la parrilla, se le cortaron uno a uno, todos sus miembros. Santa Gaina y las otras treinta y cinco doncellas sufrieron una muerte igualmente cruel. Santa Mariamne fue sacada a rastras de su lecho de enferma y desmembrada. Sólo una de las vírgenes, Santa Nino, escapó de morir y, con el tiempo, se convirtió en la misionera que evangelizó a los habitantes de Georgia, en el Cáucaso. La matanza tuvo lugar el 5 de octubre, fecha ésta en que se menciona a las mártires en la menología armenia. Una semana, después, el rey Tiridates recibió su merecido, porque se hallaba de cacería, cuando quedó transformado en un oso. San Gregorio el Iluminado que había estado encadenado durante quince años en un foso, rompió el encantamiento y devolvió su naturaleza al rey. Las vírgenes martirizadas se aparecieron a San Gregorio durante la fabulosa visión que tuvo en Etshmiadzin y, en torno a la gran iglesia de esa ciudad, hay muchas otras más pequeñas, supuestamente colocadas en los sitios donde fueron martirizadas Santa Rípsima, Santa Gaiana y las otras doncellas.
Por extravagante que sea la leyenda, no hay duda de que e] culto a estas vírgenes y mártires existe desde la antigüedad en Armenia. A Rípsima se la veneró en Egipto con el nombre copio de "Arepsima" (ver Analecta Bollandiana, vol. XIV (1927), pp. 157 y 395), Lo mismo que en los textos árabes y en el martirologio sirio de Rabban Silba. Por el testimonio de los Historiadores armenios Fausto y Lázaro, se puede afirmar que las mártires comenzaron a venerarse desde antes de la mitad del siglo quinto. Véase a Tournebize, en Histoire politique et rcligieuse d´Armenie, pp. 452 y ss. La versión griega de sus actas, atribuida a Agatángelo fue impresa en el Acta Sanctorum sept. vol. VIII, junto con las de San Gregorio, el 30 de septiembre. Todos los investigadores de estas leyendas están de acuerdo en afirmar que la parte asignada a Rípsima es fábula pura. Cf. también a S. Weber, en Die katholiche Kirche in Armenien (1903), p. 117 y la Analecta Bollandiana, vol. LX (1942), pp. 102-114. En opinión de Fr. Paul Peeters, "sería un atrevimiento negar la existencia de estas mártires...."
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29 de septiembre
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SAN MIGUEL, Arcángel
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el drag6n. (Apocalipsis, 12, 7)
San Miguel, el príncipe de los ángeles y el protector de la Iglesia, siempre ha defendido el honor y la gloria de Dios tanto en la tierra como en el cielo. Fue él quien echó del paraíso a Lucifer y sus cómplices. La Iglesia celebra esta fiesta en su honor, y Francia, que lo ha elegido por protector, a menudo ha experimentado los venturosos efectos de su protección. Luis IX creó en su honor la célebre Orden de San Miguel; Rusia también lo tuvo en gran veneración.
MEDITACIÓN SOBRE SAN MIGUEL
I. Lucifer se había rebelado contra Dios: tal vez se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: ¿Quién como Dios?" Mundo, placeres, honores, riquezas, ¿Pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios?
II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipit6 a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! la vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo, y yo, lombriz, no tiemblo!
III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro. (San Bernardo).
La devoci6n a San Miguel Orad por la Iglesia
ORACIÓN
Oh Dios, que reguláis con infinita sabiduría los diversos ministerios de los ángeles y de los hombres, dignaos concedernos como protectores en la tierra a esos espíritus bienaventurados que no cesan en el cielo de ofreceros sus servicios y homenajes. Por J. C. N. S. Amén.
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