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Respuesta  Mensaje 1 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★*  (Mensaje original) Enviado: 05/09/2009 05:31


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Respuesta  Mensaje 2 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:32

28 de septiembre

a

SAN WENCESLAO Duque, Mártir

Porque son vírgenes,
siguen al Cordero doquiera que vaya.
(Apocalipsis, 14, 4).

   San Wenceslao, duque de Bohemia, tan grande respeto tenía por el Sacramento del Altar, que personalmente preparaba el pan y el vino destinados al santo Sacrificio, y por la noche se levantaba para ir descalzo, aun en pleno invierno, a visitar las iglesias de su capital. Nada le dolía tanto como ver que se derramase la sangre de sus súbditos. Atacado un día por Radislao, príncipe vecino, le propuso, para evitar efusión de sangre, dirimir sus diferendos mediante un combate singular. Al lanzarse sobre él su adversarío, vio a dos ángeles que lo defendían, y, cayendo a los pies del santo, le propuso la paz. Su hermano Boleslao atrajo al duque a su casa y lo mató alevosamente cuando iba a la iglesia a oír misa, el 28 de septiembre del año 938, a la edad de 31 años.

MEDITACIÓN SOBRE LA MANERA
DE VIVIR SANTAMENTE EN EL MUNDO

   I. Para vivir santamente en el mundo, hay que observar los mandamientos y evitar todo lo que pueda ofender a Dios. ¿Te atreverías a decir que ello es imposible, cuando ves a San Wenceslao practicar en el trono las más eminentes virtudes, y conservar intacta su virginidad hasta la muerte? ¿Cómo te conduces con respecto a Dios? ¿No es verdad acaso que el menor de tus cuidados es el de agradarle? Piensas en hacer fortuna, en vivir cómodamente, y no piensas en servir a Dios y conquistar su amistad. Que en adelante tu única ocupación consista en hacer la voluntad del Señor.

   II. Obra en todo siguiendo a tu conciencia; es un secreto monitor que te recordará tus deberes. Si nadie te reprocha el infeliz estado en que vives, tu conciencia te lo advertirá. De tiempo en tiempo escucha lo que te dice. No busques en hacerte de gran reputación en el mundo, sino más bien trabaja por contentar a Dios y a tu conciencia. Nada haré según la opinión del mundo y sí todo según mi conciencia. (Séneca)

   III. Para vivir santamente en el mundo, también es preciso cumplir nuestros deberes para con el prójimo. Tienes parientes, amigos y servidores; debes ocuparte de ellos. Dios te lo manda. Si se condenan como consecuencia de tu debilidad en corregirlos, o de los escándalos que les das, responderás de ello ante Dios. Haz toda clase de esfuerzos para ganar la estimación de las personas virtuosas; en cuanto a los impíos, el aborrecimiento con que te persiguen constituye tu gloria: él es una prueba de tu virtud; porque no te pareces a ellos te aborrecen. Torturad, perseguid, condenad: vuestra injusticia es la prueba de nuestra inocencia. (Tertuliano) 

La preocupación por el personal de servicio.
Orad por las personas constituidas en dignidad

ORACIÓN

    Oh Dios, que, al conceder al bienaventurado Wenceslao la palma del martirio, lo habéis trasladado de un trono terrenal a la gloria del cielo, dignaos, por su intercesión, preservarnos de toda adversidad y hacernos participar de su gloria. Por J. C. N. S. Amén.


Respuesta  Mensaje 3 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:32

28 de septiembre

a


SANTA EUSTOQUIO,(*)  Virgen
(419 d. C)

.

   Eustoquio Julia, cuyo recuerdo se perpetuó gracias a la docta pluma de San Jerónimo, fue hija de Santa Paula, cuya vida se relata en el día de su fiesta, el 26 de enero. Los acontecimientos y circunstancias en la existencia de Santa Paula dispusieron la vida de Eustoquio, que fue la tercera de sus cuatro hijas y la única que permaneció siempre junto a su madre. Santa Paula, al morir su esposo Toxosio, se dedicó por entero al servicio de Dios, en la sencillez, la pobreza, la mortificación y la plegaria. Eustoquio, que tenía más o menos doce años cuando murió su padre, compartía todos los gustos de su madre, y era motivo de gran alegría para ella consagrar las horas que tantas otras jóvenes de su edad dedicaban a vanas diversiones, a las obras de caridad y las devociones de su religión. Cuando San Jerónimo llegó a Roma, procedente del oriente, en el año de 382, Eustoquio y su madre se pusieron bajo su dirección espiritual y, al ponerse de manifiesto las fuertes inclinaciones de la joven hacia la vida religiosa, muchos de sus amigos y parientes se mostraron alarmados. Un tío suyo, llamado Himetio, y su esposa Pretéxtala, trataron de convencerla para que se apartase de aquella vida austera e hicieron intentos para interesarla en los placeres del mundo. Pero todos los esfuerzos fueron vanos y la joven venció toda oposición para tomar el velo y hacer los votos de virginidad. Ella fue la primera doncella de la nobleza romana que tomó tal resolución. Con el fin de guiarla y sostenerla en ella, San Jerónimo le escribió en aquella ocasión su famosa carta, conocida como "Para Conservar la Virginidad", alrededor del año 384. El venerable autor de la epístola, sin embargo, no se limita a dar enseñanzas y normas ascéticas, sino que se recrea en algunos pasajes satíricos, lo que sugiere que, al escribir la carta, no tenía la intención de destinarla tan sólo a la joven Eustoquio, sino a un público muy amplio. En dicha carta, el santo critica sin misericordia el comportamiento de ciertas vírgenes, viudas y de ciertos sacerdotes.

   Eustoquio debió buena parte de su formación religiosa a Santa Marcela, "la gloria de las damas romanas", pero cuando Santa Paula decidió seguir a San Jerónimo a Palestina, Eustoquio lo dejó todo para irse con ella. Al grupo se unieron otras doncellas que aspiraban a seguirla vida religiosa; la comitiva se entrevistó con San Jerónimo en Antioquía, hizo una visita a los Santos Lugares, pasó a Egipto para conocer a los monjes del desierto de Nitria y, por fin, se instaló en la ciudad de Belén. Ahí quedaron establecidas tres comunidades de mujeres, en cuya dirección Eustoquio colaboró activamente con Santa Paula. San Jerónimo nos ha dejado un relato sobre la vida sencilla y devota que llevaban. Las dos mujeres, que habían aprendido el griego y el hebreo, ayudaron a San Jerónimo en la traducción de la Biblia, conocida como la Vulgata y, a su solicitud, el santo escribió algunos comentarios sobre las Epístolas a Filemón, a los Calatas, los Efesios y a Tito y también dedicó a madre e hija algunos de sus trabajos, puesto que, como él mismo comentó: "esas dos mujeres son más capaces de conformar un buen juicio sobre esos libros que muchos hombres." Aparte de sus tareas intelectuales, Santa Eustoquio se ocupaba en mantener limpia la casa, en dar brillo y conservar llenas de aceite las lámparas y en cocinar.

   En el año de 403, Santa Paula cayó enferma, y Eustoquio consagró su tiempo a cuidarla, sin apartarse de ella más que para ir a la gruta de la Natividad para orar por su salud. El 26 de enero de 404, murió Santa Paula, y Eustoquio, "como una niña a quien se trata de arrancar de los brazos que la amparan, a duras penas pudo ser apartada del cuerpo de su madre." Besaba una y otra vez sus párpados cerrados, le acariciaba el rostro, los brazos, el pecho y seguramente hubiese deseado que la sepultaran con ella.

   La sucesora de Santa Paula como superiora de las comunidades de Belén fue su hija, quien se encontró con las finanzas al borde de la ruina y con innumerables deudas. Pero con la ayuda de San Jerónimo y su propia energía, hizo frente a la situación y logró solucionarla, gracias sobre todo a los socorros económicos aportados por su sobrina, otra Paula, que había ingresado a la comunidad de Belén. En el año de 417, los bandoleros cayeron sobre el monasterio, lo incendiaron y cometieron innumerables ultrajes, sobre todo lo cual informaron al Papa, San Jerónimo, Santa Eustoquio y la joven Paula. El Pontífice Inocencio I, al recibir las cartas, escribió a cada uno de los informantes y envió otra carta, en términos por demás enérgicos a Juan, el obispo de Jerusalén. Santa Eustoquio no sobrevivió por mucho tiempo a aquellos terribles acontecimientos. San Jerónimo no nos dejó ningún relato sobre su muerte, como lo hizo en el caso de su madre, pero sí es un hecho que en aquella ocasión escribió a San Agustín y a San Alipio en estos términos: "la gran pena que me ha embargado, me hizo relegar a un lado los ultrajantes escritos de Aniano, el pelagiano." Sabemos que Eustoquio murió pacíficamente alrededor del año 419, y fue sepultada en la misma tumba que Santa Paula, en una gruta vecina al lugar donde nació Jesucristo. Ahí se encuentra hasta hoy la tumba, pero está vacía, y nunca se ha sabido el destino que tuvieron sus reliquias.

   Las cartas de San Jerónimo y algunos otros de sus escritos proporcionan casi todos los datos que se puedan obtener sobre Santa Eustoquio. Ese material se encuentra reunido en el Acta Sanctorum, sept. vol. VII. En todas las biografías de San Jerónimo se habla bastante de Eustoquio (ver, por ejemplo, St. Jérome (1922), de F. Cavallera) y también figura de manera prominente en la deliciosa obra de F. Lagrange, Histoire de Ste. Paule (1868).


Respuesta  Mensaje 4 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:33

28 de septiembre

a

SANTA LIOBA,(*)
 
Virgen
(780 d. C)

.

   La participación activa de las monjas y hermanas religiosas en las misiones extranjeras se ha extendido y desarrollado tanto en nuestros tiempos, que hemos llegado a considerarlas como una moderna innovación. Por cierto que no hay tal y, aparte de ciertas diferencias de métodos, debidas al desarrollo de las "congregaciones activas sin clausura", nos encontramos con que el mismo sistema de misiones se practicaba ya en las edades sombrías, cuando se iniciaba la evangelización de los bárbaros en Europa. Como ejemplo, basta citar la solicitud de misioneras que hizo San Bonifacio y a la que respondieron Santa Lioba, Santa Tecla, Santa Walburga y otras muchas, desde su tranquila abadía de Wimborne, para trasladarse a las tierras salvajes de los herejes germanos. Lioba pertenecía a una buena familia del Wessex y su madre, Ebba, estaba emparentada con San Bonifacio. Desde niña, Lioba quedó internada en el monasterio de Wimborne, en el Dorsetshire, al cuidado de la abadesa, Santa Tetta. A la muchacha se la había bautizado con el nombre de Thruthgeba, que fue transformado por las gentes que la trataban en Liobgetha (Leofgyth) y abreviado luego a Lioba, que significa "la bien amada", un nombre que cuadraba a maravilla a un ser tan precioso a los ojos de Dios y de los hombres y que su dueña no dejó de usar nunca. Cuando llegó a la mayoría de edad, Lioba decidió permanecer en el monasterio, hizo su profesión y progresó rápidamente en virtud y saber. Su inocencia y su buen sentido servían de ejemplo aun a las monjas de mayor edad y experiencia. Su deleite lo encontraba en la lectura y las devociones.

   En el año de 722, San Bonifacio fue consagrado obispo por el Papa San Gregorio II y al momento se le envió a predicar el Evangelio en Sajonia, Turingia y el Hesse. Bonifacio era natural de Crediton, localidad cercana a Wimborne y, cuando las noticias de sus trabajos y sus éxitos entre los germanos llegaron a oídos de las monjas de aquel monasterio, su joven pariente, Lioba, se atrevió a escribirle en estos términos:

   "Al muy reverendo Bonifacio, portador de la más alta dignidad y bienamado de Cristo, yo, Liobgetha, a quién él está vinculado por la sangre, la menor de las siervas de Cristo, manda saludos por la salvación eterna.

   "Ruego a vuestra bondad que recordéis la amistad que os unía a mi padre, Dynne, cuando morabais los dos en la comarca del oeste. Mi padre murió hace ocho años, y os suplico que no retengáis vuestras oraciones por la salvación de su alma. También recomiendo a vuestra memoria a mi madre, Ebba, que aún vive, pero entre los sufrimientos; ella está emparentada con vos, como bien lo sabéis. Yo soy la hija única de mis padres y, aunque no lo merezco, me gustaría miraros como a mi hermano, puesto que ya confío en vos más que en cualquier otro de mis parientes. Os envío este pequeño regalo [¿Tal vez la misma carta?], no porque sea digno de vuestra consideración, sino sencillamente para que tengáis algo que os recuerde a la pobre de mí y así no me olvidéis aunque estéis tan lejos que mi presente acorte el lazo de verdadero amor entre nosotros para siempre. Os pido, amado hermano, que me ayudéis con vuestras plegarias contra los ataques del enemigo oculto. Os pediré también que, si vuestra bondad os lo dicta, atendáis mi inculta carta y no rehuséis a enviarme a cambio unas cuantas amables palabras vuestras, que ya desde ahora espero ansiosamente como una muestra de vuestra buena voluntad. He tratado de componer las líneas que siguen, de acuerdo con las reglas del verso, como un ejercicio para mi mínima destreza en la poesía, en lo cual también tengo necesidad de vuestra guía. He aprendido estas artes de mi maestra Edburga, que siempre tiene presente la santa ley divina. ¡Adiós! ¡Qué viváis muchos años muy feliz y que roguéis siempre por mi!

   Arbiter omnipotens, solus qui cuncta creavit
in regno Patris semper qui lumine fulget
qua iugiter flagrana, sic regnat gloria Christi,
illaesum servet semper te iure perenni.
   (El Supremo Hacedor omnipotente quiera,
desde el esplendor de su reino eterno
do mora Cristo, gloria del divino Verbo,
conservaros en salud imperecedera.)

   No dejó Bonifacio de sentirse conmovido por una misiva tan tierna y mantuvo una larga correspondencia con las monjas de Wimborne, hasta el año de 748, cuando escribió a la abadesa Santa Tetta para rogarle que le enviase a Lioba, junto con otras compañeras, para establecer algunos monasterios y centros de religión para mujeres en la naciente Iglesia de Alemania. En seguida respondió la abadesa a la solicitud y envió a las tierras de herejes unas treinta monjas, entre las que figuraban Santa Lioba, Santa Tecla y Santa Walburga. Todas se reunieron con San Bonifacio en Mainz y éste puso a Lioba al frente de la comunidad y la instaló en un monasterio que fue llamado Bischofsheim, es decir, "Casa del Obispo", por lo que puede suponerse que Bonifacio cedió su residencia a las monjas. Bajo la dirección de Lioba, el convento se pobló rápidamente y de él salieron las monjas para ocupar otras casas que la propia Lioba fundó en Alemania.

   Un monje de Fulda, llamado Rodolfo, quien escribió un relato sobre la vida de la santa antes de que hubiesen transcurrido sesenta años desde su muerte, según los testimonios de cuatro de las monjas de su convento, afirma que todas las casas de religiosas en aquella parte de Alemania, solicitaban una monja de Bischofsheim para que las guiase. La propia Lioba, entregada totalmente a su trabajo, parecía haberse olvidado de Wessex y de sus gentes. Su belleza era notable: tenía el rostro "como el de un ángel", siempre plácido y sonriente, aunque rara vez se la oía reír. Nadie la vio jamás de mal humor, ni la oyó decir una palabra dura; su paciencia y su inteligencia eran tan amplias como su bondad. Se dice que la copa en que bebía era la más pequeña de todas y ese dato nos da la pauta para afirmar que se entregaba a ayunos y austeridades, en una comunidad sujeta a las reglas de San Benito, donde no se comía más que dos veces diarias. Todas las monjas practicaban los trabajos manuales, ya fuera en la cocina, el comedor, el huerto o los quehaceres domésticos y, al mismo tiempo, recibían lo que ahora se llamaría una "educación superior"; todas aprendían latín, y el salón destinado a la escritura estaba siempre ocupado. Lioba no toleraba las penitencias excesivas, como privarse del sueño, e insistía en que todas descansasen al medio día, como lo mandaba la regla. Ella misma se recostaba durante aquel período, mientras alguna de las novicias le leía un pasaje de la Biblia y, si acaso parecía que la madre abadesa se había dormido y la lectora descuidaba un tanto su tarea, no pasaba un instante sin que Lioba abriese los ojos y la boca para corregirla. Tras el descanso, Lioba dedicaba dos horas para charlas con cualquiera de las hermanas que quisiese hablar con ella. Todas estas actividades estaban al margen del deber principal de la oración pública, la adoración a Dios y la asistencia a los sacerdotes que trabajaban en la misión junto con ellas. Existe todavía una carta de San Bonifacio dirigida a "las muy reverendas y muy amadas hermanas Lioba, Tecla, Cienhilda y las que moran con ellas", para pedirles que continúen la práctica de orar constantemente. La fama de Santa Lioba se había extendido por todas partes; los vecinos acudían a ella cuando les amenazaba el peligro de incendio, la tempestad o la enfermedad, y los hombres responsables en los asuntos de la Iglesia y del Estado le pedían consejo.

   En el año de 754, antes de que San Bonifacio emprendiese su viaje misionero a Frieslandia, recibió una conmovedora despedida por parte de Lioba, a quien recomendó encarecidamente a San Lull, el monje de Malmesbury que fue su sucesor en la sede episcopal, lo mismo que a todos sus monjes de Fulda, mandándoles que cuidaran de ella con todo respeto y honor. En aquella ocasión, San Bonifacio manifestó su deseo de que, cuando Lioba muriese, fuera enterrada en su tumba, de manera que sus cuerpos aguardasen juntos la resurrección y se levantasen juntos para ir al encuentro del Señor y estar así eternamente unidos en el reino de Su amor. Después del martirio de San Bonifacio, Lioba visitaba con mucha frecuencia su tumba en la abadía de Fulda y, por dispensa especial, se le permitió algunas veces entrar en la abadía para asistir a ceremonias y conferencias en honor de su santo pariente. Cuando Lioba era ya muy anciana, después de haber gobernado a Bischofsheim durante veintiocho años, hizo visitas de inspección a todos los conventos que estaban a su cuidado renunció a su cargo de abadesa y fue a residir al monasterio de Schónersheim a seis kilómetros de Mainz. Su amiga, la Beata Hildegarda, esposa de Cario-magno, la invitó con tanta insistencia a la corte de Aachen, que no pudo negarse a ir, pero su estadía fue breve, porque insistió, a su vez, en regresar a su soledad. Al despedirse de la reina con muchos abrazos y besos, le dijo: "¡Adiós parte preciosa de mi alma! Cristo, nuestro Creador y Redentor, quiera otorgarnos la gracia de volver a vernos, sin peligro de confundir los rostros, en el claro día del juicio final, porque en esta vida no volveremos a mirarnos". Así fue, porque Santa Lioba murió pocos días después de haber regresado de la corte y fue sepultada en la iglesia de la abadía de Fulda, no en la misma tumba de San Bonifacio, porque los monjes temían perturbar sus reliquias, pero junto a ella, en el lado norte del altar mayor. A Santa Lioba se la menciona en el Martirologio Romano y su fiesta se celebra en varias partes de Alemania.

   Hay una biografía que parece haber sido escrita por Rodolfo, el monje de Fulda, antes del año 838. Mabillon y los bolandistas la publicaron (sept. vol. VII); de esa biografía y de las cartas de de San Bonifacio y de San Lull, hemos extraído nuestros datos. Las cartas fueron editadas en fechas recientes por Jaffé y en el MGH., primero por Dümmler y después por Tangl. Ver también, Die christliche Frühzeit Deutschlands, vol. II, de H. Timerding, el Die angelsachsische Mission (1920), del mismo autor; la obra Woman under Monasticism, cap. IV, de L. Eckenstein, y England and the Continent in the Eighth Century (1946), de W. Levison.


Respuesta  Mensaje 5 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:33

28 de septiembre
SAN EXUPERIO,
(*)
 
Obispo de Toulouse
(412 d. C)

a

.

   Es probable que Exuperio haya nacido en Arreau, localidad de los Altos Pirineos, donde hay una capilla erigida en su honor, que es centro de peregrinaciones. Exuperio llegó a ocupar la sede episcopal de Toulouse, alrededor del año 405, cuando murió el obispo San Silvio. Durante su gobierno, terminó la construcción de la gran iglesia de San Saturnino (Sernin) que había iniciado su predecesor. La generosidad parece haber sido su virtud característica. Con frecuencia, enviaba presentes a los monjes de Egipto y Palestina, con lo cual se conquistó el agradecimiento de San Jerónimo, quien le dedicó su comentario sobre Zacarías y, con referencia a la famosa caridad de Exuperio, escribió estas palabras: "Para aliviar el hambre de los pobres, la sufre él mismo. La palidez de su rostro muestra el rigor de sus ayunos, pero aún se duele por el hambre de los demás. Todo lo que tiene, lo da a los pobres de Cristo; pero muy rico es el que lleva el Cuerpo del Señor en un cesto de mimbre y Su Sangre en un frasco de vidrio. Su caridad no conoce límites; busca sus objetivos en las partes más remotas y aún los solitarios de Egipto llegaron a sentir sus benéficos efectos." Por cierto, que lo mismo en su sede que fuera de ella, había un amplio campo para que se ejerciera la caridad de Exuperio, puesto que, por aquel entonces, las Calías sufrían la desolación de las invasiones de los vándalos.

  San Exuperio escribió al Papa Inocencio I para pedirle instrucciones sobre diversos asuntos de la disciplina y para solicitarle algunas aclaraciones sobre los cánones referentes a las Sagradas Escrituras. Como respuesta, el Pontífice le envió una lista de los auténticos libros de la Biblia, tal como por aquel entonces se tomaban en Roma y, como se ha podido comprobar, aquella lista era exactamente igual a la actual, incluso los libros deuterocanónicos. Se desconocen el lugar y la fecha de la muerte del obispo Exuperio y se tiene entendido que, antes de morir, estuvo en el exilio. San Paulino de Nola se refiere a él como a uno de los más ilustres obispos de la Iglesia en las Calías y, hacia mediados del siglo sexto, se la tributaban los mismos honores que a San Saturnino en la iglesia de Toulouse.

   Parece un tanto singular que San Exuperio, cuya fama llegó a Roma y a Palestina, no ocupe lugar alguno en el Hieronymianum. Lo que se ha registrado en relación con él, fue tomado del Acta Sanctorum, sept. vol. VII; en DTC., vol. V, cc. 2022-2037, hay extensas notas sobre él. Véase también a Duchesne, en Fastes Épiscopaux, vol. I, p. 307.


Respuesta  Mensaje 6 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:34

28 de septiembre
SAN FAUSTO,
(*)
 
Obispo de Riez
(493 d. C)

a

.

   A menudo, se hacen referencias a Fausto de Riez como al principal exponente y el defensor de lo que ahora se conoce como el semi-pelagianismo, pero con mayor frecuencia se olvida que fue un hombre justo y santo, cuyo nombre aparece en varios martirologios y cuya fiesta se observa en diversas iglesias del sur de Francia. Nació en los primeros años del siglo quinto, en las Islas Británicas, según afirman sus contemporáneos, San Avitio y San Sidonio Apolinar, aunque más probablemente vino al mundo en Bretaña. Se dice que inició su vida pública como abogado, pero, si así fue, no duró mucho en el ejercicio de la profesión, puesto que fue monje en Lérins, antes de que San Honorato, el fundador de aquel monasterio, lo abandonase, en el año de 426. Después de haber sido ordenado sacerdote, pasó unos ocho años tranquilos y desprovistos de acontecimientos en el monasterio y entonces fue elegido abad, cuando San Máximo dejó vacante el puesto para hacerse cargo de la sede episcopal de Riez. San Honorato y San Sidonio no se quedan cortos cuando se trata de alabar las virtudes y los méritos de Fausto, y San Sidonio dice que su observancia de las reglas y su regularidad eran semejantes a las de los padres del desierto y que, además, tenía el don de la elocuencia y de la improvisación. El mismo santo relata en una de sus cartas cómo él mismo gritó entusiasmado durante uno de los sermones de Fausto. En aquellos tiempos, los aplausos y aun las aclamaciones en las iglesias, eran cosa corriente.

   Así como había sucedido a San Máximo en el cargo de abad del monasterio, le siguió en la sede episcopal de Riez, después de haber gobernado a los monjes de Lérins durante veinticinco años. En el panegírico que pronunció durante los funerales de su predecesor, Fausto exclamó: "¡Lérins ha mandado dos obispos a Riez sucesivamente! Del primero, se enorgullece; del segundo se avergonzará." Por cierto que Lérins no tuvo de qué avergonzarse. Fausto fue un obispo tan bueno y eficaz, como antes había sido abad. Se esforzó por fundar nuevos monasterios en toda la extensión de su diócesis; mantuvo siempre las prácticas de mortificaciones y penitencias que acostumbraba en el claustro, sin dejar por ello de cumplir escrupulosamente todos sus deberes episcopales y sin cesar en su lucha por conservar la pureza de la fe, por lo que siempre se opuso vigorosamente al arrianismo y a los errores de Pelagio, a quien llamaba "el pestilente maestro."

   Cierto sacerdote llamado Lúcido predicaba la doctrina herética que negaba a Dios la voluntad de salvar a todos los hombres y afirmaba que la salvación o la condenación dependen exclusivamente del juicio de Dios, sin que cuenten para nada las acciones del libre albedrío del hombre y sus méritos o perjuicios consecuentes. Para tratar de las herejías del sacerdote Lucido, el obispo convocó en 475, a dos sínodos en Arles, y en el curso de los mismos el propio San Fausto convenció a Lúcido para que se retractase de sus errores y le indujo a que escribiese un tratado contra sus enseñanzas para demostrar que eran "erróneas, blasfemas, heréticas, fatalistas y conducentes a la inmoralidad." El obispo Fausto colaboró por su parte con dos tratados sobre el libre albedrío y la gracia para refutar tanto al pelagianismo como al predestinarianismo. Al escribir estas obras, tuvo que abordar algunos puntos de vista de San Agustín y, al hacerlo, se plegó al error semi-pelagiano de que, si bien la gracia es necesaria para el cumplimiento de las buenas obras, no lo es para emprenderlas. San Fausto erró de buena fe y lo propio hizo San Juan Casiano, pero, si bien fue violentamente atacado en cuanto aparecieron sus libros, no se le condenó definitivamente sino hasta la celebración del Concilio de Orange, en 529. Pero sus actividades teológicas le crearon un enemigo más brutal en otro terreno. Eurico, el rey de los visigodos arríanos, quien tal vez recibió cierto respaldo político por parte de Fausto, dominaba una buena parte del sur de las Galias. Ese monarca se sintió ofendido por los ataques de Fausto contra el arrianismo y, en consecuencia, el obispo fue expulsado de su sede, alrededor del año 478, y tuvo que vivir por fuerza en el exilio hasta la muerte de Eurico, pocos años más tarde. Entonces regresó para continuar en el gobierno de su grey hasta el día de su muerte, que ocurrió cuando ya había cumplido los noventa años. Su memoria fue muy venerada por parte del pueblo, y entre los fieles de su grey costearon la construcción de una basílica en su honor. San Fausto figura de manera prominente entre el grupo de escritores que dio fama a Lérins, y algunos de sus escritos, cartas y discursos, existen y se leen todavía.

   La vida y actividades de Fausto de Riez ocupan sesenta páginas del Acta Sanctorum, sept. vol. VII. También hay una monografía de A. Koch, Der hl.Faustas von Riez (1895). La edición de las obras de Fausto, hecha por A. Engelbrecht para la Corpus Scriptorum de Viena, recibió críticas adversas por parte de Dom G. Morin en la Revue Bénédictine, vol. IX (1892), pp. 49-61, y vol. X (1893), pp. 62-78. Véase además Zur Dogmengeschichte des Semipelagianismus (1899), pp. 47 y ss., de F. Worter, así como el DTC., vol. V, cc. 2101-2105.


Respuesta  Mensaje 7 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:34

28 de septiembre
SAN ALARICO
Ermitaño

(973 d. C)

a

.

  "Si vas discurriendo por todas las plegarias
de la santa Escritura, creo que nada hallarás
que no se encuentre y contenga en esta
 oración dominical (Padrenuestro)".
(San Agustín, Carta 130, a Proba)

   Pertenecía a la familia de los Hohenzollern y entró joven en la abadía benedictina de Einsiedeln, Suiza. Por inspiración divina, supo que su vocación era la de ermitaño y se fue a vivir en la isla de Ufnau, en el lago de Zurich, pero volvió a su monasterio por obediencia a sus superiores, para servir de guardián. Consiguió pronto, sin embargo, la dispensa y retornó a su isla de Ufnau, en donde murió años después de vivir una vida santa.


Respuesta  Mensaje 8 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:34

28 de septiembre
SAN PRIVATO,
 
Mártir
(222 d. C)

a

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   San Privato, mártir, en Roma; quien estando cubierto de llagas, fue curado por San Calixto, Papa, y después en tiempo del Emperador Alejandro, por confesar a Jesucristo, le azotaron con cordeles emplomados hasta que murió.


Respuesta  Mensaje 9 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:35

28 de septiembre
BEATO SIMÓN ROJAS,
 
Fundador
( d. C)

a

.

   Nació en Valladolid (España), el 28 de octubre de 1552. A los doce años, ingresó en el convento trinitario de su ciudad natal, en el que hizo la profesión religiosa el 28 de octubre de 1572. Cursó los estudios en la universidad de Salamanca entre 1573 y 1579. Enseñó filosofía y teología en Toledo desde el año 1581 hasta el 1587. A partir de 1588, hasta su muerte, ejerció con grande prudencia el oficio de superior en varios conventos. En el mismo periodo, fue enviado como Visitador Apostólico a su Provincia de Castilla, en dos ocasiones, y a la de Andalucía, en una. El 14 de abril de 1612 fundó la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de María. En 1619 fue nombrado Preceptor de los Infantes de España. El 12 de mayo de 1621 fue elegido como confesor de la Reina Isabel de Borbón. Murió el 29 de septiembre de 1624. 

   Por su tierna devoción a María, Lope de Vega llegó a equiparar con San Bernardo de Claraval y con San Ildefonso de Toledo. Fue su madre, la virtuosa Constanza, quien imprimió e hizo germinar en el alma de Simón el amor a María. El culto que Constanza, junto con su marido, Gregorio, tributaba constantemente a la Santísima Virgen, explica el porqué Simón, cuando pronunció sus primeras palabras, a los 14 meses de edad, siendo de pequeño algo retardado y balbuciente, dijese: "Ave, María". No hacía otra cosa que repetir la plegaria tan frecuentemente recitada por sus padres. 

   Su mayor gozo era el visitar los santuarios marianos, orar a María, imitar sus virtudes, cantar sus alabanzas, resaltar la importancia de la Santísima Virgen en el misterio de Dios y de la Iglesia. A través de profundos estudios teológicos, comprendió cada vez mejor la misión de María en la salvación del género humano y la santificación de la Iglesia. Vivió sus votos religiosos con el estilo de María. Pensaba que para ser todo de Dios, como Ella, era necesario hacerse esclavos suyos, o mejor, esclavos de Dios en María. Fue por ello por lo que fundó la Congregación de Esclavos del Dulcísimo Nombre de María, para la mayor gloria de la Trinidad y la alabanza de la Virgen, al servicio de los pobres. Para él, ser esclavo de María quería decir pertenencia total a Ella: Totus tuus, para unirse más íntimamente a Cristo y en él, por el Espíritu, al Padre. 

   La Congregación por él fundada era de carácter laical. A ella podían adherirse personas de todo rango social. Los inscritos, entre los que figuraban el rey y sus hijos, se obligaban a honrar a María, asistiendo maternalmente a sus hijos predilectos: los pobres. Esta obra subsiste todavía hoy en España. Simón de Rojas, que era considerado uno de los más grandes contemplativos de su tiempo, y que en la obra La oración y sus grandezas demuestra ser un gran formador de almas de oración, quería que a la dimensión contemplativa se uniese la activa, las obras de misericordia. Fiel al carisma trinitario, promovió redenciones de esclavos, remedió numerosísimas necesidades de los pobres, consoló enfermos, desheredados y marginados de todo tipo. Cuando recibió encargos en la Corte, puso como condición para aceptarlos el poder seguir ocupándose de sus pobres, a los que ayudaba de muchas maneras, siempre con alegría a cualquier hora del día o de la noche. 

   Son numerosísimas las expresiones de su amor a María. Los pintores que han inmortalizado su figura, ponen siempre en sus labios el saludo "Ave, María", por él pronunciado con tanta frecuencia que familiarmente era llamado "el Padre Ave María". Hizo imprimir millares de estampas de la Virgen Santísima con la inscripción "Ave, María", estampas que enviaba también al extranjero. Hizo confeccionar rosarios con 72 cuentas azules sobre cordón blanco, símbolo de la Asunción y de la Inmaculada, como recuerdo de los 72 años que, según la creencia de la época, había vivido la Virgen, y los difundió por doquier. Valiéndose de su influencia en la Corte, hizo que se esculpiese con letras de oro sobre la fachada del Palacio Real de Madrid el saludo angélico que él tanto amaba: "Ave, María". El 5 de junio de 1622, pidió a la Santa Sede la aprobación de un texto litúrgico por él compuesto en honor del Dulcísimo Nombre de María, texto que más tarde el Papa Inocencio XI extendió a toda la Iglesia. 

   Las honras fúnebres que se le tributaron a su muerte, acaecida el 29 de septiembre de 1624, asumieron el aspecto de una canonización anticipada. Durante 12 días, los más famosos oradores de Madrid exaltaron sus virtudes y santidad. Impresionado por la veneración unánime que se le rendía, el Nuncio del Papa, algunos días después de su muerte, el 8 de octubre siguiente, ordenó que se iniciasen los procesos, en vista a su glorificación por parte de la Iglesia. 

   Reconocida la heroicidad de sus virtudes por Clemente XII, el 25 de marzo de 1735, fue beatificado por Clemente XIII, el 19 de mayo de 1766.


Respuesta  Mensaje 10 de 11 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★* Enviado: 05/09/2009 05:36

28 de septiembre
VENERABLE LORENZO RUIZ y COMPAÑEROS,
 
Mártires
( 1637 d. C)

a

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   En el siglo XVII en la ciudad de Nagasaki, Japón, dieciséis mártires derramaron su sangre por Cristo. Era un grupo formado por misioneros provenientes de Europa y de Asia, que en diferentes años y circunstancias, predicaron la fe cristiana en las Islas Filipinas, Formosa y en el Japón. En una forma maravillosa manifestaron la universalidad de la fe cristiana y con el ejemplo de su vida y de su muerte esparcieron la semilla para los futuros trabajos misionales de la Iglesia. Entre ellos estaba Lorenzo Ruiz.

   El Venerable Lorenzo Ruiz, es el primer mártir filipino. Lorenzo tiene mucho que enseñarnos en estos tiempos de prueba. Nació en Manila, alrededor de 1600 su padre era chino y su madre tagala. Trabajó como escriba en la parroquia dominica de Bindono. Se casó con una tagala y tuvieron tres hijos. Fue acusado injustamente de un crimen y el 10 de junio de 1636 huyó de las Islas Filipinas con la ayuda de los padres dominicos, que creyeron en su inocencia.

   El barco fue al Japón donde Lorenzo y sus compañeros predicaron la fe en Nagasaki. Hacía 40 años, el 5 de febrero de 1597, veintiséis cristianos, incluyendo a San Felipe de Jesús, fueron colgados en cruces sobre una colina en las afueras de Nagasaki. Otra vez en 1637 hubo una persecución contra los cristianos y ellos fueron arrestados.

   Lorenzo y sus compañeros sufrieron torturas increíbles, por ejemplo metieron agujas bajo las uñas. Colgado de los pies en una fosa, el gobernador le ofreció la libertad si él renunciara su fe. Le respondió: “Soy cristiano y me quedo cristiano aun hasta el punto de morir. Ofrezco mi vida solamente a Dios. Aun si tuviera mil vidas, las ofrecería a Él. Por eso vine  al Japón, para dejar mi tierra nativa como cristiano y morir aquí como cristiano, ofreciendo mi vida únicamente a Dios.”

   Después de varios días de tortura, Lorenzo falleció el 29 de septiembre de 1637. 


Respuesta  Mensaje 11 de 11 en el tema 
De: ♥♥♥♥LEONCITA♥♥♥♥ Enviado: 02/01/2010 04:17
foto super con amor
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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