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10 de octubre SAN FRANCISCO DE BORJA,* Confesor
Los que usan del mundo vivan como si no usasen, porque la apariencia de este mundo pasa. (1 Corintios, 7, 31).
San Francisco, duque de Gandía, nacido en 1510, mereció ser llamado por Carlos Quinto el milagro de los príncipes por sus cualidades y virtudes. Después de haber vivido santamente en Colonia como capitán general y después en su principado, entró en 1545, después de cuatro años de viudez, en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general a pesar de sus lágrimas. Sus admirables predicaciones hacían llorar a todos los asistentes. Rehusó el cardenalato y murió en 1572.
MEDITACIÓN SOBRE TRES VIRTUDES DE SAN FRANCISCO DE BORJA
I. Este ilustre servidor de Dios permaneció humilde en medio de los honores. Tú no tienes las eminentes cualidades que distinguían a este gran santo, y, sin embargo, estás lleno de orgullo. Ello es porque no piensas, como él, que la figura de este mundo pasa. Despréndete de los bienes del mundo para no tener pena de abandonarlos en el momento de la muerte. Estemos preparados para todo acontecimiento, de modo de no sentir pena por lo que dejemos detrás. (Tertuliano).
II. Su austeridad y mortificación lucieron aun en de las delicias de la corte. Se armaba de un cilicio cada vez que debía encontrarse entre mujeres; ayunó durante dos años rigurosísimamente. Pero estas austeridades nada fueron comparadas a las que practicó después de su entrada en religión. ¿Esta conducta no es acaso la condenación de tu delicadeza? No te excuses alegando tus malos hábitos, tú puedes, tanto como él, corregirlos y adquirir otros buenos.
III. Tenía una devoción tan tierna que ni aun importantes asuntos que debía atender desviaban su pensamiento de Dios: su jornada era una oración continua. Cada mes elegía un santo como proyector especial; él fue quien introdujo en la Compañía de Jesús esta santa costumbre. ¿En qué punto te hallas tú acerca de la devoción? ¿De todas las épocas de tu vida diste siquiera una a Dios? ¡Has sido niño, adolescente, has llegado a la edad de la madurez y nunca has sido virtuoso! (San Clemente de Alejandría)
La humildad Orad por la Compañía de Jesús.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, modelo y recompensa de la verdadera humildad, dignaos después de haber hecho al bienaventurado Francisco vuestro glorioso imitador en el desprecio de los honores terrenos, hacernos a nosotros partícipes de sus virtudes y de su gloria. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
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10 de octubre
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SAN GEREÓN y COMPAÑEROS,(*) Mártires
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El día de hoy se lee en el Martirologio Romano: "En Colonia, el martirio de San Gereón y sus 318 compañeros, los cuales, en la persecución de Maximiano, presentaron mansamente el cuello al verdugo y murieron por la verdadera fe. En el territorio de la misma ciudad, el martirio de San Víctor y sus compañeros. En Bonn de Alemania, el martirio de los Santos Casio, Florentino y muchos otros." Los martirologistas medievales hablan de cierto número de cristianos martirizados en Colonia, los cuales, según la tradición, formaban parte de diversos destacamentos de la Legión Tebana (22 de septiembre). Pero el relato de su martirio fue inventado mucho después por un monje cisterciense de Froimont, llamado Helinando (siglo XIII), según el cual, San Gereón y sus 318 compañeros fueron martirizados en Colonia; San Víctor y otros 330, en Xanten y, los santos Casio, Florentino y sus compañeros, en Bonn. Al ver así diezmada a la Legión Tebana, Maximiano mandó llamar de África otros destacamentos, pero, como también en éstos hubiese cristianos, el emperador los condenó a muerte. Helinando afirma absurdamente que Santa Elena descubrió en Colonia y en Bonn las reliquias de los mártires y mandó construir sendas iglesias para ellas. Además, en 1121, se descubrieron en Colonia otras reliquias, lo mismo que en Xanten en 1284. Naturalmente, se procedió al punto a identificarlas como las de los mártires de la Legión Tebana y a venerarlas como tales. En todo caso, esos mártires del Rin no tienen nada que ver con los de Agaunum y no hay razón alguna para suponer que las reliquias que se descubrieron eran auténticas. Pero lo cierto es que un epitafio del siglo V, en d que se habla de una tal Rudulfa sociata martyribus, es decir, sepultada cerca de los mártires, demuestra que se veneraba entonces en Colonia el sepulcro de unos mártires. Por otra parte, Gregorio de Tours nos informa que "se construyó una basílica en el sitio en que habían muerto por Cristo los cincuenta soldados de la Legión Tebana" y añade que se les llamaba "los santos dorados", por la riqueza de los mosaicos de la basílica. Algún autor ha emitido la hipótesis de que la leyenda de los mártires de Africa (Mauri) puede haber nacido de una confusión con los sancti aurei, pero la cuestión es muy oscura. San Gregorio no menciona el nombre de Gereón.
El nombre de San Gereón figura en el texto de Berna del Hieronymianum (cf. CMH., pp. 547, 548, 550 y 557) y en el martirologio de Beda. Véase también Zilliken, Der Kolnische Festkalender (1901), pp. 104-107; Rathges Die Kunstdenmater des Rhein provinz, vol. 1, pp. 1.102; y Delehaye, Origines du cuele des martyrs (1933), p. 360.
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10 de octubre
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SAN PAULINO,(*) Obispo de York
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El Nombre de San Paulino figura en el Martirologio Romano y en los martirologios ingleses. Fue el primer apóstol del reino más poderoso de Inglaterra en su época. Había ido a dicho país como miembro del segundo grupo de misioneros enviados por el Papa San Gregorio l. Cuando el rey de Nortumbría, Edwino, solicitó la mano de Etelburga, la hermana del rey Edbaldo de Kent, prometió respetar la religión de su prometida, San Paulino partió con ella a Nortumbría para encargarse de la nueva misión. El año 625, San Justo, arzobispo de Canterbury, le consagró obispo.
San Paulino sufría atrozmente en medio de aquel pueblo que no conocía a Dios. Su predicación no tuvo éxito al principio, pero Dios escuchó final mente sus oraciones. El rey Edwino se convirtió en la forma en que lo expli caremos en el artículo a él consagrado (12 de octubre), y fue bautizado en York por San Paulino, en la Pascua del año 627. Los dos hijos del primer matrimonio del monarca, así como otros muchos nobles, siguieron el ejemplo de Edwino. La multitud se apretujaba para recibir el bautismo de manos de San Paulino, a orillas del río Swale, en las cercanías de Catterick. Edwino residía en Yeavering, del Glendale y San Paulino solía bautizar en esa región con el agua del río Glen. En una ocasión pasó ahí treinta y seis días, para impartir instrucción y bautizar al pueblo de día y de noche. El nombre de San Paulino está relacionado con los de las poblaciones de Dewsbury, Easingwold y algunas más. El campo de apostolado del santo fue, sobre todo, el sur de Nortumbría. Cruzó el rio Humbert y evangelizó también a los habitantes de Lindsey, donde bautizó al gobernador de Lincoln y construyó una iglesia. Después de la muerte de San Justo, consagró a San Honorio arzobispo de Canterbury. Asistido por su diácono, Jaime, bautizó a numerosas personas en el río Trent, cerca de Littleborough, según contó a San Beda el abad Deda, que fue uno de los que se bautizaron en esa ocasión. El mismo abad refirió a Beda que Paulino era "un hombre alto, un tanto encorvado, de cabello blanco, rostro alargadoy nariz aguileña, cuya presencia inspiraba veneración y respeto."
El Papa Honorio I envió el palio a San Paulino para designarle metro politano del norte de Inglaterra. El mismo Pontífice escribió al rey Edwino para felicitarle por su conversión: "Hemos enviado palios de metropolitanos a Honorio y Paulino, de suerte que cuando plazca a Dios llamar a sí a uno de ellos, el otro estará autorizado, en virtud de esta carta, a nombrarle un sucesor." Sin embargo, San Paulino jamás usó el palio en su catedral y, cuan do la carta de Honorio I llegó a Inglaterra, Edwino ya había muerto. En efecto, casi dos años antes de que el Pontífice la escribiese (lo cual demuestra lo difíciles que eran entonces las comunicaciones), los paganos mercianos, encabezados por Penda y reforzados por los bretones cristianos de Gales, inva dieron la Nortumbría y dieron muerte a Edwino. Los invasores destruyeron en gran parte la obra de San Paulino. El santo dejó entonces la diócesis de York a cargo del diácono Jaime y acompañó a Kent a la reina Santa Etelburga, con sus dos hijos y su nieto, en su viaje por mar. Como la sede de Rochester estaba entonces vacante, San Paulino aceptó la invitación para encargarse de administrarla y así lo hizo durante diez años, "hasta que voló al cielo, cargado con el fruto de sus trabajos". Probablemente tenía por lo menos sesenta años cuando partió de York con Santa Etelburga y hubiera sido una temeridad volver a Nortumbría, que estaba entonces en el mayor desorden. San Beda refiere que el fiel Jaime, su vicario, era. un hombre de gran santidad, que instruyó y bautizó a muchas personas "y arrancó muchas presas al viejo enemigo de la naturaleza humana". Cuando se restableció la paz en York Jaime "introdujo en la iglesia el canto romano." San Paulino murió en Rochester, el 10 de octubre de 644; legó su palio a la catedral y una cruz de oro y un cáliz, que había traído de York, a la iglesia de Cristo de Canterbury. Varias diócesis inglesas celebran su fiesta.
Nuestra principal fuente es la Historia ecclesiastica de Beda (edic. y notas de Plum mer). Apenas se pueden obtener unos cuantos datos fidedignos de la crónica en verso de Alcuino, de Simeón de Durham y de otros escritores de la época (cf. Raine, History of the Church of York, (Rolls Series). El excelente artículo del canónigo Burton en Catholic Encyclopedia tiene una buena bibliografía. Véase F. M. Stenton, Anglo-Saxon England (1943), pp. 113-116. La inserción del nombre de San Paulino en múltiples calendarios (cf. Stanton, Menology, p. 485), así como las numerosas cruces relacionadas tradicional mente con su nombre que hay en el norte de Inglaterra, demuestran la popularidad del culto del santo.
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10 de octubre SAN EULAMPIO y SANTA EULAMPIA,(*) Mártires
Probablemente estos dos mártires murieron en Nicomedia en la época de Galerio. Sus "actas", que no merecen crédito alguno, cuentan que Eulampio era un joven cristiano que huyó de la ciudad durante la persecución y se refugió en una cueva. Sus compañeros le enviaron a Nicomedia en busca de alimentos. Eulampio se detuvo en una calle a leer el edicto de persecución contra los cristianos. Cuando le apostrofó un soldado, el joven echó acorrer. Naturalmente, su actitud despertó sospechas y Eulampio fue perseguido, capturado y llevado a la presencia del prefecto. El magistrado reprendió a los guardias por haber encadenado al joven, mandó que le desatasen las manos y empezó a interrogarle. Tras de enterarse del nombre y el oficio de Eulampio, le exhortó a ofrecer sacrificios a alguno de los dioses, pero éste se negó y dijo que los dioses sólo eran ídolos de barro. Enfurecido el prefecto le mandó azotar. Como el joven permaneciese inconmovible, el prefecto dio la orden de torturarle en el potro. Entonces Eulampia, la hermana del mártir, se acercó a abrazarle y fue también arrestada. Ambos fueron sometidos a diversos tormentos, de los que salieron ilesos. Al verlos surgir rejuvenecidos de un baño de aceite hirviente, 200 de los presentes se convirtieron a la fe y fueron decapitados junto con los dos mártires.
En Acta Sanctorum, oct., vol. v, se encontrará el texto griego de las actas dicutido a fondo. Hay otra recensión en Migne, PG., vol. cxv, cc. 1053-1065.
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10 de octubre SAN CERBONIO,(*) Obispo de Populonia
San Régulo y otros obispos fueron expulsados de África a principios del siglo VI. San Régulo y San Cerbonio se establecieron en Populonia (Piombino de Toscana) y, poco después, este último fue elegido obispo de la ciudad. San Gregorio dice en sus "Diálogos" (lib. 111, c. 11) que Totila, rey de los invasores ostrogodos, condenó a San Cerbonio a enfrentarse con un oso por haber dado asilo a unos soldados romanos; pero la fiera, en vez de hacerle daño, le lamió mansamente los pies y entonces Totila puso en libertad al santo. Los lombardos le desterraron más tarde a Elba, donde murió treinta años después. Su cuerpo fue trasladado a Populonia, donde se le venera como patrón de la diócesis de Massa Marítima. La biografía del santo, muy posterior e indigna de crédito, afirma que el Papa San Vigilio le mandó llamar para reprenderle por su terquedad en celebrar la misa del domingo a hora tan temprana, que las gentes no podían asistir a ella. Pero, en vista de los numerosos milagros realizados por San Cerbonio durante el viaje a Roma, el Papa y todo el clero de la ciudad salieron a recibirle en triunfo y le restituyeron honrosamente a su sede. El Martirologio Romano menciona también hoy a otro San Cerbonio, obispo de Verona, sobre el que no poseemos ninguna noticia. La fiesta de San Cerbonio de Populonia reviste particular solemnidad entre los canónigos regulares de Letrán, porque el santo vivía en común con su clero.
Existen dos recensiones de la vida legendaria de San Cerbonio: una de ellas se halla en Acta Sanctorum, oct., vol. v; la otra en Ughelli, Italia sacra, vol. 111, pp. 703-709.
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10 de octubre SAN PINITO Obispo de Creta
Considera dónde eres bautizado, de dónde Viene el bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En Él eres rescatado, en Él eres salvado. (San Ambrosio).
De San Pinito, obispo de Creta, se conserva una carta a San Dionisio de Corinto, que le había aconsejado mucha blandura, en la que traza de mano maestra los deberes del obispo en cuanto a la enseñanza de la verdadera doctrina, sin dejarse llevar de condescendencias y debilidades. (siglo II). | |
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10 de octubre SAN VIRGILIO, Obispo de Arlés
San Virgilio (siglo VI-VII) Originario de Aquitania, Francia. Fue monje en Lérins, abad de San Symphorien de Autun, y durante una treintena de años, arzobispo de Arlés. El Papa San Gregorio Magno le tenía en tan gran estima que hizo de él su vicario para toda la Galia. Como tal, le incumbió “reunir un concilio de doce obispos de todos los lugares, donde se exponía cualquier disputa relativa a la disciplina o la fe".
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SANTOS DANIEL y COMPAÑEROS,(*) Mártires
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El 16 de enero, relatamos la historia de los cinco misioneros franciscanos martirizados en Marruecos en 1220. Seis años más tarde, otros seis frailes de la misma orden fueron a predicar el Evangelio a los mahometanos de Áfríca; se llamaban Samuel, Ángel, León, Domno, Nicolás y Hugolino. En España se les reunió el hermano Daniel, provincial de Calabria, quien encabezó la expedición. Llegaron a Marruecos el 20 de septiembre de 1227 y se detuvieron diez días cerca de Ceuta, donde había entonces muchos europeos dedicados al comercio. El sábado 2 de octubre se confesaron, se lavaron mutuamente los pies y pasaron la noche en oración. En la madrugada del domingo, entraron en Ceuta y comenzaron a predicar en las calles.
La llegada de los misioneros provocó un tumulto. Las gentes se arrojaron sobre ellos, los golpearon y los arrastraron a la presencia del kadí. Cuando vio éste sus toscos hábitos y sus rostros barbados, pensó que estaban locos. En la prisión los trataron con suma rudeza, porque se burlaban de la religión de los moros. Daniel escribió una carta a los cristianos desde el sitio en el que se habían detenido antes de entrar en Ceuta para explicarles lo ocurrido y añadía: "Bendito sea Dios, Padre de las misericordias, que nos conforta en nuestros sufrimientos." El domingo siguiente, una vez que se puso en claro que eran misioneros y que no estaban locos, se les exhortó a abjurar de la fe, primero en grupo y después a cada uno por separado. Pero ni los halagos, ni las amenazas les hicieron mella alguna, por lo cual fueron condenados a muerte. Cada uno de los mártires se dirigió entonces al hermano Daniel y se arrodilló a pedirle la bendición y el permiso de dar la vida por Cristo. Fueron decapitados en las afueras de Ceuta. El pueblo enfurecido profanó los cadá veres; pero los cristianos consiguieron rescatarlos y darles sepultura. Más tarde, las reliquias fueron trasladadas a España. En 1516, el Papa León X concedió a los frailes menores la autorización de celebrar su fiesta.
El Martirologio Romano menciona a estos mártires el 10 de octubre; pero el Acta Sanctorum los menciona el 13 de octubre (vol. VI), que parece ser la fecha del martirio. Los únicos documentos que se conocen hasta ahora sobre estos mártires, son la carta de un tal fray Mariano y un relato tardío del martirio; ambos se hallan en Acta Sanctorum. Véase Analecta Franciscana, vol. III, pp. 32-33 y 613-616; A. López, La Provincia de Es paña O.M.: Apuntes histórico-críticos (1915), pp. 61-65 y 329-330 y el ensayo poco crítico de D. Zangari. I sete frati Minori martirizzati a Ceuta (1926). En inglés puede verse el artículo de Léon, Auréole Séraphique (trad. ingl.), vol. III pp. 296-299.
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