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Respuesta  Mensaje 1 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD  (Mensaje original) Enviado: 04/10/2009 22:06


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Respuesta  Mensaje 2 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:07

11 de octubre
BEATA SOLEDAD TORRES ACOSTA,
(*)
Fundadora

   La Beata María Soledad Torres Acosta, junto con las Beatas María Mi Desmaisieres, Joaquina de Mas y Vicenta López, forma parte del escuadrón de virtuosas mujeres españolas que alcanzaron un grado de santidad heroica al servicio de los enfermos en el siglo XIX. Los padres de María Soledad eran Francisco Torres y Antonia Acosta, una pareja ejemplar de modestos comerciantes de Madrid. María, la segunda de sus cinco hijos, nació en 1826. La niña que recibió en el bautismo el nombre de Manuela, era apacible y tan generosa que desde pequeña solía ocultar un poco de comida para repartir entre los mendigos y estaba siempre más pronta a enseñar el catecismo a niños pobres que a jugar con ellos. En una época frecuentó el convento de las religiosas de Santo Domingo y parece que se sintió inclinada a ingresar en él, pero finalmente decidió esperar una indicación más clara de la voluntad de Dios.

   La señal llegó cuando el servita Miguel Martínez y Sanz, vicario de parroquia del barrio de Chamberí, angustiado por el crecido número enfermos que había en su distrito, reunió en 1851 a siete mujeres en una comunidad religiosa para que se consagrasen al cuidado de los enfermos. Manuela ingresó en dicha comunidad a los veintiocho años y escogió el nombre de María Soledad, en honor de Nuestra Señora de la Soledad.

   Aunque no escasearon las dificultades tanto interiores como exteriores la nueva congregación fue creciendo gradualmente. Cinco años después de la fun dación, el P. Miguel partió a Po con la mitad de los miembros para establecer ahí una nueva congregación. María Soledad quedó como superiora de las religiosas de la casa de Madrid. En un momento dado, pareció que las autoridades eclesiásticas de la capital iban a disolver la comunidad, pero el P. Sánchez, su nuevo director, ayudó a María Soledad a obtener el apoyo de la reina, y así quedó conjurado el peligro.

   En 1861, empezó a despejarse el horizonte, ya que las siervas de María recibieron entonces la aprobación diocesana, y otro agustino, el P. Ángel Barra, fue nombrado director. La congregación amplió su campo de actividades con una institución para atender a las jóvenes delincuentes, y las fundaciones empezaron a multiplicarse. Durante la epidemia de cólera de 1865, la caridad heroica de María Soledad y sus compañeras les ganó el agradecimiento de los madrileños. Algunos años más tarde, una parte de las religiosas se independizó de la supe riora para formar una nueva congregación. Naturalmente, no escasearon entonces las acusaciones tan comunes en la vida de las fundadoras de congregaciones religiosas. Según la expresión de una de sus súbditas, la Beata María Soledad era corno el yunque sobre el que se descargan todos los golpes. Pero el cielo premió la paciencia de su sierva concediéndole, en 1875, el gozo de ver su congregación extenderse hasta Santiago de Cuba. A partir de entonces, se aceleró el desarrollo de la obra: las casas y hospitales de la congregación surgieron en todas las provincias de España y ese período de multiplicación culminó en 1878, cuando se confió a las siervas de María el antiguo hospital de San Carlos del
Escorial.

   El crecimiento de la congregación continuó durante los diez últimos años de la vida de María Soledad, que fueron extraordinariamente serenos. A fines de septiembre de 1887, la beata cayó enferma. El 8 de octubre, sus religiosas comprendieron que se acercaba su fin y le pidieron: "Madre, bendecidnos como San Francisco a sus hijos." María Soledad movió la cabeza en señal de negativa; pero una de las religiosas la ayudó a erguirse un poco en el lecho, y entonces la fundadora dijo lentamente, al tiempo que alzaba la mano: "Hijas mías, vivid siempre en paz y unión." El 11 de octubre murió apaciblemente. Había sido durante treinta y cinco años la directora, la guía y la inspiradora de las siervas de María. Bajo su dirección, la pequeña semilla de las seis primeras religiosas había producido una congregación floreciente, bien disciplinada, muy efectiva y profundamente fervorosa. La obra seguiría extendiéndose después de la muerte de María Soledad, por Italia, Francia, Portugal y América. A muy pocos es dado comprender la humildad, la caridad, la pru dencia y el olvido de sí mismo que exige la fundación de una obra de tal envergadura, pero la Iglesia, que lo sabe muy bien, beatificó en 1950 a la Madre María Soledad.

   En Acta Apostolicae Sedis, vol. XIII (1950), pp. 182-197, puede verse el documento de beatificación y una nota biográfica. Existe en italiano una biografía escrita por E. Federici (1950); se trata de una obra sustancialmente exacta, pero prolija. En español existe por lo menos la biografía de J. A. Zugasti.


Respuesta  Mensaje 3 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:07

11 de octubre
BEATO JACOBO DE ULM,

Confesor

A

   El Beato Jacobo nació en 1407, en Ulm de Alemania, en el seno de la respetable familia de los Griesinger. A los veinticinco años partió de su patria a Italia, donde se enroló como soldado en Nápoles; pero, disgustado por las costumbres licenciosas de sus compañeros de filas y al comprobar que su buen ejemplo no les hacía mella, abandonó el ejército y entró a servir como secretario  a un abogado de Capua. Desempeñó su oficio con tanto acierto que, cinco años después cuando decidió partir, el abogado no se lo permitió. Pero Jacobo logró escabullirse y se dirigió a Alemania, aunque no llegó a su país natal, pues en Bolonia volvió a enrolarse en el ejército. Durante su estancia en esa ciudad, acostumbraba a ir con frecuencia al santuario de Santo Domingo y acabó por ingresar en la orden como hermano lego. Su prior, queriendo demostrar la obediencia de Jacobo a un prelado que se hallaba de paso en el convento, le entregó una carta y le dijo que la llevase inmediatamente a París. No obstante que el viaje era largo, difícil y peligroso, el hermano Jacobo tomó la carta como la cosa más natural del mundo y pidió simplemente permiso de pasar por su celda para tomar su sombrero y su bastón.

   Los hijos de Santo Domingo ocupan un sitio distinguido en la historia del arte. El Beato Jacobo, como su hermano en religión Guillermo de Marcillat, era un maestro consumado en el arte de pintar sobre vidrio. Sus superiores le dedicaron a ese trabajo y el beato solía prepararse a él con la oración asidua. En cierta ocasión, fue arrebatado en éxtasis y se le atribuyeron numerosos milagros, antes y después de su muerte. Dios le llamó a Sí el 11 de octubre 1491, cuando tenía ochenta y cuatro años. Fue beatificado en 1825.

   Su contemporáneo, Fray Ambrosino de Saracino, nos legó una semblanza del Jacobo en italiano; puede verse traducida al latín en Acta Sanctorum, oct., vol. v. CL Wilms, lakob Griesinger (1922); y Procter, Dominican Saints, pp. 287-291.


Respuesta  Mensaje 4 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:07

11 de octubre
SANTAS ZENAIDA y FILONILA,
Mártires

   Según la tradición, las hermanas Zenaída y Filoníla eran parientes del apóstol Pablo y además, sus alumnas. Se sabe poco de ellas. Nacidas en Tarso en la zona de Kiliky de Asia Menor (actual Turquía). Habiendo aprendido el arte de curar, habitaron cerca de la ciudad de Demitriada, al norte de Tarso. Su vida pasaba en ayuno y abstinencia. Fueron conocidas por los habitantes de ese país por la scuración de innumerables males. Buscando cuaración cada vez más y más gente comenzó a visitarlas. Pero sanando males físicos, las santas hermanas trataban de curar penas espirituales de los asistentes y los instruían en la fe cristiana., con ello colaboraban con lo hecho por el apóstol Pablo.

   No se sabe por cuanto tiempo Zenaida y Filonila se ocuparon en esto. Cierta vez idólatras incrédulos irrumpieron en su hogar, las llevaron a la calle y las apedrearon. Así fueron martirizadas, como mártires por Cristo. 


Respuesta  Mensaje 5 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:07

11 de octubre
SAN ALEJANDRO SAULI,(*)
Obispo de Pavía

   Se cuenta que Alejandro Sauli era muy joven todavía cuando se presentó un día con un crucifijo en la mano ante una multitud que asistía a un espectáculo de acróbatas y saltimbanquis, y predicó severamente contra ese tipo de diversiones frívolas, con gran asombro de todos los presentes. Aunque el santo exageró tal vez un tanto al proceder así; ese gesto puede considerarse como un símbolo de su vida, ya que se consagró por entero a la restauración del orden cristiano en la atmósfera de negligencia y fríaldad religiosas de mediados del siglo XVI. Alejandro nació en Milán en 1535, pero su familia era originaria de Génova. A los diecisiete años, ingresó en la congregación de los clérigos regulares barnabitas. Sus superiores le enviaron a proseguir sus estudios en el colegio que la congregación tenía en Pavía, y el santo pagó de su bolsillo la obra de ensanchamiento de la biblioteca del establecimiento. En 1556, después de su ordenación sacerdotal, empezó a enseñar filosofía y teología en la Universidad. El obispo de la ciudad le tomó pronto por teólogo suyo, y la reputación de Alejandro como predicador empezó a crecer rápidamente. El éxíto que tuvo en Pavía fue tan grande, que San Carlos Borromeo le invitó a predicar en la catedral; a sus sermones asistieron el propio San Carlos y el cardenal Sfondrati quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio XIV. Las ardientes palabras del joven barnabita arrancaron lágrimas a ambos personajes, quienes le tomaron por confesor; San Carlos Borromeo siguió dirigiéndose con él muchos años. En 1567, el P. Sauli fue elegido preboste general de su congregación. Aunque no tenía más que treinta y ocho años, parecía bastante seguro de sí mismo como para oponerse al parecer de San Pío V y de san Borromeo. En efecto, el cardenal Borromeo, quien era protector de los "Humiliati" que quedaban, había recibido la misión de reformarlos, ya que dichos frailes eran tan ricos como de costumbres poco edificantes. Para ello decidió fundir a los "Humiliati" con la fervorosa congregación de los barnabitas, recientemente fundada. Pero San Alejandro, aunque estaba dispuesto hacer cuanto pudiera por ayudar a los "Humiliati", no se sentía oblígado a aceptar una medida que podía hacer daño a sus hijos, y San Carlos Borromeo tuvo que renunciar a su propósito.

   La firmeza de San Alejandro y su celo apostólico no pasaron ínadvertidos a los ojos del gran reformador San Pío V, quien le nombró en 1570 obispo de  Aleria, en Córcega, a pesar de sus protestas. San Carlos Borromeo le confirió la consagración, y el nuevo obispo se trasladó a su diócesis. La tarea que tenía ante sí era imponente. El clero era tan ignorante como corrompido; el pueblo, que conservaba aún muchas costumbres bárbaras, poseía apenas algunos rudimentos de religión; la isla estaba infestada de bandidos, y las salvajes venganzas entre las familias eran cosa de todos los días. San Alejandro llevó consigo a tres barnabitas para que le ayudasen en la tarea. Inmediatamente después de establecerse en Tallona, porque la ciudad episcopal estaba en ruinas, congregó un sínodo y anunció las reformas que se proponía llevar a cabo. En seguida procedió a visitar su diócesis, y en el curso de la visita comenzó a aplicar las nuevas leyes con todo el rigor que se imponía. El gobierno del santo duró veinte años, y el cambio que se efectuó en la isla fue tan notable, que las gentes le llamaban el apóstol de Córcega. En el tercer sínodo diocesano, el santo promulgó los decretos del Concilio de Trento y la energía con que supo exigir su cumplimiento fue sin duda lo que más contribuyó a la reforma de las costumbres. San Alejandro tuvo que hacer frente no sólo a la oposición de sus subalternos, sino también a la violencia de los extraños, ya que los piratas berberiscos solían atacar con frecuencia la isla. Debido a ello, el santo obispo se vio obligado a cambiar tres veces de residencia y, finalmente, estableció en Cervione su catedral, su capítulo y su seminario.

   Durante su gobierno, tuvo que hacer frecuentes viajes a Roma, donde se hizo muy amigo de San Felipe Neri, quien le consideraba como modelo de prelados. Era un canonista consumado que escribió varias cartas pastorales y obras catequéticas. Habiendo tenido un éxito tan grande en Córcega, es muy natural que se le hayan ofrecido las diócesis de Tortona y Génova; pero el santo se negó a cambiar de sede hasta que Gregorio XIV le impuso, por obediencia, que aceptase el gobierno de la diócesis de Pavía en 1591. Dios le llamó a Sí al año siguiente, cuando se hallaba en Calozza visitando la diócesis. Durante su vida, San Alejandro poseyó el don de profecía y el de calmar las tempestades. Los milagros continuaron después de su muerte y su canonización
tuvo lugar en 1904.

   En Acta Sanctorum, oct., vol. v, hay una biografía de San Alejandro escrita por .contemporáneo J. A. Gabutius. Con motivo de la canonización, la Rivista di Scienze Stlriche (1905-1907 y 1908) publicó varios documentos de suma importancia, gracias a la di1igencia del P. O. Premoli, quien es también autor de una obra excelente sobre los blrDabitas (Storia dei Barnabiti, 2 vals., 1914, 1922). La biografía de San Alejandro -nta por F. T. Moltedo (1904) está menos bien documentada. Citemos además la bio- grafía francesa de A. Dubois (1904). Acerca de los escritos del santo, cf. G. Boffito, Scrittori Bamabiti (1933-1934).


Respuesta  Mensaje 6 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:08

11 de octubre
SAN BRUNO EL GRANDE,(*)
Arzobispo de Colonia

   Parecería que el título de "el Grande" debería aplicarse al santo fundador de los cartujos. Sin embargo, tal título se aplica tradicionalmente al poderoso príncipe-obispo, San Bruno de Colonia, quien vivió ochenta años antes que su homónimo y colaboró ardientemente con su hermano, el emperador Otón I el Grande, en la creación de Alemania y del imperio. Bruno era el más joven de los hijos del emperador Enrique y de Santa Matilde. Nació el año 925 y, desde sus primeros años, dejó ver que había heredado las buenas disposiciones de sus padres. Cuando tenía apenas cuatro años, fue enviado a la escuela de la catedral de Utrecht, donde adquirió un gran amor por los estudios. Se dice que la obra de Prudencio era entonces su libro de cabecera y, más tarde, ya en la corte imperial, unos bizantinos le enseñaron el griego. Su hermano Otón le convocó a la corte cuando Bruno tenía catorce años. No obstante su juventud, pronto llegó a ocupar puestos de importancia. El año de 940, fue nombrado secretario confidencial del emperador. Poco después, fue ordenado diácono y recibió, como beneficios, las abadías de Lorsch y Corvey. Aunque estaba prohibido recibir múltiples beneficios, en este caso resultó bien, ya que el santo reformó ambas abadías. San Bruno recibió la ordenación sacerdotal a los veinticinco años. Inmediatamente pasó a Italia con su hermano Otón, actuando como su canciller, y empleó su gran influencia para realizar el deseo imperial de la unión entre la Iglesia y el Estado. Pero el santo no había llegado aún a la cima de su brillante carrera; en efecto, el año 953, la sede de Colonia quedó vacante y Otón lo nombró arzobispo de aquella ciudad.

   Durante los doce años en los que desempeñó ese cargo, San Bruno jugó un papel muy importante en la política imperial, que estaba íntimamente unida con los asuntos eclesiásticos, sin descuidar jamás sus deberes religiosos y pastorales. Desde luego, su vida era un ejemplo de piedad y de bondad. Por otra parte, San Bruno mantenía a raya las ambiciones del clero y de los nobles mediante frecuentes visitas. Para mantener el nivel espiritual de su arquidiócesis, se valía sobre todo de la difusión de la sana doctrina y del espíritu monástico. Ya antes de ser obispo, había empleado toda su influencia para reformar el imperio y, por cierto que la influencia de un arzobispo hermano del emperador era muy poderosa. Mientras Otón se hallaba en Italia, su yerno, Conrado el Rojo, duque de Lorena, se levantó en armas; el emperador derrotó a Conrado y concedió a San Bruno el ducado de Lorena. Aunque el ducado no iba unido al título de arzobispo, el nombramiento de San Bruno dio origen al poder temporal de los arzobispos de Colonia, quienes se convirtieron en príncipes del Sacro Romano Imperio. La habilidad de San Bruno en el gobierno era tan grande como su bondad. El santo demostró particular aptitud para apaciguar las numerosas disputas políticas entre los habitantes de Lorena y consiguió imponer el orden y la autoridad del imperio en la región. En esa tarea de unificación le ayudó mucho su clero, muy instruido y disciplinado y. tuvo tanto tino en sus numerosas elecciones de prelados que se le apodó "el creador de obispos". El momento culminante de la carrera de San Bruno fue el año 961, cuando el emperador llegó a Roma para ser coronado, ya que durante su ausencia dejó a San Bruno y a su medio hermano Guillermo, arzobispo de Mainz, como corregentes del Imperio y tutores de su sobrino, el rey de Romanos.

   San Bruno el Grande murió cuatro años después, el 11 de octubre de 965, cuando sólo tenía cuarenta años de edad. Su culto en la diócesis de Colonit fue confirmado en 1870.

   La biografía de San Bruno, escrita por su discípulo Ruotgerio, es una de las biografías medievales más fidedignas y satisfactorias. Puede verse en Acta Sanctorum, vol. V, y en MGH., Scriptores, nueva serie, ed. Irene Ott (1951); cf. en la antigua edición el vol. IV, pp. 224-274. La biografía a la que nos referimos fue escrita cuatro años después de la muerte de San Bruno. Se encontrará un magnífico estudio de su obra en H. S . Annalen d.histor. Vereins f. d. Niederrhein, 1910, 1911, 1917. Cf. también Hauck, chengenschichte Deutschlands, vol. III, pp. 41 ss.


Respuesta  Mensaje 7 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:08

11 de octubre
SAN GUNMARO,(*)

   San Gunmaro era hijo del señor de Emblem, población situada en las cercanías de Lierre, en Brabante. Aunque no sabía leer ni escribir, entró a servir en la corte de Pepino, donde se distinguió por el fiel desempeño de sus deberes y por la caridad con que practicaba las obras de misericordia. Pepino le elevó a un puesto de importancia y arregló su matrimonio con una joven bien nacida llamada Guinimaria. Aunque tal matrimonio no parecía muy feliz a los ojos dd mundo, ya que Guinimaria era extravagante, perversa, cruel, caprichosa e indisciplinada, Dios se valió de ella para conducir a su siervo a las cumbres de la perfección. Inútil decir que la vida de San Gunmaro, desde el momento ti su matrimonio, se convirtió en una serie de duras pruebas.

   El santo se esforzó durante años, con prudencia y caridad, por mejorar a su esposa y atraerla a la práctica de la religión. Después, tuvo que ausentarse durante ocho años para servir al rey Pepino en la guerra. Cuando volvió a casa, encontró que su esposa había administrado muy mal sus posesiones y que muy pocos de sus vasallos habían logrado escapar de la opresión. Guinimaria era tan poco generosa, que se rehusaba aun a dar un poco de cerveza a los que recogían la cosecha. Gunmaro se dedicó inmediatamente a pagar lo que debía a cada uno de sus vasallos.

   Aparentemente, Guinimaria se dejó impresionar por la prudencia y bondad de su marido y parecía que estaba dispuesta a corregirse; pero poco después, se dejó nuevamente llevar de su pésimo carácter. Gunmaro trató aún de hacer algo por ella, pero finalmente desistió y se retiró a la vida solitaria. Se dice que San Gunmaro fundó, juntamente con San Rumoldo, la abadía de Lierre que después tomó su nombre.

   En Acta Sanctorum, oct., vol. v, pueden verse una biografía en verso y otra en prosa latina. P. G. Deckers estudió muy a fondo la vida de San Gunmaro en Leven en eerdienst van den h. ridder Gumrnarus (1872). Cf. T. Paaps, De hl. Gummarus, ...cristische studie (1944).


Respuesta  Mensaje 8 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:08

11 de octubre
SANTOS TARACO,
PROBO y ANDRONICO,(*)
Mártires

(304 P. C.)

   Durante mucho tiempo, las "actas" de estos mártires fueron consideradas como auténticas. El P. Delehaye afirma que se trata de una combinación de ciertos hechos históricos con numerosos detalles imaginarios. Según dicho autor, los tres mártires fueron arrestados en Pompeyópolis, en Cilicia, duranle la persecución de Diocleciano y Maximiano. Fueron llevados a la presencia del gobernador de la provincia, Numeriano Máximo, quien los envió a Tarso, la capital. El gobernador anunció a Taraco que iba a interrogarle primero a causa de su ancianidad y le preguntó su nombre.

   TARACO: "Soy cristiano."

   MÁXIMO: "Deja en paz esa locura blasfema y dime tu nombre." 

   TARACO: "Soy cristiano."

   MÁXIMO: "Golpeadle en la boca para que no vuelva a contestar en esa forma."

   TARACO: "Te estoy diciendo mi verdadero nombre. Pero si lo que quieres saber el que me dieron mis padres, me llamo Taraco y mi nombre, en el ejército, era Víctor ."

   MÁXIMO: "¿De qué país eres y cuál es tu oficio?" 

   TARACO: "Soy romano y nací en Claudiópolis de la Isauria. Fui soldado, pero abandoné esa profesión a causa de mi religión." 

   MÁXIMO: "Veo que tu impiedad te obligó a deponer las armas. Pero, ¿cómo obtuviste que te diesen de baja en el ejército?" 

   TARACO: "Se lo pedí a mi capitán, Publio, quien me lo concedió." 

   MÁXIMO: "Piensa en tus canas. Te prometo premiarte, si obedeces a las órdenes de nuestros señores. Sacrifica a los dioses, como lo hacen los mismos emperadores, que son amos del mundo."

   TARACO: "El diablo los engaña para que lo hagan."

   MÁXIMO: "Rompedle la mandíbula por haber dicho que el diablo engaña a los emperadores."

   TARACO: "Repito lo dicho: Los emperadores son hombres susceptibles de engaño."

   MÁXIMO: "Sacrifica a los dioses y déjate de sutilezas."

   TARACO: "No me es lícito traicionar la ley de Dios." 

   El diálogo se prolongó, y Taraco permaneció inconmovible. Entonces el centurión le dijo:

   -"Te aconsejo que ofrezcas sacrificios y salves tu vida." Taraco replicó que bien podía ahorrarse tales consejos. Máximo dio la orden de que le condujesen a la prisión, encadenado y llamó al siguiente acusado.

   MÁXIMO: "¿Cómo te llamas?"

   PROBO: "Mi nombre principal y más venerable es Cristiano. Pero el nombre con que me conoce el mundo es Probo."

   MÁXIMO: "¿ De qué país y familia eres ?"

   PROBO: "Mi padre nació en Tracia. Yo soy plebeyo. Nací en Side, de Panfilia y confieso que soy cristiano."

   MÁXIMO: "Tal confesión no favorece tu causa. Sacrifica a los dioses, y te prometo considerarte como amigo."

   PROBO: "No aspiro a tu amistad. En una época fui rico, pero renuncié a todo para servir al Dios vivo."

   MÁXIMO: "Desnudadle y azotadle con nervios de buey."

   En tanto que se ejecutaba la orden, el centurión Demetrio le dijo: "Evítate esta tortura. Mira los arroyos de sangre que brotan de tu cuerpo."

   PROBO: "Haz lo que quieras de mi cuerpo. Tus tormentos son deliciosos." 

   MÁXIMO: "¿No hay manera de curar tu locura, hombre insensato?" 

   PROBO: "Soy menos insensato que tú, puesto que no adoro a los demonios"

   MÁXIMO: "Derribadle de espaldas y golpeadle el vientre."

   PROBO: "¡Señor, ayuda a tu siervo!"

   MÁXIMO: "Preguntadle después de cada golpe, dónde está su Señor." 

   PROBO: "El Señor está conmigo y seguirá ayudándome; tus tormentos me hacen tan poca mella, que no te obedeceré."

   MÁXIMO: "Imbécil, mira en qué estado estás; el suelo se halla cubierto de sangre!"

   PROBO: "Cuanto más sufre mi cuerpo, más fortalece Dios mi alma."

   Máximo le envió entonces a la prisión y mandó llamar al tercer cristiano, quien dijo llamarse Andrónico y ser un patricio de Efeso. También él se negó a ofrecer sacrificios. Máximo le envió a reunirse con sus compañeros y así terminó el primer interrogatorio. El segundo se llevó a cabo en Mopsuestia. Las "actas" repiten las preguntas de Máximo y las respuestas de los mártires, así como los tormentos a los que fueron sometidos. Andrónico hizo notar a su juez que las heridas que había sufrido en el interrogatorio anterior estaban perfectamente curadas. Máximo gritó entonces a los guardias: "¡Imbéciles!", ¿acaso no os prohibí estrictamente que dejáseis entrar a alguien a vendarles las heridas? Ya veo cómo habéis cumplido mis órdenes." El carcelero Pegaso replicó: "Juro por tu grandeza que nadie ha vendado sus heridas ni ha entrado a visitarle. Le he tenido encadenado en el rincón más apartado de la prisión. Si miento, puedes cortarme la cabeza."

   MÁXIMO: "Entonces, ¿ cómo explicas que las cicatrices hayan desaparecido ?"

   PEGASO: "No sé."

   ANDRÓNICO: "¡Necio! Nuestro Salvador es un médico poderoso que cura a todos los que le adoran y esperan en El. Para ello no necesita de medicinas. Le basta con su palabra. Aunque vive en el cielo, está presente en todas partes, por más que tú no le conozcas."

   MÁXIMO: "Las tonterías que dices no te van a salvar. Sacrifica o perderás la vida."

   ANDRÓNICO: "No retiro una sola de mis palabras. No creas que vas a asustarme como a un niño."

   El tercer interrogatorio tuvo lugar en Anazarbus. Taraco fue el primero en comparecer y respondió con su valentía habitual. Cuando Máximo mandó tenderle en el potro, Taraco le dijo: "podría yo alegar el rescripto que prohibe que los jueces condenen al potro a los militares, pero renuncio voluntariamente a ese privilegio." Máximo condenó también a Probo a la tortura ordenó a los guardias que le hiciesen comer, por fuerza, algunos de los alimentos que se habían ofrecido a los ídolos.

   MÁXIMO: " ¿y a lo ves? Después de tanto sufrir por no ofrecer sacrificio has acabado por comer los manjares ofrecidos a los dioses."

   PROBO: "No veo por qué consideras como una hazaña el haberme hecho comer esos manjares contra mi voluntad."

   MÁXIMO: "Como quiera que sea, ya los probaste. Prométeme ahora gustarlos por tu voluntad y te pondré inmediatamente en libertad.

   PROBO: "Aunque me obligaras a comer todos los manjares ofrecidos al ídolos, no ganarías gran cosa, porque Dios ve que los como contra mi voluntad. 

   Finalmente, los tres mártires fueron condenados a ser arrojados a las fieras Máximo mandó llamar a Terenciano, el encargado de los juegos del circo y le ordenó que organizase una función para el día siguiente. Desde muy temprano, la multitud llegó al teatro, que distaba más de un kilómetro de Anazarbus. El autor de las actas narra muy por menudo los acontecimientos y afirma que él los presenció, con otros dos cristianos, desde una colina próxima. En cuanto los mártires penetraron en la arena, la multitud guardó silencio, compadecida de los cristianos, y muchos empezaron a murmurar contra la crueldad gobernador. Algunos se dispusieron a partir, pero el gobernador, furioso, ordenó cerrar las puertas. Un león, un oso y otras fieras salvajes fueron sacadas a la arena, pero se limitaron a lamer las heridas de los mártires, sin hacerles daño alguno. Máximo, ciego por la cólera, mandó que los gladiadores decapitasen a los tres testigos de Cristo. Una vez cumplida la sentencia, Máximo mandó que sus cadáveres quedasen bajo la guardia de seis centinelas para que los cristianos no los robasen. La noche era muy oscura, y una violenta tempestad dispersó a los guardias. Los cristianos, guiados por una milagrosa estrella, distinguieron los cadáveres de los mártires, los cargaron en las espaldas y les dieron sepultura, en una cueva de las colinas cercanas. El autor de las actas cuenta que los cristianos de Anazarbus enviaron su relato a la iglesia de lconium para que lo hiciesen llegar a los fieles de Pisidia y Panfilia a fin de alentarlos.

   Ruinart y Acta Sanctorum, oct., vol. v, presentan los textos griego y latino actas. Existen además otras recensiones, entre ellas una versión siria publicada por Bedjan. También se conserva un panegírico de Severo de Antíoco (Patrologia Or~ vol. xx, pp. 277-295. Harnack, Die Chronologie der altchritslich Litteratur, vol. II, pp. 479-480), hablando sobre las actas, aduce algunas razones que le mueven a no considerarlas como copia de un documento oficial; no obstante, su opinión acerca de ellas es menos severa que la de Delehaye, Les légendes hagiographiques (1927), p. 114.


Respuesta  Mensaje 9 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:08

11 de octubre

  SAN AGILBERTO,(*)
Obispo de Paris

   Después de que Coenwalh, rey de los sajones del oeste de Inglaterra, recibió bautismo en la corte de Anna, rey de Anglia oriental, y fue restaurado al trono, llegó a Wessex cierto obispo llamado Agilberto. Era franco de origen, pero había vivido en Irlanda, consagrado al estudio, Coenwalh, impresionado por el celo y el saber de Agilberto, le pidió que se quedase como obispo en la región. Agilberto aceptó la proposición y en su cargo dio muestras de un celo misional infatigable. Hallándose en Nortumbría, ordenó sacerdote a San Wilfrido. Por entonces, se tomó la decisión de reunir un sínodo en Whitby para poner término a la oposición entre las costumbres romanas y las célticas. El santo asistió y fue ahí, prácticamente, el paladín de la causa romana, de suerte que rey Oswy le nombró para que respondiese a los argumentos del opositor, San Colmano de Lindisfarne: Agilberto pidió que San Wilfrido respondiese por él "porque es capaz de expresar nuestra opinión en mejor inglés que si yo me sirviese de un intérprete".

   La dificultad de la lengua había constituido ya en otras ocasiones un obstáculo para San Agilberto. Cuando el santo llevaba ya varios años de obispo en Inglaterra, el rey Coenwalh quien, según dice Beda, "sólo entendía la lengua de los sajones", se cansó del idioma bárbaro del obispo, dividió su reino en dos diócesis y nombró a un tal Wino como obispo de la región en que estaba situada Winchester, la capital. Agilberto se molestó mucho de que el monarca hubiese procedido así, sin consultarle y renunció al gobierno de su sede. Inmediatamente volvió a Francia donde el año 668 fue elegido obispo de París. Entre tanto, Wino había conseguido que le nombrasen obispo de Londres mediante tratos simoníacos. Entonces Coenwalh, viendo de nuevo sin obispo la diócesis de Wessex, escribió a San Agilberto para que volviese. El santo replicó que no podía abandonar su nueva diócesis y dejar a sus ovejas sin pastor, pero envió a su sobrino Eleuterio, "a quien juzgaba digno de gobernar una diócesis". Eleuterio fue consagrado por San Teodoro de Canterbury. Por su parte, San Agilberto consagró en Paris a San Wilfrido, según lo referiremos en el artículo consagrado a este último santo. San Agilberto murió antes del año 691.

   Nuestra principal autoridad es Beda (texto y notas de Plummer); pero se encuentran también algunos datos en el Liber historiae francorum y en la continuación de dicha obra por Fredegario.


Respuesta  Mensaje 10 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:09

11 de octubre
SAN NECTARIO,(*)
Obispo de Constantinopla

   San Gregorio Nazianceno renunció a la sede de Constantinopla muy poco después de haber sido elegido, el año 381. Su sucesor fue Nectario, natural Tarso de Cilicia y pretor de la ciudad imperial. A continuación narraremos la forma peculiar como fue elegido, según la leyenda relativamente dudosa. Cuando tenía lugar en Constantinopla el segundo Concilio ecuménico, Nectario, que pasaba por ahí camino de Tarso, preguntó a Diódoro, obispo de su ciudad natal si quería enviar con él algunas cartas. Muy impresionado por el aspecto y los modales de Nectario, Diódoro le propuso como candidato para suceder a Gregorio en el gobierno de la sede de Antioquía. Aunque Melecio se burló de la idea, el nombre de Nectario fue inscrito en la lista de candidatos que debía presentar al emperador. Teodosio, eligió a Nectario, con gran sorpresa de todos, ya que ni siquiera estaba bautizado. Se cuenta que era casado y tenía un hijo. Como quiera que fuese, el Concilio ratificó la elección, y Nectario recibió el bautismo y la consagración episcopal. Al salir de Constantinopla, Gregorio escribió a los obispos: "Guardad vuestro trono y vuestro palacio episcopal, puesto que eso es lo que os importa. Regocijaos, envaneceos, reclamad el título de patriarcas y apoderaos de inmensas posesiones." Desgraciadamente, el Concilio justificó en cierto modo esas críticas, ya que, poco después de la elección de Nectario, aprobó un canon por el que Constantinopla pasaba a ocupar el segundo lugar después de Roma. Por eso se llama con frecuencia a San Nectario primer patriarca de Constantinopla, aunque la Santa Sede tardó mucho tiempo en reconocer ese título, que había sido concedido contra su parecer. 

   San Nectario gobernó la sede durante dieciséis años y, si bien es muy poco lo que sabemos sobre él. no hay duda de que se opuso abiertamente a los arrianos, ya que el año 388, cuando circuló la noticia de que el emperador había muerto en Italia, dichos herejes incendiaron la casa del santo obispo. Los historiadores recuerdan principalmente a San Nectario porque suprimió en su diócesis el oficio de penitenciario y los ritos de disciplina pública, a raíz de un escándalo. El santo murió el 27 de septiembre de 397. San Juan Crisóstomo le sucedió en el gobierno de la sede. El nombre de San Nectario figura en el "Menaion" griego, pero no en el Martirologio Romano.

   En Acta Sanctorum, oct., vol. V, se hallarán reunidos los principales pasajes de los historiadores de la Iglesia sobre San Nectario. Acerca de la supresión del oficio de penitenciario, puede verse un buen resumen en DTC., vol. XII, cc. 796-798.


Respuesta  Mensaje 11 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:09

11 de octubre
SAN FERMÍN,

Obispo de Uzés

Debemos hacer todas nuestras acciones por
la obligación que tenemos de ellas o por una
simple aceptación del beneplácito de Dios,
y esto tanto en la calma como en la tempestad.
(San Francisco de Sales)

A

   San Fermín  fue amigo y discípulo de San Cesáreo de Arlés, y uno de los primeros obispos de Uzès, en Francia. Ya era obispo en el 541, puesto que se encontraba entre los asistentes al concilio celebrado aquel año en Orleans. Su renombre como doctor y orador se extendió hasta Italia. Murió en 552)


Respuesta  Mensaje 12 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:09

11 de octubre
SAN NICASIO y COMPAÑEROS,(*)

Mártires

  

Algunos varones apostólicos griegos, discípulos de san Policarpo habían predicado la fe en Lyon de Francia, y formado allí una cristiandad numerosa. De ella salieron otros celosos ministros de Cristo que llevaron la luz del Evangelio a diversas partes de las Galias, como san Alejandro y san Epipodio martirizados en Lyon, san Benigno, sacerdote y san Tirso, diácono, que lo fue ron en Autún; y de aquélla misma iglesia fue hijo el glorioso san Nicasio, cuyo nombre quiere decir vencedor, y vencedor fue con toda verdad, porque triunfó de sí mismo, de los idólatras y de los bárbaros. Tomó por compañeros al presbítero Quirino, y al diácono Escubículo, y con ellos recorrió las poblaciones de Conflans, de Andresy, de Triel y de Vaux. En esta última hay una fuente que lleva el nombre del santo, donde se dice que bautizó a más de trescientas personas. Neulant, Nantes y Monceaux se glorían también de haber recibido la fe de Cristo de mano de san Nicasio. No se sabe si fue obispo, pero consta que trabajó con celo de verdadero pastor de las almas señaladamente cuando los bárbaros septentrionales ha cían sus incursiones y llenaban de sangre y de ruinas los lugares por donde pasaban. Para alentar a los fieles andaba el santo de casa en casa; exhortándolos a armarse con el escudo de la fe, y con aquélla fortaleza de ánimo que es el fruto de la buena conciencia y de la perfecta confianza en Dios; y a trueque de salvar las almas, no dudó en exponer mil veces su vida, a peligro de caer en manos de aquellos bárbaros, que auxiliados por los idólatras, lo pasaban todo a sangre y fuego, y despedazaban con inhumana crueldad hasta a mujeres y niños. Andando pues el santo varón en es tas obras de caridad y celo, fue preso por ellos, y después de haberlo azotado desapiadadamente, le cortaron la cabeza. Con el mismo suplicio alcanzaron la palma de los mártires los dos compañeros del santo, Quirino y Escubículo, y una dama muy principal llamada Piencia que san Nicasio había convertido y bautizado, y que desde aquel día se había con sagrado enteramente al servicio de Dios y de los pobres de Jesucristo. Los sagrados cuerpos de todos estos mártires fueron sepultados en la iglesia de san Agrícola, y el Señor los ilustró con numerosos milagros, y los libró de los saqueos y estragos de los bárbaros del Norte para que se perpetuase su gloriosa memoria.

REFLEXIÓN

   Cuando hay verdadero amor de Dios se sufren, no sólo con paciencia, mas también con alegría, los mayores trabajos y persecuciones, y hasta la misma muerte. El amor de Dios hizo tan esforzados a los mártires, y la falta de él hace tan pusilánimes a muchos hombres mundanos. ¿Qué harían a la vista de los suplicios, los que ante el temor de una des honra aparente, de una burla necia o del peligro de perder un miserable interés temporal, se olvidan tan fácilmente de sus deberes de cristianos? Y todo esto nace del amor desordenado a las comodidades, honras o deleites es decir, que se antepone la vil criatura al Creador, olvidándose el hombre de que cuan to es y cuanto tiene lo ha recibido de la generosa mano de Dios, con el único fin de que lo ordene todo a su mayor servicio y alabanza, y a alcanzar por este medio la posesión de las riquezas del cielo.

ORACIÓN

   ¡Oh Dios! que pos concedes la merced de celebrar el nacimiento para el cielo de tus santos mártires Nicasio y sus compañeros, danos también la gracia de gozar en su compañía de la eterna  bienaventuranza. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

 


Respuesta  Mensaje 13 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:10

11 de octubre
SAN GOMARIO,*
Confesor

El Señor castiga a los que ama;
y a cualquiera que recibe por hijo suyo, lo azota.
(Hebreos, 12,

A

   San Gomario nació en Brabante, de padres ricos y adictos a Pipino. Cuando éste subió al trono de Francia lo llamó a su corte y le procuró un partido ventajoso desde el doble punto de vista del nacimiento y de la fortuna en la persona de Gwinmaría. Gomarío debió sufrir mucho por el carácter vano e intratable de su mujer, pero soportó sus caprichos sin quejarse, esperando de Dios sólo fuerza y consuelo. Terminó por retirarse, con su consentimiento, a una celda próxima a su morada; finalmente, pasó los últimos años de su vida en una ermita, y murió hacia el año 774. 

MEDITACIÓN
CÓMO DEBEMOS PORTARNOS
EN LAS AFLICCIONES

   I. Siempre tendremos aflicciones en esta vida; nuestro cuerpo es tan débil y está tan expuesto a innumerables enfermedades; nuestra alma está sujeta a tantas pasiones y la malicia de los hombres es tan grande, que siempre tendremos ocasión de ejercer nuestra paciencia. Esperemos esas ocasiones con valor y sin temblar. Preparémonos a soportar todas las tempestades que vemos se precipitan sobre los demás, y digamos a Dios: Señor, heme aquí; estoy dispuesto a llevar mi cruz y a sufrir todo lo que ordenéis o permitáis me suceda. Meditemos sobre los sufrimientos y no los sentiremos. (Tertuliano).

   II. Cuando Dios nos envía una prueba, hay que recibirla con humildad como un castigo merecido por nuestros pecados. Un niño que se ve castigado por su padre no se enoja contra él: deplora la pena que su desobediencia le ha causado y promete no volver a caer en su falta, Haz lo mismo cuando Dios te castiga.

   III. Hay cristianos a quienes el castigo hace más malos. En lugar de acusar su propia malicia, murmuran contra la divina Providencia y la hacen responsable de los males que sufren. ¡Desventurados! No queréis corregir vuestras faltas en este mundo: vuestras penas no son sino el preludio de los suplicios que os esperan en el infierno. Somos tratados por el hierro y el fuego, pero no nos curamos ni por los cauterios ni por el filo del hierro; y, la que es más grave, el remedio empeora nuestro estado, (Salviano).

La paciencia
Orad por las personas casadas.

ORACIÓN

   Oh Dios, gloria y gozo de los ángeles, que habéis hecho célebre por sus milagros a Gomario, el glorioso confesor de vuestro Nombre, sed propicio a los votos de vuestro pueblo, y haced que celebrando su augusta solemnidad, alcance por su intercesión, el puerto de la salvación eterna. Por J. C. N. S. Amén.


Respuesta  Mensaje 14 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:10

11 de octubre
LA MADRE DE DIOS DE BERGOÑA,

Patrona de Bilbao

A

   Como una prueba de pescadores, marinos y mercaderes nació Bilbao, en días remotos que la historia no los revela, entre montañas, allá donde su ría no admite ya el remontar de los navíos y los caminos de tierra, rutas de traficantes y arrieros, comienzan a adentrarse trabajosamente hacia tierras de Castilla. Fue el año 1300, cuando don Diego López de Haro, quinto señor de Vizcaya, que tal nombre ostentara, le otorgó, "en el nombre de Dios e de la Virgen bienaventurada Santa María", y "con placer de todos los vizcaínos", el título de villa. Mas don Diego no fundó a Bilbao. La puebla existía ya y su caserío se apretaba -¿desde cuándo?- a orillas del Nervión, en las tierras de Begoña que se asomaban a la ría. Bilbao había nacido en Begoña. Ahora se emancipaba y en la carta puebla, en el acta de emancipación, ya que no de nacimiento, dos nombres hacen para nosotros su primera aparición, juntos entran en la historia y hermanados continuarán a través de los siglos: Santa María de Begoña y Bilbao.

   También el "monasterio" de Santa María de Begoña existía ya. Tampoco sabemos desde cuándo. Si Bilbao, la puebla de cabe el río, tenía una iglesia dedicada a Santiago -recuerdo indudable del peregrinaje compostelano-, Santa María era el templo de la anteiglesia. Bilbao apiñaba su caserío en torno a Santiago; pero Bilbao con Santiago se asentaba al pie de la colina en que presidía sus destinos la Madre de Dios de Begoña. Begoña dominaba geográficamente a Bilbao; su Virgen reinaba en el corazón de sus hijos.

   Cuando sus navíos, cansados de surcar los mares del mundo, retornaban a Bilbao y, vencido el paso peligroso de la barra de la desembocadura, enfilaban la ría y la remontaban -todavía sus márgenes no estaban cuajadas de industria como hoy y conservaban la amenidad de una naturaleza frondosa, siempre verde-, iban dejando a los lados la villa de Portugalete, las ante iglesias de Guecho, Sestao, Baracaldo, Erandio, Deusto, Abando... Bilbao no se dejaba descubrir fácilmente escondido entre sus montes. El barco avanzaba. Una vuelta más de la ría y se divisarían las casas de Bilbao; pero, antes de doblarla, en la nave se hacía el silencio y las miradas se dirigían a la altura: acababa de aparecer el santuario de Begoña.

   "Aquí se reza la salve", decían unos letreros a la orilla. Y marinos en las aguas y viandantes en la tierra rezaban la salve. 

   Hoy ya no existen los letreros. Las orillas han sacrificado su amenidad y belleza en aras del progreso. Varias de las anteiglesias han perdido su personalidad ante el empuje de un Bilbao siempre creciente. Ya el marino tropieza con sus casas sin necesidad de tanto navegar. Pero al llegar al último recodo, cuando va a asomarse al corazón de Bilbao, sigue viendo en la altura la casa de la Madre de Dios de Begoña y el paraje sigue llamándose la "Salve".

   Begoña presidió el ir y venir de los barcos por la ría y, con él, el movimiento comercial e industrial de Bilbao. Un único cabildo servía a Santa María de Begoña y a las parroquias de Bilbao, pregonando que, si la villa pudo emanciparse de la anteiglesia, su alma religiosa continuaba vinculada a la Madre de Dios de Begoña. Begoña era el santuario mariano de Bilbao cuando éste era Begoña y cuando dejó de serlo; hoy, al cabo de los siglos, cuando la hija ha absorbido en su seno a la madre y Begoña es Bilbao, su santuario sigue siendo el santuario por antonomasia de los bilbaínos. Más aún: de todos los vizcaínos.

   La Madre de Dios de Begoña. Tal es el nombre tradicional de la Patrona de Vizcaya. Su imagen es la imagen de la Madre de Dios, animada por hondo sentido teológico. Es la tradicional y clásica imagen medieval de María. Ha superado las rigideces románicas, se ha humanizado su figura y su expresión, la sonrisa florece hermosa en sus labios, el Hijo es auténtico niño con graciosa cara de gitanillo travieso, pero continúa siendo una talla hondamente teológica y religiosa. Es la Madre de Dios que sonríe a los hijos de los hombres.

   ¿Desde cuándo veneran los vizcaínos a Santa María de Begoña en las alturas de Artagan? No lo sabemos. El templo antiguo fue derribado a principios del siglo XVI, sin dejar rastro, para ser sustituido por otro más amplio y no sabemos si más hermoso. La escultura puede bien remontar a fines del siglo XIII o comienzos del XIV; pero nada nos autoriza a pensar que antes de ella no existiera, quizá, otra imagen que centrara la devoción de los fieles bajo la misma advocación. El año 1300 existía ya Santa María de Begoña. No sabemos más.

   Cuando dicho año fundó don Diego la villa de Bilbao, el propio señor de Vizcaya era el patrono de la iglesia de Begoña. Y siguió siéndolo hasta 1382, en que don Juan, que por herencia uniría el señorío de Vizcaya y la corona de Castilla, la donó al conde de Mayorga, hijo del difunto señor de Vizcaya Juan Núñez de Lara y de doña Mayor de Leguizamón. Desde entonces Begoña quedó vinculada al primer linaje de Bilbao.

   Mas la prosperidad de Begoña nada debe a sus ilustres patronos. La historia del santuario es severa con ellos. La fama, todo su esplendor a través de los siglos, se debe a la devoción de los vizcaínos, begoñeses y bilbaínos en primer lugar. y cuando decimos vizcaínos pensamos en el pueblo, en todo el pueblo, en que se confunden ricos y pobres, linajes ilustres y vidas humildes.

   Fue el pueblo -y no un magnate- quien con sus limosnas levantó piedra a piedra, en el siglo XVI, el templo que hoy existe. Fueron los mercaderes bilbaínos los que costearon la erección de pilares y muros, y en ellos dejaron, no blasones nobiliarios, sino las marcas mercantiles con que señalaban sus mercancías. Aún hoy las podemos divisar en las alturas del templo, pregonando que es hijo de la devoción y del trabajo.

   Ya en el siglo XVI encontramos la devoción a la Virgen de Begoña derramada por Vizcaya y expresándose en multitud de ex-votos y dones que el rigor de los tiempos y las guerras han hecho desaparecer por completo, pero de muchos de los cuales conservamos memoria.

   Y es en el siglo XVI cuando dos grandes figuras de nuestra historia eclesiástica -San Ignacio de Loyola y el obispo de Calahorra don Juan Bernal Díaz de Luco- fijan su mirada en Begoña para convertirla en un centro de irradiación religiosa y reformador. El obispo se la ofreció con insistencia al fundador y logró vencer sus primeros reparos para que algunos miembros de la naciente Compañía fundaran en ella. Todo quedó en proyecto, a pesar de sus deseos y de las gestiones de San Francisco de Borja; quizá a causa de los pleitos que envolvían a Begoña por razón del patronato.

   Los siglos XVII y XVIII son espléndidos para nuestro santuario. Los vizcaínos desparramados por diversas regiones de España, por América y otros países, conservan la devoción a su Virgen y de lejos la obsequian con sus presentes. Los navegantes surcan los mares en navíos que se engalanan con el nombre de la Madre de Dios de Begoña. Y aun extranjeros que pasaran por Bilbao, al volver a sus tierras, se acuerdan en ocasiones de nuestra Virgen.

   A Begoña llegan diariamente los vizcaínos a confiar a la Virgen sus cuitas y a agradecerle sus alegrías. Son nuevos sacerdotes que quieren celebrar su primera misa en su altar o vizcaínos ilustres, como el almirante de la Armada Invencible, Juan Martínez de Recalde, que quieren celebrar su matrimonio ante la imagen venerada. Terminada la fábrica del templo, se preocupan de adornarlo y alhajarlo. Numerosas lámparas de plata cuelgan de su bóveda, en especial ante el retablo principal, que es tallado a mediados del siglo XVII por Antonio de Alloitiz sobre diseños de Pedro de la Torre. La Virgen señorea desde su santuario. La sobria monotonía de sus muros es rota por no pocos lienzos que conmemoran favores extraordinarios concedidos por la Virgen a sus devotos. Se habla de auténticos milagros, que un párroco diligente recogerá en su historia manuscrita, y de algunos de ellos se instruirán procesos con todas las exigencias del Derecho. Rara vez sale la Virgen de su santuario, y ello en ocasiones en que urgen necesidades graves, tales las inundaciones de Bilbao. De éstas fue memorable la ocurrida en 1737. Conservamos la información jurada de testigos que se llevó a cabo por mandato de la autoridad diocesana; de ella resulta claramente que el retirarse de las aguas coincidió con la bajada de la Virgen, a pesar de que era la hora de la pleamar. La devoción a la Virgen crecía sin cesar; en 1699 se publicó por primera vez su historia y al año siguiente era necesaria una nueva edición.

   El siglo XIX es de historia triste para el santuario. No es que descienda la devoción, antes al contrario; sino que sobre Begoña se abaten las desgracias que van a atribular a Vizcaya. Se ha escrito con razón que la historia de Begoña es el reflejo, en sus alegrías y tristezas, de las de Vizcaya. El siglo XVIII había agonizado bajo él signo de la guerra. En 1794 perdió Begoña toda su plata, sacrificada a los gastos de la guerra contra los revolucionarios franceses que llegaron a ocupar Bilbao. Nos dicen los documentos que Begoña entreg6 1.905 marcos de plata; con ella se fundieron todas sus lámparas y perdimos uno de los apreciados recuerdos del pasado.

   La guerra de la Independencia continuó la triste tarea de empobrecimiento: todas las alhajas desaparecieron en el saqueo, y el párroco, don Domingo Lorenzo de Larrinaga, fue asesinado.

   No repuesto el santuario de estos reveses, se cierne de nuevo la guerra sobre él. En la primera guerra civil carlista queda situado en la misma línea del frente. Los obuses arruinan su torre y dañan seriamente al templo; la soldadesca desmandada asuela el interior y destruye cuanto puede, incluidos el retablo y gran parte del archivo. A tal estado quedó reducido el templo, que un contemporáneo lo comparó con "un establo para ganado". En 1832, Y según consta de papeles oficiales, el santuario no tenía lo absolutamente necesario. La imagen de la Virgen se había salvado en la iglesia de Santiago de Bilbao, a la que fue llevada en los momentos difíciles.

   Trabajosamente había restañado las heridas de su iglesia, cuando, a fines de 1873, ve retornar el fatídico azote de la guerra, Una vez más en la línea del frente entre carlistas y liberales. De nuevo forcejean los primeros por conquistar Bilbao. En vano. El santuario de Begoña, convertido en defensa avanzada de la villa, es duramente trabajado por las tropas sitiadoras. La imagen de la Virgen peregrina fuera del santuario. Para evitar la profanación el cabildo acordó trasladarla al monasterio del Refugio; los carlistas, para evitar que fuera bajada a Bilbao, la llevaron a la ermita de los Santos Justo y Pastor, en el monte de Santa Marina, y de allí al convento de los padres carmelitas de Larrea, en Amorebieta. Terminada la guerra, y acompañada por las autoridades civiles y militares de Bilbao y Begoña, fue repuesta en su trono. Nuevamente se impone la labor restauradora.

   El 8 de septiembre de 1900 la imagen de la Virgen fue coronada con gran solemnidad por el obispo de Vitoria, don Ramón Fernández de Piérola, delegado para ello por la Santa Sede. Aquel año celebraba Bilbao el sexto centenario de su villazgo.

   Poco tiempo después, el 21 de abril de 1903, la Sagrada Congregación de Ritos declaró a la Virgen de Begoña patrona de Vizcaya. Era la consagración canónica de una realidad ya histórica. Fue en 1738 cuando, a propuesta del párroco del santuario, las Juntas Generales de Guernica proclamaron a nuestra Virgen patrona de Vizcaya, en atención a "la suma devoción y profunda veneración que siempre y en todo tiempo ha demostrado y manifestado este noble Señorío a la Virgen Santísima de Begoña", Este acuerdo de las Juntas era consecuencia de una realidad vizcaína con respecto a la Virgen. Exponente de esta devoción, incluso oficial, había sido el grabado que el mismo Señorío publicó en 1672, con su escudo al pie de la imagen de la Señora, a la que denominaba" especial protectora y abogada" del Señorío.

   Pero, adoptado el acuerdo en 1738, ningún paso se dio para la confirmación canónica del mismo hasta 1903. La Diputación Provincial en corporación proclamó el patronato de la Virgen sobre Vizcaya, en Guernica, bajo el árbol que antaño cobijara las Juntas, el 9 de septiembre. En días sucesivos los arciprestazgos de Vizcaya fueron llegando en peregrinación a Begoña. Los actos debían de culminar el 11 con la peregrinación de Bilbao.

    Las izquierdas trataron de impedirla. El ministro de la Gobernación, García Alix, hizo una gestión cerca del obispo de Vitoria para que la suspendiera. Monseñor Piérola, desde su lecho de muerte, escribió al ministro: «La peregrinación tiene exclusivamente fines religiosos; si la autoridad civil no dispone de fuerzas suficientes para mantener el orden, sea ella quien la suspenda".

   El ministro no se atrevió; pero sus promesas de garantizar el orden fueron vanas. No sintiéndose suficientemente fuertes, los elementos antirreligiosos de Bilbao fueron reforzados por un contingente de desalmados traídos de una provincia cercana. Contando con la pasividad, por no decir complicidad, del gobernador civil, ellos atacaron con tiros y piedras a la peregrinación que, pacífica y compacta, subía a Begoña. No pudieron impedir que unos 20.000 peregrinos llegaran al santuario. En las calles quedó tendido el cuerpo de un peregrino con el pecho atravesado por dos balas.

   Bilbao había demostrado que sabía llegar al trono de la Madre a pesar de la violencia. En el pasado del santuario de Santa María de Begoña no escasean las páginas hermosas, pero hay sobre todas ellas una especialmente bella y gloriosa, la que el pueblo vizcaíno recuerda con el nombre sencillo y elocuente del Once de Octubre.

   Y la Providencia ha querido que, tras de varios traslados de fecha, sea hoy, el 11 de octubre, festividad de la Maternidad de la Santísima Virgen, la fiesta litúrgica de la Patrona de Vizcaya.

ANDRÉS E. DE MAÑARlCÚA NUERE 


Respuesta  Mensaje 15 de 16 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/10/2009 22:10

11 de octubre

  LA DIVINA
MATERNIDAD

DE LA
VIRGEN MARÍA

Dichosa la que oyó el celeste anuncio 
Y a quien hizo fecunda el Santo Espíritu, 
De cuyo casto seno al mundo vino 
El que es el Deseado de los pueblos.

   La Divina Maternidad es el título más glorioso de María: "Madre de Dios". De ahí dimana toda su grandeza y todo su poder. Es el dogma que proclamó el Concilio de Éfeso, en el año 431, contra la herejía de Nestorio. Para conmemorar su XV Centenario, Pío XI extendió esta fiesta de la Iglesia universal. Al honrarla con ese título dulcísimo, recordemos que también es Madre nuestra, y nos sentiremos felices al echarnos confiados en sus brazos maternales. Es una fiesta a propósito para rehabilitar en el mundo la maternidad, tan ultrajada. Por eso en algunas partes, como en la Argentina, se celebra este día el "Día de la Madre".


Respuesta  Mensaje 16 de 16 en el tema 
De: ♥♥♥♥LEONCITA♥♥♥♥ Enviado: 02/01/2010 04:22
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