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18 de octubre SAN LUCAS,* Evangelista
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo soy el que os ha elegido a vosotros y destinado para que vayáis y produzcáis fruto. (Juan, 15, 16).
San Lucas, oriundo de Antioquía, era a la vez médico, literato y pintor hábil. Juntóse con San Pablo y llegó a ser el compañero de sus trabajos. Después de la muerte del gran Apóstol, fue a anunciar a Jesucristo a la Tebaida, a Libia, a Italia, a las Galias, a Dalmacia, etc. Además del Evangelio, escribió los Hechos de los Apóstoles e hizo el retrato de la Santísima Virgen. Algunos autores refieren que fue ahorcado en un olivo por los paganos de Acaya, a la edad de 84 años.
MEDITACIÓN SOBRE SAN LUCAS
I. San Lucas fue evangelista, escribió y predicó el Evangelio. Debes tú leer el Evangelio, enseñarlo a los demás y practicarlo tú mismo; es el más hermoso ,de los libros: una sola de sus palabras, atentamente meditada, basta para hacerte santo. No basta creer y meditar las máximas del Evangelio, hay que reproducirlas en tu conducta. Es necesario edificar al prójimo con tu humildad, tu desprecio del mundo y tu amor por Dios. ¿Cómo practicas tú las enseñanzas de Jesucristo? Todos los días medita estas palabras: ¿De qué le sirve al hombre ganar el universo, si llega a perder su alma?
II. San Lucas fue compañero de San Pablo y su ayuda en la predicación del Evangelio. ¿Cuál es tu compañía habitual? ¿Te lleva a la virtud? ¡Cuán feliz serías si encontrases un amigo semejante a San Pablo! Como San Lucas, muy pronto llegarías a ser un gran santo. Cuídate sobre todo de las malas compañías; apártate de ellas lo antes posible, y no temas ofender a los perversos rompiendo toda relación con ellos. Más vale ser odiado de los malos que frecuentarlos. (San Isidoro).
III. San Lucas tuvo la dicha de pintar el primer retrato de María. ¿Quieres tú reproducir una copia fiel de este divino original? Sigue el ejemplo de San Lucas: imita la pureza de María, su humildad, su amor hacia Jesús. He ahí el retrato que Ella quiere, he ahí los colores que Ella quiere que tú emplees para pintar en tu alma su imagen y la de Jesucristo. Dios desea que se imiten sus acciones y no solamente que se las represente mediante la pintura. (San Agustín).
La imitación de la Santísima Virgen Orad por la buena educación de la juventud.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que vuestro evangelista San Lucas, que constantemente llevó en su cuerpo la mortificación de la cruz para gloria de vuestro Nombre, intervenga en nuestro favor junto a Vos. Por J. C. N. S. Amén.
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18 de octubre
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SAN JUSTO DE BEAUVAIS(*) Mártir (Fecha desconocida)
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El Martirologio Romano dice así: "En Sinomovicus, del territorio de Beauvais, el triunfo de San Justo, mártir, el cual siendo todavía niño, fue decapitado por mandato del gobernador Ricciovaro, durante la persecución de Diocleciano". San Justo era antiguamente muy famoso en todo el norte de Europa. La diócesis de Beauvais incluía en el canon el nombre del santo, en cuya fiesta se rezaba un prefacio propio. La leyenda del mártir, por lo menos en la forma en que ha llegado hasta nosotros, no merece crédito algno. Según ella, Justo vivía en Auxerre. Cuando tenía nueve años, acompañó a su padre, Justino, a Amiens para rescatar a su hermano Justiniano, quien había sido vendido ahí como esclavo. El amo de Justino, llamado Lupo, estaba dispuesto a vender a su esclavo; pero Justino no consiguió reconocer a su hermano. Entonces Justo, que jamás había visto a su tío, señaló a un hombre que lle llevaba una lámpara y gritó: "Es él." En efecto, era Justiniano, a quien Lupo le devolvió la libertad.
Un soldado que había presenciado la escena, contó a Ricciovaro que había en la ciudad unos magos cristianos. El gobernador mandó a cuatro hombres a traerlos y les dijo que los matasen si oponían resistencia. Al llegar a Sinomovicus (actualmente Saint-Just-en-Chaussée), entre Beauvais y Senlis, los tres cristianos se sentaron a comer a la vera de una fuente. Súbitamente, Justo divisó a los cuatro soldados. Justino y Justiniano se escondieron al punto y dijeron al niño que desorientase a los esbirros. Al ver a Justo, los perseguidores le preguntaron dónde estaban sus dos acompañantes y a qué dioses tenían costumbre de ofrecer sacrificios. Justo respondió simplemente que era cristiano. Inmediatamente, uno de los soldados le cortó la cabeza para presentarla a Ricciovaro. Pero el cadáver decapitado del mártir se irguió y se oyó una voz que decía: "Señor del cielo y de la tierra, recibe mi alma porque soy inocente". A la vista de tal prodigio, los soldados huyeron. Cuando Justino y Justiniano salieron de su escondrijo, encontraron el cadáver de San Justo con la cabeza cortada en las manos Según cuenta la leyenda, el mártir les reveló que debían sepultar el tronco en la cueva en la que se habían escondido y que debían llevar la cabeza a su madre: "Si desea verme, que mire al cielo". Se cuenta una historia semejante de San Justino de París, cuyas actas se basan en las de San Justo. Los bolandistas hacen notar que "ello ha creado una gran confusión en los diversos breviarios".
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