DEVUELTO
A la cara de mi hijo que duerme, bajan
arenas de las dunas, flor de la caña y la espuma que vuela de la
cascada...
Y es sueño nada más cuanto le baja; sueño
cae a su boca, sueño a su espalda, y me roban su cuerpo junto con su
alma.
Y así lo van cubriendo con tanta maña, que
en la noche no tengo hijo ni nada, madre ciega de sombra, madre
robada.
Hasta que el sol bendito al fin lo baña: me
lo devuelve en linda fruta mondada ¡y me lo pone entero sobre la
falda!
Gabriela Mistral
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