ANTIFONA
Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca... Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.
Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura; Amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.
Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames! A ti
y a mí nos llevan olas sin leyes. ¡Somos, a un mismo tiempo, santos e
infames; somos, a un tiempo mismo, pobres y reyes!
¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran en el
fondo nos guardan igual desprecio. Y justas son las voces que nos
desdoran... Lo que vendemos ambos no tiene precio.
Así, los dos: tú, amores, yo poesía, damos por
oro a un mundo que despreciamos... ¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma
mía!... Ven y reiremos juntos mientras lloramos.
Joven quiere en nosotros Naturaleza hacer, entre
poemas y bacanales, el imperial regalo de la belleza, luz, a la oscura
senda de los mortales.
¡Ah! Levanta la frente, flor siempre viva, que
das encanto, aroma, placer, colores... Diles, con esa fresca boca
lasciva..., ¡que no son de este mundo nuestros
amores!
Igual camino en suerte nos ha cabido, un ansia
igual nos lleva que no se agota, hasta que se confundan en el olvido, tu
hermosura podrida, mi lira rota.
Crucemos nuestra calle de la Amargura levantadas
las frentes, juntas las manos... ¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura!
¡Hetairas y poetas somos hermanos!
Manuel Machado
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