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En el principio era el amor. Cuando el alba buscaba un dueño. Cuando todas las criaturas llevaban sus cuerpos desiertos.
En el principio era el amor. En todo tenía su reino. La noche entera era el latido de tan hondo enamoramiento.
El amor y las almas, juntos fueron creando el Universo. Las almas fueron su metal. El amor su mágico fuego.
En el principio era el amor. Los cuerpos estaban desiertos, y cada cuerpo buscó un alma que lo tuviera prisionero.
Para el cuerpo, recién nacido de la noche, todo fue nuevo. Ignoró, por no entristecerse, que el alma tenía recuerdos.
En el principio era el amor.
2. Sin saberlo
Alguna vez, un alma halló el alma que la completaba. Cuando los cuerpos se tuvieron, olvidaron que había alma.
No llegaron a lo que dura, y gozaron de lo que pasa. Luego se fueron, dividieron el caudal de su única agua.
3. Segundo amor
En el principio era el amor. Sin el amor nada existía. El alma que una vez amó, nunca jamás se apagaría.
Volver a amar era intentar tornar al punto de partida, apresar humo, tocar cielos, poseer la luz infinita.
Volver a amar era querer revivir las flores marchitas. Era escuchar la voz del alma que llamaba al alma perdida.
Volver a amar era llorar por la dicha desvanecida. Era encontrar con quien partir el pan y el vino de otros días.
Pero -de sobra lo sabemos- sólo una vez se ama en la vida. Volver a amar, es evocar el amor que colmó la dicha.
Es, sin querer, hacer sufrir. Sentir la rueda detenida. Que si el espejo sufre, es porque la vieja imagen está viva.
En el principio era el amor...
J. Hierro
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