
Curación del Niño Interior
Ultimamente muchas disciplinas psicológicas han comprendido
la importancia del trabajo con el "Niño interior" y lo utilizan
como un poderoso instrumento para sanar viejas heridas emocionales. Además de buscar relaciones que nos apoyen y nos nutran,
también podemos mirar en nuesto interior para acceder a nuestra sabiduría
y nuestro poder para nutrirnos.
Muchos adultos se sienten avergonzados de los sentimientos
inocentes de su Niño Interior. Suele producir mucha verguenza,
inhibición exponer y hablar de la soledad,
el terror y el sufrimiento de ese niño con otro ser humano.
Muchos adultos se critican por tener esos sentimientos, diciéndose,
por ejemplo: "¿Es que acaso son un bebé?
¡Se supone que soy una persona adulta!
El Niño Interior de cada uno de nosotros necesita saber que es
y siempre ha sido digno de un amor y un respeto incondicionales,
aunque hasta el momento no lo haya experimentado.
"Me siento idi-ota... ¿de qué tengo que tener miedo?"
En el proseso de sanar el sufrimiento, la culpa y la verguenza
de nuestro Niño Interior hemos de acoger sus verdaderos sentimientos
con amabilidad y compasión, haciéndole saber que ahora tiene a alguien
con quien compartir su dolor. Este es el trabajo del Adulto Interior sano.
Es posible que el adulto se sienta tan herido que le parezca difícil,
si no imposible, ofrecer a su Niño Interior, el amor, el perdón
y la seguridad que necesita. Incluso puede descubrir que siente desprecio
por el temor de su Niño Interior. Esta situación resulta muy útil evocar
en la imaginación un símbolo universal (por ejemplo, la Gran Madre, el Hombre Sabio, la Hechicera, el Sumo Protector) que para uno encarne todas
las cualidades que necesita su Niño Interior en ese momento.
Cualquiera de estos símbolos universales evoca en la conciencia una potente energía psíquica que puede servir de fuente dinámica de inspiración
y curación. Un ejemplo de arquetipo que puede proporcionar seguridad
a nuestro Niño Interior es el de la Gran Madre, lo femenino como fuente de vida y sustento. Cuando se evoca la Gran Madre en la imaginación,
ella encarna los atributos de un ser que está indiscutiblemente presente
para protegernos, nutrirnos, amarnos y guiarnos.
Al relajarnos, abandonar toda inhibición y permitirnos a nosotros mismos comunicarnos con la realidad de esa presencia,
comensamos a sanar y a interiorizar sus atributos.

|