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Todos tenemos deseos egoístas, pero también tenemos el deseo de dar y compartir con otros. Tenemos el deseo de escuchar mejor a otros, ser mejores padres, ser mejores hijos.
Cuando estamos enamorados, todo lo que queremos hacer es complacer a nuestra pareja haciendo cosas dulces y maravillosas para él o ella. Nos volvemos completamente incondicionales en nuestros afectos. El problema es que sólo nos mantenemos en dicho estado por un corto periodo de tiempo. En las primeras etapas de la relación, si te dejara un mensaje y me llamaras un tiempo después, eso no sería un problema. Pero a medida que estoy más envuelto y vulnerable, comienzo a esperar que me devuelvas la llamada inmediatamente. Si no lo haces, comienzo a sentirme ansioso, tal vez hasta con pánico.
¿Qué pasó? Comencé a enfocarme en lo que estoy recibiendo en vez de enfocarme en lo que estoy dando.
Hoy, revisa tus intenciones al compartir. Tu falta de egoísmo será directamente proporcional a la cantidad de satisfacción que recibirás por tus esfuerzos.
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