“Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”.
Mt 5, 43-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
USTEDES HAN OÍDO QUE SE DIJO
En este capitulo 5 de san Mateo, hemos leído como en distintos casos, Jesús ha perfeccionado la Ley, esa ley que enseñaba odiarás a tus enemigos, lo que equivalía a no tienes porque amarlo, entonces vamos hacer algunas referencia a la antigua Ley, para veamos el ambiente en que se vivía en aquel tiempo cuando Jesús nos invita a fomentar en nuestro corazón el amor a nuestros enemigos y pedir que seamos perfectos como es perfecto el Padre que esta en los cielos.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Nuevamente Jesús cita lo que oyeron en las lecturas y explicaciones sinagogales. La primera parte de esta sentencia se encuentra formulada así en la Ley, - No te Vengarás ni Guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Más bien, Amarás a tu Prójimo como a ti mismo - (Lev 19:18).
EN LA LEY SE PRECEPTÚA EL AMOR AL PRÓJIMO
Pero éste prójimo es sólo el judío. En algunos pasajes se recomienda y manda amar también al peregrino pero el contexto hace ver que no es el transeúnte, sino el advenedizo establecido habitualmente entre el pueblo judío e incorporado a él. - Cuando un extranjero resida con vosotros en vuestra tierra, no lo oprimiréis - (Lev 19:34),
La Ley preceptuaba positivamente el exterminio de diversos pueblos idólatras, amalecitas, ammonitas, moabitas, madianitas, cananeos y hasta preceptuaba la prohibición de aceptar compensación pecuniaria por el rescate de estas gentes - No aceptaréis rescate por la vida del asesino que Está condenado a muerte; Morirá irremisiblemente - (Núm 33:31). El salmista decía: ¿Cómo no odiar, ¡oh Yahvé! a los que te odian? ¿Cómo no aborrecer a los que se levantan contra ti? Los detesto con odio implacable y los tengo por enemigos míos (Sal 139:21.22).
AMEN A SUS ENEMIGOS, RUEGUEN POR SUS PERSEGUIDORES
Como síntesis ambiental, en Qumrán, en el Manual de disciplina (1:4-9), se lee Amar a todos los hijos de la luz, y aborrecer a todos los hijos de las tinieblas. Lo mismo en los Salmos de Salomón
Así es como del precepto positivo de amor al prójimo, pero solo entre los judíos, sumado al silencio del amor universal al prójimo, y que la ley respaldaba el exterminio de ciertas gentes que no eran judías, se vino a concluir dentro del pueblo la ilógica, pero práctica para ellos, la no obligación de amar a los no eran judíos.
NUNCA EL JUDAÍSMO LLEGÓ A ESTA MORAL.
Este era el ambiente que existía en tiempo de Jesús, con una interpretación muchas veces exagerada de la Ley, sin embargo Jesús da su enseñanza propia; Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, es decir el amor al prójimo llega hasta amar a nuestros enemigos, que, en contraposición al judío de aquel tiempo, son todos los no judíos, todos los hombres. Y al mismo tiempo se extiende a perdonar las ofensas personales con verdadera amplitud, pues manda; rueguen por sus perseguidores, en otras palabras a orar por los mismos que los persiguen.
EL motivo que Jesús cita para exigir este amor al enemigo es doble: así serán hijos del Padre que está en el cielo. La bondad es esencial a Dios y se desborda, benéfica y protectora sobre todos los hombres, buenos y malos - porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos - .No priva a éstos ni del beneficio del sol ni de la lluvia, destacado este último por su valor incalculable en la seca tierra oriental.
HIJOS DE DIOS, COMO SE ES, HIJO DE LA LUZ.
Por eso, cuando los seres humanos, en lugar de odiar a sus enemigos, los aman por caridad, imitan y participan de esta bondad indistinta y universal de Dios. Y esta imitación y participación establece en ellos una nueva y especial relación con El. Lo que se expresa en semita por el concepto de filiación: hijos de Dios, como se es, hijo de la luz. Así son los hombres, hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
Es así como Jesús nos dice: Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? El amor natural es practicado espontáneamente por todos. Pero aquí se destacará la necesidad de una conducta nueva de amor, que llega a los publícanos y gentiles, a quienes los judíos abominaban. ¿No hacen lo mismo los publicanos? y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? El amor aquí a los hermanos se debe de referir a los miembros de la comunidad eclesial a la que pertenecen. El motivo es este amor a Dios, a quien hay que imitar en la anchura del mismo.
SEAN PERFECTOS COMO ES PERFECTO EL PADRE QUE ESTÁ EN EL CIELO.
Jesús, luego añade la siguiente sentencia; Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. La perfección que se pide aquí es la benevolencia y el amor a los enemigos, pero por sobre todo, la misericordia.
Esta es la gran lección que hoy nos enseña Jesús, eso debe ser parte del cristiano, en su obrar, ha de imitar, en el modo de conducirse, al Padre celestial, norma cristiana de toda perfección. Ser grandes de corazón, supone el amor por los que consideramos enemigos, manifestación clara de que somos hijos de Dios y por esa forma de ser, reconocerán en nosotros la filiación divina. Dios es todo bondad y ama a todos los hombres, al imitar en eso al Padre, participamos todos de sus bondad infinita.
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
SANTA MARÍA MICAELA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO XIX
Conmemoramos hoy a santa María Micaela del Santísimo Sacramento fundadora del Instituto de las Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad..
El día de Año Nuevo de 1809 nacía en Madrid de los cristianos padres Miguel Desmaisieres, de la nobleza flamenca, y Bernarda López Dicastillo, dama de la reina María Luisa.
La naturaleza y la gracia fueron muy generosas con la niña Micaela Familia noble y rica, belleza física, padres ejemplares, inteligencia, bondad de corazón... Todo le sonreía. La educación esmerada que recibió también fue otro regalo del Señor. Cuenta la misma Micaela: "Mi madre nos hacía aprender a planchar y guisar a las tres hermanas que éramos, por lo que pudiera suceder. También teníamos que pintar, bordar, escribir, tocar diversos instrumentos y hacer un sinnúmero de rezos. Todo esto sin descanso, pues era esclava del deber".
En Guadalajara funda una escuelita para niños pobres y ella es la maestra. Les trae regalos, les enseña a rezar, los lleva a hacer la visita al Santísimo Sacramento, al que también desde niña ama con toda su alma. Ella sabe muy bien que allí está el centro de la vida cristiana y no desperdicia un momento para estar con El y para hacerle compañía.
Se ve obligada a acompañar, a su hermano, Conde de la Vega del Pozo, a París que va como Embajador y también por las ciudades de España. Madrid conoce a esta joven encantadora. Micaela se ve obligada, a pesar de su sinceridad, pues odia la doblez y el engaño, a llevar una doble vida: por la mañana se entrega a actos de caridad y de piedad: asiste a Misa, reza el rosario, hace oración mental y visita hospitales y enfermos. Por la tarde se ve obligada, muy a pesar suyo, a llevar vida más mundana: asiste al teatro, a reuniones de alta sociedad y debe procurar no desentonar llevando trajes elegantes y collares y pulseras.
No hay duda de que lo que más le ayudó en esta empresa de su propia santificación y en el gozoso apostolado que ejerció a lo largo de toda su vida, fue su gran amor al Santísimo Sacramento del Altar.
La Caridad, el amor a los pobres, sobre todo a las muchachas que llevan mala vida, es donde ha visto que debe poner los acentos de la nueva fundación que lleva entre manos. Un pequeño grupo se une a ella en medio de las dificultades que parecen invencibles, y así nace en 1859 la congregación de las Adoratrices y esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, con la ayuda y el consejo de san Antonio María Claret, instituto que se extiende por toda España.
Hay que salvar a estas futuras madres que tanto pueden influir en la marcha del mundo. Visita a los apestados. El 24 de agosto de 1865, mártir de la caridad, moría en Valencia afectada por el cólera.
Comprendió y realizó en su vida lo que la eucaristía significa: la comunión con el Cristo total en el servicio a los hermanos, miembros del cuerpo de Cristo; principalmente los más necesitados: los pobres, los enfermos, los débiles.
Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo
“Y CUANDO DES LIMOSNA, NO LO VAYAS PREGONANDO DELANTE DE TI, COMO HACEN LOS HIPÓCRITAS”
Jesús no enseña cuales son las buenas actitudes de los cristianos y cuales son propias de los fariseos. Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos”: Estar atentos para evitar hacer justicia con ostentosidad, es decir no se ha de practicar las buenas obras para ser vistos por los hombres. La virtud se practica por amor a Dios. Sólo así se tendrá “premio,” “recompensa” Pues “el que quiere hacer ostentación de su virtud, no trabaja por la virtud, sino por la fama.” Por eso los que así obran “recibieron” ya su recompensa.
“Y cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres.”
El cuidado de los pobres era carga de la comunidad. En tiempo de Jesús, los sábados se recogían en todas las sinagogas a la salida de las mismas las aportaciones voluntarias. Este sistema era anónimo. Aparte de esta colecta semanal se admitían dones voluntarios. Los fariseos solían dar limosna con gran ostentación a los pobres encontrados en los caminos o reunidos en plazas con motivo de alguna solemnidad. Y hasta parece que para excitar la generosidad se había introducido la costumbre de proclamar los nombres de los donantes, sea en las reuniones sinagogales, sea en las calles o plazas con ocasión de alguna solemnidad especial, ante las gentes reunidas (Eclo 31:11).
“Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.”
Rabí Eleazar (c.270 d.C.), decía: “Quien da limosna en lo oculto es más grande que nuestro maestro Moisés.” No se trata de la “vida interior” frente a la exterior. Es el “espíritu” de la obra lo que se destaca. El espíritu cristiano de la enseñanza no exige naturalmente el cumplimiento material de lo que se expresa. No es tanto la materialidad de la realización lo que se censura, sino la intención con que se hace. En otro pasaje que recoge Mateos, Jesús hará ver que el mérito de la limosna no está tanto en la cantidad de ésta cuanto en el espíritu y amor a Dios que en ella se ponga (Mt 12:41-43).
“CUANDO USTEDES OREN, NO HAGAN COMO LOS HIPÓCRITAS”
“Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. “
Jesús, censura y expone cuál ha de ser el espíritu cristiano de sus discípulos en la oración. Todo judío piadoso varón había de orar tres veces al día, sobre las nueve de la mañana, mediodía y sobre las tres de la tarde; Generalmente se oraba de pie, pero también era frecuente orar de rodillas. Se solía orar tendidos los brazos al cielo, e incluso vueltas las palmas de las manos, como esperando el don que esperaba recibirse.
Mas para el fariseo —”hipócrita” — también la oración era motivo para su vanidad. Les gustaba orar ostentosamente en las “sinagogas,” en el templo — también estaba permitida la oración en cualquier lugar puro — y en los ángulos de las plazas, probablemente para no ser interrumpidos en su exhibicionista oración por los transeúntes y bestias de carga. Jesucristo los describe diciendo el modo que oran “estando de pie.”Lo que se censura no es la posición, máxime cuando generalmente se oraba de pie, sino el modo exhibicionista con que oraban, es decir en pose. Con ello ya recibieron su recompensa al ser vistos por los hombres, por quienes lo hicieron.
Nuestra actitud cristiana de orar, en contraste con el estilo de los fariseos, la hacemos dentro de la “habitación y, cerrada la puerta, oramos al Padre, íntimamente, El ve en lo secreto, el siempre nos oirá. Lo que Jesús censura es la oración público-exhibicionista farisaica, y el contraste se presenta en el retiro privado del hogar. No se trata de censurar la oración pública — no es éste su objetivo —, que Jesús mismo recomendó en otras ocasiones. Se busca a Dios, que está en todas partes, no la exhibición.
También la oración cristiana exige como condición la sinceridad y sencillez, sin la “charlatanería” en la oración, esto es diciendo cosas vanas o inútiles, sea pretendiendo recitar unas fórmulas largas o calculadas, como si ellas tuviesen una eficacia mágica ante Dios. No es ésta la actitud cristiana en la oración, pues Dios conoce las cosas de las cuales tenemos necesidad antes de que se las pidamos.” Porque la oración no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios.
No pretende Jesús con esta enseñanza condenar la oración larga. No es éste el propósito de su enseñanza. La censura va contra la mecanización formulista o semimágica de la oración. Ni va contra la extensión de la oración. El mismo, en Getsemani, dio ejemplo de oración larga, al permanecer en la misma “una hora” de oración (Mt 26:39.42.44, par.), lo mismo que al pasarse, en ocasiones, la noche en oración.
CUANDO USTEDES AYUNEN, NO PONGAN CARA TRISTE, COMO HACEN LOS HIPÓCRITAS
Dice Jesús: “Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.”
Otro de los casos en que Jesús no habla del espíritu cristiano es a propósito del ayuno, de tanta importancia en el judaísmo y cristianismo.
En aquel tiempo los judíos tenían prescrito un ayuno obligatorio para todos en el día de Kippur, día de la gran expiación (Lev 16:29), día del ayuno por excelencia (Hech 27:9). Pero había también otros ayunos supererogatorios, que vinieron a incorporarse a la práctica colectiva de la vida piadosa. Algunos fariseos ayunaban todo el año. En los días más severos estaba prohibido saludar, y por eso se caminaba con la cabeza baja y, a veces, velada. En otros ayunos secundarios se prohibía trabajar, tomar baños, ungirse con perfumes y llevar calzado. En este ambiente, todavía había quienes, deseosos de ser vistos por los hombres y cobrar fama de virtuosos por sus ayunos, querían acusar esto en la cara, ensombreciendo ésta y presentándose “entristecidos.” Este ayuno era total hasta la puesta del sol.
Nuevamente ante este cuadro exhibicionista de los fariseos, Jesús nos presenta el espíritu del ayuno cristiano. Y lo presenta con las hipérboles orientales de contraste, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Hecho sólo por Dios, El lo verá y “premiará.”
Jesús nos ha enseñado a través de este evangelio, un principio importante, no debemos buscar la recompensa en la opinión de los hombres, El lo repite insistentemente, por tanto, nuestra buenas obras la hacemos por amor a Dios, sin preocuparnos si los demás la aprueban o no. Obramos por Dios, por amor y por fidelidad a EL, si lo hacemos así en conciencia, podremos esperar la recompensa del Padre por nuestro buen actuar.
Nuestro Buen Padre, esta presente en toda nuestra vida, el sabe lo que hacemos y por que lo hacemos.
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Juan Francisco de Regis, Santo
Predicador Misionero, 16 Junio
La tensión entre los católicos y los calvinistas franceses -los que recibieron el nombre de hugonotes-, alimentada por los intereses políticos de la Casa de Valois y la Casa de Guisa, fue aumentando en Francia; estallará la guerra civil en el siglo XVI y se prolongará durante el siglo XVII.
En uno de los períodos de paz en que se despierta el fervor religioso con manifestaciones polarizadas en torno a la Eucaristía y a la Santísima Virgen, en nítido clima de resurgimiento católico, nace Juan Francisco en Foncouverte, en el 1597, de unos padres campesinos acomodados.
Cuando nació, ya había pasado la terrible Noche de san Bartolomé del 1572 en la que miles de hugonotes fueron asesinados en París y en otros lugares de Francia, con Coligny, su jefe. Y faltaba un año para que el rey Enrique IV, ya convertido al catolicismo, promulgara el Edicto de Nantes que proporcionaría a los hugonotes libertad religiosa casi completa.
Juan Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Estaba comenzando los estudios teológicos, cuando se declara en Touluose la terrible epidemia de peste del año 1628. Hay abundantes muertes entre enfermos y enfermeros hasta el punto de fallecer 87 jesuitas en tres años; y como hacen falta brazos para la enorme labor de caridad que tiene ante los ojos, no cesa de pedir insistentemente su plaza entre los que cooperan en lo que pueden para dar algo de remedio al mal. Se hace ordenar sacerdote precisamente para ello, aunque su decisión conlleve dificultades para la profesión solemne.
Este hombre es tan de Dios que, cuando la obediencia le manda desempeñar su ministerio sacerdotal en la región de Montpellier, se hace notar por su predicación a pesar de que su estilo no goza del cuidado y pulcritud que tienen los sermones y pláticas de otros predicadores. Tan es así que, ante el éxito de multitudinaria asistencia y las conversiones que consigue, grandes figuras de la elocuencia sagrada van a escucharle y salen perplejos del discurso que han escuchado por la fuerza que transmite a pesar de la pobreza de expresión. Alguien llegó a decir que «se creía lo que predicaba». De hecho, llegó a provocar celotipias entre los oradores de fama hasta el punto de llegar a acusarle ante su padre provincial declarando que deshonraba el ministerio de la predicación por las inconveniencias y trivialidades que salían de su boca. ¿Por qué el santo suscita envidia precisamente entre los más capacitados que él? ¿Por qué la envidia de los demás es casi consustancial al santo? ¿Cómo es posible que se dé tanta envidia precisamente entre los eclesiásticos? Son preguntas a las que no consigo dar respuesta adecuada.
Quiso ir al Canadá a predicar la fe; pretendía ir con deseo de martirio; hace gestiones, lo solicitó a sus superiores que le prometieron mandarlo, pero aquello no fue posible. Su Canadá fue más al norte de Francia, en la región del Vivarais, donde vivió el resto de su vida. Allí fue donde se pudo comprobar más palpablemente el talante de aquel religioso grandote y flaco que con su sotana raída y parcheada buscaba a las almas. La región era el reducto inexpugnable de los hugonotes que habían ido escapándose de las frecuentes persecuciones. La diócesis de Viviers se encontraba en un deplorable estado espiritual; la mayor parte de los puestos eclesiásticos se encontraban en mano de los protestantes; sólo veinte sacerdotes católicos tenía la diócesis y en qué estado. La ignorancia, la pobreza, el abandono y las costumbres nada ejemplares habían hecho presa en ellos. Le ocupó la preocupación de atenderles y esto volvió otra vez más a acarrearle inconvenientes, ya que algunos que no querían salir de su «situación establecida» le culparon ante el obispo de rigorismo excesivo y de que su predicación -llena de sátiras e invectivas- creaba el desorden en las parroquias; y la calumnia llegó hasta Roma desde donde le recomiendan los jefes prudencia y le prohiben exuberancia en el celo. Creyeron más fácilmente a los «instalados» que al santo. ¿Por qué será eso?
Si los sacerdotes estaban así, no es difícil imaginar la situación de la gente. A pie recorre sube por los picos de la intrincada montaña, camina por los senderos, predica en las iglesias, visita las casas, catequiza, convence y convierte. Allí comienzan los lugareños a llamarle «el santo» y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle. Organiza la caridad. Funda casas para sacar de la prostitución a jóvenes de vida descaminada. No le sobra tiempo. Pasa noches en oración y la labor de confesonario no se cuenta por horas, sino por mañanas y tardes. Así le sorprendió la muerte cuando sólo contaba él 43 de edad: derrumbándose después de una jornada de confesonario, ante los presentes que aún esperaban su turno para recibir el perdón. Cinco días después, marchó al cielo. Era el año 1640.
Y «si hay un santo a quien pueda invocarse como patrón de las misiones rurales en tierras de Francia, este es san Juan Francisco de Regis», lo dijo Pío XII.
CUANDO OREN, NO HABLEN MUCHO, COMO HACEN LOS PAGANOS
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: Jesús expuso una censura y una forma correcta al orar y de orar, a través de esta enseñanza nos expuso cual debe ser el espíritu cristiano en la oración.
La oración cristiana exige como una condición la sinceridad y sencillez, dejando que hable el corazón, con actitud humilde, no como el practicado por los gentiles, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. Lo que estamos aprendiendo, que al orar no hay que utilizar vanas palabras, no se debe farfullar, es decir hablar muy deprisa y de manera atropellada o confusa y tampoco decir muchas cosas inútiles. En otra palabras, no pretender la charlatanería en la oración, sea diciendo cosas vanas o inútiles, sea pretendiendo recitar unas fórmulas largas o calculadas, como si ellas tuviesen una eficacia mágica ante Dios.
Es así como Jesús dijo: No hagan como ellos. En el judaísmo, en general, gustaba de prolijas oraciones y, en especial, acumular en ellas títulos a los nombres divinos. Pero Jesús no enseña que no es ésta la actitud cristiana en la oración, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Pero no se excluye la minuciosidad, porque no se estima como requisito semimágico, cuando viene de la sinceridad del corazón. La oración no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios.
No pretende Jesús con esta enseñanza condenar la oración larga. No es éste el propósito de su enseñanza. La censura va contra la mecanización formulista o semimágica de la oración. Tampoco Jesús va contra la extensión de la oración. El mismo, cuando estuvo en Getsemani, dio ejemplo de oración larga, al permanecer en la misma una hora de oración (Mt 26:39.42.44, par.), lo mismo que pasarse, en ocasiones, la noche en oración.
PADRE NUESTRO
Hermosa oración nos enseñó Jesús, El Padre Nuestro, es irremplazable, es una oración perfecta, en ella esta toda una enseñaza; que orar, como orar y como dirigirse a Dios como Padre.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Comienza esta oración dirigiéndose a Dios con una alabanza que nos hace grato el orar. Es encantador saber el verdadero sentido de paternidad y filiación divina que tenemos al ser hijos de Dios, al decir Padre Nuestro, además nos involucramos todos como hermanos, Dios es Nuestro Padre, uno solo y nuestro, de todos nosotros.
Decir Padre nuestro es la mejor ocasión para entrar el alma dentro de sí, y hacer el giro hacia la contemplación perfecta. Apenas se encuentra santa Teresa con la palabra “Padre nuestro” entre las manos, estalla en un “oh” de asombro contemplativo. Que Cristo se humille tanto para tratar con nosotros, que nos dé al Padre: “¡Cómo dais tanto junto a la primera palabra! Tan amigo de dar, que no se os pone cosa delante” (C 27,2).
Y cuando nos dirigimos al Padre en oración, levantamos los ojos a El, nuestro corazón se inflama y se apasiona porque nos dirigimos a quien más nos ama, y decimos tiernamente “Padre”, porque somos sus hijos, el nos ha creado, somos de su patrimonio, y con gran convicción, decimos Padre Nuestro, en plural, de este modo nos involucramos todos porque para El somos hermanos, y deseamos.
3. QUE ESTÁS EN EL CIELO
Levantamos los ojos y rezamos “Que estas en los cielos”, porque “los cielos publican la gloria de Dios"; (Sal 18,2), el cielo es donde ya no hay culpa y donde no hay ningún temor a la muerte, entonces nos elevamos a El y lo separamos de las cosas terrenas. San Agustín decía: Dios, habita en le corazón de los hombres justos, complementado con la idea del cielo, es entonces el cielo una idea mas allá de todo lo que el hombre puede imaginar.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
Luego rezamos “Santificado sea tu nombre”; Porque Dios es santidad pura, incorruptible, principio de todo lo bueno, y pedimos que sea santificado en nosotros su nombre, como auxilio para abstenernos de toda maldad y para que la santificación pueda venir en nosotros. Por tanto, esta es una expresión que nos compromete a buscar la santidad, para que Dios tenga hijos dignos recordando al salmista que dice: “Sea conocida tu santidad en todo el mundo, y te alaba dignamente, porque alabarte es de justos (Sal 32,1)
QUE VENGA TU REINO
Y es hora de pedir y rogamos: “que venga tu reino”; Para que el poder y la seducción y el reino de este mundo pasajero sean desterrados, sobre todo, el pecado, que reina en nuestra vida terrenal. De este modo también pedimos a Dios que nos libre de la corrupción y nos preserve de la muerte. También queremos decir venga el Espíritu Santo sobre nosotros para que nos purifique. El Reino de Dios viene cuando alcanzamos gracia; porque El mismo dice (Lc 17,21): "El reino de Dios está dentro de vosotros". Para que Dios reine en nuestras vidas, así entonces en todos nuestros pensamientos, palabras y acciones.
6. QUE SE HAGA TU VOLUNTAD
Y sin entristecernos por el Plan de Dios en nosotros, le pedimos al Padre que se hágase su voluntad aquí en la tierra como en el cielo; Es una súplica para que nos permita imitar la vida del cielo, y porque nosotros deseamos aceptar lo que El quiere. Le pedimos de este modo, que nuestra vida humana sea buena y semejante a la que tendremos después de la resurrección, por tanto ya queremos disponernos a llevar un modo de vida en este mundo, que esté conforme con la que esperamos en el otro.
7. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
Suplicamos a continuación “Danos hoy nuestro pan cada día”: Jesucristo es el Pan de Vida Eterna. El pan de nuestras almas es la virtud divina, que trae sobre ellas la vida eterna del mismo modo que el pan que nace de la tierra conserva la vida temporal. El pan divino que ha venido y el que ha de venir, le rogamos nos conceda hoy, con todo su sabor. También concédenos esto haciendo que el Espíritu Santo habite en nosotros, produciendo una virtud que aventaja a toda virtud humana, como la humildad, la bondad y el amor.
8. PERDONA NUESTRAS OFENSAS
Y reconociendo nuestras falta, solicitamos que perdones nuestros pecados, perdona nuestras ofensas: “Misericordia Señor, nos comprometemos a no faltarle, sin embargo caemos, pero El, bueno al extremo, nos perdona y luego volvemos a caer, entonces le suplicamos que suspenda el castigo que merecemos, y El tan bueno, lo hace. Pero en cuanto vemos que por su confianza en nosotros El mira para otro hermano, volvemos a caer nuevamente”. Jesus nos enseño a tener confianza por nuestras buenas obras, y nos enseñó a implorar el perdón de nuestros pecados, porque, no existiendo nadie sin pecados, no nos privemos de la participación de los beneficios divinos por los pecados humanos. Así pues, al ofrecer, como debemos, a Cristo, quien hace que el Espíritu Santo habite en nosotros, la santidad perfecta, habremos de reprendernos si no hemos conservado la pureza de su templo. Este defecto se enmienda por la bondad de Dios, perdonando a la humana debilidad el castigo de sus pecados.
9. PORQUE TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A AQUÉLLOS QUE NOS OFENDEN.
Y decimos lo enseñado por Jesús, “porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden”; Así es Dios, lleno de piedad por los pecadores, si lo es El con nosotros, tenemos que serlo del mismo modo con los demás y, si no es así, somos unos hipócritas. Esto los hacemos con toda justicia por el Dios justo. Cuando nosotros perdonamos a nuestros deudores; esto es, a los que nos han ofendido y confiesan su ofensa. Conociendo nosotros esto, debemos dar gracias a nuestros deudores; porque son para nosotros la oportunidad y la causa de nuestro mayor perdón. Además dando poco alcanzamos mucho; porque nosotros debemos muchas y grandes deudas a Dios y estaríamos perdidos si nos pidiésemos una pequeña parte de ellas.
10. NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN.
También nos enseñó el Señor, pedir para que El no nos dejes caer en la tentación: Pedimos a Dios que no nos deje caer en el pecado, esto es fuerza, amor, decisión, voluntad para enfrentar este diarios combate "entre la carne y el espíritu", capacidad para evitar las ocasiones de pecar. Si queremos que Dios permanezca en nuestro corazón, tenemos que protegerlo de la tentación.
En efecto, es imposible no dejarnos tentar, los santos fueron tentados, muchos sufrieron esta prueba, por eso le pedimos a Dios que no nos deje caer en la tentación, esto es, que no permita que suframos la prueba de las tentaciones inclinada a los placeres de los sentidos. Jesucristo conociendo nuestra debilidad, mandó que orásemos para que no cayésemos en la tentación; pero cuando alguno se ve en ella, conviene que pida a Dios la virtud de resistirla, para que se cumpla en nosotros lo que dice San Mateo (10,22): "El que persevera hasta el fin, se salvará".
11. LIBRANOS DEL MAL
Por este motivo, rogamos que nos libre del mal, del “maléfico”, y sus sinónimos, la mentira, el crimen, el robo, la xenofobia, la discriminación, la desidia, la irreverencia, el egoísmo, la envidia, la pereza, la maldad, la dureza de corazón, la incomprensión, irresponsabilidad, el inventar cosas falsas de los demás y tantas más que son el deleite de Satanás.
San Agustín nos dice que cada uno pide ser librado del mal (esto es, del demonio y del pecado); pero el que confía en Dios, no teme al pecado. Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom 8,31).
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
SANTA TERESA DE PORTUGAL +1250
Santa Teresa, hija del rey Sancho I de Portugal y de Dª. Dulce de Aragón, se casó con su primo, el rey Alfonso IX de León. Tras varios años de feliz vida marital (y varias hijas), el matrimonio fue declarado nulo por el parentesco demasiado estrecho entre ella y Alfonso y no haber recibido las dispensaciones apropiadas. Alfonso se casó con doña Berenguela, la madre de Fernando III el Santo.
Teresa volvió al monasterio cisterciense de San Benito de Lorbao, próximo a Coimbra. Allí se entregó a la práctica de todas las virtudes hasta su muerte, en gran ancianidad, el 17 de junio de 1250.
Fue enterrada en su mismo monasterio, junto a la tumba que ella había dispuesto veinte años antes para su santa hermana Sancha, virgen clarisa, fundadora del convento de Santa María de las Cellas.
Teresa pudo fácilmente haber guardado rencor, no lo hizo así. Con su ayuda se alcanzó un acuerdo pacífico.
Guardar rencor es como montar en bicicleta con una piedra en el zapato. A veces se va para un lado, pero la mayoría de las veces hace que cada pedalada sea miserable.
Lo peor de los rencores es la amargura que crean en nuestra alma. A menudo la persona a la que guardamos rencor ni siquiera sabe que estemos molestos y enfurecidos con ella. Acabamos por gastar extraordinarias cantidades de tiempo labrando y planeando nuestra venganza, para acabar descubriendo que la venganza nunca es tan dulce como creemos que lo va a ser. Si mantienes rencor contra alguien o contra algo, ahora es el momento de sacarte la piedra del zapato. Tienes la garantía de que te sentirás mejor y caminarás mejor.
Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo
“Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón”
Mt 6, 16-23
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
NO ACUMULEN TESOROS EN LA TIERRA
Jesús dijo a sus discípulos: No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Que los hombres no junten tesoros en la tierra. Esta escena recuerda una de aquellas casas de Palestina, y probablemente pobres, donde la costumbre era guardar en cofres y arcones, telas, trajes, tejidos valiosos; también en lugares más disimulados de la casa, y hasta ocultas en tierra y guardadas en cajas o en jarras, como esas de Qumrán, donde se guardaban cosas valiosas: monedas, joyas, lo mismo que alimentos y todo tipo de grano. Todo esto guardado con esmero está expuesto a la pérdida o destrucción.
DONDE LA POLILLA Y LA HERRUMBRE LOS CONSUMEN.
La polilla acribilla los tejidos, se lee en el evangelio de san Lucas12:23, la herrumbre los tesoros metálicos, es decir son elementos que causan corrupción, erosión, destrucción. Por fuera también todos esos tesoros se hallan amenazados, los ladrones perforan las paredes y los roban, y pueden robar fácilmente, horadando las casas palestinas, hechas de argamasa y adobe. ¿Qué fin tiene acumular tanta cosa que parece útil pero es inútil? Hay personas que acumulan riquezas materiales toda su vida y viven miserablemente, cuando mueren son muy ricos, pero esto de nada les sirve.
ACUMULEN, EN CAMBIO, TESOROS EN EL CIELO
Pero el Señor, no pretende que no tengamos un cuidado prudente de las cosa materiales que necesitamos para vivir, sino que lo material ocupe en nuestras vidas el lugar que necesita, y que no perdamos de vista los aspectos espirituales, es decir, feliz aquel que cuidando las cosa terrenas, pone su principal cuidado en las cosas de Dios. Si cuidamos la cosas de Dios, el cuidará las nuestras.
Entonces nos dice Jesús: Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Para seguridad hay que atesorar valores en el cielo. Se lee en los apócrifos Salmos de Salomón: El que obra la justicia atesora vida para sí mismo junto a Dios. Y en el apócrifo Testamento de Leví (13:5) se lee: Haced justicia, hijos míos, sobre la tierra, para que tengáis un tesoro en el cielo.
ALLÍ DONDE ESTÉ TU TESORO, ESTARÁ TAMBIÉN TU CORAZÓN.
Para atesorar en el cielo hay que tener allí el corazón, allí esta el amor de Dios, el verdadero tesoro. No son nuestras riquezas materiales, las joyas, el dinero, la fama y las posesiones, los valores en que se fijará el Señor, con ninguno de ellos se compra la gracia, sin embargo hay otros valores que podemos adquirir sin gastar un centavo como atesorar valores espirituales “Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente". Mt 9, 35-10, 8, Los valores del cielo, se adquieren con las buenas obras, con la oración y con la práctica de las virtudes de la fe, la caridad y la esperanza.
LA LÁMPARA DEL CUERPO ES EL OJO.
a lámpara que alumbra al cuerpo es el ojo. Cuando está sano, el ojo realiza su función, normalmente todo el cuerpo se ve inundado del beneficio de la luz: Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado Pero si está enfermo, malo en sentido físico, inutiliza al hombre, Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Se lee en literatura de esa época que se distinguía el camino bueno y malo según que el ojo era bueno o malo, es decir, que el hombre fuese benévolo o envidioso. El ojo malo se utilizaba como sinónimo de ambición, rivalidad, alevosía, egoísmo.
SI LA LUZ QUE HAY EN TI SE OSCURECE, ¡CUÁNTA OSCURIDAD HABRÁ
Dice Jesús: Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá! Si la conducta del ser humano está enferma, si ese ojo que es la luz que hay en ti, que debía iluminar con la luz de Jesús la vida moral, es tiniebla, el hombre estará situado en tinieblas morales. Y si lo que es luz es en él tinieblas, ¡cómo será esta moral en él! Llevará al mayor extravío, al hacer poner el corazón en lo que no es el verdadero tesoro (Rom 1:18ss).
Con este tema de la simplicidad y del ojo se describe la integridad, en el sentido de su total y exclusiva obediencia a los mandamientos de Dios; Así el hombre con esta simplicidad permanece en la luz cristiana.
Si tenemos los ojos sucios, veremos primero la mugre, decimos, las cosas se ven según el cristal por donde se mira, si tenemos los ojos limpios, veremos a través de la limpieza. Le pedimos al Señor, que nos regale, ojos que miren sanamente la vida, y un corazón puro, para atesorar buenos sentimientos y así poder vivir con rectitud y sin elementos que lo erosionen.
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
SANTA ISABEL DE SCHÖNAU ¿1130?-1164?
Schonau, que no suele figurar en los mapas, es un puntito de la Renania-Palatinado no lejos de la orilla izquierda del Rhin y de la gran ciudad de Francfort. Nos acordamos de su nombre por un monasterio de benedictinas en el cual ingresó Isabel en la primera mitad del siglo Xll.
La vida de una monja no acostumbra a dar mucha materia a sus biógrafos, y por lo común es todo lo contrario de lo noticiable; de Isabel de Schonau sabemos que fue superiora en 1157 y que murió muchos años después. Lo demás, históricamente, no parece haber tenido gran relieve.
Sin embargo, hay muchas cosas de su vida interior que nos son conocidas gracias a cuatro libros que compuso y que completó su hermano Egberto. Libros extraños, hechos de visiones, de éxtasis místicos, de momentos indecibles que apenas pueden trasladarse a palabras.
Santa Isabel (en realidad no fue canonizada formalmente, pero enseguida se le tributó un culto que la Iglesia no ha desautorizado nunca) nos habla de espantosos años de prueba, con aridez espiritual, hastío y fortísimas tentaciones de dudas sobre la fe, hasta el punto de creerse abandonada por Dios.
La prueba termina con una aparición de la Virgen, y sus escritos nos hablan de escenas inolvidables en las que ve el Infierno, y cómo los ángeles acumulan en un platillo de la balanza las buenas obras, mientras el demonio pone en el otro los pecados, que pesan mucho más. Hasta que la justicia divina manifiesta el desbordamiento irresistible de la misericordia: el ángel añade a los méritos humanos una Hostia, y el platillo se vence por su lado como si lo empujara un peso infinito.
Muchos libros son el resultado de la colaboración entre dos autores. Cada escritor aporta su inspiración y estilo propios, creando un producto acabado que es mejor de lo que podría haber logrado cada uno por su lado. Santa Isabel de Schönau y su hermano Egbert fueron compañeros en al menos tres libros, uno de los cuales se titula El libro de los caminos de Dios. Basadas en las visiones de ella, estas obras incluyen escenas de la vida de Cristo así como exhortaciones al arrepentimiento y la penitencia. Aunque las obras muestran pruebas claras de la educación de Egbert, sin las visiones de Isabel nunca podrían haber sido escritas.
Las asociaciones creativas permiten a menudo a ambas partes hacer lo que mejor saben. Una de las colaboraciones más creativas que podemos formar es con Dios. Formar una asociación con Dios no es como firmar un contrato legal. Después de todo, difícilmente podría ser un encuentro entre iguales. Nosotros traemos nuestros humildes talentos, y Dios provee su poder ilimitado. Lo más increíble de todo es que Dios quiera entrar en semejante relación con nosotros. Parecería que Dios, creador del universo, tiene poca necesidad de hacerlo. Sin embargo, en este mundo, Dios no tiene otras manos que las nuestras; somos los instrumentos de Dios. La colaboración que formamos es el modo principal en que la gracia y la bondad de Dios se extienden a través del mundo. En un sentido muy real, nuestra asociación hace posible la obra de Dios en la Tierra.
Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. Jesús nos dijo Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón, (Mt 6, 19-23) allí esta el amor de Dios, el verdadero tesoro, a El debemos amar por sobre todas las cosas. Es un imperfecto, sentimiento pensar que se puede amar tanto a otra persona como a Dios. Una imperfección compatible con un fundamental amor a Dios. Este versículo, literariamente se presenta un siervo entregándose totalmente a un señor; su voluntad es la de éste. Esto le impedirá servir a otro totalmente. El siervo no tiene más que la voluntad de su amo. Jesús acusa de incompatibilidades, aborrecerá a uno y amará al otro. Esta formulación no significa odio propio, sino no amar o amar menos. Y Jesús dice la enseñanza: No se puede servir a Dios y al Dinero. No se puede servir a un tiempo con la misma sumisión a Dios y a la riqueza material, no se puede hacer ni psicológica ni religiosamente, esto no es posible. El corazón ha de estar totalizado en Dios.
2. SENTIRNOS QUE PERTENECEMOS A DIOS
Cuando nos hemos bautizados, no hemos consagrados a Dios, y es así, como en nuestras conciencias sentimos el llamado de Dios a vivir en plenitud de nuestra vida esa consagración, asumimos con amor la voluntad de pertenecer al Señor y servir y vivir para El.
Para sentirnos que pertenecemos a Dios, debemos liberarnos de las odiosidades y las soberbias, abandonar el egoísmo y las comodidades, y no servir a las riquezas haciéndonos esclavos de ellas, ya que las comodidades materiales nos alejan del servicio de Dios.
3. NO SE INQUIETEN POR SU VIDA
Dice Jesús: Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No ha de haber solicitud por los bienes necesarios de la tierra? Sí, pero sin demasiada interés, pues hay Providencia. La enseñanza es clara: no es negar el cuidado por las cosas necesarias o convenientes a la vida — alimento, bebida y vestido —, sino lo que se censura es el afán desorbitado por aquellas que impidan atender a las exigencias del reino. No se promete venir, milagrosamente, a proveer de sustento o cubrir así las necesidades de los hombres. Jesús al encontrarse sediento, pide agua a la Samaritana (Jn 4:7). Como también para usos y previsiones del grupo apostólico había una caja común de bienes (Jn 13:29).
4. ¿NO VALE ACASO MÁS LA VIDA QUE LA COMIDA Y EL CUERPO MÁS QUE EL VESTIDO?
Pero las enseñanzas indican que hay Providencia. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? …..Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta .,,,,,,.. Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Se prolonga la vida, y, sin embargo, Dios alimenta las aves, viste los lirios y prolonga la vida del hombre. ¿No hará mucho más Dios con nosotros? ¡Cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! El Padre sabe de lo que hay necesidad, por eso Jesús nos dice: El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Hay que pensar primero en buscar el Reino, cumplir sus exigencias, y Dios proveerá por mil medios al desarrollo de la vida, pues cuida del hombre.
5. ¡HAY PROVIDENCIA SOBRE LA VIDA!
La gran lección, después de buscar primero el reino y su justicia es ésta: ¡Hay providencia sobre la vida! La providencia de Dios, que ¡existe! y la enunciación son de sabiduría, y habla del suceder normal y según la naturaleza de las cosas. Los que no tienen fe -- Son los paganos los que van detrás de estas cosas-- se preocupan por todas las cosas de la vida, porque no conocen la providencia de Dios, nuestro Padre.
¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? De aquí que esta palabra hay que interpretarla de edad, un tiempo que se añadiese a una vida no es en realidad, nada, el salmista dice hablando de la vida del hombre: Has reducido a palmos mis días (Sal 39:6). Y un palmo, como medida metafórica, añadido a la vida de un hombre no sería nada.
6. BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA
Dice el Señor: Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, esto comprende todas aquellas cosa que son justas, todas esas obras que hace que nuestra vida sea justa con la justicia de los evangelios, justas a los ojos de Dios. Eso es lo que debemos buscar y practicar, así podremos instaurar el Reino en nuestras vidas. Luego Jesús nos dice que todo lo demás se les dará por añadidura.
7. NO TE PREOCUPES POR LA INQUIETUD DE MAÑANA
No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
En el Talmud se lee: No te preocupes por la inquietud de mañana, porque tú no sabes lo que el día traerá, como para indicar la inutilidad de adelantarse a lo incierto, que indica que, con preocupaciones, no se alarga un instante la vida. Hasta por utilidad, evítese lo inevitable. Pero no por simple utilitarismo. Encuadrado el versículo en este fragmento de la Providencia, la sentencia cobra una nueva perspectiva. No te preocupes afanosamente, desorbitadamente, por los cuidados del mañana, que ni conoces y acaso ni puedes evitar; y formulado todo ello sabiamente. Pero confía en Dios, porque ¡hay Providencia!
8. EL PADRE QUE ESTÁ EN EL CIELO SABE BIEN QUE USTEDES LAS NECESITAN
Tengamos fe en la Providencia de Dios, ciertamente como nos dice Jesús, nosotros para el Señor valemos mucho mas que los pájaros y todas las cosas que El ya se preocupa, nuestra vida vale mucho mas que las cosas materiales. Jesús nos enseña que - El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan -
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
SAN ROMUALDO S. X
San Benito se dirige en su Regla a aquel que «verdaderamente busca a Dios».
Romualdo hizo de este consejo la guía de su vida. Hijo de Sergio, duque de Rávena, había nacido en una ilustre ciudad a mediados del siglo X. Después de una juventud disipada, escuchó la llamada del Señor, que se confundió en su caso con la llamada a la vida eremítica.
Desde Classe a Venecia, y más tarde de Venecia a Cuxa (Francia) en donde acompañó al dux Pedro Orséolo al renunciar éste al mundo (978); de Cuxa a diversos lugares de Italia... edificaba su ermita cerca de alguna abadía, para llevar allí una vida solitaria cantando el Oficio junto con los monjes. Pudo dar cumplimiento de un modo estable a su proyecto en Val del Castro y más tarde en Camaldoli en los Apeninos. La Orden de los monjes ermitaños Camaldulenses tenía la novedad de ofrecer a quien buscaba a Dios la opción de tres tipos de vida consagrada: la observancia común de los monjes benedictinos, la vida de eremita asociada a la alabanza de las Horas en común y la soledad total de los enclaustrado!.
La vida de Romualdo durante más de treinta años fue prodigio de penitencia, de oración y de milagros. Eran muchos los que deseaban seguir a su lado y recibir su orientación.
Alguien ha dicho que lo que fue la Orden de Cluny para Francia fue la Camáldula - fundada por San Romualdo - para Italia. Se le puede apellidar como el gran reformador del monacato, gran cenobita, anacoreta y fogoso predicador de la doctrina de Jesucristo.
Moraba Romualdo en Val del Castro cuando sintió próximo su fin. Pidió a sus hermanos que le dejaran a solas con Dios, y, en su soledad tan querida, partió al Señor (1027).
Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo
Nos encontramos ante un caso verdaderamente prodigioso. Cuatro hermanos santos y reconocidos como tales por la Iglesia: San Leandro, San Isidoro, San Fulgencio y nuestra biografiada Santa Florentina.
Los padres de nuestra santa se llamaron Severiano y Túrtura y supieron educar cristianamente a sus hijos cuyos frutos ahora reconocemos.
Su padre desempeñaba un alto cargo en Cartagena pero por razones políticas parece que hubo de emigrar a Sevilla por el 554.
Aquí continuaron dando maravilloso ejemplo de unión y de vivencia de las virtudes cristianas. Leandro llegará a ser Arzobispo de Sevilla y una vez muertos sus padres, se encargará de formar a sus hermanos menores: Isidoro, que será también Arzobispo de Sevilla y una gran lumbrera de España y San Fulgencio que fue obispo de Écija, así como a S. Florentina.
Su juventud fue tan santa como podía esperarse de aquel hogar donde reinaba el amor y temor santo de Dios. El trabajo y la formación espiritual era a lo que estaban entonces llamadas, especialmente las mujeres de la época visigoda, a la que pertenecen de lleno estos cuatro santos hermanos.
Consagra su virginidad en el monasterio benedictino sevillano de Santa María del Valle, junto a Écija. donde llegaría a ser abadesa y ejemplo y consejo para otros monasterios.
Vale la pena traer aquí los consejos que en un precioso tratado daba San Leandro a su hermana Florentina valiéndose del nombre de su piadosa madre, Turtur, en latín, que significa tórtola en castellano: "No quieras irte del tejado en donde la tórtola tiene sus pequeñuelos. Eres hija de la inocencia, del candor, tú precisamente que tuviste a la tórtola por madre. Pero ama mucho más a la Iglesia, tórtola mística que todos los días te engendra para Cristo. Descanse tu ancianidad en su seno, como antaño descansabas y tu ardor mecías en el regazo de la que cuidó tu infancia.
El mismo San Leandro escribirá para su hermana y las demás monjas de su tiempo un precioso tratado que vendrá a ser como una especie de Regla que influirá grandemente sobre todos los monasterios femeninos de su tiempo.
Le dice entre otras cosas que sea servicial con las hermanas que viven con ella y que procure no hacer sufrir a ninguna. Debe procurar leer y orar continuamente. Cuando tenga que hacer algún trabajo debe procurar que otra le lea algo. Si vive la vida comunitaria, su vida se parecerá a la de los Apóstoles. Debe procurar permanecer siempre en el mismo monasterio. Y un consejo para ella que era superiora: Que sea discreta para saber lo que debe conceder y negar según las necesidades de cada una. Que no tenga peculio, ya que todo en el Monasterio es común... Buenas reglas que siempre procuró vivir Florentina y que viviéndolas llegó a la perfección. Murió por el 636.
Sus reliquias principales se conservan en la catedral de Murcia y en El Escorial. Es Patrona de la diócesis de Plasencia.
Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, Al peligro del camino ancho con senda a la perdición, puede unírsele aquí el peligro que para lo mismo aportan los falsos profetas. El falso profeta o profeta de mentira era conocido en la vieja historia de Israel. Siempre la ambición, el falso celo o la enfermedad hizo surgir este tipo de personas. Jesús hablará y profetizará varias veces la presencia de estos falsos que pretenden de seducir al pueblo.
Esto toca de algún modo a los fariseos en su momento histórico. Aunque estos no eran profetas. La aparente austeridad externa de su vida, aunque fuesen sepulcros blanqueados, había hecho de ellos los rectores espirituales del pueblo. Pero los fariseos eran los grandes enemigos de Jesús y su doctrina, hasta el punto de anular con sus tradiciones el precepto de Dios (Mc 7:9) en su lucha antimesiánica contra el reino de Jesús. Ni entraban (ellos) ni permitían entrar a los que querían entrar (San Mateo 23:23). Eran guías ciegos que llevaban al pueblo al abismo (San Mateo 15:14). Más para su valoración da un control de exactitud: los frutos. De los fariseos dice Jesús: No los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen (San Mateo 23:3).
San Mateo inserta luego una sentencia que fue utilizada por él en la predicación del Bautista: Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Estas formas pasivas — es cortado y es arrojado — tienen por sujeto de actuación a Dios, según el uso frecuente de las mismas en la literatura rabínica.
El sentido histórico de este pasaje son los fariseos. Pero posiblemente incorpora estas sentencias con un sentido histórico también a causa de un fenómeno religioso contemporáneo de la composición de los evangelios: los judaizantes y la infiltración y desconcierto que producían en la Iglesia primitiva los herejes. Esto es típico de la literatura del evangelio de San Mateo y expresa siempre un aviso para ponerse en guardia contra las desviaciones religiosas, y característico también para expresar sus preocupaciones eclesiales, incluso por su terminología comparada, por gentes surgidas de la comunidad.
El discernimiento del verdadero y falso profeta, en sus días, era una de las preocupaciones dominantes. También lo es hoy, porque el cristiano consagrado a Dios puede ser un falso profeta, entonces es necesario que nos examinemos, así es, en conciencia debemos analizarnos si somos falsos o verdaderos profetas.
¿Qué tanto estamos comprometidos en la instauración del Reino?, ¿Hablamos nuestra palabra y con nuestra vida en nombre de Dios?, quizás nuestra consagración a Dios nos hace parecer como profetas del Señor, pero íntimamente ¿respondemos a esa realidad?
Dice Jesús: Por sus frutos los reconocerán. Estos frutos son nuestras acciones como hombres, es así como depende de nuestra voluntad, entonces no pueden ser buenos si son productos de nuestra mala voluntad, como no pueden ser malos cuando vienen de la buena voluntad que tengamos.
Pero, ¿Cómo es la nuestra?, es preciso examinar nuestra voluntad, pues se puede ser consagrado o auto convencerse de que se es, pero se puede ser falso, o ser verdadero.
¿Como es nuestra vida?, es preciso hacerse un análisis, porque no solo son falsos profetas los herejes, sino también aquéllos cuya vida esta lejos de las enseñanzas de Jesucristo, una vida de escasa moralidad o corrupta, pero que es ocultada con el antifaz de la virtud, por eso dijo Jesús Por sus frutos los reconocerán.
¿Cómo es nuestra palabra?, es necesario que corresponda a la realidad intima de cada cual, si hablamos con la palabra de Dios, tenemos que hablar también con nuestra vida dedicada lealmente a EL y debe estar exenta de todo tipo de engaño, lo que mostramos, eso debe ser.
¿Cómo nos reconocerán?, por lo que hacemos, por nuestras obras, no por nuestras palabras.
Seremos cuidadosos de los falsos profetas, pero también nos preocuparemos de no serlo.
Dice el Señor; Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Hay mucha falsedad por todas partes, debemos cuidarnos de los que son falsos y también de no serlo, especialmente cuidarse de la hipocresía, de aparentar, o de mostrar lo que no somos, porque el verdadero testigo del Señor debe ser absolutamente consecuente, es así como debemos parecer como tal, y presentarnos como tal, pero no solo parecerlo, sino que ser interiormente y esto reflejarlo exteriormente.
Tal como ese conocido dicho, se debe ser y parecer, eso es ser un discípulo autentico.
La honestidad, la vida en rectitud, el buen proceder, las buenas intenciones, la oración, la piedad, la caridad, la comprensión, la preocupación por los demás, la preocupación por las cosas de Señor, son parte integrante del sabor del buen fruto y de la oveja verdadera, el antónimo de lo anterior, es ser mal fruto y lobo.
EL CORAZÓN CONSTITUYE EL CENTRO PROFUNDO DE NUESTRO SER
Jerónimo nos hace caer en la cuenta de que Jesús nos invita a no detenernos en el «vestido», en las apariencias, y a tomar como criterio de valoración de la conducta humana los «frutos» que produce. Puedo detenerme en la meditación sobre los frutos que acompañan a la vida del cristiano. Los encuentro en las cartas paulinas (Gal 5,22; Rom 14,17; Ef 5,9) y los dispongo siguiendo la triple referencia con la que presenta al ser humano la Escritura, referencia que gravita sobre el corazón, los labios y la mano. El corazón constituye el centro profundo de nuestro ser; la boca preside la comunicación, y la mano, verdadera prolongación de la conciencia, preside la acción.
Realizo un enfoque introspectivo, deteniéndome en la meditación sobre los tres centros de gravedad: Corazón: caridad, magnanimidad, fidelidad, justicia. Boca: alegría, benevolencia, mansedumbre, verdad. Mano: paz, bondad, dominio de sí mismo, «dedo de la diestra de Dios».
ORACION
Señor, soy un sarmiento injertado en ti, árbol de la verdadera vida. De ti me llega el líquido de la Palabra y de la eucaristía. Sólo en ti puedo dar frutos para la vida eterna. Concédeme aceptar las podas que el Padre obra en mí, para que pueda fructificar más.
“Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: Lo quiero, queda purificado”. Y al instante quedó purificado de su lepra.
Mt 8, 1-4
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES PURIFICARME”.
Se acerco a Jesús un “leproso”. Como sabemos, las manos y los pies del que padecía de esta enfermedad eran acometidos lentamente, La lepra se consideraba una enfermedad incurable. Era como vivir muriendo.
Esta enfermedad tenía una triple consecuencia en quien la padecía: corporal, social y religiosa. Socialmente eran seres aislados. Por temor al contagio se les declaraba legalmente impuros y se les apartaba de las ciudades, obligándoles a llevar vestidos desgarrados, la cabeza desnuda y a advertir su proximidad gritando: Tamé, tamé, “impuro, impuro.” Religiosamente no eran excomulgados, pero en las ceremonias del culto en las sinagogas debían colocarse aparte. Esto era humillante, pero aún lo era más al ser considerada su enfermedad como castigo de Dios, merecido por grandes pecados. De ahí el nombre lepra: tzara’at, “golpe,” “azote divino”.
2. EL EXTENDIÓ SU MANO Y LE “TOCÓ” PARA CURARLE.
A los leprosos que no eran recluidos, aunque tenían que vivir aislados, se les permitía venir a las ciudades a pedir limosna o ayuda a los suyos, debiendo hablar a las personas a “cuatro codos” de distancia. Este leproso se acercó mucho a Jesús, El “extendió la mano y lo tocó” para curarle. El leproso, “Se postró” delante de él”, en Marcos se relata: “de rodillas”, y sobre “su rostro” (Lucas) en tierra, conforme al uso judío.
Jesús no le apartó ni se comportó como algunos rabinos que huían al divisarlos o les arrojaban piedras para apartarles de su camino y no contaminarse “legalmente”. “Si quieres, puedes purificarme”, es decir limpiarme, dijo el leproso. Su fe era grande.
3. “LO QUIERO, QUEDA PURIFICADO”
“Quiero, queda purificado,” le contestó Jesús extendiendo su mano. Y le tocó. La Ley (Lev 15:7) declaraba impuro al que tocase a un leproso. Pero Jesús “toca” para curar. No podrá contagiarse de esta enfermedad ni contraer ninguna impureza legal el que curaba las enfermedades y el que era “Señor del sábado” y de toda la Ley. “Y al instante quedó purificado de su lepra.”.
Jesús extiende la mano sobre el enfermo, así como, según las Sagradas Escrituras, Dios extiende la mano sobre alguien para protegerlo. Con esto Jesús pone al enfermo bajo la protección de Dios, y por el contacto lo pone en comunión con él. (Los milagros de Jesús [1970] p.32).
4. JESÚS LE DIJO: “NO SE LO DIGAS A NADIE
Se comprende la sorpresa, la gratitud y la reacción de aquel hombre al verse purificado y limpio, justificada su inocencia y hábil para volver a la sociedad y a su hogar. La explosión apuntaba. Y ante ello Jesús, “con fuerte conmoción de ánimo” (cf.Jn 11:13), le ordena que no diga nada a nadie. Talvez d Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, debían de estar ellos dos solos o muy poca gente que no comprometía el peligro de divulgación, en cuya medida de precaución pone al leproso curado. El proclamarlo en aquel ambiente de sobreexcitación mesiánica no hubiera logrado más que hacer intervenir intempestivamente al sanedrín (Jn 1:19-20) o, incluso, a la misma autoridad romana.
“Pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio”. Luego le ordena que cumpla la Ley presentándose en el templo a los sacerdotes, que como personas más ilustradas podrían certificar la curación y aun darle por escrito un certificado de ello.
Y añade: “para que les sirva de testimonio a ellos”. Según el concepto que a este propósito se dice en el Levítico (14:1-32), éste era un “testimonio” de la curación en forma de sacrificio a Dios hecha a un y por un sacerdote, ya que es lo que prescribió Moisés y es a lo que aquí se refiere.
5. NO CUMPLIÓ EL “SECRETO MESIÁNICO.”
Curar enfermos de todo tipo, era una señal de la obra del Mesías (Is 5:35; Mt 11:5.6). Así la Ley venía a testimoniar la grandeza y obra de Jesús. El Señor se enternece y se conmueve y cura al leproso, luego le prohíbe severamente su divulgación, pero el curado no cumplió la orden de Jesús de no divulgar la noticia, creándole dificultades para venir públicamente a las ciudades.
La gratitud y la satisfacción de su cura, que era a su vez rehabilitación moral suya, le hizo volcarse en alabanzas. Esto también hizo que la noticia se divulgase por Galilea, haciendo que Jesús no pudiese entrar “públicamente” en las ciudades, porque éstas se conmocionaban, proclamándole Mesías antes de tiempo, con los peligros de sobreexcitación mesiánica mal entendida y las posibles repercusiones políticas de Roma en Palestina.
Por eso, El se quedaba en “lugares desiertos” para hacer “oración”. Pero las gentes venían a El para que los curase.
Nos encontramos ante un milagro de Jesús, realizado ante mucha gente, que seguramente quedó muy impactada, esto, por las circunstancias que rodeo esta acción de Jesús. En una situación difícil se encontraban los enfermos de lepra en aquellos tiempos, nadie se les acercaba y a ellos no se les permitía acercarse a alguien, sin embargo por el deseo de sanarse el se atreve a acercarse a Jesús, el enfermo intuye que en El encontrará la curación a su mal.
Jesús acompaña su enseñanza con la acción. Es preciso cumplir la ley -de ahí la orden dada al leproso de presentarse a los sacerdotes-, pero la gracia supera a la ley. Por eso Cristo no duda en extender la mano y transmitir al enfermo la energía recreadora. El leproso representa a todo el género humano afectado por el morbo del pecado y, junto con el centurión y la suegra de Pedro (de los que habla el evangelio de mañana), constituye una trilogía representativa de los estrados sociales considerados al margen de mundo judío: los enfermos incurables, los paganos y las mujeres.
El primer acto del leproso es la postración ante el Taumaturgo. Se trata de la misma actitud que realizaba un adepto ante la imagen de la divinidad, inclinándose con veneración y besándola (que es el significado literal del término griego «postrarse»). En segundo lugar, realiza, no de modo diferente a como hará el centurión, un acto de fe. Un acto en el que encontramos una absoluta confianza en la acción del «Señor» (ese es, precisamente, el título que le dirige) y una disposición de ánimo para recibir la intervención sanadora que favorece al máximo su eficacia.
Me identifico con el leproso: ¿cuál es la «lepra» que me afecta? ¿Cuáles son las llagas crónicas que me privan del estado de salud en el que fui creado (cf.Sab 1,14)? Noto el toque taumatúrgico del Señor, toque que alcanza su cima cuando recibo la eucaristía, «el medicamento de la inmortalidad» (Ireneo de Lyon).
ORACION
Te contemplo presente y operante en mí, oh Señor, ahora que te he recibido en la comunión. Me postro en adoración ante ti y te doy, huésped divino, aquel beso que esperaste en vano de Simón el fariseo, que te había invitado a comer en su casa (cf.Lc 7,45). Pienso en mis llagas y digo, con todo el arrebato de mi fe: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Secundo tu acción, dado que el contacto que has establecido con mi cuerpo en la comunión va mucho más allá que el de un simple toque, aunque sea taumatúrgico. Tú que vives en mí haz pasar a mis miembros el fruto de tu pasión y de tu resurrección
“Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.”
San Mateo 8, 5-17:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. TENÍA UN ESCLAVO AL QUE AMABA MUCHO Y ESTABA ENFERMO
Este milagro lo realiza Cristo después del sermón de la Montaña, en Cafarnaúm, donde tenía, desde hacía ya mucho tiempo, su domicilio (Mt 4:13).
Vivía allí un centurión, no judío, sino gentil, pero que admiraba la religión judía. “Ama a nuestro pueblo,” decían los de la ciudad, y prueba de ello es que les había levantado la sinagoga (Lc). Debía de estar a las órdenes de Herodes Antipas, que tenía un pequeño ejército compuesto de tropas mercenarias y extranjeras organizadas al modo romano. Este centurión tenía un esclavo al que amaba mucho. Estaba enfermo de “parálisis” y “próximo a la muerte” (Lc). En esta circunstancia llegó Cristo a Cafarnaúm y el centurión acudió a él con solicitud y urgencia.
2. "YO MISMO IRÉ A SANARLO".
Se acercó a Jesús un centurión, rogándole: "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente". Jesús le dijo: "Yo mismo iré a sanarlo". Se llama centurión porque tiene a su cargo y manda a cien hombres, y este ruega por uno de sus siervos. Jesús observa la fe, la humildad y la prudencia del centurión, así es como le ofreció inmediatamente que iría y sanaría al siervo. Lo que nunca había hecho Jesús lo hizo ahora. En todas partes sigue la voluntad de los que suplican, aquí la excede. No sólo ofreció curarlo, sino también ir a su casa.
Hizo esto para que conozcamos la virtud del centurión. Además, prometió ir porque se pedía para un siervo, a fin de enseñarnos que “no debemos complacer a los grandes y despreciar a los pequeños, sino que igualmente debemos complacer a pobres y a ricos” (San J. Crisostomo).
3. SEÑOR, NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA
San Jerónimo nos explica: Así como admiramos la fe en el centurión, porque creyó que el paralítico pudo ser curado por el Salvador, así se manifiesta también su humildad, en cuanto se considera indigno de que el Señor entre en su casa, y por ello: "Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres en mi casa".
Sin duda creyó el centurión que más bien debía ser rechazado por Jesús, esto por ser gentil. En todo caso él ya estaba lleno de fe y todavía no había recibido para sí el misterio de seguidor de Jesús..
San Agustín nos comenta sobre esto “Considerándose como indigno apareció como digno, no de que entrase el Verbo entre las paredes de su casa, sino en su corazón. Y no hubiera dicho esto con tanta fe y humildad si no hubiese llevado ya en su corazón a Aquel de quien temía que entrase en su casa, pues no era una gran felicidad que Jesús hubiese entrado en su casa y no en su pecho”.
4. “NO HE ENCONTRADO A NADIE QUE TENGA TANTA FE”.
Jesús, admirándose, dijo a los que le acompañaban: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe”. Esta es la fe que Jesús nos pide, esa en la cual renunciamos a apoyarnos en nosotros mismos, en lo que creemos validos, en nuestros pensamientos, esto es en nuestras fuerzas o en nuestro particular juicio. En efecto, es distinta nuestra fe si la hacemos abandonados plenamente a ojos cerrados en la Palabra del Señor, esa Palabra que jamás deja de cumplirse, esa Palabra que es de Vida eterna.
En la lectura de los Evangelios, observamos que la falta de fe, impidió en alguna ocasión al Señor hacer alguna de sus maravillosas obras, así nos dice Mateo 13,58, “Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe”. Es así como debemos vivir en gran profundidad la fe, de esa manera serían aún más visibles las obras de la gracia del Señor.
Tal como este centurión, que gracias a su fe, obtuvo del Señor Jesús ese milagro de la curación de uno de sus hombres, no le cerremos a El, ese deseo de poner sus manos en nosotros por nuestra falta de fe.
5. NUESTRO AMOR DE CRISTIANOS DEBE SER DESINTERESADO
El ejemplo de este centurión, es que el era pagano y en ese entonces supero la fe del pueblo de Dios, ¿y nosotros?, que nos decimos creyentes, ¿nos damos cuenta que a veces somos superados en la fe por otros hermanos que no se dicen practicantes o católicos?, la fe exige sacrificio de si mismo y aceptación total a Dios.
Otro ejemplo que destaca este evangelio, el enfermo no era familiar del centurión, era su sirviente, pero él se preocupa por su salud. La caridad no tiene y no debe tener límite, debe se entregada por igual a todos los hombres, sin importar su condición social, si es rico o pobre, si es joven o anciano, y cual es su raza. Es decir que nuestra caridad jamás se debe preguntar quien es el que sufre. En otras palabras nuestro amor de cristianos debe ser desinteresado.
No nos consideremos mejores que los demás, no sintamos superiores que otros, aprendamos de la natural inclinación que tiene Jesús por la bondad y dulzura por los que sufren y los mas pobres. Es decir, nunca le cerremos nuestro corazón a ningún necesitado.
6. LE TOCÓ LA MANO Y SE LE PASÓ LA FIEBRE
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre. San Mateo, introduce la escena, según su frecuente método, diciendo sin más; Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, la suegra de Pedro yacía “en cama con fiebre, sólo se describe que tenía una enfermedad febril.
La curación fue instantánea. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Los gestos de Jesús en esta curación hacen plásticamente visible su dominio sobre la enfermedad y la conciencia clara de su poder. No solamente la dejó la fiebre, sino que se restableció también instantáneamente de su estado anterior de agotamiento en que deja una fiebre.
El que resucitó, vence la muerte, las enfermedades y miserias, era el que hacía levantarse a los pecadores y enfermos.
Entrar en contacto con leprosos, paganos y mujeres no era conveniente para un rabí y, en todo caso, podía producir un estado de impureza legal. A pesar de todo, Jesús no se sustrae a las peticiones de curación (según Lucas, también le pidieron que curara a la suegra de Pedro) e infringe los tabúes que habrían contradicho la lógica misma de la encarnación. Si Dios asume un cuerpo humano es para comunicarse con el cuerpo del hombre: «El cuerpo es para el Señor y el Señor para el cuerpo», dirá Pablo (1 Cor 6,13). Jesús interviene en consideración a la fe del enfermo (el leproso) o de la comunidad (en el caso de la suegra de Pedro), pero tiene palabras de elogio sobre todo para la fe que un pagano ha manifestado en su palabra. Una fe de la que dice Jesús: «Jamás he encontrado en Israel una fe tan grande», una fe que nadie había sido capaz de igualar hasta entonces.
Hoy no es ya el toque taumatúrgico que el Señor despliega en la eucaristía lo que pretendo experimentar, sino la «simple» fuerza de su palabra. Traigo a mi mente las palabras de vida que me ha transmitido el Señor, y me interrogo sobre el impacto curador que estas han producido y siguen produciendo todavía en mi persona.
ORACION
Tú, oh Señor, nos has enseñado que «se redime sólo aquello que se asume» (cf. Ad gentes, 3). Por eso «tomaste nuestras flaquezas y cargaste con nuestras enfermedades», y no buscaste un «chivo expiatorio» sobre el que cargar el mal que aflige el corazón del hombre, sino que cargaste tú mismo con él.
Reavivo en mí la certeza de que tú pretendes restituir el género humano a la condición originaria de belleza y sanidad con que salió de las manos del Creador. Y, mientras pretendo secundar en mí tu obra taumatúrgica, acojo las penas y los sufrimientos que la vida me reserva, a fin de asociarme a tu pasión redentora en favor de la santa Iglesia y de toda la humanidad (cf. Col 1,24).
1.NO LES PARECIÓ BIEN EL HECHO DE QUE JESÚS ENCAMINARA SUS PASOS A JERUSALÉN
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron al pueblo de Samaria para prepararle alojamiento para El y sus discípulos. Era necesario y muy normal pasar por estas tierras de Samaria, cuando se viajaba de Galilea a Jerusalén. Pero existía mucha hostilidad entre samaritanos y judíos hasta el punto de que no se hablaban.
Sin embargo, como nos relata el Evangelio, no recibieron a Jesús y sus discípulos porque se dirigía a Jerusalén. En efecto, ellos sabían que eran peregrinos venidos de Galilea, sin embargo no fueron acogidos, ¿Por qué? Seguramente no hubo sencillez en el corazón de estos samaritanos. Lo que esta claro es que no les pareció bien el hecho de que Jesús encaminara sus pasos a Jerusalén, entonces mostraron su mala voluntad, negándoles hospitalidad.
2."SEÑOR, ¿QUIERES QUE MANDEMOS CAER FUEGO DEL CIELO PARA CONSUMIRLOS?"
Esta experiencia de no ser aceptado, prepara a los apóstoles para más adelante, de este modo cuando ellos tengan que salir a predicar el evangelio, sepan ya de las dificultades, porque no siempre va a ser todo fácil, como entrar en todas partes. Pero frente a estos casos hay que ser pacientes y mansos, no ser hostiles e iracundos, y mucho menos vengativos con sus perseguidores.
No obstante, nos relata el Evangelio que cuando los discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?" Con esta actitud, observamos que los apóstoles aún no estaban preparados para ser rechazados, por eso le preguntaron a Jesús si podían hacer caer fuego sobre la ciudad. Frente a esta pregunta, Jesús les enseña que no debe haber venganza, manifestando que la verdadera virtud no es vengativa, y que no hay caridad allí donde exista la ira, así es, como no se debe estar en contra de la flaqueza humana, al contrario, esta debe ser confortada, por eso la indignación contra los hombres no es actitud cristiana.
3.JESUS REPRENDE A SUS APOSTOLES
Así es como Jesús, se dio dirigió directamente a sus amigos y los reprendió, seguramente les debe haber dado además un sermón para una amonestación mas educativa y luego se fueron a otro pueblo.
Nos podemos imaginar a un Jesús dolido por la actitud de sus discípulos, entristecido por tener que reprenderlos, apenado por esta actitud vengativa justamente porque a ellos les había enseñado lo que era amar al prójimo y porque "El Hijo del hombre no había venido a perder las almas, sino a salvarlas", porque la venganza no es Espíritu de Dios sino del maligno. En efecto, como nos dice San Juan, “Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por El (Jn 3,17)
4.JESÚS RECHAZADO POR LOS SAMARITANOS
La lectura de este fragmento del Evangelio, nos muestra a Jesús rechazado por los samaritanos e incomprendido por sus propios discípulos, estas son las posturas en las cuales no debemos caer, por una lado el rechazo y por otra la incomprensión.
Es posible que Santiago y Juan hayan sentido dolor por el rechazo de los samaritanos a su Maestro, molestia muy humana y algo natural en dos pueblos que no se aceptaban mutuamente, pero para el Señor, ese no es el espíritu del Reino. Hoy debemos guardar en mente este rechazo de Dios si pensamos así vengativamente de nuestros hermanos vecinos de otras nacionalidades, ya que no estamos cumpliendo con el mandato de Jesús, amar al prójimo como a nosotros mismos.
5.RECHAZAR ACOGER A JESÚS, ES RECHAZAR A DIOS.
Por otra parte, el rechazar acoger a Jesús, es rechazar a Dios. Esto es algo que se da en todos, en efecto inconcientemente algunas veces no estamos de acuerdo con el Plan de Dios en nosotros. Pero cuando no queremos aceptar la voluntad de de Dios, ¿a quien estamos rechazando?, cuando huimos del sacrificio, ¿a quien estamos no estamos aceptando?, cuando no somos comprensivo con el que sufre, ¿con quien no somos comprensivos? Nuestra vida siempre debe estar orientada por los principios del Evangelio, por las enseñanzas de Jesús, como las expuestas en San Juan 15, 9-17 “Ámense los unos a los otros Como el Padre me amó, así también os he amado Yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos permanecerán en mi amor, como Yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Vivamos pues, por las inspiraciones de la gracia y del Espíritu Santo.
6.“TE SEGUIRÉ ADONDE VAYAS”
Para seguir a Cristo hay que tener la decisión de dejarlo todo por El, y en este fragmento del Evangelio, nos destaca cual es el espíritu de esta decisión que se debe tener.
El fragmento del Evangelio de hoy, nos muestra un primer ofrecimiento, que le hace alguien a Jesús diciéndole; “te seguiré adonde vayas”. Jesús no le rechaza, el es el que se invita, sin embargo, le pone la perspectiva ardua del apostolado: sólo tiene asegurado, en comparación con los zorros y aves, el incesante ir y venir para anunciar la Buena Nueva.
Nuestro hogar en un lugar que nos da cierta seguridad, como a los animales su madriguera, es allí donde se esconden del peligro. Pero el hogar además es un sitio de descanso, con ciertas comodidades, protegidos del frío, tenemos nuestros alimentos y allí podemos dormir con tranquilidad.
7.EL HIJO DEL HOMBRE NO TIENE DÓNDE RECLINAR LA CABEZA
Es así, como Jesús nos advierte, que para caminar junto a El, debemos desprendernos de lo bienes terrenales, debemos olvidarnos de la comodidad, como así también, seguirlo a El, no es para conseguir ventajas terrenales, ni económicas ni de posición social, aún más, se debe estar dispuesto a todo y en todo tipo de lugar. Así es, donde haya que llevar el mensaje del Evangelio, ahí hay que ir sin pensar en el camino, si este será fácil o difícil.
Dice Jesús; El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza, debe de referirse a esta vida de incesante caminar apostólico más que al no tener alguna morada para descansar, como en Nazaret y Cafarnaúm. Es aquí donde por vez primera sale en lo evangelios el título que se da Jesús de Hijo del hombre. Jesús frecuentemente lo utilizará para nombrarse. Esta expresión sólo aparece en los Evangelios en boca de Jesús. Es El quien se designa con ella. En algunos textos en los que se usa esta expresión, es para designar calificativamente, al Mesías humilde, despreciado, y que irá a la muerte, en otros textos se designa con esta expresión al Mesías en su aspecto glorioso y triunfal, o para destacar su potestad.
8.SEÑOR, PERMÍTEME QUE VAYA PRIMERO A ENTERRAR A MI PADRE.
Luego este mismo fragmento, trae un segundo ofrecimiento, ahora es un discípulo, pero éste antes le ruega; Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre. A éste, Jesús le da la orden-invitación; Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. No era esta invitación para incorporarlo a ser uno de los Doce. Era invitarle a seguirle más de cerca, y acaso más habitualmente, en sus correrías apostólicas, como le acompañaban sus discípulos en otras ocasiones. Sin embargo, este discípulo, en lugar de seguir al punto la invitación del Maestro, le suplicó un espacio de tiempo para cumplir un deber sagrado: Enterrar a mi padre.
La frase y el ruego no se refieren, manifiestamente, a que el padre de este discípulo acabase de morir o estuviese muy grave y le pidiese licencia para ir a cumplir sus deberes de piedad. Sería una coincidencia aquí increíble. Y más increíble aún el que Jesús le hubiese negado lo que era un deber incluido en el mandamiento del Decálogo: “Honra a tu padre y a tu madre” Debe, pues, de tratarse de un discípulo que, antes de seguir a Jesús en su apostolado de una manera total y habitual, rogó que se le permitiese antes esperar a la muerte de su padre, de este modo ya sin tener que preocuparse de estos deberes, entregarse entonces a esta misión. Pero esto era incierto, y la llamada del Señor para acompañarle en la mies, que era mucha y los operarios pocos, urgía más
9.LOS DERECHOS DE DIOS SOBRE NOSOTROS
Quizás no sea fácil comprender esta lección del supremo amor a Jesús sobre nuestros padres, que los muertos entierren a sus muertos, sin embargo si no concentramos en la idea de que la obra del apostolado es la predicación del reino, es decir la vida eterna, todo lo demás es como la muerte, porque los que viven en el mundo despreocupados de la vida eterna, están como muertos. Entonces decimos que ellos cuiden de sí mismos: que los muertos entierren a sus muertos. En otras palabras, los que no han encontrado la vida del Reino en Jesús
Fuerte paradoja para expresar los derechos de Dios sobre nosotros, que no esta por sobre los mismos de los padres de manera afectiva, sino efectiva. Por que el mismo Jesús nos dijo “si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre., no puede ser mi discípulo” (Lc 14:26). Por este procedimiento, Jesús evoca su trascendencia divina.
10.“EL QUE EMPUÑA EL ARADO Y MIRA HACIA ATRÁS, NO SIRVE PARA EL REINO DE DIOS”
Cuando a Jesús le dice uno que se le ofrecía seguir: “Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi familia. Le dijo Jesús: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. Utilizando el proverbio del arado, una vez puestas las manos a la obra del Reino, todo ha de ser para él y su obra. Como en el pasaje anterior, Cristo reclama para sí los afectos más profundos, pues está por encima de ellos. Pareciera que Jesús lo desanima, como que le quita el interés, pero nada de eso es así, porque para animar a una persona, se le debe dar vigor, energía moral, fuerza, impulso, especialmente en una actividad tan intensa, con tanto movimiento como es seguir a Jesús, y debe hacerse con alegría y disposición total.
Es así, como Jesucristo, quiere testigos verdaderos, debemos estar dispuesto a pensar como El, sentir como EL, actuar como El, mirar a los demás como los mira El, nos pide una firme decisión, que rompa con el pasado, mirando hacia el futuro y sin añoranzas y con una libre voluntad para recibir su gracia.
SOMOS LIBRES CUANDO ESTAMOS DISPUESTOS A DEJARNOS ASIR TOTALMENTE POR LA CARIDAD DE CRISTO.
La liturgia de este domingo nos pone ante una palabra simplicísima, pero que tiene en sí un poder extraordinario: caridad. Es una palabra que brilla como una antorcha e ilumina nuestra existencia, llegando inmediatamente a las profundidades de nuestro corazón como una palabra capaz de discernir entre lo que el Espíritu ha engendrado en nosotros y lo que es fruto de nuestro egoísmo. Veamos cómo.
En la primera lectura, Eliseo, puesto ante la opción por Dios, una opción que incluye un «paso de propiedad» —de pertenecerse a sí mismo a pertenecerle a él y a su misión—, responde de inmediato con un gesto de entrega: da a los suyos todo lo que tiene y todo lo que es.
En esta línea se sitúa la invitación de Pablo a recorrer un camino de libertad. Somos libres cuando estamos dispuestos a dejarnos asir totalmente por la caridad de Cristo. El aspecto, el «rostro» de esta caridad nos lo muestra Lucas en su evangelio. El evangelista nos pone ante nuestros ojos el rostro «endurecido» —es decir, desfigurado— de Jesús por la pasión del Padre por todos sus hijos. Es una pasión tan fuerte que nada puede distraerle de su meta: llegar a Jerusalén, es decir, llegar al lugar de la comunión plena con la voluntad del Padre.
Quisiéramos detenernos ante este amor rebosante, para fijar en él la mirada de nuestro corazón, para escrutar su profundidad... y dejar que nuestra vida quede transfigurada.
ORACION
Sólo la caridad puede ensanchar mi corazón. Y desde que esta dulce llama lo consume, Jesús, corro alegre por el camino de tu mandato nuevo... Y quiero correr por él hasta que llegue el día venturoso en que, uniéndome al cortejo de las vírgenes, pueda seguirte por los espacios infinitos cantando tu cántico nuevo, que será el cántico del amor. (Teresita de Lisieux, Manuscrito "C" CAPÍTULO X)
El fragmento del Evangelio de hoy, nos muestra un primer ofrecimiento, que se los hace un escriba a Jesús diciéndole; Maestro, te seguiré adonde vayas. Jesús no le rechaza, el escriba es el que se invita, sin embargo, le pone la perspectiva ardua del apostolado: sólo tiene asegurado, en comparación con los zorros y aves, el incesante ir y venir para anunciar la Buena Nueva.
Nuestro hogar en un lugar que nos da cierta seguridad, como a los animales su madriguera, es allí donde se esconden del peligro. Pero el hogar además es un sitio de descanso, con ciertas comodidades, protegidos del frío, tenemos nuestros alimentos y allí podemos dormir con tranquilidad.
Es así, como Jesús nos advierte, que para caminar junto a El, debemos desprendernos de lo bienes terrenales, debemos olvidarnos de la comodidad, como así también, seguirlo a El, no es para conseguir ventajas terrenales, ni económicas ni de posición social, aún más, se debe estar dispuesto a todo y en todo tipo de lugar. Así es, donde haya que llevar el mensaje del Evangelio, ahí hay que ir sin pensar en el camino, si este será fácil o difícil.
Dice Jesús; El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza, debe de referirse a esta vida de incesante caminar apostólico más que al no tener alguna morada para descansar, como en Nazaret y Cafarnaúm. Es aquí donde por vez primera sale en lo evangelios el título que se da Jesús de Hijo del hombre. Jesús frecuentemente lo utilizará para nombrarse. Esta expresión sólo aparece en los Evangelios en boca de Jesús. Es El quien se designa con ella. En algunos textos en los que se usa esta expresión, es para designar calificativamente, al Mesías humilde, despreciado, y que irá a la muerte, en otros textos se designa con esta expresión al Mesías en su aspecto glorioso y triunfal, o para destacar su potestad.
Luego este mismo fragmento, trae un segundo ofrecimiento, ahora es un discípulo, pero éste antes le ruega; Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre. A éste, Jesús le da la orden-invitación; Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. No era esta invitación para incorporarlo a ser uno de los Doce. Era invitarle a seguirle más de cerca, y acaso más habitualmente, en sus correrías apostólicas, como le acompañaban sus discípulos en otras ocasiones. Sin embargo, este discípulo, en lugar de seguir al punto la invitación del Maestro, le suplicó un espacio de tiempo para cumplir un deber sagrado: Enterrar a mi padre.
La frase y el ruego no se refieren, manifiestamente, a que el padre de este discípulo acabase de morir o estuviese muy grave y le pidiese licencia para ir a cumplir sus deberes de piedad. Sería una coincidencia aquí increíble. Y más increíble aún el que Jesús le hubiese negado lo que era un deber incluido en el mandamiento del Decálogo: “Honra a tu padre y a tu madre” Debe, pues, de tratarse de un discípulo que, antes de seguir a Jesús en su apostolado de una manera total y habitual, rogó que se le permitiese antes esperar a la muerte de su padre, de este modo ya sin tener que preocuparse de estos deberes, entregarse entonces a esta misión. Pero esto era incierto, y la llamada del Señor para acompañarle en la mies, que era mucha y los operarios pocos, urgía más
Quizás no sea fácil comprender esta lección del supremo amor a Jesús sobre nuestros padres, que los muertos entierren a sus muertos, sin embargo si no concentramos en la idea de que la obra del apostolado es la predicación del reino, es decir la vida eterna, todo lo demás es como la muerte, porque los que viven en el mundo despreocupados de la vida eterna, están como muertos. Entonces decimos que ellos cuiden de sí mismos: que los muertos entierren a sus muertos. En otras palabras, los que no han encontrado la vida del Reino en Jesús
Fuerte paradoja para expresar los derechos de Dios sobre nosotros, que no esta por sobre los mismos de los padres de manera afectiva, sino efectiva. Por que el mismo Jesús nos dijo “si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre., no puede ser mi discípulo” (Lc 14:26). Por este procedimiento, Jesús evoca su trascendencia divina.
Pero también debemos comprender, que una situación es, si el padre acaba de morir, entonces hay que enterrarlo y otra situación es que debo preocuparme de el mientras viva hasta que muera, ¿Por cuánto tiempo?, ¿tenemos que hacer esperar a Jesús?, el Señor quiere una respuesta inmediata, sin retrasos, y acordándose que debemos amar a Dios por sobre todas las cosas, y esto es claro, es anteponer todo por El, es así, que cuando el Señor no pide un servicio, esto va primero a todo lo demás.
Ahora, preocupémonos de llevar el mensaje para anunciar el Reino de Dios a los vivos, y por supuesto, especialmente a los que no están cerrados a la salvación y no hayan muerto espiritualmente o a la gracia.
Es de esta forma, es como Jesús nos pide que lo sigamos, con decisión absoluta, dispuesto a peregrinar en la vida, sin comodidades, desprendidos, es una forma exigente, no es un camino fácil, es ir cuesta arriba, pero peor es ir con una mochila a la espalda, es fatigarse, por tanto es necesario estar con el corazón limpio, habrán en este caminar decaimiento, desaliento, incomprensiones y persecuciones, pero al final, la recompensa, la vida eterna
Ireneo nació hacia el año 135 en Esmirna, en donde, durante su juventud, fue discípulo de Policarpo, quien a su vez lo había sido de Juan (ver 23 de febrero).
Cuando todavía era muy joven, quizá con quince años, ya sufrió en su misma carne las sangrientas persecuciones de Adriano y Antonino Pío.
Por el año 157 encontramos a Ireneo en las Galias, enviado, quizá, por su maestro San Policarpo, para misiones de gran responsabilidad. Viene procedente de su patria, Esmirna, con ardiente fuego apostólico en su joven corazón.
En Roma pasó varios años entregado al apostolado y en defensa de la fe de Jesucristo en los tiempos que tanto abundaban las herejías contra ella.
Por los años 177 lo encontramos en Lyon al lado de un gran grupo de cristianos que están encarcelados por la fe que profesaban en el Señor Jesús. Son unos cincuenta y los preside su mismo Obispo Potino, oriundo también como él de Asia Menor y que hacía algunos años le había consagrado sacerdote para esta iglesia de Lyon que ahora sufre la más terrible persecución. No sabemos por qué Ireneo no ha sido todavía encarcelado y puede moverse alentando a unos y a otros para que perseveren en la fe cristiana.
A este pueblo de Lyon y refiriéndose a esta ocasión, alguien les ha llamado "un pueblo de mártires". Muerto Potino los cristianos le eligen su obispo por el 180. Los desvelos del pastor se multiplican. Se entrega sin reservas a todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Han sido años muy duros los que han vivido y debe devolver la paz y la calma. Había de gobernarla hasta su muerte, en torno el año 200.
San Ireneo es a la vez un teólogo de profundas y amplias intuiciones, un controversista ardoroso en la exposición y rechace de las herejías de su tiempo y un misionero que se sabía deudor del Evangelio tanto a los Celtas como a los Romanos. Ante todo es un hombre de la Iglesia. Captó de modo admirable el esplendor de los designios de Dios, que discurren desde la creación del hombre hasta la venida de Cristo y la irrupción del Espíritu en el mundo. Tuvo confianza en el hombre, porque creyó en la Encarnación: «La carne es capaz de recibir la salvación; de lo contrario, la Palabra no se hubiera hecho carne».
«Allí donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios y el Espíritu es verdad». A esa Iglesia se entregó en cuerpo y alma Ireneo - cuyo nombre significa «pacífico»- procurando la paz allá donde surgiera la discordia entre las comunidades locales, adherido de forma indeclinable a «la más grande y la más antigua» de las Iglesias, aquella que fue «fundada en Roma por los dos apóstoles más gloriosos: Pedro y Pablo.»
Muchas religiones se han basado en la idea de que sólo unos pocos elegidos tienen el privilegio de un conocimiento especial acerca de Dios, incluyendo los secretos de la vida eterna. A fin de obtener ese conocimiento, has de pasar a través de procedimientos y rituales misteriosos destinados a hacerte parte de la elite de escogidos. Una vez que eres aceptado, has de jurar que nunca revelarás los secretos a nadie que no pertenezca al grupo.
El amor de Dios es justamente lo opuesto. Está para ser compartido con todo el mundo. «Id y haced discípulos en todas las naciones», dijo Jesús a sus seguidores. No dijo: «Id y guardad esto para vosotros.»
En el siglo tercero, ciertos grupos empezaron a enseñar que Jesús había guardado secretos, que su enseñanza «real» había sido reservada para los doce apóstoles. Que sólo a unas pocas personas se les permitió oír la supuesta verdad.
San Ireneo, obispo de Lyon, se opuso firmemente a tal idea. Reconociendo el hechizo de la información secreta, escribió varias obras comparando el conocimiento denominado oculto con la enseñanza de los apóstoles y de las escrituras. Haciéndolo así, fue capaz de aplastar la idea de que Jesús vino sólo para unas pocas personas especiales.
Si la gente te dice que tiene un conocimiento secreto acerca de Dios, no la creas. Una información así no se halla disponible. La verdad divina está al alcance de cualquiera que la busque. Lo único que has de hacer es pedir, y recibirás.
Escribió varios tratados para defender la fe contra las herejías reinantes. Por ellos se puede apreciar el fuego de amor a Dios y a la verdad que llenaba su alma. Recientemente, el P. Orbe ha escrito unos comentarios de gran autoridad sobre estos tratados. Parece que murió mártir por el 208 en la persecución de Septimio Severo. Su fiesta se celebra desde 1922 en toda la Iglesia.
Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo