Este relato de san Marcos, a diferencia de los otros sinópticos, es muy detallado, la descripción de los personajes y los sucesos, nos indican que el testigo, nos hace ver minuciosamente todas las actitudes, que suceden paso a paso, la de Jesús, los discípulos, las gentes, los que suplican, los que sufren, los que alborotan y los que lloran, en otra palabras, es un relato muy vivo.
Una mujer que padecía ya doce años flujo de sangre. Debía de ser de cierta posición social, pues había consultado muchos médicos y gastado toda su hacienda con ellos, pero no había podido ser curada por ninguno, pero sin provecho alguno, es decir iba de mal en peor, no sólo por la inutilidad de aquellos remedios, sino, en parte, causados por los mismos.
Cuando Jesús iba a casa del Jefe de la Sinagoga para curar a su hija, tiene lugar esta escena. Iba acompañado de una gran multitud, que le apretujaba. En las callejuelas del viejo Oriente, el entusiasmo despertado por Jesús hacía que la multitud, empujándose por acercarse, le “apretujase.” Entre esta turba se mezcló la mujer angustiada y tocó con fe el vestido del Señor. Y al punto se hizo su curación.
2.“TOCABAN” A JESÚS PARA CURARSE
Habiendo oído esta mujer la fama curativa de Jesús, apeló, desesperada ya de médicos, al mejor recurso, Él. Sólo pensó en tocar su vestido, porque creía que con ello se curaría. La mujer enferma, a como de lugar quiere llevar adelante su propósito, entonces viene por atrás, y como queriendo robarle o sorprenderle un milagro. Esto es, porque era debido al tipo de impureza legal que significaba su enfermedad, ya que otros enfermos “tocaban” a Jesús para curarse. Las prescripciones rabínicas, aislaban a la mujer que padecía de esta enfermedad a fin de que no “contagiase” su impureza legal.
Jesús, se vuelve preguntando quién le ha tocado, porque una fuerza había salido de El. “Y se dio vuelta”, es decir, miraba en torno suyo,” — es la clásica “mirada circular” del estilo de san Marcos, como queriendo descubrir quién había sido. Si Jesús obra así, no es por ignorancia, sino por elevar y confirmar la fe de aquella mujer, haciéndole ver que no fue la curación por un contacto supersticioso, sino por efecto de la fe.
3.“HIJA, TU FE TE HA SALVADO. VETE EN PAZ, Y QUEDA SANADA DE TU ENFERMEDAD”
Ante esto, los “discípulos”, se extrañan de esta pregunta, pues todos le “apretujaban” y nadie se había acercado a El con gestos o modos especiales. Pero Jesús insistió en su afirmación. Ante esto, la mujer se postró ante El y le confesó, lo mismo, ante todo el pueblo toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”
Hermoso relato, Al acercarse a El con fe esta mujer y ser curada, lo que mas nos encanta, es darnos cuenta la confianza plena en el poder de Jesús, no solo cree que Jesús la puede curar, sino que va mas adelante, pues ella cree que con tan solo tocar su vestido basta, pero aún hay mas, ella piensa que auque Jesús no se de cuenta, con el simple contacto de su manto, le devolverá la salud perdida.
4.LLEGÁNDOSE A JESÚS, SE “POSTRÓ” ANTE EL
Así es, como cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, todos los estaban esperando. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, es decir un miembro distinguido de la sinagoga, llamado Jairo, nombre bastante usual. Llegándose a Jesús, se “postró” ante El, e insistentemente le rogaba que viniese a su casa e “impusiese sus manos” sobre su hija “única” de doce años, que estaba muriéndose, para que la curase.
Si Jairo ruega a Jesús, que para curar a su hija, “venga a su casa” y le “imponga sus manos,” el no tenía un conocimiento claro del poder de Jesús, ya que no pensó en una curación a distancia. Aún estaba rogándole que curase a su hija, cuando vinieron de su casa a comunicarle -Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?-. Era la fe imperfecta, que pensaba requerirse la presencia física para la curación. Es lo que hizo exclamar a Marta, la hermana de Lázaro, después de la muerte de éste, dirigiéndose a Cristo: “Si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano” (Jn 11:21). La prueba le resultaba especialmente dura a Jairo, cuando acaba de presenciar la curación de la mujer con hemorragia. Es un contraste acusado en dos actitudes de fe.
5.“NO TEMAS, BASTA QUE CREAS”
Pero Jesús, al oír esto, sólo le recomienda que tenga fe y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”.Era ésta la fe que iba a crear el clima en que El ejercía las curaciones, y que, por faltar tantas veces esta fe no realizó milagros. Y vino a su casa. Pero no permito que le siguiera nadie de la turba que le rodeaba, más que tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan.
Al llegar a la casa vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba, todo el “rito” de lloronas a sueldo, ya evocadas por Jeremías (Jer 9:17-18). Por eso, a la presencia de esto, les dice al entrar, “ ¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme” El uso eufemístico del sueño por la muerte es usual al pueblo judío. Así anunció Jesús la muerte de Lázaro (Jn 11:11.14). Pero aquí el contraste entre muerte y sueño no permitía la interpretación eufemística. Y, sabiendo aquellos mercenarios fúnebres la realidad de la muerte de la niña, se rieron de Jesús. Pero ¡dormía! Porque El precisamente venía a despertarla. Igual que hizo con Lázaro (Jn 11:11).
6.“¡NIÑA, YO TE LO ORDENO, LEVÁNTATE!”
Sólo permitió penetrar en la habitación de la niña muerta a sus padres y a sus tres apóstoles. Y “a todos los demás los echó fuera”
Y, acercándose al lecho, tomó a la niña de la mano, y le dijo unas palabras en arameo. “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, Yo te lo ordeno, levántate!”, destacándose la autoridad de Jesús. Y al instante la niña de doce años se levantó y echó a andar, luego mandó que diesen de comer a la niña.
Nos demuestra este relato la verdad de la resurrección, pero no sólo la había resucitado, sino curado; la necesidad de comida le haría ver la perfecta salud que ya gozaba.
7.LA FE ES NUESTRA MAYOR NECESIDAD
Este relato nos muestra el poder de Jesús que se manifiesta incluso ante la muerte, que se somete a su palabra imperativa, la resurrección de la hija de Jairo, nos muestra el poder de Jesús sobre la vida humana.
También vemos a Jairo que al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia. Así debemos ser también nosotros en la oración, con fuerza y perseverancia. La fe es nuestra mayor necesidad, muchas veces estamos preocupados de un sin números de necesidades, tales como bienes, vacaciones, viajes, cultura, dinero etc. Pero lo que el Señor no dice que lo que más necesitamos es fe. Es así, como es bueno pedirle al Señor: “Señor, que la fe no me abandone, te pido que me la refuerces, que me la concedas siempre, en abundancia, en suficiencia”
JESÚS ES EL SALVADOR DEL HOMBRE, EL SEÑOR DE LA VIDA
Nuestra fe es siempre frágil y está encerrada constantemente dentro de los estrechos confines de nuestro temor a enfrentarnos con situaciones que nos superan. El Señor lo sabe, y precisamente por eso viene a «educarnos», es decir, a sacarnos fuera.
La confianza que hemos puesto en él es un comienzo, y él mismo es su «autor». Ahora bien, nos separa aún de la meta un largo trecho de camino que la Palabra nos invita a recorrer a la carrera: no podemos quedarnos en el punto de partida. Los acontecimientos personales y sociales nos interpelan, y alguien -tal vez mucha gente-nos mira para orientarse. Partamos, pues, con impulso, confiándonos a Jesús, perfeccionador de la fe; también de la nuestra, si lo queremos... Mantengamos fija la mirada del corazón en la espléndida carrera a través de la ignominia de la cruz, del sufrimiento, del humano fracaso.
Así aparece su camino a los ojos del mundo, aunque desemboca en la gloria y en la alegría sin fin, puesto que es el camino del Amor. Esta es «la carrera que se abre ante nosotros» y que las situaciones concretas de cada día predisponen para nosotros. Sería absurdo pensar que podemos partir cargados con lo superfluo o atados, con lazos más o menos sutiles, al pecado. Jesús mismo, como un experto entrenador, nos despojará de todo eso, hasta de una fe casi supersticiosa, como la de la hemorroísa, o todavía excesivamente limitada, como la de Jairo. Estas dos personas probadas por la vida han sido hechas por Jesús «campeonas» en la fe y, una vez llegadas a la meta de su carrera, nos atestiguan a nosotros, hoy, que Jesús es el Salvador del hombre, el Señor de la vida. En consecuencia, vale la pena correr por su camino con una fe indefectible.
Jesús, Señor nuestro, manteniendo fija la mirada en ti nos atrevemos a partir para la carrera que se abre ante nosotros, pero ayúdanos tú a perseverar. Ven a liberarnos de la mentalidad del mundo, que nos haría pedir perspectivas seguras y recompensas atractivas. Ven a soltarnos de los lazos multiformes del pecado, que quisieran retenernos a toda costa. Ven a sacarnos, cogiéndonos de la mano, porque vacilamos a la hora de seguir tus huellas por el camino de la humillación y del sufrimiento. Tú, que eres «el autor y el perfeccionador» de la fe, concédenos la fuerza del Espíritu para llegar a la meta superando el obstáculo de nuestra incredulidad que siempre se repite. Tú, que estás sentado ahora a la diestra del Padre, concédenos acoger toda situación como ocasión propicia para crecer en la fe. Esperando en ti, nunca nos veremos decepcionados, puesto que tú eres el Salvador del hombre, el Señor de la vida.
llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor”
Lc 2, 22-40
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.LO HICIERON PARA DARNOS UN EJEMPLO A NOSOTROS, QUE SOMOS PECADORES Y PENITENTES.
El Evangelio nos relata la purificación de la Santísima Virgen, y la presentación de Jesús en el templo. Ellos no estaban obligados a hacerlo, es decir obligado a estas leyes, entonces San Bernardo nos da una explicación de que lo hicieron no por necesidad de ser purificados, o el ser circuncidado, lo hicieron para darnos un ejemplo a nosotros, que somos pecadores y penitentes.
2.“CUANDO LLEGÓ EL DÍA FIJADO POR LA LEY DE MOISÉS PARA LA PURIFICACIÓN”.
A fin de comprender mejor este fragmento del evangelio, comento lo siguiente: dice al comienzo, “Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación”. En Levíticos, 12, 1-8, están fijadas la obligaciones a las que se refieren, que cuando una mujer concibe y da a luz a un hijo Varón, es considerada impura por un período siete días, al octavo debe circundar al hijo, y luego debe permanecer treinta y tres días mas impura, no debe tocar nada santo ni puede concurrir al santuario. Si da a luz una hija, el tiempo aumenta a ochenta días. Luego continúa "Cuando se cumplan los Días de su Purificación, por un hijo o por una hija, Llevará al sacerdote un cordero de un año para el holocausto, y un Pichón de paloma o una Tórtola para el sacrificio por el pecado. Pero si no tiene lo suficiente para un cordero, traerá dos Tórtolas o dos pichones de paloma, el uno para el holocausto y el otro para el sacrificio por el pecado. El sacerdote hará expiación por ella, y quedará purificada."
Este es el caso de María, que además era pobre. Estas ofrendas, una era sacrificada en holocausto de adoración, y la otra por el “pecado”. Pero no se refiere a un “pecado mortal”, sino a algo legal, por el hecho del alumbramiento, en donde se habla de estos sacrificios de expiación por haber transgredido algo prohibido “legalmente”, como por ejemplo tocar un cadáver o un reptil prohibido, y si lo hiciese incluso sin darse cuenta, debe confesar su pecado.
3.LLEVARON AL NIÑO A JERUSALÉN PARA PRESENTARLO AL SEÑOR
Sigue el evangelio: “Llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. “Conságrame todo primogénito” (Ex 13,2) Al principio los “primogénitos” estaban destinados al culto, pero luego se sustituyó este sacerdocio por la tribu de Leví y quedó establecido un simbólico “rescate” de estos primogénitos. María aprovechó para llevar consigo al Niño y hacer que José, seguramente, pagase allí el “rescate” por el mismo, consistente en cinco siclos. Aunque se dice que sus “padres” le llevaron a Jerusalén, los que están en situación son el Niño, al que hay que “rescatar,” y su madre, que va a obtener la declaración “legal” de su purificación. El término usado para “presentarlo al Señor” es término usado para llevarlo al altar.
4.“VIVÍA ENTONCES EN JERUSALÉN UN HOMBRE LLAMADO SIMEÓN”
Sigue el evangelio, “Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón”. El evangelio presenta en escena un hombre santo: “justo”, que cumplía los preceptos de Dios, y “piadoso”, hombre de fe viva, religioso. Estos adjetivos acusan esmero por cumplir los deberes morales. Vivía en Jerusalén, y se llamaba Simeón, nombre usual judío. Era un hombre que debía de pertenecer a los “círculos” religiosos y que animaban su esperanza con la próxima venida del Mesías, tan acentuada por entonces en aquel medio ambiente. El Espíritu Santo estaba “sobre él”; gozaba de carismas sobrenaturales. Debía de ser de edad avanzada. Y tenía la promesa del Espíritu Santo, de que no moriría sin haber visto al Cristo del Señor, al Mesías, es decir, la “consolación” de Israel, que él esperaba.
5.ERA UN HOMBRE SANTO, QUE GOZABA DE CARISMAS.
El Espíritu Santo, comenzó en el anciano Simeón, su acción espiritual para que conociera a Jesús y lo recibieran como el Mesías prometido. Impulsado por el Espíritu, vino al templo cuando los padres traían al Niño. Era un hombre santo, que gozaba de carismas. Y tomándolo en sus brazos, “bendijo” a Dios. Los rabinos tomaban a los niños en brazos para bendecirlos. Conforme a la revelación tenida, Simeón ha visto al Mesías. Su vida sólo aspiró a esto: a gozar de su venida y visión, que era el ansia máxima para un israelita. Por eso lo puede dejar ya ir “en paz,” es decir, con el gozo del mesianismo, en el que estaban todos los bienes cifrados. El Mesías es “tu salvación”, la que Dios envía: Jesús (Is 40:5).
6.“SU PADRE Y SU MADRE ESTABAN ADMIRADOS”
Pero este Mesías tiene dos características: es un Salvador universal: “para todos los pueblos”; es el mesianismo profético y abrahámico; y es un mesianismo espiritual, no de conquistas políticas, sino “luz” para “iluminar a las gentes” en su verdad. Pero siempre quedaba un legítimo orgullo nacional: el Mesías sería siempre “gloria de tu pueblo, Israel,” de donde ha salido. También San Pablo, en Romanos, mantendrá este privilegio de Israel.
Relata san Lucas; “Su padre y su madre estaban admirados”, ante esto. Era la admiración ante el modo como Dios iba revelando el misterio del Niño, y la obra que venía a realizar. De nadie sino del Espíritu le podía venir este conocimiento profético.
7.ESTE NIÑO SERÁ CAUSA DE CAÍDA Y DE ELEVACIÓN PARA MUCHOS EN ISRAEL
Simeón los “bendijo.” Con alguna fórmula, invocó la bendición de Dios sobre ellos. No es extraño este sentido de “bendición” en un anciano y un profeta. Pero, dirigiéndose especialmente a su madre, le dijo proféticamente: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción” Va a ser “signo” (Is 8:18) de contradicción. La vida de Cristo ha sido esto: desde tenerlo por endemoniado hasta confesarlo por Mesías. Como dirá San Pablo, su doctrina fue “escándalo” para los judíos (1 Cor 1:23) 38. Jesús será la señal de contradicción. En Efecto, unos lo amarán, otros lo odiarán; unos estarán dispuestos a morir por El, mientras otros no cesarán en su esfuerzo por hacerlo desaparecer de la historia y de la faz de la tierra.
8.“Y A TI MISMA UNA ESPADA TE ATRAVESARÁ EL CORAZÓN”
Sigue luego: “Y a ti misma una espada te atravesará el corazón” Esto es algo trágico, “Una espada de dolor atravesará tu alma.” No será sólo para ella el dolor de una madre por la persecución, calumnia y muerte de su hijo. Observo que en el texto no se dirige a San José, que, sin duda, está allí presente, pues “Simeón los bendijo”. Esta profecía, dirigida personal y exclusivamente a ella, debe de tener un mayor contenido. Se diría que se ve a la Madre especialmente unida al Hijo en esta obra. María es “Hija de Sión,” entonces lleva dentro de sí el destino espiritual de su pueblo, destacándose aquí el dolor de sus entrañas por lo que significaba Cristo, signo de contradicción.
La Santísima Virgen esta asociada a la obra redentora de Cristo. No hay redención sin dolor, y el alma de la Santísima Virgen, será traspasada por la espada del dolor, por todo lo que ella luego sufrió en su corazón por la pasión de su Hijo Jesús.
9.“ASÍ SE MANIFESTARÁN CLARAMENTE LOS PENSAMIENTOS ÍNTIMOS DE MUCHOS”
Finalmente el evangelio nos relata; “Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”. Este término, se entronca con la finalidad que va a seguirse de esa “contradicción” de Cristo: que “se descubran los pensamientos de muchos corazones.” Habrá de tomarse partido por El o contra El: hay que abrir el alma ante la misión de Cristo.
Jesús, venció al mundo y nos advirtió sabiamente, “En el mundo habrá tribulación, pero ánimo, Yo he vencido al mundo”
10.UNA PROFETISA LLAMADA ANA
Continua el Evangelio, relatando que había también allí una profetisa llamada Ana, “la profetisa”, es sin duda una mujer muy especial, por esa razón aparece como una figura destacada en este fragmento del evangelio. Ella es una “profetisa,” es decir una mujer consagrada a Dios, con un específico carisma, dada a la piedad y a la animación de estos días donde se realizan estas especiales doctrinas. San Lucas, hace una descripción detallada de la biografía de ella y sus actividades. Su viudez parece un “celibato consagrado”. Su obra no fue al menos exclusivamente, en el templo, pues ella “hablaba” a todos los que esperaban la “liberación” por obra mesiánica. Debió de recibir un fuerte impacto en aquel episodio del templo.
Ana, es como las figura de los laicos comprometidos, que con el testimonio de su palabra, anuncia proféticamente la evangelización en su ambiente, aportando además con un testimonio de vida, con caminos hacia la santidad, con practicas de constantes oraciones y penitencias.
Ana da un testimonio sobre el Niños Jesús, en un instante de inspiración y dirigida por el Espíritu de Dios. Su actuación, consagrada a la oración, al sacrificio, observando las obligaciones que se deben cumplir, la convierte en una destacada mujer.
11.“EL NIÑO IBA CRECIENDO Y SE FORTALECÍA, LLENO DE SABIDURÍA, Y LA GRACIA DE DIOS ESTABA CON ÉL.”
El Niño en el templo, es una escena que nos atrae y nos invita a percibir en el relato diversos motivos a este propósito. En este relato, es la primera palabra que aparece de Cristo en los evangelios. Además, en forma sutil, nos habla de la inteligencia de Cristo, porque dice crece en “sabiduría.” Produce esta escena admiración, porque luego veremos como en los evangelios de “discusión” de Cristo con fariseos y doctores los hace callar. Aquí tiene su preludio y “justificación” al estar demostrando su saber bíblico ante los doctores de la Ley en sus mismas escuelas del templo. Ellos le rinden allí, imparcialmente y aún sin prejuicios, homenaje a su saber.
“El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.” La gracia porque a Jesús, hombre, le fue concedida la gran gracia de que desde que empezó a ser hombre fuese perfecto y fuese Dios. Todavía siendo niño, tenía la gracia de Dios, para que, como todas las cosas en El eran admirables, lo fuese también su niñez, y se cumpliese así la sabiduría de Dios.
Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia"
Podemos considerar la fiesta que hoy celebramos como un puente entre la Navidad y la Pascua. La Madre de Dios constituye el vínculo de unión entre dos acontecimientos de la salvación, tanto por las palabras de Simeón como por el gesto de ofrenda del Hijo, símbolo y profecía de su sacerdocio de amor y de dolor en el Gólgota. Esta fiesta mantiene en Oriente la riqueza bíblica del título «encuentro»: encuentro “histórico” entre el Niño divino y el anciano Simeón, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la profecía y la realidad y, en la primera presentación oficial, entre Dios y su pueblo. En un sentido simbólico y en una dimensión escatológica, “encuentro” significa asimismo el abrazo de Dios con la humanidad redimida y la Iglesia (Ana y Simeón) o la Jerusalén celestial (el templo). En efecto, el templo y la Jerusalén antigua ya han pasado cuando el Rey divino entra en su casa llevado por María, verdadera puerta del cielo que introduce a Aquel que es el cielo, en el tiempo nuevo y espiritual de la humanidad redimida. A través de ella es como Simeón, experto y temeroso testigo de las divinas promesas y de las expectativas humanas, saluda en aquel Recién nacido la salvación de todos los pueblos y tiene entre sus brazos la “luz para iluminar a las naciones” y la “gloria de tu pueblo, Israel”.
¿Por qué, oh Virgen, miras a este Niño? Este Niño, con el secreto poder de su divinidad, ha extendido el cielo como una piel y ha mantenido suspendida la tierra sobre la nada; ha creado el agua a fin de que hiciera de soporte al mundo. Este Niño, oh Virgen purísima, rige al sol, gobierna a la luna, es el tesorero de los vientos y tiene poder y dominio, oh Virgen, sobre todas las cosas. Pero tú, oh Virgen, que oyes hablar del poder de este Niño, no esperes la realización de una alegría terrena, sino una alegría espiritual (Timoteo de Jerusalén, siglo VI).
Jesús, hizo participe a los apóstoles a su obra y los comienza “enviando” de “dos en dos” por las ciudades, seguramente de Galilea. Así les permitía atender a un mayor número de gentes. La forma de a dos en que los envía, les permitía ayudarse y tutelarse. Nadie podía sospechar de aquel que tiene un testigo. Repartidos en esta forma diseminada, impedía el provocar una reacción excitada, pero permitía hacer despertar más esta idea mesiánica, preparando su “venida.” Y les señaló el tema de la predicación, la conducta que debían seguir, y les acreditó con el poder que les confirió de hacer milagros.
2. Y LES ORDENÓ QUE NO LLEVARAN PARA EL CAMINO MÁS QUE UN BASTÓN
Jesús le hace algunas prohibiciones como que no lleven pan, ni provisiones ni dinero y que no tuvieran dos túnicas, además les manda calzarse con “sandalias.” El Señor quiere que vayan a todos los hombres, especialmente a los más necesitados, pobres y rechazados. Donde vayan, irán en busca de hospitalidad:“Permanezcan en la casa donde les den alojamiento”, no obstante, a donde ellos lleguen, serán completamente pobres.
El que va a predicar la salvación, representa al Mesías crucificado, por tanto. Talvez el Señor quiere que tengamos esto presente, aún en nuestro aspecto de vida escondida, crucificada, en la pobreza y debilidad, en nuestras limitaciones. Lo profundo en este mensaje, es hacer nuestra tarea en la humildad y en la carencia de medios humanos. Hoy vemos esto como algo difícil porque no podemos prescindir de ellos, sin embargo lo que importa es no poner nuestro afán en los medios que tenemos que tener para hacer nuestra misión, es decir, emplear los medios de este mundo para el servicio de Dios, sin estar apegados, sino desprendidos totalmente de ellos. “Cuando los envié sin bolsa, sin alforjas, sin calzado, ¿les faltó alguna cosa? Nada, dijeron ellos.(Lc 22, 35)
3. Y UNGIENDO CON ÓLEO A MUCHOS ENFERMOS, LOS CURABAN.
El aceite era un remedio medicinal muy usado en la antigüedad. Su práctica en Oriente era usual hasta en nuestros días. Los apóstoles usan lo que era un remedio corriente. Pero en todo el contexto resalta que los apóstoles, que han recibido poderes y facultad de realizar milagros o actos extraordinarios, no los van a emplear como simple remedio medicinal. Es lo que parece más lógico. ¿Curaban todos a los que se lo aplicaban? No se dice. La frase general de San Marco deja un amplio margen de valoración. Estas unciones tenían, al menos en muchos casos, valor instrumental de poder sobrenatural.
Naturalmente, se piensa en la analogía que este rito de curación pudiera tener con el rito sacramental de la “Unción de los enfermos.” Pero la finalidad directa por la que usan este rito los apóstoles en esta misión es el realizar milagros: para curar las enfermedades corporales milagrosamente, conforme al poder que Jesús les confirió. Pero los apóstoles no tenían aún el poder de perdonar sacramentalmente los pecados. Por eso, no pasa esto de ser un preludio del sacramento de la Unción.
La expulsión de los demonios los presentaba como ministros del Mesías, anunciando la llegada del Reino.
4. LA BUENA NOTICIA DEL EVANGELIO
Jesús quiere que el mensaje de salvación llegue a todo lugar, a muchas gentes, la Buena Noticia del Evangelio. El apóstol de Jesucristo, es un enviado por El y su Espíritu. Jesús le confiere poderes a sus enviados. Con esta reflexión nos debemos de animar, porque cada vez hagamos nuestra tarea presentándonos como apóstol de Jesús, somos participes del poder de sus mensaje. No tengamos miedo, no nos preocupemos si tenemos cierta cualidades, si estamos bien preparados o no, si conocemos de teología o no sabemos de eso, porque aunque las palabras sean nuestras, llevan el Espíritu de Jesucristo con todos sus carismas. “No se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.” (Mt 10, 16-23)
5. SI NO LOS RECIBEN EN UN LUGAR Y LA GENTE NO LOS ESCUCHA
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Estaba en las concepciones judías que, si uno venía de viaje de regiones gentiles y no se purificaba al entrar en Israel, la profanaba con el polvo que traía de esas regiones. Por eso estaba obligado a sacudir sus vestidos y zapatos antes de entrar en Israel. Gesto que materialmente usaron Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia cuando los judíos levantaron una persecución contra ellos.
En todo caso, nuestra misión es ir a todos los lugares y como dice el Señor: “Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.” (Mt 10, 7-15). El apóstol que no trae la paz, no puede ser considerado como apóstol de Cristo. Sin embargo, el que no nos reciban, siempre nos puede suceder, hay mucha gente que no quiere recibir el mensaje de salvación, se niegan a oir, no son hospitalarios y se justifican con odiosidades que no debemos acoger, pero si rezar para que se inviertan en ellos.
6. ENTONCES FUERON A PREDICAR, EXHORTANDO A LA CONVERSIÓN
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. Ese era el tema principal la conversión. Por que Jesús vino a eso, para conseguir la conversión de todos los hombres, pero El, busca que su predicación llegue a más gentes, porque no todos podían oír sus palabras, entonces preocupados por todos, envía a sus apóstoles a los hombres que estaban lejos.
Jesús, envía a sus apóstoles de dos en dos, pobres de recursos mundanos, pero muy ricos en su palabra, simiente de gracia. Nosotros hemos recibido gratuitamente, “de gracia”, la salvación del Señor, ¿y que meritos hemos hecho de nuestra parte?. Jesús envió a sus doce íntimos amigos a predicar una palabra que enseña amar a Dios y al prójimo; ¿Qué estamos haciendo o qué nos proponemos hacer para anunciar a los demás el mensaje de amor que hemos recibido?
7. SOMOS APÓSTOLES CON LA MISIÓN DE TRANSMITIRLO AL MUNDO
Hemos sido elegidos por Jesucristo, quien nos llamo a la fe, nos dio su mensaje evangélico, somos depositarios de el, y somos apóstoles con la misión de transmitirlo al mundo.
Y no lo hemos recibido para guardarlo para nosotros, es para compartirlo con todos los demás, porque todos estamos llamados a la salvación. Es así, hemos sido destinados a difundir el Reino de los Cielos, esa es nuestra misión, somos misioneros porque la misión es la forma concreta de manifestarle a Dios nuestro reconocimiento por haber sido llamados a ser en el mundo testigos de su amor.
Los apóstoles, somos todos los miembros de la Iglesia, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, aunque lo hagamos en distintos frentes y de diferentes maneras, todos estamos encargados por Jesús a proclamar su Reino. Apostolado es toda actividad efectuada por los cristianos que tiende a propagar el Reino de Cristo en el mundo y Jesús es la fuente y el origen del apostolado de la Iglesia, y la eficacia y la fecundidad de nuestra tarea depende fundamentalmente de nuestra unión con Cristo.
BUSQUEMOS PRIMERO LA PALABRA DEL SEÑOR Y SU ALIMENTO, Y EL RESTO VENDRÁ POR AÑADIDURA.
Es posible que no nos preguntemos con una frecuencia suficiente cuáles son las cosas verdaderamente importantes en nuestra vida. Resulta fácil caer en tópicos, adecuarse a los sondeos televisivos, quedarse en la superficie: es importante tener un trabajo, una familia unida, la salud... Cambian las gradaciones, pero éstos son, más o menos, los términos que aparecen en nuestra escala de valores.
Las lecturas de hoy nos proponen unos parámetros muy diferentes. Los discípulos de Jesús han abandonado ya el trabajo y la familia para seguirle; pues bien, ahora les envía también lejos de él, solos por el mundo, a anunciar el Evangelio. Les impone prescindir de todo lo que a nosotros nos parece indispensable: ni provisiones, ni alforjas, ni dinero, ni túnica de recambio, sino sólo sandalias y bastón. Antes de darle disposiciones más precisas a su hijo Salomón sobre el trato que debe reservar a los enemigos del reino, David le recomienda la obediencia fiel a los preceptos de la Ley, única condición para el buen éxito de cualquier proyecto.
A buen seguro, la salud, la familia y el trabajo son cosas importantes. Pero no son las primeras que debemos buscar: no son la condición para poder seguir los caminos del Señor; al contrario, son su consecuencia. No digamos: tengo demasiado trabajo para poder comprometerme en el voluntariado; la familia me absorbe y no tengo tiempo de orar; mi salud es frágil y no puedo hacer nada por la Iglesia. Busquemos primero la Palabra del Señor y su alimento, y el resto vendrá por añadidura.
Señor, ayúdame a buscar en primer lugar tu voluntad. Libérame de las preocupaciones sofocantes de la vida cotidiana. Concédeme la serenidad de los lirios del campo y de los pajarillos, que no se angustian por su supervivencia.
Hazme generoso, Señor. Haz que piense antes en los otros que en mí mismo. Concédeme el discernimiento necesario para realizar cada vez elecciones justas.
Señor, me gustaría ser capaz de dar testimonio de ti, de llevar tu Palabra a los hombres en el mundo en el que vivo. Pero me atosigan las dificultades, tengo demasiado miedo a no salir bien del envite, soy tímido y me falta seguridad. Hazme comprender que el éxito no depende de mis capacidades, sino de tu voluntad.
Concédeme el don de la sencillez, Señor, para que sepa encontrar lo esencial y no me disperse en mil revuelos de actividades superfluas.
1.HERODES ANTIPAS ASEGURABA, EN SU OBSESIÓN NEURÓTICA
San Marcos, relata con cierto detalle, en este episodio, sobre la opinión que tenía Herodes Antipas sobre Jesucristo. Mientras para “algunos” Cristo era o Elías, que en la creencia popular se pensaba que no había muerto, aguardando su retorno en los días mesiánicos, para ungir y presentar al Mesías o un nuevo profeta como los clásicos profetas de Israel, al modo como el pueblo tenía al Bautista por “profeta”, Herodes Antipas aseguraba, en su obsesión neurótica, que era el mismo Bautista, que había resucitado.
El tetrarca Herodes o Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande y de Maltace, esposa samaritana de Herodes. Así, era medio samaritano y, casi seguramente, no corría por sus venas ni una gota de sangre judía. Se le llamaba Herodes o Antipas pero, para distinguirlo de los otros miembros de la familia, se unió apasionadamente a su cuñada Herodías, repudiando a su legítima esposa. Herodías vino a ser su genio maligno, fue la instigadora del asesinato de Juan el Bautista (Mt. 14:1-12; Ant. 18:5, 2).
2.“TEMÍA” A JUAN, PORQUE SABÍA QUE ERA HOMBRE “JUSTO Y SANTO, Y LO GUARDABA.”
San Marcos, destaca que el tetrarca, cuando tenía prisionero Juan Bautista, “temía” a Juan, porque sabía que era hombre “justo y santo, y lo guardaba.” ¿De quién? Probablemente de las insidias de Herodías. También detalla san Marcos, que Herodes Antipas “le oía con gusto,” haciéndole traer, seguramente, de la prisión. Marcos también nos narra el juramento de Herodes Antipas a Salomé después del baile, que le daría lo que pidiese, “aunque sea la mitad de mi reino.” Esta frase tiene antecedentes bíblicos, y además Antipas no tenía “reino,” sino ”tetrarquía.”
Sucede que Herodes Antipas buscó el ser rey, pero no obtuvo de Roma más que el título oficial de “tetrarca.” Entonces podemos pensar que si San Marcos le nombra “rey,” puede ser como un título genérico, o por reflejar el uso que popularmente, por halago, le diesen los súbditos, o acaso por estar un tanto condicionado por la segunda frase usada: “la mitad de mi reino.” Esta frase aparece en el libro de Ester (Est 5:3; cf. 1 Re 13:8).
Pero si esta frase, literariamente, pudiese provenir del pasaje semejante del libro de Ester, no habría ningún inconveniente en que el mismo Herodes Antipas hubiese añadido esta expresión genérica, como sinónima de su tetrarquía, en un momento de exaltación bajo el vino y el halago de los presentes.
3.EL TETRARCA HERODES SE ENTERÓ DE TODO LO QUE JESÚS HACÍA Y ENSEÑABA, Y ESTABA MUY DESCONCERTADO
Nuestro Señor, hablando de este marrullero, tramposo y astuto tetrarca, lo llamó «esta zorra» (Lc. 13:31, 32). Es evidente que Herodes Antipas debía tener una cierta influencia sobre sus seguidores, porque Jesús habla de «la levadura de Herodes» (Mc. 8:15). Cuando empezó a extenderse la fama de Jesús, Herodes, con la conciencia agitada, temía que Juan hubiese resucitado (Mt. 14:1, 2). Estando Herodes en Jerusalén en los días de la crucifixión del Señor, Pilato le envió a Jesús. Herodes pensó que vería hacer algún milagro, y quedó frustrado. Aquel mismo día, Herodes y Pilato se reconciliaron, pues habían estado enemistados (Lc. 23:7-12, 15; Hch. 4:27).
Este es el perfil del político desconcertado, porque algo grande ha sucedido: Dios ha intervenido en la historia humana. Para unos, Juan, el profeta, injustamente asesinado, había vuelto a la vida, quedando patente la sinrazón e injusticia de su asesinato; para otros, Elías, el profeta que habría de venir, según la tradición judía, antes del día de la manifestación definitiva de Dios, ya estaba presente entre ellos; otros pensaban que estaban ante un profeta antiguo que había vuelto a la vida.
4."ES UN PROFETA COMO LOS ANTIGUOS".
Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos". Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos". Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado". Y trataba de verlo.”
Lo que herodes nos sabía, que es el que tenía que venir, el que bautiza no con agua, sino con el fuego del Espíritu-Amor (Lc 3,16); el hijo amado de Dios, sobre el que desciende en el bautismo el Espíritu, como paloma que se refugia en su nido ( 3,21-22); el que, lleno de Espíritu santo, es tentado por el diablo en el desierto, como lo fue en su día el pueblo en el éxodo hacia la tierra prometida, pero superando las tres tentaciones que asaltan a cada mortal por el desierto de la vida (4,1-3); el que anuncia una amnistía de perdón universal para todos sin excepción y, a cambio, recibe amenazas de muerte por parte de sus paisanos en Nazaret (4,14-29); el que habla con autoridad, y no como los escribas, dando órdenes a los espíritus inmundos que salen (4,31-40); el que invita a Pedro y a los suyos a pescar obteniendo resultados sorprendentes (5,1-11); el que cura al leproso y no queda impuro; el que hace levantarse del lecho al paralítico (2,1-12), imagen de la humanidad postrada por el pecado; el que llama a Leví, escandalizando a la clase farisea (5,27-32); el que se autoproclama el esposo e invita a sus seguidores a entender la vida como una fiesta de bodas, de amor fecundo alegría (5,33); el vino nuevo que requiere odres nuevos (5,36-40); el señor del sábado que pone en el centro de atención de su vida el bien del hombre por encima de la observancia del precepto de descanso (6,6-11) y el que proclama un orden nuevo basado en la pobreza o austeridad solidaria para poder ejercer con libertad el amor sin límites, el perdón, la generosidad (6,20-46) e invitar a todos a construir la casa sobre roca. No es de extrañar, ante tanta novedad y capacidad de subversión, que todos, hasta Herodes, se pregunten quién es ése que rompe los moldes del pasado y coloca a sus seguidores en la puerta del futuro, que no es otra sino la del amor sin medida.
5.COMO CRISTIANOS, SIEMPRE ESTAREMOS EXPUESTOS A CIERTO HERODES
Herodes como representante del poder es soberbio, altivo y exigente, quiere que todos se postren ante el y cedan a sus caprichos, incluso el Profeta de Israel, aquel que aún no sabía quien era, pero que por eso mismo había excitado en el una gran curiosidad de verlo actuar, aun quizás poder presenciar algún milagro.
Como cristianos, siempre estaremos expuestos a cierto Herodes por ser profetas, pero proyectaremos la Palabra de Dios, que es profética, porque impulsa el bien, a la justicia y al amor.
Todo cristiano seguidor de Cristo debe asumir como profeta y hablar en nombre de Jesús, transmitir su mensaje, que por ser de justicia, amor, paz, libertad, se oponen al poder de los Herodes de hoy, de los poderes de hoy, de las ambiciones, por ello, nos criticarán, nos juzgarán, nos condenarán, y dirán muchas cosas de nosotros, y se preguntaran como Herodes, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?".
Éste es el único pasaje del evangelio de Marcos cuyo protagonista directo no es Jesús. En realidad, tanto por la colocación como por el contenido, el relato del martirio de Juan -hombre «recto y santo» (v 19)- no tiene otra finalidad que ser la prefiguración puntual de la suerte de Jesús, a quien los Hechos de los apóstoles refieren los mismos atributos (cf. 3,14; 7,52; etc.). Tanto el Bautista como el Mesías mueren por «voluntad» de poderosos perplejos e indecisos. Más aún, puede decirse que Herodes, infiel a Dios por haber tomado como esposa, contra la ley, a la mujer de su hermano, es un rey adúltero: personificación del pecado de todo el pueblo que ha traicionado a su Señor y Esposo para ir detrás de los ídolos. Así pues, Juan muere como Jesús, el justo por los injustos, pero ésta será asimismo la suerte a la que están llamados los discípulos a quienes el Maestro envía a predicar la conversión. «La oportunidad se presentó» (cf v 21a). Paradójica coincidencia la de una extraña fiesta para una vida que, en realidad, es muerte y de una muerte que es un himno a la vida verdadera, una vida que va más allá de la dimensión temporal, porque es capaz de sacrificarse a sí misma por amor a la Verdad.
También el desenlace del banquete resulta grotesco, dado que acaba ofreciendo a los invitados -campeones en riqueza, orgullo, poder, lujuria y otras cosas así- una macabra bandeja con una cabeza cortada bajo la responsabilidad de una atractiva muchacha. Esto nos hace pensar en muchas de nuestras pasiones que nos parece imposible dejar de satisfacer... «Sus discípulos fueron a recoger el cadáver y le dieron sepultura» (v 29); lo mismo ocurrirá con Jesús, sepultado como semilla en la tierra, de la que, no obstante, resucitará para convertirse en pan fragante ofrecido en la mesa de sus discípulos, pan para una vida que no muere.
«El Señor es mi ayuda, no tengo miedo; ¿qué podrá hacerme el hombre?» (Heb 13,6). La afirmación de la primera lectura parece ampliamente desmentida por el evangelio de hoy, en el que Marcos pone como centro de atención a Juan el Bautista y su cruel martirio. Sí, hay quien, por un capricho simple y trivial, con cualquier motivo fútil, hace callar con la violencia la voz que invita a la conversión o que anuncia el Reino. El discípulo, llamado a seguir a Jesús, a predicar a los hermanos en medio de la pobreza (cf. Mc 6,7-13), no por ello queda exonerado de la prueba, sino al contrario. Todo el relato de Marcos nos presenta a Jesús trabajando para hacer comprender a los «suyos» el destino del Maestro, que sube a Jerusalén para padecer la pasión. Sin embargo, Jesús nos invita también a no tener miedo de los que pueden hacer mal al cuerpo. Hay algo peor que eso: vivir sin saber por qué y para quién se vive.
Todo hombre es mortal, pero tiene como destino la vida eterna; lo importante es entrar conscientemente en esa vida que es Jesús mismo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). Constituye una gracia para quien es discípulo ser asimilado al Maestro hasta la entrega total de sí mismo en el martirio, y ésta es una situación que vive todavía hoy la Iglesia en muchos de sus miembros. Cada uno de nosotros está llamado a morir a sí mismo, al hombre viejo, al egoísmo, al orgullo que nos impide vivir, como el Bautista, afirmando: Es preciso que él crezca y que yo disminuya». Puesto que Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre, cuanto más nos perdamos en él, que es el Amor, tanto más saborearemos la verdadera Vida.
“Eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”
Mc 6, 30-34
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. AL REGRESAR DE SU MISIÓN
San Marcos, no relata la vuelta de los dos apóstoles, de esta primera salida en misión de a dos. A su retorno le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Los apóstoles, van mostrándole al Señor, su lealtad y su respeto a él como Maestro, fueron enviados a un ministerio y emplearon un tiempo prudente en su cometido, vuelven a quien les envía y le dan cuenta de todo lo que han hecho y enseñado.
2. VENGAN USTEDES SOLOS A UN LUGAR DESIERTO, PARA DESCANSAR UN POCO
Cristo les quiere proporcionar unos días de descanso. Por eso les lleva a un “lugar desierto” para descansar un poco. Jesús observa la gran alegría que muestran sus discípulos por la misión, el interés por aprender más y el deseo de enseñar, por eso los lleva a “Retiro”. El Señor se retira a un lugar desierto, es decir a un lugar sencillo, tranquilo, lejos de lo mundano. El Señor invita al descanso a los que trabajan de palabra y obra por él. Jesús sabe de esta necesidad humana.
3. PORQUE ERA TANTA LA GENTE QUE IBA Y VENÍA
El evangelio explica el descanso a sus discípulos, con estas palabras: Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Las gentes no les dejaban solos, ni aún después de su trabajo misional, especialmente intenso: las gentes venían a Cristo. San Marcos, nos describe esta premura de las grandes cantidades de gentes como las “turbas”, pues eran muchos los que iban y venían, y ni espacio les dejaban para comer”. Acaso estas multitudes que vienen en esos momentos puedan ser un indicio del fruto de la “misión” apostólica de la cual regresaban los apóstoles.
A fin de lograr este descanso, se fueron a un retiro. Se embarcaron para ir en dirección a un lugar desierto.
4. ENTONCES SE FUERON SOLOS EN LA BARCA A UN LUGAR DESIERTO
Los discípulos no se retiraron solos, iban acompañados por Jesús. Subieron a una barca y pasaron a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. El hecho de llegar antes que Jesús, yendo a pie, manifiesta que no fueron al otro lado del lago, sino que a un lugar cercano y talvez por la misma ribera, y al que por tanto podían llegar antes los que iban a pie.
Que sigan de esta forma a Jesús, muestra la fe de las gentes. Los que seguían al Señor, eran personas sencillas, por tanto lo hicieron a pie, posiblemente con poco alimento y muy fatigados, dando a conocer cuánta solicitud ponen en cuidar de su salvación. Los fariseos no alimentaban al pueblo, sino que le devoraban como lobos rapaces; por esto se reúnen en torno a Jesús, verdadero Pastor que les da el alimento espiritual, esto es, la palabra de Dios.
5. PORQUE ERAN COMO OVEJAS SIN PASTOR
Al desembarcar vio Jesús una gran muchedumbre y se compadeció de ellos, “porque eran como ovejas sin pastor.” Esta expresión aparece en el ambiente bíblico (Núm 27:17; 1 Re 22:27; 2 Par 18:16; Ex 34:5). Pero este pasaje, puesto en el evangelio, tiene, sin duda, una evocación de valor mesiánico. En el Antiguo Testamento, el pueblo había sido comparado a un rebaño, y el Mesías al pastor. Dios dice en Ezequiel: “Suscitaré para ellos un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David (el Mesías), él las apacentará, él será su pastor” (Ez 34:23). Y Cristo, en la última Cena, se identificó con el pastor, y los apóstoles — pueblo — con el rebaño, conforme a la profecía de Zacarías (Zac 13:7). Y se proclamó el Buen Pastor (Jn 10:11ss).
6. JESÚS SE COMPADECE DE LOS HOMBRES
Jesús se nos muestra en todos los Evangelios, como la expresión plena del amor por los hombres. Su carácter esta lleno de sentimientos por todos y cada uno de los hijos de Dios. El siente una profunda pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento ajeno. El nunca deja de conmoverse, siempre nos enseña esa natural inclinación a compadecerse y mostrarse comprensivo ante las miserias y sufrimientos, siempre motivado por un autentico sentimiento de afecto, cariño y solidaridad, como lo hace ahora hacia aquella gente que estaba cansada y hambrienta, por querer estar en su compañía, es así como sintió una gran compasión y les estuvo regalando sus bellas enseñanzas por largo rato.
7. EL SEÑOR, ESPERA DE NOSOTROS, UN CORAZÓN COMPASIVO
Dios, tiene una gran ilusión con todos nosotros, esta es que tengamos la manera de ser con todos sus hijos como la que tuvo Jesús con sus hermanos, que siempre se preocupo de ellos incluso hasta de la necesidad del descanso. El corazón de un apóstol, no puede permanecer indiferente ante las necesidades de sus hermanos, sean estas espirituales o de otra índole. Sepamos como Jesús, mirar alrededor nuestro y veremos que hay mucho que necesitan oír una palabra de esperanza y que les hablemos del amor del Padre.
El Señor, espera de nosotros, un corazón compasivo, no dejemos de acudir en auxilio del que necesita, no dejemos de ayudar a los más necesitados por largo rato.
Tal vez nos hayamos comprometido a dar testimonio del Evangelio en nuestro ambiente habitual y tenemos necesidad de reposar el espíritu en su Presencia, o tal vez nos reconozcamos en aquellas «ovejas sin pastor», sin meta ni seguridad. Ahora bien, Jesús es «el gran pastor de las ovejas», guía de los pastores y de las ovejas sin pastor: ha entregado su vida para abrir a cada uno -a mí también- un camino seguro al redil del Padre. El mismo es «el Camino, la Verdad y la Vida».
No siempre resulta fácil caminar siguiendo su enseñanza, ni siempre resulta agradable que los responsables de la comunidad cristiana nos lo recuerden en las circunstancias concretas de la vida. Con todo, si acogemos con sincera disponibilidad las indicaciones del Señor, nuestra vida se convertirá en una pascua continua, esto es, en un paso desde la falta de significación del orden cotidiano a la plenitud de significado que éste adquiere cuando la caridad con los otros transfigura cualquier gesto.
Paso desde la inestabilidad de las vicisitudes humanas -pequeñas o grandes- al abandono confiado en Dios que se convierte en obediencia a quien nos guía en su nombre. Paso de una oración formal y bien delimitada a una vida que se transforma en incesante sacrificio de alabanza por medio de Cristo. ¿Es posible todo esto? Sí, la resurrección de Jesús nos atesta la omnipotencia del Padre. ¿Es posible para mí? Sí, si se lo pido y si quiero corresponder sinceramente al don, Dios mismo lo realizará en mí. La ternura de Jesús se dirige, hoy, a nosotros...
Jesús, ternura infinita que nos descubres el rostro de amor del Padre, venimos a ti como ovejas sin pastor: guíanos tú con tu fuerza y tu dulzura a descubrir el camino de la vida a través de la ofrenda total de nosotros mismos a Dios. Transforma hoy nuestra jornada en un incesante sacrificio de alabanza a él y de caridad con los hermanos.
Haz que participemos en tu pascua, muriendo a todo egoísmo y presunción, para vivir en ti como hijos obedientes que cumplen en todo la voluntad del Padre.
A él, fuente de la misericordia, le confiamos por tu mediación nuestra miseria y nuestros deseos: oh Dios, haz de nosotros lo que te plazca, para gloria tuya y bien de todos los hermanos. Amén.
“Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes”
Mt 5, 13-16
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.USTEDES SON LA SAL DELA TIERRA
Los discípulos de Jesús, en su misión de predicar el reino, han de ser la sal de la tierra. Esta tierra no es sólo Palestina, sino que tiene valor universal, como se ve por su paralelismo con la luz del mundo. Es la orden que dará Jesús de predicar a todas las gentes - Mt 28:19-20 -. En el ambiente judío se le reconocen a la sal varias propiedades: dar sabor y gusto a la comida, librar a la carne y pescados de la corrupción, y los rabinos también destacan en la sal el valor purificador.
A la masa doctrinal y moralmente viciada del mundo y del fariseísmo hay que salvarla con la doctrina de Jesús, purificarla de su descomposición; lo mismo que a estas creencias hay que darles el sabor y gusto de Jesús. Esto hace ver que esta parte del sermón se dirige a apóstoles y discípulos, que son los que tienen la misión de salar la masa.
2.PERO SI LA SAL PIERDE SU SABOR, ¿CON QUÉ SE LA VOLVERÁ A SALAR?
Pero hay un fuerte alerta para éstos. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Esta frase es un proverbio usado en la literatura rabínica. Y se alude a una sal extraída del mar Muerto y que perdía su sabor muy pronto. La alegoría acusa una gran responsabilidad para los discípulos. Esta sal de su vida cristiana puede perderse; por eso exige el esmero de su defensa y conservación. Pues si se pierde no vale para nada, Dice Jesús: Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres, ni para la tierra es útil ni aun para el basurero (Lc), sino para tirarla afuera. Conforme a las viejas costumbres de Oriente, todo lo que no sirve se lo tiraba a las callejuelas. Si el apóstol pierde su sabor de Jesús — por preparación y vida —, no vale para testimoniar a Jesús, y entonces se lo tira fuera. Nos preguntamos pero ¿de dónde? ¿del apostolado, de Jesús, del reino? Sólo vale, conforme al ejemplo puesto de tirar la sal y lo que sobra a las callejuelas, por lo que lo pisan los hombres y animales que por allí transitan, para que también a él lo pisen los hombres. Pero estos rasgos deben de ser simbólicos o figurados, imagen de desprecio en que caen los discípulos caídos de su fervor, entusiasmo y pasión, incluso ante los hombres.
3.USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO.
Este oficio apostólico se expresa con otras dos imágenes. Son luz del mundo. La luz se enciende para lucir. En las casas palestinas antiguas, con una sola y grande habitación, se encendía la pequeña lucerna de barro y se la ponía sobre el candelero, en lugar alto, para que alumbre a cuantos hay en casa. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón. No se la ponía bajo el modio, medida de áridos con capacidad de algo más de ocho litros, pues se evitaría que luciese. - se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa -.
La luz de los apóstoles de Jesús no es para ocultarse, sino para iluminar a los que están en tinieblas con la iluminación del reino - Felipense 2:15 -.Y nos dice el Señor: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras”. Al ver sus obras se glorificará al Padre, autor de esta
En el pueblo judío estaba muy empapado en el que Dios fuese alabado por todos a causa de sus obras. Ni hay contradicción con san Mateo 6:5-16, en donde se dice que no se hagan las obras para que los hombres les vean. Allí habla del apóstol, cuya misión es lucir; aquí del espíritu de modestia en la conducta cristiana.
4.NO SE PUEDE OCULTAR UNA CIUDAD SITUADA EN LA CIMA DE UNA MONTAÑA.
Por una semejanza evocadora, junta a la comparación de la luz se pone la de las ciudades construidas sobre las montañas. En Palestina era frecuente emplazar los pueblos en los altos. Desde el lugar donde, tradicionalmente, se sitúa este sermón, se veían en lo alto de las montañas Safet, Séfforis e Hippos. Acaso Jesús señaló alguna de ellas y la tomó por semejanza de su enseñanza. Como la ciudad puesta en lo alto de una montaña no puede menos de verse, así el apóstol del reino no puede ocultarse; ha de verse, dejarse ver, actuar.
Estas dos comparaciones sobre el oficio de los apóstoles de Jesús: “sal y luz”, tienen finalidades algún tanto distintas. La primera mira a la preparación y santidad del apóstol; la segunda, a que no se oculten los valores necesarios para el apostolado; ni, incluso, como se ve en otros contextos, porque aguarden persecuciones. Pues la tierra espera su sal y su luz.
Para las personas que buscan el sentido que anime su vida, la Palabra de Jesús abre perspectivas siempre inéditas, añade colores sorprendentes e impensables y proporciona el deseo de un proyecto de vida radicalmente diferente del que pueden ofrecer las realidades del «mundo». Una vez degustado el «sabor» nuevo de una existencia iluminada por Cristo, no hay más posibilidad para aquello que a menudo, y de modo mediocre, satisface fugazmente nuestros deseos de felicidad, dejándonos insatisfechos y decepcionados. Cuando permitimos que se avive el anhelo de una vida plena y «en abundancia» (cf Jn 10,10), que dé sentido auténtico a nuestro ser y a nuestro obrar, permitimos que una fuerza, la del Espíritu, que trasciende nuestra valía, se manifieste al mundo a través de nosotros. «Sal» y «luz», tesoro valioso que llevamos en vasijas de barro, son dones no para retenerlos, sino para verterlos en los lugares donde se ha perdido el gusto y la esperanza de una vida digna de ser vivida o cuando alguien ha apagado la confianza.
Ninguna ritualidad exterior puede reemplazar las implicaciones más que comprometedoras descritas por Isaías: los gestos de compartir, la opción en favor de quienes sufren la privación injusta y forzada de aquellos bienes necesarios para vivir y que hacen visible y creíble la fe. La misión, y con ella el discípulo del Evangelio, conoce los tiempos del mensaje gritado desde las azoteas y la difusión de la Palabra escandalosa de la cruz hasta los confines del mundo, y también sabe reconocer los momentos silenciosos, discretos, extraordinariamente potentes de una caridad solidaria, de la que hablan las «buenas obras» que dan gloria al Padre, que está en los cielos. La comunidad cristiana no vive separada del mundo, sino inmersa en los acontecimientos de su tiempo, en los que está llamada a obrar: como la sal, que en sí no es ninguna comida y sólo unida, mezclada, deshecha en los alimentos, puede desarrollar su cometido; de la misma forma, la Palabra que el creyente anuncia tiene que penetrar y vivificar desde dentro los ambientes en los que es sembrada. Es un quehacer fiel y constante que debe hacerse presente en un testimonio de vida sencillo y sobrio, a veces trémulo y «débil», pero revestido de la fuerza de Dios, quien asegura su validez y eficacia.
Padre, fuente de misericordia y de justicia, que cuidas de todos tus hijos, escucha el grito de los pobres, sé refugio del afligido y desconsolado. También en nuestros días hay desposeídos de bienes, privados de dignidad, hambrientos de pan y de amor. Y hartos y satisfechos, con almacenes repletos y casas vacías, envanecidos con sus rezos y ayunos, que huelen a incienso y no perfuman la vida.
En tu Hijo Jesús nos has revelado tu predilección por los pequeños, te has mostrado compasivo y misericordioso con quienes confían en ti. Él, desnudo y crucificado, le indica a quien quiere seguirle un camino serio y arriesgado, una puerta estrecha por donde no se puede pasar si no nos liberamos de las ataduras que suponen el patrimonio, los bienes, la cultura, las estrategias pastorales.
Padre, no queremos poseer mayor honor ni tener mayor gloria que el nombre de tu Hijo crucificado y resucitado, más preciado y valioso que el oro y la plata, para levantar y hacer andar a quien tiene necesidad de esperanza. Su Palabra es la luz que nos confías para reavivar los lugares aprisionados por las tinieblas; el Evangelio es la lámpara que no se consume, el sabor incorruptible para incorporar a la existencia. Entonces brillarán nuestras buenas obras como un sol sin ocaso, porque ha prendido tu resplandor.
“Le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos”
Mc 6, 53-56
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, me imagino la ansiedad de los que le esperaban, como debe haber latido con mayor velocidad el corazón de los que le reconocieron al verlo llegar, los enfermos deben haber estado algo agitados, inquietos, porque el que llega, va a finalizar con la angustia, esa que suele acompañar a muchas enfermedades y que no permite el sosiego de la persona que la padece.
Así fue, como en cuanto se supo de la presencia de Jesús, en seguida comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. Jesús tiene el poder de hacer milagro y curar a los enfermos, bastaba su propia sombra o que un enfermo tocara su vestido y de inmediato quedaba sano.
Lo conocieron por su nombre, sin embargo bastaba mirarlo y saber que era El, lo conocieron por su rostro y por la grandeza de sus milagros. Grande era la fe allí en Genezaret, ellos no fueron egoístas y no se contentan con la salud recuperada por ellos, sino que avisan a otros pueblos de las inmediaciones, para que se apresuren a venir al médico. Y recorriendo toda la comarca entera, empezaron las gentes a sacar en andas. No le invitaban a que fuese a curar a las casas, sino que le llevaban ellos mismos los enfermos. Donde quiera que llegara, fuesen aldeas, o casas de campo. El milagro de la mujer del flujo de sangre había llegado a oídos de muchos, y les inspiraba mucha fe, por la cual sanaban.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos Jesús se intereso siempre por todo lo que le sucedía a los hombres, El siempre estuvo preocupado del espíritu, el alma y cuerpo, para todos ellos, El quería la sanación y muchos empezaron a creer en Él por las curaciones milagrosas que presenciaron.
Jesús, vino a curar a los enfermos, librar a los oprimidos por los espíritus impuros, El nos trajo la buena noticia, El nos enseño lo mucho que nos ama nuestro Padre Bueno, pero una de las cosas más importante que hizo por nosotros, es enseñarnos a orar y darnos ejemplo de cómo orar, El, los hacia en un lugar tranquilo, apartado y siempre antes de algo importante, se retiraba a orar. Con la oración, podemos acercar la sanación de muchos males, solo debemos poner toda nuestra confianza, con toda nuestra fe, creyendo incondicionalmente en El. Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: «El que tenga sed, que venga a mí, y que beba el que cree en mí. Lo dice la Escritura: De él saldrán ríos de agua viva». (Jn 7; 37-38)
Queridos amigos y hermanos, es innegable, Dios tiene el poder de curar a los enfermos y lo puede hacer a través de sus hijos, nosotros mismos, con nuestra oración. Cuando un amigo nuestro, un familiar este enfermo, oremos por él y con él. Los milagros del Señor son sorprendentes, solo se necesita amor y fe. En efecto, por amor a nuestros hermanos y al Señor, con mucha esperanza y confianza dirijamos nuestras plegarias por aquellos que necesitan curarse de algún mal, y si nos flaquean las fuerzas por que dudamos, pidamos al Señor, que nos de más fe y que nos conceda un espíritu de confianza.
JESÚS, NOS ABRE A CADA UNO EL ESPACIO DE LA CURACIÓN
Dios crea el mundo a través de su palabra. O, más exactamente, según el esquema de un mandato y de su ejecución: «Dios dijo: "Sea". Y así fue». Viene, a continuación, una valoración que aparece las siete veces (aunque no precisamente al final de cada día): «Y vio Dios que era bueno».
Esta valoración divina de las cosas creadas tiene una gran importancia. Dios aprecia las cosas que hace, las encuentra bellas, bien hechas, se complace en ellas. Pero no sólo esto: el estribillo que expresa la belleza de cada criatura es el mismo estribillo que acompaña a la oración de Israel, que se repite con mayor frecuencia en el libro de los Salmos: «Alabad al Señor, porque es bueno» (en hebreo se emplea exactamente las mismas palabras).
Así, la primera página de la Escritura presenta un desarrollo litúrgico, constituye una especie de doxología inaugural de toda la Biblia. La bondad de las criaturas corresponde a la bondad del Creador. Reconocer la bondad de las criaturas significa alabar a su Creador. Pero también es verdad la inversa; a saber, que la alabanza del Creador, la oración, es la condición para descubrir la bondad de la creación y, eventualmente, restituirla. ¡Qué significativo es todo esto para nosotros!
De hecho, nos mostramos muchas veces incapaces de captar la belleza-bondad de lo que existe, prisioneros de la mirada económica que plantea de inmediato esta pregunta: «¿Para qué me sirve?», «¿cuánto me renta?» El contacto con Dios, que ha venido entre nosotros, con Jesús, nos abre a cada uno el espacio de la curación que permite ver la verdad de lo creado y, en él, nuestra propia verdad.
"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”
Mc 7, 1-13
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.CIERTOS GENTILES Y SUS COSTUMBRES Y LAS PRACTICAS A LOS CUALES ESTÁN AFERRADOS.
En este fragmento del Evangelio, san Marco hace una extensa exposición de ciertos gentiles y sus costumbres y las practicas a los cuales están aferrados. También nos narra que los escribas venidos de Jerusalén eran algunos. El número de éstos está restringido con relación a los fariseos venidos. Acaso vienen, como especialmente técnicos en la Ley, para garantizar la obra de espionaje, o para completar esta representación de espionaje enviada, más o menos oficiosamente, por el Sanedrín, o al menos con su implícita complacencia (Jn 1:19.22). San Marcos se da tiempo de explicar que significaban estos usos en la mentalidad judía y en los preceptos rabínicos.
2.ANULAR LA LEY DE DIOS POR LAS TRADICIONES DE LOS HOMBRES
San Marcos, no sólo recoge un caso concreto como motivo de censura, anular la ley de Dios por las tradiciones de los hombres, sino que alude a otra perspectiva mayor porque hacen muchas cosas por el estilo. Es muy fuerte la contraposición de lo que legisló Moisés y la tradición humana. Aquello tiene valor; esto es presentado como elaboración simplemente humana: farisaico-rabínica. Anulan “la palabra de Dios” (Moisés) por la tradición.
Estamos en presencia de una diferencia importante, los hombres de la tierra de Genezaret, que parecían menos instruidos, no vienen solos, sino que llevan sus enfermos al Señor, para poder siquiera tocar la franja de su vestido. Pero los fariseos y escribas, que debieran ser los doctores del pueblo, acuden al Señor, no para buscar la salud, sino para promover controversias.
3.PURIFICACIÓN EXTERNA Y NO DE LOS BUENOS PENSAMIENTOS
Los discípulos de Jesús, que habían aprendido a hacer sólo la virtud, comían sin haberse lavado las manos; y queriendo los fariseos encontrar un pretexto, aprovecharon esta ocasión; y no los reprocharon por trasgresores de la ley, sino por trasgresores de las tradiciones de sus mayores. "Porque los fariseos, como todos los judíos, nunca comen sin lavarse a menudo las manos, siguiendo la tradición de sus mayores".
Ellos habían recibido en un sentido material las palabras espirituales de los profetas, que se referían a la corrección del espíritu y del cuerpo, diciendo: "Lavaos y sed puros" (Is 1,16); y: "Purificaos los que lleváis los vasos del Señor" (Is 52,11), y observaban solamente estos preceptos lavándose el cuerpo. Pero es inútil esta purificación externa y no de los buenos pensamientos, en efecto en vano purifican sus vasos, si descuidan el lavar las verdaderas manchas de sus cuerpos, esto es, las del espíritu.
4.CIEGOS LOS FARISEOS Y ESCRIBAS, OBJETAN AL HIJO DE DIOS
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".
Ciegos los fariseos y escribas! Objetan al Hijo de Dios, porque no observan las tradiciones y preceptos de los hombres. Pero Jesús, es muy claro frente a los soberbios fariseos, y los increpa y les dice: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: 'Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Como no era de trasgresión de la ley, sino de las tradiciones de los antiguos de lo que acusaban injustamente a los discípulos, los humilla llamándolos hipócritas, por que recomendaban con cierto respeto lo que no convenía. Añade la palabra de Isaías como dirigida a ellos, y que viene a decir: Así como aquellos de quienes se dice que honran a Dios con los labios, pero que tienen bien lejos de El su corazón, se jactan en vano de observar las reglas de la piedad, no observando sino las doctrinas de los hombres, así ustedes abandonan el mal interior que puede curarse, y acusan a los que respetan la justicia.
5.ANULAN LA PALABRA DE DIOS POR LA TRADICIÓN QUE USTEDES
Para probarles que no han guardado respeto a Dios por la tradición de los antiguos, que se opone a las Divinas Escrituras, añade: Porque Moisés dijo: 'Honra a tu padre y a tu madre', y además: 'El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte'.
En cambio, ustedes afirman: 'Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte...'. En ese caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido.
Queriendo los fariseos comerse las ofrendas, habían instruido a los hijos, cuando tenían algún dinero, para que, si se lo pedían sus padres, les contestasen: corbán; esto es, el don que me pedís se lo ofrecí ya al Señor. Con ello evitarían que volvieran a pedirle lo ofrecido al Señor en provecho de la salud de los mismos padres. De este modo engañaban a los hijos, y los inducían a faltar a sus padres, para poder ellos devorar las ofrendas. Esto es lo que el Señor les reprocha, pues quebrantaban la ley divina por el lucro. "Aboliendo así -dice- la palabra de Dios por una tradición"
6.ES EL CORAZÓN EL QUE TIENE QUE ESTAR SIEMPRE CON DIOS
¡Y como éstas, hacen muchas otras cosas!". Es decir, quebrantan los preceptos de Dios, y observan las tradiciones de los hombres. Se puede decir también que los fariseos enseñaban a los jóvenes que, si alguno hacía ofrendas a Dios por las faltas cometidas contra el padre o la madre, quedaba inmune, puesto que daba a Dios lo que se debe al padre; y de este modo impedían que fuesen honrados los padres.
Jesús, nos da una gran enseñanza, es el corazón el que tiene que estar siempre con Dios, con una incondicional adhesión, con todo el afecto, con total entrega, con mucha generosidad y profundamente sincero. Pero es necesario un corazón puro para ver las cosas de Dios, con un corazón limpio de todo aquello que lo mancha, lo oscurece. El que tiene el corazón enrarecido y manchado, no puede ver a Dios. El que ve solo las cosas terrenales, el que esta solo preocupado de lo bienes materiales, del buen vivir y de los gozos superficiales, no comprende las cosas de Dios.
“Solo los que tiene el corazón limpio verán a Dios” (Mt 5,8)
A fin de que Israel correspondiera a la elección divina y realizara plenamente la «semejanza» con Dios, que más tarde será la santidad («Sed santos, como Yo soy santo»: Lv 19,2), Dios le dio su Ley, la Torá. Esta ley consiste, precisamente, en una serie de pequeñas intuiciones sagaces, casi de «estratagemas», destinadas a imitar la santidad de Dios en los más pequeños gestos de la vida cotidiana. Lavarse las manos antes de comer o comer siguiendo ciertas reglas de pureza alimentaria son pequeños «trucos» que le recuerdan a Israel que es el pueblo elegido de Dios, santificado precisamente a través de estos preceptos.
Jesús no ha venido a arramblar con todo esto. Contrariamente a una opinión muy difundida en el ámbito cristiano, Jesús no vino a «liberar» a Israel del yugo de los preceptos, no vino a abrogar la Torá (cf. Mt 5,17).
Bien al contrario, la radicalizó aún más, la recondujo a sus intenciones originarias, al dato escrito que precede a toda reelaboración doctrinal posterior. Obrando así, nos recuerda a todos, judíos y cristianos, que la práctica de la Torá (para los primeros) y la obediencia a la Palabra escrita (para los segundos) es una imitatio Dei que restablece en el hombre, hecho a imagen de Dios, la plena semejanza con su Creador.
En ambos casos se ve claro que el honor que el hombre tributa a Dios consiste, esencialmente, en vivir su propia vocación originaria: ser «imagen y semejanza» del Creador. ¿Seremos capaces de recoger este desafio, de realizar una opción y vivir sus consecuencias?
1.LO QUE SALE DEL HOMBRE, ESO ES LO QUE MANCHA AL HOMBRE
Después de la exposición anterior, Cristo llama a la muchedumbre y les expone una pequeña parábola “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda mancharle; lo que sale del hombre, eso es lo que mancha al hombre”. La apatía del pueblo no pidió más explicaciones de la misma. Pero, ya en casa, los “discípulos,” acaso a iniciativa de Pedro (Mt), le piden una explicación de la misma.
Y la explicación se la hace detalladamente, no sin antes dirigirles una amonestación de afecto y enseñanza: “¿Tan faltos estáis vosotros de sentido?”. En realidad, el sentido fundamental de lo que había expresado en esa pequeña parábola era claro. Pero esto hace ver la necesidad de educación que tenían los apóstoles.
2.UN VALOR EXCEPCIONAL A CIERTAS PURIFICACIONES DE COSAS
Los rabinos daban un valor excepcional a ciertas purificaciones de cosas y de manos, se decía: “Si alguno come pan sin lavarse las manos, es como si fuese a casa de una mujer de mal vivir.” “Quien desprecia la purificación de las manos será extirpado del mundo.” “Hay demonios encargados de dañar a los que no se lavan las manos antes de las comidas.” En una ocasión un rabino llamado Eleázaro, que despreció esta purificación, fue excomulgado por el sanedrín, y, después de muerto, se colocó una gran piedra en su féretro para indicar que había merecido la pena de la lapidación. Así es, como para los israelitas, e inclusos para las primera comunidades judeo-cristianas era un situación ardiente la impureza legal y la de los alimentos.
3.DIOS CREA TODAS LAS COSAS Y “ESTÁN BIEN,” SON BUENAS
¿Para qué tanta purificación?, ¿porque que hay que purificarse las manos al venir del mercado? ¿por su contacto con los alimentos?, ¿es que los alimentos contaminan?.¿hay algo de verdad en esto? Dios creó todas las cosas, como los alimentos para servicio del hombre, como responsable de sus actos morales. Dice el Génesis que Dios crea todas las cosas y “están bien,” son buenas y esos alimentos como dice el Señor si entra en la boca no mancha al hombre, lo que del hombre sale, eso es lo que mancha al hombre, porque de dentro, del corazón del hombre vienen las malas inclinaciones, es decir tener malos pensamientos, hacer el mal por palabras, como los falsos testimonios, y maldiciones, hacer el mal por obras, como los homicidios, adulterios, robos, eso mancha al hombre.
4.ERAN TAN CAPRICHOSAS, QUE “ANULABAN LA LEY DE DIOS
Esta enseñanza de Jesús iba a tener repercusiones muy grandes, porque afectaba a las mismas órdenes legales mosaicas sobre lo puro e impuro. Pero había de terminar su valor disciplinario y ritual, máxime cuando se hacía carga insoportable, como dice Jesús en Mateo 23, 4 “Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas”. Si Jesús no quiso abolir de momento todo aquello, el principio había quedado asentado por Jesús.
Estas tradiciones rabínicas, eran tan caprichosas, que “anulaban la ley de Dios,” tenían que ser arrancadas por inútiles y perjudiciales para el Reino, pues a veces anulaban la verdadera religiosidad.
5.A DIOS SE LE DEBE ADORAR EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
Con todo esto, Jesús nos quiere dar una lección que no es menos importante, a Dios se le debe adorar en espíritu y en verdad y no solo con observancia externa de los ritos. No quiere decir Jesús que él esta contra los ritos, ni contra las manifestaciones externas de la ley, solo quiere poner las cosas en su lugar. Es el corazón el que debe estar siempre con Dios, con afecto, entrega, generosidad y un amor muy profundo. Es el corazón el que debe estar puro para ver las cosas de Dios. Preocuparse de las cosas de la tierra, es tener tierra en el corazón y, “los que tienen el corazón limpio verán a Dios” (Mt 5, 8)
6.NOS EQUIVOCAMOS AL EMITIR NUESTROS JUICIOS
Lo triste, es que hoy vivimos una realidad extremadamente preocupante, hombres manchando a los hombres y hombres que se dejan manchar por otros, juzgamos a nuestros hermanos por sus apariencias, y por hacerlo así nos equivocamos al emitir nuestros juicios, vemos malicia donde no la hay, transformamos situaciones buenas en malas por pensar retorcidamente o porque le tenemos mala voluntad. Lo peor es que permanecen vigentes las palabras del Señor de los últimos versículos de este fragmento del evangelio, “del corazón del hombre, proceden los pensamientos malos, las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la impureza, la envidia, la blasfemia, la altivez, la insensatez. Todas estas maldades proceden del hombre y manchan al hombre. Es decir, estamos pasando por un embrutecimiento moral culpable, que desprecia el ideal de vida que Dios quiere para nosotros.
7.DECIDIRNOS A CAMINAR POR SENDEROS DE SANTIDAD
Ante esto, es que Jesús no aclara que nada hay sucio o impuro en el exterior de los hombres, lo malo a los ojos de Dios lo ensucia nuestro corazón. En efecto la santidad reside en lo interior, sin embargo la maldad y el pecado procede del atrevimiento.
Y todos estamos llamados a la santidad. “La voluntad de Dios es que todos sean santos” (1 Tes 4,3). Así también nos lo ha pedido Jesús: “Sean perfectos, como es perfecto el Padre de los cielos” (Mt 5, 48).
No tenemos excusas para no pensar y decidirnos a caminar por senderos de santidad, por elegir una vida cristiana y evangélica. No permitamos que nuestro trabajo u que otros agentes externos se conviertan en dificultades para vivir haciendo el bien, sin dejar de pensar que lo que santifica no es tanto lo que hacemos, sino que con el espíritu con que lo hacemos, con la buena intención y voluntad y el amor que ponemos en hacer las cosas, sin preocuparnos sin son sencillas y humildes, porque justamente las cosas simples tiene un valor admirable si se hacen con amor.
Vivir y comer son, desde el punto de vista antropológico, dos realidades muy próximas. Lo mismo podemos decir del «conocer»: el hombre tiene hambre de alimento, así como hambre o sed de conocimiento. Ahora bien, debe ponerse un límite a este deseo omnívoro de conocimiento -nos enseña la primera lectura- para que no sea autodestructivo. Si probamos ahora a proyectar la enseñanza de Jesús sobre el texto del Génesis, hallaremos unos resultados muy sugestivos. El problema, en efecto, es éste: ¿cómo ponernos ese límite? La solución más obvia consiste en la autolimitación del alimento, en prohibirnos comer ciertos alimentos. Jesús nos ofrece una solución diferente, que consiste en limitar nuestra propia hambre, nuestros propios deseos excesivos, desmandados. No son los alimentos los impuros, aunque cierta ascesis en los alimentos pueda ayudarnos, desde el punto de vista pedagógico, a moderar nuestros deseos; la fuente de estos deseos desmandados es el corazón humano.
Por otra parte, hablar de poner límites al conocimiento sigue sonando hoy a algo anacrónico y se presenta como un residuo oscurantista que es preciso liquidar con una sonrisa irónica de compasión. El dilema para la conciencia se vuelve aquí lancinante: tras haber sido llamado a custodiar el huerto de la existencia, ¿me abstendré de la tensión a la investigación y al progreso o me arriesgaré a contaminarlo con mis presuntuosos deseos de autosuficiencia y de dominio? El corazón del hombre, mi corazón, se revela una vez más como el lugar de la verdad, como el espacio donde el conocimiento que adquiero se convierte en causa de bien y de vida o, al contrario, de mal y de muerte.
“Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes”
Mt 5, 13-16
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.USTEDES SON LA SAL DELA TIERRA
Los discípulos de Jesús, en su misión de predicar el reino, han de ser la sal de la tierra. Esta tierra no es sólo Palestina, sino que tiene valor universal, como se ve por su paralelismo con la luz del mundo. Es la orden que dará Jesús de predicar a todas las gentes - Mt 28:19-20 -. En el ambiente judío se le reconocen a la sal varias propiedades: dar sabor y gusto a la comida, librar a la carne y pescados de la corrupción, y los rabinos también destacan en la sal el valor purificador.
A la masa doctrinal y moralmente viciada del mundo y del fariseísmo hay que salvarla con la doctrina de Jesús, purificarla de su descomposición; lo mismo que a estas creencias hay que darles el sabor y gusto de Jesús. Esto hace ver que esta parte del sermón se dirige a apóstoles y discípulos, que son los que tienen la misión de salar la masa.
2.PERO SI LA SAL PIERDE SU SABOR, ¿CON QUÉ SE LA VOLVERÁ A SALAR?
Pero hay un fuerte alerta para éstos. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Esta frase es un proverbio usado en la literatura rabínica. Y se alude a una sal extraída del mar Muerto y que perdía su sabor muy pronto. La alegoría acusa una gran responsabilidad para los discípulos. Esta sal de su vida cristiana puede perderse; por eso exige el esmero de su defensa y conservación. Pues si se pierde no vale para nada, Dice Jesús: Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres, ni para la tierra es útil ni aun para el basurero (Lc), sino para tirarla afuera. Conforme a las viejas costumbres de Oriente, todo lo que no sirve se lo tiraba a las callejuelas. Si el apóstol pierde su sabor de Jesús — por preparación y vida —, no vale para testimoniar a Jesús, y entonces se lo tira fuera. Nos preguntamos pero ¿de dónde? ¿del apostolado, de Jesús, del reino? Sólo vale, conforme al ejemplo puesto de tirar la sal y lo que sobra a las callejuelas, por lo que lo pisan los hombres y animales que por allí transitan, para que también a él lo pisen los hombres. Pero estos rasgos deben de ser simbólicos o figurados, imagen de desprecio en que caen los discípulos caídos de su fervor, entusiasmo y pasión, incluso ante los hombres.
3.USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO.
Este oficio apostólico se expresa con otras dos imágenes. Son luz del mundo. La luz se enciende para lucir. En las casas palestinas antiguas, con una sola y grande habitación, se encendía la pequeña lucerna de barro y se la ponía sobre el candelero, en lugar alto, para que alumbre a cuantos hay en casa. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón. No se la ponía bajo el modio, medida de áridos con capacidad de algo más de ocho litros, pues se evitaría que luciese. - se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa -.
La luz de los apóstoles de Jesús no es para ocultarse, sino para iluminar a los que están en tinieblas con la iluminación del reino - Felipense 2:15 -.Y nos dice el Señor: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras”. Al ver sus obras se glorificará al Padre, autor de esta
En el pueblo judío estaba muy empapado en el que Dios fuese alabado por todos a causa de sus obras. Ni hay contradicción con san Mateo 6:5-16, en donde se dice que no se hagan las obras para que los hombres les vean. Allí habla del apóstol, cuya misión es lucir; aquí del espíritu de modestia en la conducta cristiana.
4.NO SE PUEDE OCULTAR UNA CIUDAD SITUADA EN LA CIMA DE UNA MONTAÑA.
Por una semejanza evocadora, junta a la comparación de la luz se pone la de las ciudades construidas sobre las montañas. En Palestina era frecuente emplazar los pueblos en los altos. Desde el lugar donde, tradicionalmente, se sitúa este sermón, se veían en lo alto de las montañas Safet, Séfforis e Hippos. Acaso Jesús señaló alguna de ellas y la tomó por semejanza de su enseñanza. Como la ciudad puesta en lo alto de una montaña no puede menos de verse, así el apóstol del reino no puede ocultarse; ha de verse, dejarse ver, actuar.
Estas dos comparaciones sobre el oficio de los apóstoles de Jesús: “sal y luz”, tienen finalidades algún tanto distintas. La primera mira a la preparación y santidad del apóstol; la segunda, a que no se oculten los valores necesarios para el apostolado; ni, incluso, como se ve en otros contextos, porque aguarden persecuciones. Pues la tierra espera su sal y su luz.
Para las personas que buscan el sentido que anime su vida, la Palabra de Jesús abre perspectivas siempre inéditas, añade colores sorprendentes e impensables y proporciona el deseo de un proyecto de vida radicalmente diferente del que pueden ofrecer las realidades del «mundo». Una vez degustado el «sabor» nuevo de una existencia iluminada por Cristo, no hay más posibilidad para aquello que a menudo, y de modo mediocre, satisface fugazmente nuestros deseos de felicidad, dejándonos insatisfechos y decepcionados. Cuando permitimos que se avive el anhelo de una vida plena y «en abundancia» (cf Jn 10,10), que dé sentido auténtico a nuestro ser y a nuestro obrar, permitimos que una fuerza, la del Espíritu, que trasciende nuestra valía, se manifieste al mundo a través de nosotros. «Sal» y «luz», tesoro valioso que llevamos en vasijas de barro, son dones no para retenerlos, sino para verterlos en los lugares donde se ha perdido el gusto y la esperanza de una vida digna de ser vivida o cuando alguien ha apagado la confianza.
Ninguna ritualidad exterior puede reemplazar las implicaciones más que comprometedoras descritas por Isaías: los gestos de compartir, la opción en favor de quienes sufren la privación injusta y forzada de aquellos bienes necesarios para vivir y que hacen visible y creíble la fe. La misión, y con ella el discípulo del Evangelio, conoce los tiempos del mensaje gritado desde las azoteas y la difusión de la Palabra escandalosa de la cruz hasta los confines del mundo, y también sabe reconocer los momentos silenciosos, discretos, extraordinariamente potentes de una caridad solidaria, de la que hablan las «buenas obras» que dan gloria al Padre, que está en los cielos. La comunidad cristiana no vive separada del mundo, sino inmersa en los acontecimientos de su tiempo, en los que está llamada a obrar: como la sal, que en sí no es ninguna comida y sólo unida, mezclada, deshecha en los alimentos, puede desarrollar su cometido; de la misma forma, la Palabra que el creyente anuncia tiene que penetrar y vivificar desde dentro los ambientes en los que es sembrada. Es un quehacer fiel y constante que debe hacerse presente en un testimonio de vida sencillo y sobrio, a veces trémulo y «débil», pero revestido de la fuerza de Dios, quien asegura su validez y eficacia.
Padre, fuente de misericordia y de justicia, que cuidas de todos tus hijos, escucha el grito de los pobres, sé refugio del afligido y desconsolado. También en nuestros días hay desposeídos de bienes, privados de dignidad, hambrientos de pan y de amor. Y hartos y satisfechos, con almacenes repletos y casas vacías, envanecidos con sus rezos y ayunos, que huelen a incienso y no perfuman la vida.
En tu Hijo Jesús nos has revelado tu predilección por los pequeños, te has mostrado compasivo y misericordioso con quienes confían en ti. Él, desnudo y crucificado, le indica a quien quiere seguirle un camino serio y arriesgado, una puerta estrecha por donde no se puede pasar si no nos liberamos de las ataduras que suponen el patrimonio, los bienes, la cultura, las estrategias pastorales.
Padre, no queremos poseer mayor honor ni tener mayor gloria que el nombre de tu Hijo crucificado y resucitado, más preciado y valioso que el oro y la plata, para levantar y hacer andar a quien tiene necesidad de esperanza. Su Palabra es la luz que nos confías para reavivar los lugares aprisionados por las tinieblas; el Evangelio es la lámpara que no se consume, el sabor incorruptible para incorporar a la existencia. Entonces brillarán nuestras buenas obras como un sol sin ocaso, porque ha prendido tu resplandor.
Este Evangelio nos trae el suceso de la mujer gentil siro-fenicia, en Mateo dice que es una cananea, donde se destaca la fe de esta gentil frente al fariseísmo judío. Este episodio ocurre la comarca de Tiro y Sidón, provincia de Siria. Había un cierto desprecio en la misión de Jesús a los gentiles, del mismo modo, ellos se molestaban de decir que los judíos son, simbólicamente, señores de ellos.
Ese es el ambiente donde sucede este relato, donde una mujer salio de de sus contornos para ver a Jesús. El Señor se había supuestamente retirado a esa zona al norte de Galilea, buscando un lugar de retiro y reposo para sus amigos discípulos, algo que no habría encontrado en la región de Betsaida (Mc 6:31). Hemos de suponer, que Jesús tendría largas conversaciones de preparación y formación y diálogos sobre el Reino con sus discípulos.
2.EN BUSCA DE JESÚS, ELLA NECESITA DE ÉL, Y PIDE SU AYUDA
San Mateo dice que con motivo de la actividad de Jesús en Galilea, se había “extendido su fama por toda Siria” (Mt 4:24). Tiro es vecino a Galilea, por tanto habían escuchado a Jesús en esa zona, precisamente junto al lago. También habían sido testigo presénciales de muchas curaciones (Mc 3:8.11).
Entonces la noticia de su llegada por esa provincia se supo con rapidez, por eso la mujer gentil siro-fenicia sale en busca de Jesús, ella necesita de él, y pide su ayuda. Esta mujer, viniendo al encuentro de Jesús se echó a sus pies y le rogó que echase de su hija el demonio. Conforme al medio ambiente, atribuye el mal de su hija a un demonio. La sola expresión no basta para dictaminar si se trata de una verdadera posesión diabólica o de modos públicos y crédulos de juzgar así ciertas enfermedades.
3.ELLA SE ACERCÓ ENTONCES A JESÚS Y POSTRADA ANTE ÉL PAR ROGARLE POR SU HIJA
Según el Evangelio de san Mateo, Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros y le hicieron saber que la mujer insistía mucho con sus gritos, entonces le ruegan que la atienda y la despida. Pero Jesús tarda en responder: era la espera para avivar la fe. Luego Jesús, les contestó a sus discípulos: Yo no he sido enviado, sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel, que son los que están sumidos por la desorientación mesiánica farisaica. El judío debería venir a la fe, por descender de los padres, y por haber tenido las revelaciones. Luego los apóstoles llevarían la fe hasta lo último confín de la tierra” (Act 1:8).
Sin embargo, Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él par rogarle por su hija. Entonces Jesús le dice: Deja primero hartarse a los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los cachorrillos (perritos). Pero ella le contestó, diciendo: Sí, Señor; pero los cachorrillos (perritos) debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos. La respuesta de Jesús, debe entenderse en el contexto como lo dice Marcos, primeramente deje que atienda a los hijos, porque la intención no era no atender a esta mujer siro-fenicia, sino que primero debe atender a Israel, por eso El le respondió: No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos. Era conocido denominar de modo metafórico a los dioses paganos como perros.
4.ELLA VE EN JESÚS, COMO UN GRAN PADRE DE ISRAEL
Son entonces esta expresiones formas de enunciar termino gráficos semitas, así es que no debemos pensar en boca de Jesús, palabra de aspereza menos aún en la intención del Señor, que iba a elogiar la fe de aquella mujer y curar a su hija.
Pero a las palabra de Jesús, ella responde y no deja de insistir y lo hace con fe, y responde con una razón conocida en los hogares, le dirá que no hace falta que quite el pan a los hijos, sino que, como sucede en las casas, sin quitar el pan a los hijos, los pequeños perrillos comen también del mismo pan. Ella ve en Jesús, como un gran padre de Israel, entonces podía comprender esta situación mejor que los padres en el hogar, y así pidiendo con todo su corazón, demostraba una fe y confianza única.
5.JESÚS Y SU NATURAL INCLINACIÓN DE HACER EL BIEN
Jesús, con su natural inclinación de hacer el bien, compasivo y bondadoso, hace la excepción para esta mujer gentil. Entonces Jesús le respondió: Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija. En el Evangelio de Mateo dice: Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas. Jesús elogia la fe de esta mujer gentil, en contraste con tantas de Israel, de su mismo Nazaret y de su misma coterráneos que no “creían” en El, Y en aquel mismo instante quedó curada su hija. Fue un nuevo milagro a distancia. La mujer marchó llena de fe en la palabra de Jesús, y así fue como volvió a su casa y encontró a su niña acostada en la cama, habiendo ya salido el demonio.
6.NOS ENSEÑA DEL GRAN CORAZÓN DE JESÚS, EL AMA A LOS HOMBRES CON UNA GRANDEZA INIMAGINABLE
En este milagro, donde se produce finalmente un acontecimiento de gran ternura, nos enseña del gran corazón de Jesús, El ama a los hombres con una grandeza inimaginable, pero también nos deja una bella lección, la confianza que debemos tener en El, como la tuvo la mujer gentil. Aquí se hace un milagro a distancia, no hay autosugestión, y con una curación instantánea. Jesús había dicho “Yo no he sido enviado, sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel” (Mt 15:21-28), había un privilegio de los judíos, pero el aprecia la disposición de las gentes, de la salvación única de todos por la fe.
La mujer de este relato, hace una oración perfecta, llena de fe, y nos se atenúa ante ninguna dificultad, al insistir muestra su fe en Jesús, además es una oración humilde, se contenta con las migajas que caen de la mesa, reconociéndose pecadora, sin derecho a pedir, pero es una oración confiada en la misericordia y además perseverante y, Jesús, amoroso al extremo, no la deja marcharse con las manos vacías.
«No es bueno que el hombre esté solo». «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos». A estas dos situaciones de falta de bondad, a la soledad de Adán y a la exclusión de los gentiles del banquete mesiánico, les pone remedio la mujer.
Nótese que Jesús no habla, con desprecio, de «perros», sino de «perrillos», diminutivo cariñoso que expresa afecto, simpatía. Jesús conserva la distinción histórico-salvífica entre judíos y gentiles, pero al mismo tiempo la atenúa, porque sabe que está destinada a ser trascendida por la realidad definitiva del Reino de Dios. La mujer sirofenicia, con una gran intuición de lo que hay en el corazón de Jesús, de lo que piensa por dentro,tiene el valor de ofrecerle resistencia, de contradecirle: reconoce que los perrillos no tienen el mismo derecho que los hijos a sentarse a la mesa. Pero está dispuesta a contentarse con las migajas que caen debajo de la mesa. Acepta la discriminación, pero está convencida de que, en la mesa del Reino, una sola migaja es más que suficiente. Y con estas palabras vence al corazón de Jesús, le obliga a atenuar su rigor inicial: la mujer sirofenicia rompe la soledad de Jesús -su alimentar pensamientos tan profundos que difícilmente encuentran comprensión en los otros- y hace posible el milagro.
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Mc 7:31-37
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.LE TRAJERON UN HOMBRE SORDOMUDO
Este relato Evangélico solo lo trae Marcos. Cristo se retira de Tiro para ir a Galilea, que donde probablemente se produce este singular milagro, singular porque es único.
Le trajeron un hombre sordo y también con un defecto para hablar, tal como dice el Evangelio, sordo y mudo. Y le rogaban que, para curarle, en especial que le impusiera las manos. Era gesto familiar a Cristo (Mc 6:5; 8:23.25). Igualmente era usado como gesto de transmisión de poderes y autoridad con el que los rabinos comunicaban el magisterio oficial a sus alumnos, lo mismo que signo de transmisión de bendiciones (Gen 48:14ss). Posiblemente estos que traían al enfermo creían que fuese condición esencial para la curación este gesto, pues era de uso tradicional (2 Re 5:11). Otro sentido se expone en Lc 13:13.
2.CON PALABRAS NO PODÍA HACERLO
Cristo se apartó con este sordomudo de la muchedumbre, probablemente le acompañaron, como en otras ocasiones, algunos discípulos. Quería manifiestamente evitar con ello la conmoción que iba a producirse, con las posibles consecuencias de sobreexcitación mesiánica.
Ya aparte, mete sus dedos en los oídos de aquel sordo, como para indicar que iba a abrirlos, y escupiendo, o poniendo saliva en sus dedos, le tocó la lengua, como para indicar que quería facilitar otra vez la forma correcta del hablar a aquella persona. Estos gestos podían hacer pensar a gentes paganas o judías en ciertos ritos mágicos. Los rabinos tenían terminantemente prohibido a todos los que curaban heridas entremezclar con ello el susurro de palabras, menos aún de versículos bíblicos, máxime si esto se hacía utilizando saliva, ya que a ésta se le concedían ciertas virtudes curativas. La saliva era considerada en la antigüedad como remedio medicinal. En Cristo, esto no era otra cosa que una especie de parábola en acción, con la que indicaba lo que iba a realizar, y con lo que excitaba la fe de aquel sordo, ya que con palabras no podía hacerlo porque no oía.
3.“MIRÓ AL CIELO”
Pero, antes de pronunciar su palabra curativa de autoridad, quiso acusar bien que no eran ritos mágicos, sino obra del Padre; así es como en el Evangelio dice: y, mirando al cielo, suspiró y dijo: “Ephata,” que quiere decir ábrete”. En Efecto, Cristo “miró al cielo,” como indicando la fuente de la curación que iba a venir, y luego “gimió”, sin duda, como forma de su oración silenciosa al Padre (Rom 8:23.26). Y dio la orden de la curación: “ábrete,” que Mc conservó como un recuerdo gráfico y exacto de aquella escena en su forma aramaica, y que luego la explica traduciéndola; “que quiere decir ábrete”.
Y el milagro se hizo. La frase con la que Marcos dice que se curó su mudez es la siguiente: “y se abrieron sus oídos y se le soltó la lengua, y hablaba expeditamente.” Talvez los hace para señalar que la mudez de este hombre había sido producida por un defecto natural, ya que no expresa como en otras ocasiones que sea producto de alguna posesión diabólica ni a ningún espíritu extraño.
4.EL CUMPLÍA EL PLAN DEL PADRE..TENÍA QUE ESPERAR A SU “HORA.”
Cristo insiste en que no lo dijesen a nadie; no en vano le había apartado de la turba. Buscaba con ello evitar prematuros y desorbitados movimientos mesiánicos. Pero no hicieron caso. Cristo, sabiendo que no se había de guardar secreto, ¿por qué prohíbe divulgarlo? Para que viesen que El cumplía el plan del Padre y que no buscaba ni precipitaba estos acontecimientos. Tenía que esperar a su “hora.”
La emoción mesiánica de la turba se desbordó. Y corrió por la comarca, evocándose este mesianismo, al citar y aplicar Marcos a Cristo unas palabras que evocaban las que Isaías dice del Mesías: cómo hará hablar a los mudos y abrirá los oídos de los sordos (Is 35:5.6). Y que fue la respuesta que, para probar en cierta ocasión su mesianismo, Cristo mismo alegó a los mensajeros del Bautista que venían a preguntarle si El era el Mesías (Mt 11:1-6; Lc 7:18-23).
5.TODO LO HA HECHO BIEN
Finalmente el relato dice que: “y sobremanera se admiraban, diciendo: Todo lo ha hecho bien: a los sordos hace oír y a los mudos hace hablar”. Es eso lo que nos corresponde hacer a nosotros, hacer las cosas bien, y hacer el bien, es lo que espera el Señor de nosotros, en especial que nos pongamos en la manos del Cristo, para no ser sordos y poder oír la Palabra de Dios, para poder oír las enseñanzas del Evangelio, como del mismo modo ponernos en las manos de Cristo y comprometernos a no enmudecer nuestros labios y predicar sus enseñanzas tal cual el nos lo ha pedido, “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16)
6.TODO LO BUENO EN NOSOTROS VIENE DE DIOS
Pero es bueno hacer el bien en todo tipo de cosas, no solo en las más importantes, también en las cosas simples y sencillas, en las cosas ordinarias de cada día, pero también hacerlas con las modestia que lo hace Jesús, que tomo el enfermo y lo llevo a un lugar aparte, porque si hacemos el bien es para agradar al Padre, conciente que todo lo bueno en nosotros viene de Dios, ya que todo lo perfecto es del Señor, y sin su ayuda, nada podemos hacer.
Dice el Señor: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y Yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.” (Jn 15,5)
SÓLO LA PALABRA DE DIOS, EN EFECTO, ABRE HORIZONTES DE VIDA
Todas las culturas antiguas supieron que existe una diferencia irreductible entre el hombre y Dios, que existe un límite más allá del cual no puede ir el hombre. Mientras respete este límite y permanezca en el ámbito que le ha sido asignado en cuanto criatura, el hombre puede ser feliz y gozar de todo lo creado. Ahora bien, el pecado original consiste precisamente en pasar la frontera del límite fijado, en la pretensión de ser ilimitados como Dios.
¿En qué consiste la seducción de la «serpiente» o -digamos también- del pecado? En una triple transgresión de nuestros límites como criaturas, en arrogamos tres prerrogativas que son únicamente divinas: una pretensión de inmortalidad («¡no moriréis!» ), una pretensión de omnisciencia («se abrirán vuestros ojos»), y una pretensión de omnipotencia («seréis como Dios»).
Vamos a concentramos en la segunda de estas pretensiones indebidas: la apertura de los ojos. Esta representa precisamente la seducción intelectual, el deseo de la omnisciencia, que, al final, se revela absolutamente ilusorio, puesto que no conduce más que a la percepción de nuestra propia desnudez, de nuestra propia pobreza. Con esta ilusoria apertura de los ojos, prometida por la serpiente, contrasta la apertura de los oídos realizada por Jesús. En lo que a nosotros respecta, no se trata de ver, de conocer, sino de escuchar, de obedecer. Sólo la Palabra de Dios, en efecto, abre horizontes de vida.
La palabra del egoísmo y de la autosuficiencia cierra, nos arrastra lejos de nosotros mismos. Es palabra de engaño, que hace leer de modo distorsionado la realidad del mundo, de nosotros mismos, de Dios, y conduce al desolador descubrimiento de nuestra propia e irreductible vulnerabilidad. La Palabra de Dios, en cambio, nos introduce en la realidad, descubre estremecimientos de admiración, libera cantos de alabanza y de alegría. ¿A qué palabra decidimos prestar atención?
Siento lástima de esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen nada para comer”
Mc. 8, 1-10
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brantocds
La gente seguía a Jesús sin preocuparse de sus necesidades de alimentación, ellos estaban cautivados por la Palabra del Señor, las multitudes sentían por las enseñanzas de Cristo un atractivo irresistible. Además ellos tenían muchas necesidades de sanación y curación de enfermedades, entonces abrigaban esperanzas en el Señor
Este seguir a Jesús, es un gran ejemplo para aquellos que están pendiente de sus intereses materiales y el de sus economías, cuestiones que les impiden sacrificarse por Cristo, en este fragmento del Evangelio, nos encontramos con gente que lo había dejado todo por ir tras su palabra, alimento de vida y salvación.
La multitud se admiraba, todos glorificaban a Dios. Presentemos también las obras que hace el Señor en nosotros, seamos ejemplo de vida mediante el camino recto, con una vida sana y alegre espiritualmente para que muchas personas se entusiasmen en seguir a Jesús y glorifiquen a Dios.
Jesús, hallándose otra vez rodeado de una gran muchedumbre, observo a los que le seguían, él con su natural inclinación de hacer el bien, llamó a sus discípulos, para decirles que tiene compasión de estas gentes, porque hace ya tres días que perseveran con El, y no tienen qué comer: y no quiere despedirlas en ayunas, para no desfallezcan en el camino. El Señor, primero cura a los enfermos y luego se preocupa por todos y les da de comer. Esto es lo maravilloso, El nos muestra como ama a los hombres, como se preocupa por los que lo siguen, y como da de comer al necesitado. Cristo, nos muestra una humanidad impresionante, una sensibilidad absoluta por todos, caridad que es el amor por el cual El dará en su día todo de sí en la cruz
Jesús, llama a sus colaboradores y cuenta con ellos. Así como los discípulos reciben de manos de Jesús los panes para distribuirlos entre las personas, así es como el nos quiere, que todo alimentos que recibamos de El, sea compartido, para que mas gente se alimente de los beneficios que otorga el Señor. En muchas ocasiones Dios se servirá de nosotros, para que llevemos a nuestro prójimo el Pan Divino, la Palabra del Señor, alimento indispensable de nuestra vida.
El gran ejemplo de este fragmento del Evangelio, es la misericordia de Jesús, el se compadece y socorre a la gente necesitada. El Señor Jesús, nos enseña que siempre debemos tener compasión por el que sufre, y que debemos socorrer con sinceridad al que esta afligido, es decir, con obras de amor, de verdad y de caridad. Recordemos, que el que no ama a su hermano, no ama a Dios.
El seguir a Jesús, nos compromete a valores cristianos que no podemos dejar de lado, por duro que sean a veces, por muy sacrificados que parezcan. En efecto, no seremos buenos cristianos, si solo estamos dispuestos a seguir a Jesús mientras no nos perjudiquen nuestros intereses materiales, malos apóstoles seremos si tenemos miedo a la abnegación por que nuestros deberes no podrían producir perdidas materiales.
El Señor es dueño de todo, El nos ha prometido que si trabajamos por el Reino de Dios, lo demás se nos dará por añadidura.
Que triste es saber que hay mucha gente con hambre, pero es más triste saber que hay muchos cristianos que no logran compadecerse de este mal. Pero también es alegre saber que muchos queremos sentir la misma compasión de Cristo por el necesitado, para llevar pan, aliento, vestido y auxilio al que lo necesita, cuanto mas caridad pongamos en el mundo, mas amor tendremos entre las gentes.
Cristo se dio cuenta que los apóstoles no podía hacer mucho para socorrer a tanta gente, pero les pidió que se pusieran a colaborar, el resto lo haría el por su cuenta. Es así, Dios no nos pedirá nada más allá de nuestras fuerzas, pero debemos estar dispuestos a poner todo lo que podamos, con cariño y generosidad.
Ninguno que acuda a Dios, quedará desamparado, así lo hizo Cristo con la gente, que no solo comió lo que necesitaba, además, después de saciarse, sobró y el mismo Jesús les pidió que recogieran lo sobrado.
En el relato genesíaco del pecado de Adán y Eva el asunto que está en juego, sobre todo, es el hecho de comer. «¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?», es la pregunta que dirige Dios al primer hombre. El árbol, en efecto, había parecido a la mujer «bueno para comer» (3,6). Comer, como alguien ha dicho, es un sinónimo de vivir. ¿Qué comemos? ¿De qué vivimos? ¿De nuestro conocimiento o de la misericordia de Dios? ¿De lo que nosotros mismos nos procuramos con nuestro esfuerzo, con el robo, o de lo que el Señor nos da gratuitamente?
El hombre y la mujer pueden comer de todos los árboles en el huerto del Edén: todo les ha sido dado. Sólo un árbol les está prohibido (lo que no representa nada con respecto al todo), pero la dinámica del pecado hace aparecer la única cosa secundaria y desdeñable como si fuera la principal, como si, a falta de ella, lo demás no fuera nada. Se olvida la misericordia de Dios en nombre de algo que queremos conquistar nosotros, que queremos procurarnos sólo nosotros, poco importa de qué se trate (el árbol prohibido tiene un nombre distinto para cada uno).
El problema que aparece en la sección evangélica de los panes es también el de comer, pero la perspectiva está invertida. No se trata de procurarse el pan, no se puede saciar el hambre en un desierto. Sólo es posible acoger un don, producto de la misericordia y la compasión, que se multiplica en partes iguales para todos. La situación del desierto, el estar desprovistos de todo, se convierte en la ocasión para volver a lo esencial, para comprender de qué vivimos verdaderamente. Tampoco Adán y Eva, expulsados del huerto, padecen una medida punitiva; simplemente, vuelven a darse cuenta de qué viven: de la misericordia.
A fin de cuentas, es Dios, y sólo él, quien «sacia el hambre de todo ser vivo» (cf. Sal 145,16). Es maravilloso experimentar que es sólo Dios quien calma nuestra hambre, de una manera sorprendente. También lo es experimentar que ni siquiera teníamos el coraje de admitirlo y que eso lancinaba nuestro corazón. Por otra parte, el alimento que él nos da es sobreabundante; es puro don, es fruto de un gesto gratuito que expresa la gratuidad de su amor por nosotros. Nosotros sólo tenemos que aceptar y comer su alimento.
“No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.NO PIENSEN QUE VINE PARA ABOLIR LA LEY O LOS PROFETAS
Jesús hace una declaración de mucha importancia para todo el cristianismo, en la que fija su actitud doctrinal frente al judaísmo. Jesucristo proclama que no vino a abolir ni la Ley ni los Profetas. Por el contrario, Cristo vino a llenar a cumplir y perfeccionar; cumplir la Ley con las obras, y llevar lo imperfecto a lo perfecto, Jesucristo no viene a destruir la ley, pero tampoco viene a consagrarla como algo que no se puede tocar, al contrario viene a darle con su enseñanza y su actitud, una nueva forma, más definitiva, en la cual ahora se realiza en plenitud aquello hacia donde la ley conducía.
Jesús no vino a anular los valores normativos del Antiguo Testamento, sino que hacer posible su total efectividad y realización en la novedad del Evangelio. ¿Entonces, qué sentido conviene aquí al verbo Cumplir o perfeccionar El sentido que aquí le corresponde es el de “perfeccionar”? El sentido que aquí le corresponde es el de perfeccionar. Se ve esto porque Jesús cumple con su práctica muchas cosas del Antiguo Testamento, pero perfecciona ésta con su doctrina al interpretar el sentido recto de muchas cosas del Antiguo Testamento deformadas por el leguleyismo farisaico y añade otras muchas como la nueva revelación, lo mismo que por el espíritu evangélico que ha de informarla.
Jesús perfecciona la Ley del Antiguo Testamento, al interpretar el verdadero sentido de prescripciones deformadas del Antiguo Testamento y al añadir nuevas enseñanzas, revelaciones y prescripciones. La Ley de Moisés y la evangélica no son opuestas, son una sola, es la Ley de Dios a los hombres, eso si, en dos etapas, entonces la segunda es complemento y perfeccionamiento de la primera.
Jesús dice: Les aseguro que no quedarán ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, término con que se expresa el fin de los tiempos y, por tanto, se expresa también con ello la duración de una cosa o la firmeza de la misma.
Dice Jesús; El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos.
Cabe destacar que Jesús dice El que no cumpla el más pequeño, no habla explícitamente de preceptos mayores, es algo lógico, porque cuando dice; Les aseguro que no quedarán ni una y ni una coma de la Ley sin cumplirse, ha de cumplirse.
El que no cumpla, o el que quebrantase o, por el contexto, mejor, descuidase cumplir uno de estos preceptos pequeños o mínimos y además enseñase así a los hombres, será el menor en el reino de los cielos, es decir no esta excluido de él. Y la contraposición se hace con los preceptos grandes y su premio correspondiente. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Así es, como Jesús nos afirmo que la Ley la deberemos cumplir en todos sus aspectos, hasta en los mas insignificantes preceptos, haciendo estos llegaremos hacer grande en el Reino de los Cielos. Entonces, la perfección evangélica, consistirá en la observancia de los Evangelios, un modo de hacerlo, es cumplir hasta en sus más pequeñísimos detalles, con gran cuidado, con un gran espíritu de amor, con aceptación y entrega a la voluntad del Padre.
Ahora, nos hacemos una pregunta, ¿somos fieles en el cumplimiento de los que el Evangelio se nos propone cumplir? o bien, ¿cumplimos todo lo que Jesucristo nos ha enseñado como norma de vida? También es bueno preguntarse, ¿sino cumplimos, aparte de no cumplir, estamos enseñando o incentivando a otros a no cumplir?
Ser cristiano, tener fe en Cristo, se resume en ser incondicional a El, es decir, esforzarte para ser como El nos ha enseñado, y trabajar por implementar el Reino de Dios en todo lugar, y ese Reino, es la justicia, la paz, el amor por implementar el Reino de Dios en todo lugar, y ese Reino, es la justicia, la paz, el amor por los hombres, el ser solidario y la inclinación natural por hacer el bien.
2.SI LA JUSTICIA DE USTEDES NO ES SUPERIOR A LA DE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS
Jesús, se atribuye una autoridad superior a la de Moisés, así es como lo dice explícitamente. Jesús es superior a la misma Ley y tiene además autoridad para cambiarla.
Jesús, ahora no solo prohíbe el homicidio, también veda la ira, los insultos, las injurias, es decir, se deben evitar los pecados y faltas externas e internas, como las ofensas, la rabia, agravios y ultrajes.
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Se trata, pues, de fidelidad a la Ley, pero de fidelidad al cumplimiento del espíritu de la Ley, pues en su cumplimiento material, aquéllos eran maestros insuperables. Ya los profetas habían urgido la necesidad de poner el espíritu y el corazón en los sacrificios. El rito material no cuenta. Por el simple cumplimiento del rito cultual, Dios no lo atiende ni retribuye. Esto es lo que Jesús censura, al tiempo que enseña cómo ha de ser la práctica de la nueva Ley, de la justicia mesiánica; no hipocresía de un rito sin vida. La justicia del reino mesiánico es sencillamente la justicia de la autenticidad religiosa. Este versículo, es un término completivo del tema sobre la relación de Jesús y la Ley vieja, pero es, al mismo tiempo, un versículo puente para el tema del sermón de la Montaña: el perfeccionamiento moral de la vieja Ley y el perfeccionamiento del espíritu con que ha de ser practicada.
Dice Jesús: Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata debe ser llevado ante el tribunal. Jesús se esta refiriendo al quinto precepto del Decálogo (Diez Mandamientos): No matarás. Refiriéndose al auditorio les dice: Ustedes han oído que se dijo a los antepasados. Estos antepasados son las generaciones judías anteriores.
La cita se hace literalmente del Decálogo, pero la segunda parte, No matarás, y el que mata debe ser llevado ante el tribunal, no se encuentra citada así en la Ley, esta castiga el homicidio: El que hiere mortalmente a otro será castigado con la muerte (Ex 21:12; Lev 24:17). Este juicio al que se alude puede ser el juicio jurídico del tribunal (Dt 16:18; Dan 7:26 en los LXX) que le juzgará y le condenará o puede ser la misma condena.
Esta legislación del Decálogo había sido interpretada materialmente: realización física del homicidio. Pero Jesús, al contraponer su enseñanza a la interpretación rabínica del mismo mandamiento, está dando la interpretación del contenido primitivo.
Hay también en ello otro valor. Al contrastar lo que se les había dicho por Moisés a los antiguos, sin embargo al decir Jesús Pero yo les digo, está implícitamente declarándose superior a Moisés. Jesús ira luego gradualmente declarándose superior a los reyes, profetas, sábado y Templo (Mt 16:6). Aquí se presenta ya como el supremo Legislador de Israel.
Pero yo les digo que todo aquel que se enoja contra su hermano merece ser condenado por un tribunal. En este precepto no solamente se condena el acto de homicidio real, sino la injuria al hermano. Este, en la apreciación judía, era el equivalente al prójimo, y éste era sólo el judío. Aquí también se condena el irritarse contra el hermano injustamente (Mc 3:5) al llamarlo racá. Es palabra aramaica; se proponen varias etimologías, como abominable, o loco, pero ésta significa además rebelde contra Dios, ateo.
Naturalmente, Jesús no pretende establecer este triple y exclusivo código de penas y castigos. Toma los términos de la jurisprudencia judía como medio de expresión de valoración moral. El tribunal ante el que Jesús cita no es más que uno: el de Dios.
Luego Jesús, expone en dos pequeñas parábolas la necesidad de la reconciliación con el prójimo, El quiere que vivamos en paz los unos con los otros.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Esta presenta con una semejanza tomada del sacrificio y la presenta con la urgencia del que está ya a punto de ofrecerle. Que la deje ante el altar y que vaya primero a reconciliarse con su hermano, si tiene algo contra ti, por suponerse que el oyente hizo algo injusto contra él. Con ello encarece la necesidad de la caridad al ponerlo en comparación con el sacrificio. Ya que, siendo éste representación vicaria del oferente, no es grata a Dios sin el amor al prójimo (Os 6:6).
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. Esta segunda comparación está tomada de la vida civil: más vale componerse los litigantes de un pleito entre ellos que venir a la sentencia inapelable del juez, aparte de pagar costas y tener incomodidades y pleito. Se pagará hasta el último centavo. Es una pequeña parábola, de la que luego se alegorizan algunos elementos, el tiempo que están en camino probablemente alegoriza el tiempo que se está in vía; el juez y su sentencia son el tribunal de Dios; el castigo en prisión, de la que no se saldrá hasta que se pague el último centavo, es decir, hasta que se cumpla estrictamente la justicia, y porque el tono de esta redacción parabólica sólo habla popular y sapiencialmente del anuncio de un castigo que corresponde a una culpa contra la caridad, pero sin más precisiones.
Jesús, nos pide siempre que vivamos en paz y armonía con todos nuestros hermanos y, que tengamos una actitud constante de reconciliación frente a las diferencia que a veces nos separan. Dios aprecia de sobremanera la unidad fraternal, nos esta diciendo que: deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda, es decir el sacrificio no será agradable a El, sino en cuanto vivamos en amor y paz con nuestros hermanos.
3.“NO COMETERÁS ADULTERIO”.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. La ley judía condenaba en el Decálogo (Diez Mandamientos) (Ex 20:14) el adulterio. Pero explícitamente no se legislaba sobre la simple fornicación, entonces la interpretación de la prohibición del adulterio en el Decálogo era usualmente entendida del acto externo. El mismo Decálogo daba, aparentemente, pie a ello, pues lo valoraba solamente desde el punto de vista de la justicia. También se condenaban otros pecados externos como el de lujuria y seducción, esto se lee en varios fragmentos del Antiguo Testamento, donde se hace ver el peligro del pecado interno (Job 31:1; Eclo 9:5). El décimo mandamiento del Decálogo, se prohíbe el deseo de la mujer ajena sólo por ser propiedad del marido (Ex 20:17; Dt 5:21).
Pero ante esta legislación interpretada restrictivamente, Jesús da su interpretación auténtica: en este precepto está incluido todo mal deseo de adulterio. El corazón es el verdadero responsable ante la moral.
Dice Jesús: Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón. Es verdad que en la literatura rabínica se encuentran textos de todas las épocas expresando un sentimiento constante que condena la impureza que se comete con los ojos o el pensamiento. Rabí Simeón dice: No cometerás adulterio, ni tampoco con los ojos ni con el corazón. Pero la práctica debía de ser muy distinta, cuando Jesús tiene que tomar esta actitud ante la interpretación del Decálogo.
Declarado el sentido del sexto mandamiento, surge su cumplimiento, haciendo ver la necesidad de evitar la ocasión del pecado, este se hace con un grafismo hiperbólico, aumentado y paradójico.
Dice Jesús: Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Si el ojo derecho, por especialmente estimado (1 Sam 11:2), lo mismo que si la mano derecha escandalizan, vale más sacárselo o cortarla que ir con ambos al infierno.
Naturalmente, esto no se dice en el sentido de una realización material, porque el que se saque una persona el ojo derecho, no le impide que siga pecando con mismo izquierdo, por eso es el sentido etimológico de que es tropiezo u ocasión de pecado. Lo que Jesús destaca es la necesidad de la precaución, de la vigilancia y el heroísmo, para superar todo escándalo temporal, a fin de no ir por él al infierno.
Luego Jesús agrega: También se dijo: El que se divorcia de su mujer debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido comete adulterio.
En este fragmento, se encuentra una dificultad ya clásica. Parecería que el divorcio fuese lícito en el caso de fornicación, aquí se trata especialmente del repudio, pero esto, se aclara mejor cuando leemos a san Mateo 19, 3-9, que se refiere a la indisolubilidad, sucede cuando los fariseos preguntan a Jesús; ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?. Pero Jesús afirma categóricamente sobre lo indisoluble del vínculo matrimonial, revalidando la dignidad del matrimonio, rechazando la teoría del repudio, y restaura el derecho en su sentido original, sin dejar de recordar que Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón, pero al principio no era así.
Jesús quiere devolver a la ley divina, su primitivo vigor, y dice: Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio. Sus discípulos le dijeron como respuesta: Si ésta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.
Es cierto que muchas veces el matrimonio no es algo fácil, en otras palabras tiene su cruz y en ocasiones muy pesada, más aún si se mira como algo del cuerpo y de sus instintos, o relacionado con ellos, esto es carnal, pero si al contrario, si lo miramos con algo más de espíritu, y tomamos conciencia de que es un gran sacramento, descubriremos la riqueza del matrimonio.
4.NO JURARÁS FALSAMENTE, Y CUMPLIRÁS LOS JURAMENTOS HECHOS AL SEÑOR.
El mal produce el los hombres palabras de desconfianzas, mentiras y falsedades, se habla con hipocresía y lo peor, es el abuso de la palabra en juramento con falsas promesas. Jesús nos encamina y nos orienta a ser hombres sencillos y fieles en todo y con todos, con una conducta sincera, franca en el trato con los demás.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. El uso de los juramentos había venido a ser un abuso en Israel. Se juraba por Dios, por el cielo, por el Todopoderoso, por el templo, por esta morada, sinónimo del mismo; por el altar, por la Alianza, por la Thorah (la ley), por la Consolación de Israel (Mesías). A veces la fórmula empleada era negativa, y se decía yo (juro) no querer ver la Consolación de Israel si….hago o sucede tal cosa; o en forma positiva: Yo juro que quiero ver muertos a mis hijos si…..sucede tal cosa. Se juraba que comería o que no comería, que comió o que había comido, que daría o no tal cosa a otro, que se entregaría al sueño o no, etc.
Entonces le dice Jesús; Pero yo les digo que no juren de ningún modo. No es que lo excluya en absoluto, pues El mismo responderá ante la conjuración que por Dios le hace Caifás, sino que es la forma rotunda de expresión contra la moral relajada.
También dice Jesús; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; destacando algunos juramentos, como modelo y más frecuentes, que se hacían por las criaturas, para hacer ver que en ellos está Dios y que por eso se utilizaban, y dice ni por el cielo, pues es la morada de Dios; allí está el trono de Dios (Is 66:1); ni por la tierra, pues también en ella está Dios.
También dice Jesús; Ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey, que es Dios, en la que puso su nombre. Por eso es la Ciudad Santa.
Jesús dice: No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Ni por tu cabeza jures tampoco, pues aun en este juramento se incluía a Dios. Se lo incluía al usar la palabra técnica jurar, y porque ella es la representación del hombre, que está bajo el dominio de Dios. Por eso no puede cambiar por un acto de su determinación el color de sus cabellos.
Ante esta frivolidad religiosa, Jesús propone Cuando ustedes digan sí, que sea sí, y cuando digan no, que sea no. pues, además de salvar el honor de Dios, se trata de revalorizar la dignidad y lealtad del hombre.
Añadiéndose todo lo que pasa de esto, de decir sí o no, procede del mal, Todo lo que se dice de más, viene del Maligno, en su obra de mal contra el Reino. Además, que el Maligno al introducir la mentira y el mal en el mundo (Jn 8:44), hizo necesaria, a veces, la garantía del juramento.
De esta forma de expresarse san Mateo no se sigue que se niegue la legalidad del juramento en ocasiones. La fórmula rotunda de prohibición no es más que el exceso de un estilo oratorio y oriental. A lo que era un abuso total se le opone en este estilo una prohibición total. Pero como contraprueba de su permisión está que Jesús responde a la conjuración que le hace Caifás, lo mismo que la práctica de San Pablo y el ángel del Apocalipsis, que jura por el que vive por los siglos (Ap 10:6).
El que sabe expresarse, el que sabe hablar de verdad, no es el que utiliza bellos términos para impresionar, si el corazón no es sincero, las palabras no se oirán como verdad, sin embargo, el que habla con el corazón sabe hablar bien y con sencillez, sus palabras muestran sinceridad y convicción. Al hablar con nuestros hermanos, hagámoslo con lealtad, sin fingimiento, sin hablar de frente algo y de espalda otra cosa.
«Pondré mi Ley en su interior, la escribiré en su corazón» (Jr 31,33). Si escudriñamos qué esconde la profundidad de nuestro corazón, si nos empleamos a fondo para descifrar lo escrito por una mano sabia y discreta, descubrimos que «lo que el ojo no vio», a veces misterioso hasta para nosotros, Dios lo ha preparado, lo ha diseñado, como un proyecto viable para nuestra vida; un proyecto que nos invita a vivir la única ley que nos hace libres, la del amor. Guiados por el Espíritu vivimos en el mundo anunciando una «Buena Noticia» que nos anima a vivir como cristianos adultos, a superar esas fallas de madurez que podrían llevamos a una fe construida sobre una obediencia estéril y formal: «Cuando yo era niño, hablaba como niño, razonaba como niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño» (1 Cor 13,1 1). Iara entrar en el Reino de los Cielos, Jesús pide una justicia superior a la observancia mecánica y desencarnada; solicita una adhesión capaz de interiorizar la norma y manifestar las verdaderas intenciones del corazón.
Esta nueva justicia transforma las dimensiones más profundas y personales de la relación con Dios en la cualidad de las relaciones que el discípulo establece con los hermanos. Dios «conoce las acciones de los hombres» y sabe que en una ofensa también se puede ocultar la voluntad de destruir al otro, que en una mirada, a veces, está latente el deseo de poseer, incluso con prepotencia, lo que no nos pertenece. Dios, que lo «ve todo», no acepta que el hombre reemplace con prácticas cultuales la exigencia de construir caminos de reconciliación, porque la misericordia vale más que los sacrificios.
Vivir según este estilo de vida nuevo, que Jesús ha inaugurado y que el Espíritu mantiene vivo, significa comprender la voluntad de Dios inmersos en la lógica del mundo, una lógica que parece sobrepasar la sabiduría oculta en nuestro interior. Entre el «sí» al camino evangélico y el «no» pronunciado a los «dominadores de este mundo», entre la vida y la muerte, pidamos que nuestra elección sea sin titubeos, inclinada al compromiso y no confusa o tibia.
Padre, Dios del cielo y de la tierra, te alabamos por el misterio escondido en tu Hijo, Jesús. El se ha hecho uno de nosotros, ha compartido nuestra vida, se ha mostrado atento a nuestras necesidades y ha cargado con nuestros pecados. Dios misericordioso, quieres que seamos un pueblo libre, libre para amar, y por eso —en Cristo— nos entregas una nueva Ley escrita en el corazón del hombre. Tú lo ves todo, sondeas y conoces nuestros pensamientos y sabes leer nuestras más secretas intenciones en los gestos que realizamos. No queremos sentirte como un huésped indeseado que viola nuestra intimidad, sino como el amigo que nos brinda la mano para llevarnos hasta la vida eterna. Con la libertad de los hijos de Dios zarparemos mar adentro y, guiados con tu Palabra y el Espíritu, marcaremos la ruta de la verdadera paz.