Comentario sobre la Resurrección y Apariciones de Jesús Resucitado
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.¡JESÚS VIVE!
Dijo entonces Jesús: Aún estaré con vosotros un poco de tiempo, y me iré al que me ha enviado (Jn 7:33). También dijo: y Yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré a todos a mí (Jn 12:32).
Los apóstoles, fueron lo primero en reconocer y hablar sobre la resurrección de Jesús, y así se lo hicieron saber a los primeros cristianos, Pedro en su discurso dice que a Jesús lo alzaron en la cruz: “Pero Dios, rotas las ataduras de la muerte, le resucitó”
San Pablo en la cartas a los Corintios, 15: 3-8les dice: Pues, a la verdad, os he transmitido, en primer lugar, lo que yo mismo he recibido, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, luego a los Doce. Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos, de los cuales muchos viven todavía, y algunos murieron; luego se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles;y después de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí.”
Jesús al enseñarnos el Padrenuestro, nos enseño que le pidamos Dios que se haga su voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Así es como fue Jesús resucitado por la voluntad de Dios. Rezamos en el Credo: padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso, desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Esa es nuestra fe, así es nuestra vida espiritual, llena del amor de Dios y de la convicción que Jesús vive para los hombres, esa fe, nos hace sentir que ¡Jesús Vive!
2.LA RESURRECCIÓN, NARRADA POR LOS EVANGELISTAS
Según san Mateo 28:2-7
De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Angel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Angel se dirigió a las mujeres y les dijo: « Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis." Ya os lo he dicho. »
Según san Marcos 16:5-7
Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: « No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo. »
Según san Lucas 24:2-7
Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: « ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. "
Según san Juan 20: 11-14
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: « Mujer, ¿por qué lloras? » Ella les respondió: « Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. » Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
3.LA TUMBA VACÍA
En los cuatro relatos, nos encontramos con la tumba vacía, san Mateo dice; “sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí, ha resucitado”, san Marcos dice: Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en que le pusieron,san Lucas dice: y, entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús, san Juan dice: Porque han tomado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Y diciendo esto, se volvió para atrás y vio a Jesús que estaba allí.
4.EL MENSAJE DE DIOS A TRAVÉS DE LOS ÁNGELES
Hemos aprendido que un ángel habla cuando se formula en palabras un mensaje de Dios, y ese mensaje en estos relatos en de la resurrección. San Mateo dice; El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado…. Id luego y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. San Marcos, no trae la palabra Ángel, pero los describe con las vestiduras que utilizaban los Ángeles, y lo relata así; vieron un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca. San Lucas, tampoco menciona la palabra ángeles, pero al igual que san Marcos da entender que si lo son, el los relata así: Estando ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres vestidos de vestiduras deslumbrantes. San Juan lo narra de esta forma: y vio a dos ángeles vestidos de blanco, uno a la cabecera y otro a los pies de donde había estado el cuerpo de Jesús. El mensaje de la resurrección, nos llega como un mensaje de Dios.
5.PROCLAMAR LA RESURRECCIÓN
Decimos y anunciamos, con claridad y sin equívoco, es decir proclamamos la resurrección de Jesús, es decir esta no se puede describir, sino sólo proclamar. En efecto, ninguno de los Evangelios describe como fue, san Mateo dice que: “sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella.” La expresión el “gran terremoto” procede de la idea del antiguo vocabulario bíblico para explicar los “signos de la teofanía”, es decir una manifestación de la divinidad, en otras palabras,ha ocurrido una manifestación de Dios. San Marcos tampoco explica como fue la resurrección, solo dice que: Muy de madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento. Se decían entre sí: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del monumento? Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy grande. (Mc 16; 2-4). Esto es Jesús no estaba ya allí, porque no estaba muerto. El mensaje de resurrección de la tumba vacía. Dios manifiesto así sus misterios.
6.LAS MUJERES VAN A LA TUMBA
Según san Mateo, dice que: Pasado el sábado, ya para alborear el día primero de la semana, vino María Magdalena, con la otra María, a ver el sepulcro. (Mt 28:1). ¿Cuál es la finalidad de la visita de estas mujeres al sepulcro? Según Mateo, vinieron “para verlo.” San Marcos aclara algo mas, el dice que eran tres mujeres y venían para ungirle “Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a ungirle” (Mc 16:1), san Lucas dice que: vinieron al monumento, trayendo los aromas que habían preparado, (Lc 24: 1, 10) y luego dice: Eran María la Magdalena, Juana y María de Santiago y las demás que estaban con ellas. La rapidez con que se había embalsamado el viernes el cuerpo del Señor debió de ser un poco precipitada y provisional. Precisamente aquella misma tarde, las mujeres habían preparado aromas y mirra, así lo relata san Lucas (Lc 23:55-56) Las mujeres que habían venido con El de Galilea le siguieron y vieron el monumento y cómo fue depositado su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y mirra. Durante el sábado estuvieron quietas por causa del precepto. Es decir ellas vinieron a terminar aquella obra de amor a su Maestro.
7.PEDRO Y JUAN VAN AL SEPULCRO, EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN20:3-10.
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.Los discípulos, entonces, volvieron a casa.
Pedro y Juan debieron de salir enseguida de recibir esta noticia, pues ambos “corrían.” San Juan nos revela en este relato rasgos interesantes, dice: “el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro”. En efecto, Pedro debía de estar sobre la mitad de su edad, sobre los cincuenta años (Jn 21:18.19), y, según San Ireneo, vivió hasta el tiempo de Trajano (98-117). Esto hace suponer que san Juan pudiese tener entonces sobre veinticinco o treinta años, él por su juventud y su fuerte ímpetu de amor a Cristo, “corrió más aprisa” y llegó primero al sepulcro. Pero “no entró.” Sólo se “inclinó” para ver el interior. Teniendo el sepulcro la entrada en lo bajo y teniendo que agacharse para entrar, es decir san Juan, para poder echar una ojeada al interior, tenía que “inclinarse.” Además san Juan no entró, esperando a Pedro. ¿Por qué esto?, no lo dice. Pedro es el primero que entra en el sepulcro. El evangelista insiste en lo que vio: los “lienzos” en que había sido envuelto estaban allí; y el “sudario” en que se había envuelto su cabeza no estaba con los “lienzos,” sino que estaba “enrollado” y puesto aparte. El evangelista, al recoger estos datos, pretende, manifiestamente, hacer ver que no se trata de un robo; de haber sido esto, los que lo hubiesen robado no se hubiesen entretenido en llevar un cuerpo muerto sin su mortaja, ni en haber cuidado de dejar “lienzos” y “sudario” puestos cuidadosamente en sus sitios respectivos (Lc 24:12). A este propósito, el caso de Lázaro al salir del sepulcro, “fajado” de pies y manos y envuelta su cabeza en el “sudario,” antes descrito por el evangelista, era aleccionador (Jn 11:44). San Juan pone luego el testimonio de fe. También él entró “y vio, y creyó.” Vio el sepulcro vacío, sin que hubiese habido robo. Y “creyó.”
8.LAS APARICIONES DE JESÚS.
A primera vista las apariciones de Jesús resucitado son simplemente dichas, es decir se expresan que Jesús simplemente esta o estaba ahí. Jesús vive. Los relatos expresan la existencia postpascual de Jesús con medios muy terrenos: no dicen que llegó como un “espíritu,” sino que comió con sus discípulos; Tomás pudo tocar los agujeros de sus llagas. Pese a lo cual la manera y naturaleza de ese cuerpo resucitado de Jesús contradice en los relatos las leyes de los cuerpos materiales; para él ni los muros ni las puertas cerradas constituyen un impedimento; para él no existían las distancias. Esta idea es importante porque refrenda la realidad espiritual de las apariciones.
Los apóstoles, los discípulos y hombres como Santiago y Pablo, que en manera alguna propendían al reconocimiento de Jesús como Mesías, dejaron de lado su desconfianza y creyeron. Quienes fueron honrados con alguna de las apariciones referidas de Jesús se convirtieron en testigos: del Resucitado que vivía. Por ello en las historias de apariciones que relatan los Evangelios Sinópticos las mujeres pasan a un segundo plano. No es que no las hayan tenido en absoluto, sino que los Sinópticos no conceden gran valor a su testimonio. Las mujeres, en efecto, no podían actuar en los tribunales como testigos. Marcos sólo menciona de paso a María Magdalena (16:9). Y cuando la propia María Magdalena les refirió a los apóstoles la aparición de Jesús, “ellos se resistieron a creer” (Mc 16:11). Pero Juan relata ampliamente una aparición a María Magdalena (Jn 20:11-18) y presenta así la doctrina explícita de que el Cristo terreno y el Jesús resucitado y transfigurado son la misma persona.
La misma tendencia de la buena nueva de la salvación (muerte y resurrección de Cristo), fundamento de la fe cristiana, late en los relatos de la aparición de Jesús a Tomás y en el lago de Genesaret; en ambas apariciones se destaca con fuerza la vinculación con la vida terrena de Jesús: en la de Tomás, mediante las heridas de la crucifixión de Jesús; en la del lago, mediante la situación que crea la pesca milagrosa y con la llamada a Pedro y el recuerdo de su negación. De lo que se trata en esas historias es de proclamar la identidad del Resucitado con el Jesús que había vivido sobre la tierra.
Ni los relatos sobre la tumba vacía ni sobre las apariciones de Jesús intentan ser relatos de hechos evidentes; más bien quieren expresar en palabras las experiencias intelectual-espirituales (Cuando la Biblia califica de “apariciones” esos encuentros con el Resucitado, quiere decir que se trata de encuentros de tipo intelectual-espiritual, por lo demás descritos casi siempre con un vocabulario tomado del mundo sensible)de las mujeres, los apóstoles y los discípulos con el Cristo vivo a pesar de la muerte y de la sepultura. Es así como esos relatos están dispuestas de tal modo que en las formas más diferentes se habla de un único “ver a Jesús”: se dejó ver por ellos, se les apareció. Jesús nos muestra aquí su gran amor por sus amigos, por que ellos le habían abandonado.
9.LOS SANEDRITAS SE ENTERAN DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Evangelio según san Mateo 28:11-15.
Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: «Decid: "Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos." Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones.» Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy.
Según el relato, la guardia romana puesta en el sepulcro huye, ante el hecho del ángel aterrador y el sepulcro abierto, a comunicar la noticia y justificarse. Había que dar una explicación de alguna manera de aquel suceso. Hay una reunión de gentes sanedritasy se apela al dinero. Aquella soldadesca mercenaria aceptaba fácilmente aquella propuesta: mientras dormían, habían robado el cuerpo. Mas a quien lo pensase, no le parecería verosímil: ¿cómo dormir en una custodia, que era gravemente punible en el código militar? ¿Cómo atreverse nadie ante la tropa, máxime sus discípulos, a intentar violar un sepulcro? ¿Cómo no despertar ante el ruido de gentes y de instrumentos y del rodaje de la piedra sepulcral? Alguna explicación había de darse. Las gentes sanedritas se comprometían a apaciguar al procurador si la noticia llegaba a él. Si a ellos no les interesaba el asunto, menos había de preocuparle aquel enojoso asunto a Pilato.
10.¿CUÁNDO Y A QUE HORA FUE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR?
¿Cuándo fue la resurrección del Señor? Su hora no se sabe. No se puede estrechar la vinculación de la acción del ángel con la ida de las mujeres al sepulcro. En todo caso, debió de ser en la noche, a juzgar por las descripciones horarias evangélicas de la ida de las mujeres al sepulcro, y ésta ya había sido antes de su llegada.
Enterrado Jesús el viernes, permaneció en el sepulcro todo el sábado y resucitó el domingo. Los tres días de su anuncio se cumplieron. No había que tomarlos por días de veinticuatro horas. Tres días y tres noches era una expresión ya hecha para designar tres días, sin que requiriese esto el que fuesen días completos. Era un principio corriente que un día comenzado, o parte de un día, contaba para ciertas cosas como un día entero. Así se lee en la literatura rabínica que rabí Eleazar (sobre el año 100 d.C.) decía: “Un día y una noche hacen una kona (aquí veinticuatro horas); pero una Ona comenzada vale como una kona entera.” Y también decían: “Una fracción de día vale por un día entero.” Y estos aforismos se aplican también al mes y al año.
11.“HA RESUCITADO”
“HA RESUCITADO”. Así, con mayúsculas, aparece en el Leccionario. Esta palabra es común a los tres sinópticos y aparece por tanto en los tres ciclos. Es la noticia. La Iglesia vive de ella. Millones de cristianos a lo largo de veinte siglos han vivido de ella. Es la noticia que ha cambiado la historia: el Crucificado vive, ha vencido la muerte y el mal. Es el grito que inunda esta noche santa como una luz potente que rasga las tinieblas. ¿En qué medida vivo yo de este anuncio? ¿En qué medida soy portavoz de esta noticia para los que aún no la conocen?
“Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios”. La resurrección de Cristo es también la nuestra. Él no sólo ha destruido la muerte, sino también el pecado, que es la verdadera muerte y causa de ella. La resurrección de Cristo es capaz de levantarnos para hacernos llevar una vida de resucitados. Ya no somos esclavos del pecado. Podemos vivir desde ahora en la pertenencia a Dios, como Cristo. Podemos caminar en novedad de vida.
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”. Las lecturas del A.T. son una síntesis de la historia de la salvación, que culmina en Cristo. El Resucitado es la clave de todo. Todo se ilumina desde Él. Sin Él, todo permanece confuso y sin sentido. ¿Le permito yo que ilumine mi vida? ¿Soy capaz de acoger la presencia del Resucitado para entender toda mi vida como historia de salvación? (FGD)
Sábado Santo: día de la sepultura de Dios. ¿No es acaso, de forma impresionante, nuestro día? ¿No comienza nuestro siglo a ser un gran Sábado Santo, día de la ausencia de Dios en el que incluso los discípulos experimentan un vacío que aletea en el corazón, que se extiende cada vez más, y por esta razón se preparan llenos de vergüenza y angustia a volver a casa y se encaminan sombríos y apesadumbrados en su desesperación hacia Emaús, sin darse cuenta de que aquel que creían muerto está en medio de ellos?
"Descenso al infierno" -esta confesión del Sábado Santo- significa que Cristo ha sobrepasado la puerta de la soledad, que ha tocado el fondo inalcanzable e insuperable de nuestra condición de soledad. Significa que aun en la noche externa, no franqueada por palabra alguna, en la que todos somos como niños expulsados, llorando, se oye una voz que nos llama, una mano que nos coge y nos guía. La soledad insuperable del hombre ha sido superada desde el momento en que él ha pasado por esta soledad. El infierno ha sido vencido desde que el amor ha entrado en la región de la muerte y la "tierra de nadie" de la soledad ha sido habitada por él (J. Ratzinger y W. Congdon, “Sabatodellastoria”, Milano 1998, 43-46, passim).
Padre nuestro, que estás en los cielos y nos miras a nosotros, pequeñas criaturas de la tierra, reaviva nuestra fe y nuestra esperanza ante el misterio de la muerte.
También tú, junto con tu Hijo, has querido experimentar el gélido silencio del sepulcro. También tú, que eres el eterno Viviente, has querido —por amor y compasión— ser como una semilla enterrada en la tierra. Por tu desconcertante humildad y empatía, concédenos la gracia de saber aceptar con entereza y serenidad la ley natural de la muerte como paso a la vida resucitada (Del Via Crucis del Padre, Isola S. Giulio 1999).
1.“MARÍA MAGDALENA FUE AL SEPULCRO Y VIO QUE LA PIEDRA HABÍA SIDO SACADA
Según san Juan, el relato lo sitúa en “el primer día de la semana.” Es decir, al día siguiente del sábado, y la hora en que viene al sepulcro es de “madrugada”, esto es muy de mañana y cuando aún hay “todavía estaba oscuro”. Es en la hora crepuscular del amanecer.
“María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.” Por los sinópticos se sabe que esta visita de María al sepulcro no la hace ella sola, sino que viene en compañía de otras mujeres, cuyos nombres se dan: María, la madre de Santiago, y Salomé, la madre de Juan y Santiago el Mayor (Mc 16:1) y otras más (Lc 24:10). Al ver, desde cierta distancia, “sacada” la piedra rotatoria o golel, dejó a las otras mujeres, que llevaban aromas para acabar de preparar el “embalsamamiento” del cuerpo de Cristo, y “Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba”, que, por la confrontación de textos, es, con toda probabilidad, el mismo Juan.
2.“EL OTRO DISCÍPULO AL QUE JESÚS AMABA”.
Me parece bonita esta expresión que se lee en este fragmento del evangelio, “El otro discípulo al que Jesús amaba”. Es hermoso saber del amor de Jesús por sus apóstoles, pero en el caso de san Juan, hay una predilección especial, pero aún es más hermosa esa humildad, esa modestia y esa demostración de no ser vanidoso, san Juan en lugar de nombrarse, utiliza esta frase “El otro discípulo al que Jesús amaba”.
3.“SE HAN LLEVADO DEL SEPULCRO AL SEÑOR Y NO SABEMOS DÓNDE LO HAN PUESTO”.
Como ella, Magdalena, no entró en el sepulcro, supuso la noticia que da a estos apóstoles: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. El plural con que habla: no “sabemos”, entronca fielmente la narración con lo que dicen los sinópticos de la compañía de las otras mujeres que allí fueron (Mt 28,1ss; Mc 16ss; Lc 24:1ss; cf. Lc 24:10). Seguramente, al ver, a cierta distancia, removida la piedra de cierre, cuya preocupación de cómo la podían rodar para entrar temían (Mc 16:3), cambiaron, alarmadas, sus impresiones, y Magdalena, más impetuosa, se dio prisa en volver, para poner al corriente a Pedro y al anónimo Juan.
4.ESTE “DISCÍPULO” CORRÍA MÁS QUE PEDRO.
Pedro y Juan debieron de salir enseguida de recibir esta noticia, pues ambos “corrían.” Pero el evangelista dejará en un rasgo su huella literaria. Este “discípulo” corría más que Pedro. En efecto, Pedro debía de estar sobre la mitad de su edad, sobre los cincuenta años (Jn 21:18.19), y, según San Ireneo, vivió hasta el tiempo de Trajano (98-117) Esto hace suponer que Juan pudiese tener entonces sobre veinticinco o treinta años. Juan, por su juventud y su fuerte ímpetu de amor a Cristo, “corrió más rápidamente” y “llegó antes.” al sepulcro. Pero “no entró.”
5.“VIO LAS VENDAS EN EL SUELO, Y TAMBIÉN EL SUDARIO QUE HABÍA CUBIERTO LA CABEZA DE JESÚS”.
Juan no entró, esperando a Pedro que es el primero que entra en el sepulcro y “vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús”. El evangelista, al recoger estos datos, pretende, manifiestamente, hacer ver que no se trata de un robo; de haber sido esto, los que lo hubiesen robado no se hubiesen entretenido en llevar un cuerpo muerto sin su mortaja, ni en haber cuidado de dejar “las vendas” y “sudario” puestos cuidadosamente en sus sitios respectivos “sino enrollado en un lugar aparte”
6.“LUEGO ENTRÓ EL OTRO DISCÍPULO, QUE HABÍA LLEGADO ANTES AL SEPULCRO: ÉL TAMBIÉN VIO Y CREYÓ.”
Juan nos muestra unos hermosos detalles, el lento examen a que somete la mirada de Pedro, “Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró”. Cada detalle particular dentro del sepulcro vacío crea un clima de gran silencio, de expectante interrogación: “Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.” El discípulo, al ver, intuye lo que ha sucedido. San Juan cree, porque es limpio de corazón, su pureza no le hace tener ninguna duda.
Sin embargo, luego pasa de la realidad que tiene delante a otra más escondida: “Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, El debía resucitar de entre los muertos.”. De esto se desprende que la fe no es, para el hombre, una posesión estable, sino el comienzo de un camino de comunión con el Señor, una comunión que ha de ser mantenida viva y en la que hemos de ahondar más y más, para que llegue a la plenitud de vida con él en el reino de la luz infinita.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
“Mi Alegría, Cristo, ha Resucitado.” Con estas palabras solía saludar san Serafín de Sarov a quienes le visitaban. Con ello se convertía en mensajero de la alegría pascual en todo tiempo. En el día de pascua, y a través del relato evangélico, el anuncio de la resurrección se dirige a todos los hombres por los mismos ángeles y, después de ellos, por las piadosas mujeres a la vuelta del sepulcro, por los apóstoles y por los cristianos de las generaciones pasadas, ahora vivas para siempre en El que vive. Sus palabras son una invitación, casi una provocación. Esas palabras hacen resurgir en el corazón de cada uno de nosotros la pregunta fundamental de la vida: ¿quién es Jesús para ti? Ahora bien, esta pregunta se quedaría para siempre como una herida dolorosamente abierta si no indicara al mismo tiempo el camino para encontrar la respuesta. No hemos de buscar entre los muertos al Autor de la vida. No encontraremos a Jesús en las páginas de los libros de historia o en las palabras de quienes lo describen como uno de tantos maestros de sabiduría de la humanidad. El mismo, libre ya de las cadenas de la muerte, viene a nuestro encuentro; a lo largo del camino de la vida se nos concede encontrarnos con él, que no desdeña hacerse peregrino con el hombre peregrino, o mendigo, o simple hortelano. El, el Inaprensible, el totalmente Otro, se deja encontrar en su Iglesia, enviada a llevar la buena noticia de la resurrección hasta los confines de la tierra.
En consecuencia, sólo hay una cuestión importante de verdad: ponernos en camino al alba, no demoramos más, encadenados como estamos por los prejuicios y los temores, sino vencer las tinieblas de la duda con la esperanza. ¿Por qué no habría de suceder todavía hoy que encontráramos al Señor vivo? Más aún, es cierto que puede suceder. El modo y el lugar serán diferentes, personalísimos para cada uno de nosotros. El resultado de este acontecimiento, en cambio, será único: la transformación radical de la persona. ¿Encuentras a un hermano que no siente vergüenza de saludarte diciendo: «Mi alegría, Cristo ha resucitado»? Pues bien, puedes estar seguro de que ha encontrado a Cristo. ¿Encuentras a alguien entregado por completo a los hermanos y absolutamente dedicado a las cosas del cielo? Pues bien, puedes estar seguro de que ha encontrado a Cristo... Sigue sus pasos, espía su secreto y llegará también para ti esa hora tan deseada.
Haz, Señor, que también nosotros nos sintamos llamados, vistos, conocidos por ti, que eres el Presente, y podamos descubrir así el valor único de nuestra vida en medio de la inmensa multitud de las otras criaturas.
Danos un corazón humilde, abierto y disponible, para poder encontrarte y permitir que nos marques con tu sello divino, que es como una herida profunda, como un dolor y una alegría sin nombre: la certeza de estar hechos para ti, de pertenecerte y de no poder desear otra cosa que la comunión de vida contigo, nuestro único Señor.
A ti queremos acercarnos en esta mañana de pascua, con los pies desnudos de la esperanza, para tocarte con la mano vacía de la pobreza, para mirarte con los ojos puros del amor y escucharte con los oídos abiertos de la fe. Y mientras, angustiados, vamos hacia ti, invocamos tu nombre, que resuena como música y como canto en lo más íntimo de nuestro corazón, donde el Espíritu, con gemidos inefables, llora nuestro dolor y con dulzura y vigor nos envía por los caminos del amor.
"Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él"
Mt 28, 8-15
(Estudio del evangelio)
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.LAS MUJERES, QUE HABÍAN IDO AL SEPULCRO
Las mujeres, que habían ido al sepulcro, después de oír el anuncio del Ángel, se alejaron rápidamente de allí, atemorizadas pero llenas de alegría. La redacción que hace San Mateo de este acontecimiento, es distinto a los otros evangelistas, observemos que dice, atemorizadas pero llenas de alegría. En el camino, les sale al paso Jesús. De pronto les sale al encuentro, debe haber sido una sorpresa inmensa, entonces Jesús les saluda sonriente, porque les dice, Alégrense.
Pero hay otras interrogantes, dice san Mateo, Las Mujeres, pero no dice cuales, luego dice que habían ido, pero no dice cuando fueron. Otra interrogante es, si el relato que hace san Marcos 16:9-11 y el que hace san Juan 20:11-18 se refieren a este mismo relato de san Mateo. Si el único evangelio fuera el de san Mateo, podríamos pensar que eran dos Las Mujeres. Es decir, María Magdalena y la otra María habían ido solas por la mañana a visitar el sepulcro y que se habían vuelto a comunicar la noticia a los apóstoles, y que en el camino se les había aparecido Jesús.
2.LA APARICIÓN DEL SEÑOR RESUCITADO A MAGDALENA
Pero si leemos a san Lucas 24:19 y a san Juan 20:2, podemos decir que habían ido con estas dos Marías otras varias mujeres.También que Magdalena, si fue con ellas al sepulcro, no entró ni tuvo conocimiento del anuncio del ángel sobre la resurrección del Señor, sino que, tan pronto vio la piedra removida, pensó en un robo del cadáver y se volvió corriendo a comunicarlo a Pedro, como lo relata san Juan 20:1-2.
Por otra parte, a través del evangelio de san Marcos y san Juan se sabe también que Magdalena vio sola al Señor resucitado. Y hasta tal punto se dice esto, que la aparición del Señor resucitado a Magdalena, tanto en el evangelio de Juan como en el final deutero-canónico de Marcos, se narra esta aparición como algo personal, destacado y exclusivo de ella. San Marcos 16:9 llega a decir de las apariciones jerosolimitanas (en Jerusalén) del Señor que se apareció primero resucitado a María Magdalena.
Por otra parte, la narración de Mateo sobre la aparición del Señor a Magdalena y a la otra María no fue en el camino, a la vuelta del sepulcro, como parecería en una lectura superficial del texto. Y esto no sólo se deduce de lo que dice san Juan en 20:1-2, sino también porque las mujeres, a la vuelta del sepulcro, saben, después del anuncio del ángel, que el Señor ha resucitado. Y conforme a la orden del ángel, así lo manifestaron a los discípulos, aunque éstos no lo creyeron como dice san Lucas 24:10-11. Más no dicen que hayan visto al Señor.
3.IGNORABA LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Pero Magdalena, no habiendo asistido al anuncio del ángel en el sepulcro, ignoraba la resurrección del Señor; tanto que, al llegar ella a Pedro y al otro discípulo, (san Juan) piensa que han robado el cuerpo, san Juan 20:1.2.
También se sabe que, cuando las mujeres vienen del sepulcro a anunciar esto a los discípulos, no estaban con ellos Pedro y el otro discípulo, pues éstos salieron en seguida, san Juan 20:4, camino del sepulcro tan pronto como Magdalena les comunicó que habían robado el cuerpo del Señor.
A esto no se opone lo que se lee en san Lucas 24:12, el cual, después de relatar que las mujeres, entre las que cita la primera a Magdalena, vuelven del sepulcro, añade que dijeron esto a los apóstoles (la resurrección y el anuncio del ángel), y a continuación narra cómo Pedro fue corriendo al monumento.
4.LAS MUJERES A LAS QUE SE LES COMUNICÓ LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.
Lucas sabía, aunque él explícita mente no lo relata, lo que había sido un tema muy destacado en la primera tradición cristiana: la aparición del Señor resucitado, privilegiadamente, a Magdalena. Y así la incluye globalmente en el grupo de las mujeres a las que se les comunicó la resurrección del Señor.
Más aún, según el mismo Lucas, cuando las mujeres fueron a comunicar la resurrección del Señor a los apóstoles no estaba entre ellas Magdalena. Pues los apóstoles dicen a los discípulos de Emaús que nos asustaron ciertas mujeres de las nuestras que, yendo de madrugada al monumento, no encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles que les dijeron que vivía (san Lucas 24:22-23). Pero Magdalena no estaba con ellas durante esta aparición, como se ha dicho.
Por tanto, si Magdalena fue la que vio primera (Marcos) al Señor resucitado; y si las mujeres tuvieron también una aparición del Señor resucitado, que, en el contexto de Mateo, fue muy de mañana, pues la sitúan a la vuelta del sepulcro, del cual volvieron en seguida, y cuando fueron era muy de madrugada; esta coincidencia de horas y de otros rasgos literarios entre los relatos de Mateo y de Juan hacen ver que este relato de Magdalena está íntimamente relacionado en los dos evangelistas.
5.ALGUNAS DIFICULTADES DE INTERPRETACION
Para resolver esta dificultad de la aparición del Señor en el camino a las mujeres sin la presencia literaria de Magdalena, varios autores han supuesto un segundo viaje de las mujeres al sepulcro, y en el cual tiene lugar esta aparición de Jesús.
Así se salvaría que, en la primera vuelta del sepulcro para anunciar la resurrección del Señor a los apóstoles, Magdalena no podía estar entre ellas, pues lo ignoraba; y, como es citada expresamente en el contexto de Mateo, se explicaría que, estando citada y no habiendo visto a Jesús, esta aparición no pudo ser en la primera vuelta del sepulcro, sino en otra.
Pero en esta otra segunda visita, para excluir de ella a Magdalena, que tiene su aparición sola y peculiar junto al sepulcro (Juan-Marcos), se supone que las mujeres, después de transmitir el mensaje a los apóstoles, vuelven pronto de nuevo al sepulcro, mientras Magdalena ya estaba allí con Pedro.
Y en este intervalo, en este segundo viaje, pero ya de vuelta las mujeres el sepulcro, sería cuando tuvo lugar esta aparición del Señor y el mensaje a todas, incluida ya Magdalena, anunciando a los apóstoles la resurrección del Señor.
Esta solución, basada en un segundo viaje al sepulcro, aparte que no está dicho ni insinuado en el texto, no se ve, para justificarlo, ni necesidad exegética ni tiene tampoco una satisfactoria explicación. Supone muchas cosas y parece todo ello muy artificioso. De hecho, No explica a qué van estas mujeres al sepulcro cuando ya sabían que el Señor había resucitado. No explica los rasgos afines que hay entre el relato colectivo de Mateo y el personal de Magdalena de Juan-Marcos.
6.NO SABEMOS DÓNDE HAN PUESTO EL CUERPO
Caben otras explicaciones sin recurrir forzosamente a ese segundo viaje. La solución hoy más seguida por los autores consiste en identificar la aparición personal de Juan (20:11-18) y Marcos (16:9-11) con la aparición colectiva que Mateo refiere de las mujeres a la vuelta del sepulcro (Mateo 28:9.10). Los fundamentos principales en que se basan para sostener esta identificación son: Magdalena, según Mateo, como se ha notado (Mateo 28:19), vio a Jesús resucitado. Según Marcos, Magdalena fue la primera que vio al Señor resucitado (Marcos 16:9), y ella fue quien lo anunció a los apóstoles, pero oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron” (Marcos 16:10.11). En el evangelio de Juan, cuando Magdalena va al sepulcro con las otras mujeres y vuelve ella antes de la aparición de los ángeles, dice a Pedro que no sabemos dónde han puesto el cuerpo. Es decir, se incluye ella con otras. Es conocido, y muy usado en el evangelio de Mateo, el plural de categoría, por lo que se atribuye a un grupo o colectividad, por algún motivo real o literario, lo que sólo corresponde a una persona. Por lo que parece que Mateo haya utilizado aquí este procedimiento literario, en cuyo caso la aparición que pone de Jesús a las mujeres a la vuelta del sepulcro sería un plural de categoría. De hecho, él sólo cita a María Magdalena y a la otra María (Mateo 28:1:8), con lo que intentaría referir la aparición hecha sólo a Magdalena, de tan gran resonancia en la primitiva tradición y catequesis cristiana, aunque expresado por la categoría de aparición a mujeres.
Los rasgos afines que se hallan entre la narración de Mateo y la de Juan-Marcos: María Magdalena es la misma protagonista en ambas escenas. Jesús saluda en ambas apariciones, aunque en Mateo es un saludo vago y genéricoy en Juan es un saludo concreto y personal. En ambas narraciones, Magdalena abraza los pies del Señor. Por eso no hay oposición ninguna entre el pasaje de Juan: No me abraces, y el de Mateo cuando dice que las mujeres abrazaron los pies del Señor. Pues el texto de Juan supone que Magdalena le abrazó los pies, pero que Jesús le manda después que se retire.
7."NO TEMAN; AVISEN A MIS HERMANOS QUE VAYAN A GALILEA, Y ALLÍ ME VERÁN"
En ambas narraciones, Jesús da el mismo encargo a las que lo escuchan: que vayan a los discípulos a transmitir un mensaje. Mateo destaca la aparición en Galilea; Juan, la próxima ascensión o vuelta al Padre, que tan acentuadamente está en el cuarto evangelio.
Así, puede concluirse: que Mateo 28:9.10 yJuan 20:11-18 se refieren a lo mismo, es decir ambas apariciones deben de ser la misma. El texto de Mateono exige que la aparición de Jesús a las mujeres se realice en el camino, ya que puede ser muy bien una forma de redacción
Luego san Mateo nos dice que mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
8.'SUS DISCÍPULOS VINIERON DURANTE LA NOCHE Y ROBARON SU CUERPO, MIENTRAS DORMÍAMOS'.
Según el relato, la guardia romana puesta en el sepulcro huye, ante el hecho del ángel aterrador y el sepulcro abierto, a comunicar la noticia y justificarse. Había que dar una explicación de alguna manera de aquel suceso. Hay una reunión de gentes sanedritas — Josefo habla del papel de estas reuniones de jefes judíos en esta época y de sus repercusiones — y se apela al dinero. Aquella soldadesca mercenaria aceptaba fácilmente aquella propuesta: mientras dormían, habían robado el cuerpo. Mas a quien lo pensase, no le parecería verosímil: ¿cómo dormir en una custodia, que era gravemente punible en el código militar? ¿Cómo atreverse nadie ante la tropa, máxime sus discípulos, a intentar violar un sepulcro? ¿Cómo no despertar ante el ruido de gentes y de instrumentos y del rodaje de la piedra sepulcral? Alguna explicación había de darse. Las gentes sanedritas se comprometían a apaciguar al procurador si la noticia llegaba a él. Si a ellos no les interesaba el asunto, menos había de preocuparle aquel enojoso asunto a Pilato. La “noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy” (Mateo). Se está reflejando el hecho polémico de judeocristianos, en la iglesia mateana, en la época de la composición del evangelio.
San Justino (t c.165), en su Diálogo con el judío Trifón, le dice:“Vosotros, apenas supisteis que (Jesús) había resucitado de entre los muertos, no sólo no hicisteis penitencia, sino, como antes dije, escogisteis a hombres especiales y los enviasteis por toda la tierra que fueran repitiendo a voz de pregón que una secta sin Dios y sin ley se había levantado en nombre de un Jesús de Galilea, que fue un impostor. “Nosotros — decíais — le crucificamos; pero sus discípulos, habiéndole robado del sepulcro en que, desclavado de la cruz, fue colocado, engañan ahora al pueblo diciendo que ha resucitado de entre los muertos y subido al cielo.”
La afirmación de San Justino procede de una fuente distinta del evangelio de Mateo. La calumnia no sólo corrió por Palestina, sino por la Diáspora, es decir por la dispersión de la comunidad del pueblo judío.
“USTEDES LO HICIERON MORIR… PERO DIOS LE HA RESUCITADO
“Ustedes lo hicieron morir… pero Dios le ha resucitado”: ésta es la primera predicación apostólica, y es y será la perenne predicación de la Iglesia basada en los apóstoles. Pedro y la Iglesia existen para repetir a lo largo de los siglos este anuncio. Un anuncio sorprendente, aunque no de una idea, sino de un hecho inimaginable, imprevisible, que contiene toda la dimensión negativa de la historia y toda la dimensión positiva de la voluntad de Dios, que reasume todo el poder destructivo de la maldad humana y todo el poder de reconstrucción de la bondad ilimitada de Dios.
Soy apóstol en la medida en que anuncio esta realidad, me siento identificado con este anuncio, tengo el valor de descubrir y de repetir, en las mil formas diferentes de la vida diaria, que el mal ha sido vencido y que será vencido, que el amor ha sido y será más fuerte que el odio, que no hay tinieblas que no puedan ser vencidas por el poder de Dios, porque Cristo ha resucitado, “pues era imposible que la muerte lo retuviera en su poder”. Soy apóstol si anuncio la resurrección de Cristo con mi boca, con una actitud positiva hacia la vida, con el optimismo de quien sabe que el Padre quiere liberarme también a mí, también a nosotros, “de las ataduras de la muerte”, de la última y de las penúltimas; de quien sabe que ahora su amor está en acción para llevarlo todo hacia la Vida.
Me pregunto hoy si soy apóstol y si lo soy como Pedro o bien a mi manera, como anunciador inconsciente de mensajes, ideas y pensamientos más bien periféricos respecto al hecho fundamental de la resurrección.
Al comienzo de este tiempo pascual, un tiempo apostólico, quiero rogarte, Señor, que, por la intercesión de María, hagas crecer en mí un corazón de apóstol. Haré mías aquellas hermosas palabras del padre Fernand Lelotte: “Señora nuestra, reina de los apóstoles, tú diste a Cristo al mundo. Fuiste apóstol de tu Hijo por primera vez llevándolo a Isabel y a Juan el Bautista, presentándolo a los pastores, a los magos, a Simeón. Tú reuniste a los apóstoles en el retiro del cenáculo, antes de su dispersión por el mundo, y les comunicaste tu ardor. Concédeme un alma vibrante y generosa, combativa y acogedora. Un alma que me lleve a dar testimonio, en cada ocasión, de que Cristo, tu Hijo, es la luz del mundo, que sólo él tiene palabras de vida y que los hombres encontrarán la paz en la realización de su Reino”.
"'Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes'"
Jn 20, 11-18
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.ELLA ACOMPAÑO A JESÚS
María la llamaban Magdalena porque venía de un pueblecito de Galilea llamado Magdala. Ella ha sido identificada como una mujer pecadora según el Evangelio de Lucas (Lc-8,2) y (Lc 7,36-50), pero el mismo Lucas relata que Jesús le hizo saber que sus pecados fueron perdonados.
Es muy importante destacar, que ella acompaño a Jesús, lo atendió, lo escucho, le llegó al corazón y el mismo Jesús se enterneció con Maria Magdalena. Ella estuvo como testigo en la crucifixión y según este Evangelio es la única mujer que se acerca a la tumba donde sepultaron a Jesús. Luego ella fue la primera en conocer la noticia de la resurrección, y recibió de Jesús resucitado el encargo para anunciar a los apóstoles su resurrección.
2.MUJER, ¿POR QUÉ LLORAS? ¿A QUIÉN BUSCAS?.
Jesús le preguntó: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?. En efecto, no es para llorar, al contrario es para estar alegres por la resurrección, Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo. Así María Magdalena nos muestra el gran amor por Jesús, no esta dispuesta a perderlo y si esta para buscarlo donde sea.
Podemos recoger muchas enseñanzas de María Magdalena, si ella fue pecadora, por el arrepentimiento recibió el perdón de Jesús, y todo los pecadores podemos tener fe en que Jesús nos perdona si nos arrepentimos, que si hemos sido perdonados y hemos confesado con dolor y sinceridad nuestra faltas recuperamos la gracia y la amistad con Jesús, aún más, si hemos recibido la gracias podemos conocer la resurrección. También aprendemos en este Evangelio, que si creemos que hemos perdido a Jesús y lo buscamos lo encontraremos junto a nosotros, como también tenemos que reconocer que el puede estar oculto en una persona humilde, como en el caso del cuidador del huerto.
3.SUBO A MI PADRE Y PADRE DE USTEDES
Jesús le pidió a María Magdalena que fuera a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes. Así hemos de recibir el mensaje de Jesús y convertirnos en mensajeros de su victoria sobre el pecado y la muerte, entusiastas, como María Magdalena.
La aparición de Cristo resucitado a Magdalena nos deja una sensación muy profunda, a la partida de Pedro y Juan, Magdalena se queda allí, junto al sepulcro, llorando la desaparición del cuerpo del Señor. Entonces se asoma al sepulcro, como poco antes lo había hecho Juany vio dos ángeles vestidos de blanco.Estos ángeles aparecen aquí sentados a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. A la pregunta que le hacen por su llanto, ella, sin inmutarse y del modo más natural, según la narración literaria, responde que por no saber dónde han puesto el cuerpo de su Señor. Al llegar a esta parte del diálogo, Magdalena se vuelve y ve a Jesús, que estaba allí como una persona cualquiera. Aunque Cristo no se le muestra en forma de hortelano, ella pensó, al verle allí, que fuese el encargado de aquel huerto. Su obsesión y su llanto se dirigen a El al punto, para hacerle participante de su inquietud y de su solicitud por ir a buscarle. No deja de ser extraña esta psicología, pero refleja el carácter, obsesivo é impetuoso, de esta impresión y deducción al ver corrida la piedra del sepulcro
4.NO ME RETENGAS MÁS
Este es el momento de la gran aparición de Cristo. Sólo pronunció una palabra: ¡María! Pero en ella iba el acento y ternura inconfundibles de su voz. Y ella le dijo en hebreo, que es el arameo: ¡Rabboní!, que quiere decir: Maestro. Este detalle de la conservación aramaica de la expresión que se traduce puede ser un cierto índice de respeto de la escena, en el sentido que Magdalena también volcó en él su amor con esta palabra, porque normalmente se usaba “rabí,” como lo hace en los otros pasajes el mismo san Juan, pero dicho de esta manera Rabboni, es como decir Maestro mío.
Al pronunciar esta palabra, Magdalena se postró, se abalanzó a tierra y abrazó los pies de Cristo. Pero es cuando El le dijo la célebre frase “¡Poli me tanguee!,” que dio lugar a tan diversas interpretaciones, porque se traduceNo me retengas más, y la causa que da para esto es porque aún no he subido al Padre. ¿Qué relación hay entre este no Retener a Cristo, de María abrazada y acaso besando sus pies, y el no haber subido aún al Padre? Esta subida de Cristo es ciertamente la ascensión. Pero, evidentemente, la ascensión de Cristo no va a ser el motivo para que no se le pueda retener. La frase es demasiado densa y apretada. Porque aún no ha subido Cristo oficialmente al Padre; pero, teniendo ya una vida gloriosa y nueva, es por lo que ya no se pueden tener con El las relaciones del mismo modo que antes; la vida humana no puede tener con el cuerpo y vida gloriosa de Cristo un trato, aunque espiritual, igual al que anteriormente tenía (1 Cor 15:50ss).
5.MARÍA MAGDALENA FUE A ANUNCIAR A LOS DISCÍPULOS QUE HABÍA VISTO AL SEÑOR
Magdalena no debe retener a Cristo así, porque ha de llevar un mensaje a los apóstoles. Por eso la estructura de este pasaje parece que debería ser el motivo inmediato de abandonar Magdalena los pies de Cristo es el tener que llevar un mensaje a los apóstoles inmediatamente. Y esto no consiste sólo en anunciarles la resurrección de Cristo, sino también en anunciarle su próxima subida al Padre. Con ello alentaba a los apóstoles, al hacerles ver que, aunque iba a dejar pronto la tierra, aún no los había dejado. Era el anuncio implícito de los cuarenta días en que se les manifestaría antes de la ascensión. Pero su subida oficial, definitiva, iba a ser pronto, como les dijo en el Sermón de la Cena, para la gran misión del Espíritu Santo, del Padre y de El mismo, en una forma tan real como mística.
Luego Jesús dice Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes,pareciendo señalar yo soy su hijo verdadero, y ustedes sus hijos adoptivos pero también son sus hijos y hacerles saber que uno mismo es el Dios y Padre de El y de ellos. A esto mismo parece llevar la fórmula en la que Cristo da el encargo a Magdalena: Ve a decir a mis hermanos.
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
Este mensaje es completamente diferente del que aparece en los sinópticos. En éstos,es el aviso para su ida a Galilea. En el triunfo de su resurrección, san Juan pone en boca de Cristo la rúbrica igualmente triunfal del tema de su evangelio: ¡era lo que anunció el Hijo de Dios! Por eso sube triunfalmente a Dios, su Padre, por cuya revelación murió.
6.LA APARICIÓN DE CRISTO A MAGDALENA
Los sinópticos recogen una parte que san Juan omite: los apóstoles no creyeron este mensaje que Magdalena y otras mujeres les transmitían, de haber visto al Señor resucitado, y la comunicación que para ellos tenían.
Esta aparición de Cristo a Magdalena, ¿es la misma que cuenta san Mateo (28:9.10) y san Marcos (16:9-11)? Se admite, generalmente, que es la misma: en san Juan esta descrita con amplitud y en san Mateo presentada desdibujada y en una categoría de mujeres, conforme al procedimiento usual de san Mateo, peroaunque la escena está desdibujada, de la aparición de Cristo sólo a María Magdalena y a la otra María, son los mismos — el saludo de Cristo, el acercarse-postrarse de ellas, el retener sus pies, el mensaje de Cristo a sus hermanos — , se deduce, con toda probabilidad, que Cristo no se apareció resucitado a las mujeres en el camino: sólo se apareció junto al sepulcro a Magdalena.
TODA PALABRA, TAMBIÉN LA PALABRA, TRASPASA EL CORAZÓN CUANDO ES EL ESPÍRITU QUIEN LA LLEVA CON SU FUERZA IRRESISTIBLE.
La conversión de una gran muchedumbre es, en verdad, sorprendente y milagrosa. A decir verdad, el discurso de Pedro no tiene nada de extraordinario o, al menos, no parece irresistible. Pero estamos en Pentecostés, y el Espíritu no obra sólo en Pedro, sino también en los oyentes, cuyos corazones se sienten traspasados hasta el fondo de una manera irresistible. Se impone una conclusión clara: quien convierte es el Espíritu, que da fuerza a la Palabra y la convierte en una espada de doble filo capaz de penetrar incluso en los corazones más endurecidos. Todo el libro de los Hechos de los Apóstoles, en especial los primeros capítulos, constituye la demostración de esta verdad elemental: el protagonista de la evangelización es el Espíritu Santo, que toca los corazones cuando y como quiere, según sus designios misteriosos.
En estos años se ha reflexionado mucho sobre el papel del Espíritu Santo en la evangelización, lo cual ha representado un progreso. Pero queda aún un enorme camino para considerarlo en su papel absolutamente prioritario en el orden de lo cotidiano. Para llegar lejos por este camino hace falta más oración y más paz, menos carreras y menos afanes. Toda palabra, también la Palabra, traspasa el corazón cuando es el Espíritu quien la lleva con su fuerza irresistible, con su poder a veces arrollador y a veces paciente, siempre misterioso, siempre más allá de nuestra comprensión, siempre digno de adoración.
Oh Espíritu Santo, qué poco te invoco y qué poco me confío a ti y a tu acción misteriosa. Por momentos lo arrollas todo, en otras ocasiones pareces ausente. Pero eres necesario para la evangelización, porque sin ti las palabras suenan vacías, mis esfuerzos son conatos estériles, mis compromisos se quedan vacíos. ¿Cómo puedo llevar la salvación si tú estás ausente? Hazme comprender interiormente tu absoluta necesidad, y la necesidad que tengo de ti, en mi acción de testigo y de evangelizador. Hazme comprender que siempre estás presente, incluso cuando el Evangelio tiene dificultades para ser acogido, dándome paz y no quitándome el valor de sembrar sin tregua. Hazme ver claro que a mí me pides la siembra y te reservas para ti los frutos. Dame, sobre todo, la seguridad de que siempre estás conmigo en cada momento de mi trabajo apostólico, porque así estaré seguro de que nunca será inútil ninguna siembra, aun cuando la mayoría de las veces serán otros los que recojan. Y la seguridad de que, en el cielo, verán mis ojos ciertamente esos frutos tan esperados de mi trabajo y del tuyo
"Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba".
Lc 24, 13-35
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.LOS DISCÍPULOS IBAN A UN PEQUEÑO PUEBLO LLAMADO EMAÚS
El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, el mismo día de la resurrección del Señor, en el cómputo judío el primer día de la semana, dos de ellos, de los discípulos que estaban reunidos con los apóstoles tuvieron que salir de camino de Jerusalén. Probablemente fuesen peregrinos que, cumplidos los primeros ritos pascuales, se volvían a su pueblo. Era ésta una aldea llamada Emaús.
Para nuestro conocimiento, Emaús, dista a sesenta estadios de Jerusalén. La topografía de esta aldea es dudosa, pues está sometida a un problema crítico. Hay dos lecturas del mismo: unos manuscritos ponen que estaba situada a sesenta estadios, esto son 11:5 km.; otros, a ciento sesenta estadios, es decir 30 km. Críticamente la primera lectura está mucho más sostenida por los códices. Los que defienden la primera lectura ponen la topografía en el actual El-Qubeibe, que está a esta distancia exacta; los otros lo sitúan a 32 kilómetros, en el actual Amwas.
2.SE LES UNE EN EL CAMINO, COMO UN VIAJERO MÁS, JESÚS.
En su caminar, preocupados por los acontecimientos, se les une en el camino, como un viajero más, Jesús. Pero ellos no le reconocieron. El texto dice: pero sus ojos estaban retenidos para no reconocerle. Algunos autores piensan que se trata de una acción sobrenatural que les impedía reconocer a Jesús. La frase no debe de exigir una acción de este tipo. Era sencillamente que la apariencia de Jesús resucitado, cuerpo glorioso, se les mostró en una forma no ya la ordinaria. Como fue en el caso de Magdalena, recordemos que ella piensa que es un hortelano y donde se dice que no le conoció, pero sin alegar una acción sobrenatural que se lo impidiese; o cuando Jesús resucitado se les aparece junto al Tiberíades, y de momento no le reconocieron los discípulos.
La conversación se inicia con la preocupación que les embaraza, por lo que pasó en Jerusalén. El impacto tuvo que ser muy grande en la ciudad, pues Jesús era muy conocido, los peregrinos de todo Israel estaban allí con motivo de la fiesta pascual y la crucifixión era siempre un acto espectacular. El nombre de uno de ellos, Cleofás, acusa la información histórica de san Lucas o su fuente.
3.ESTOS PEREGRINOS HABLAN DE JESÚS NAZARENO
Estos peregrinos hablan de Jesús Nazareno, nombre con que era conocido, pero como de un profeta. Sin embargo, con este nombre piensan en el Mesías, pues esperaban que rescataría a Israel. Estaban en la promesa mosaico-mesiánica. Y le reconocen poderoso en obras y palabras, estilo de Lc (Act 7:22), con el que los peregrinos proclaman la obra salvadora doctrinal de Jesús y su vida de milagros.
El desánimo en ellos está patente. Su esperanza no se ve. Esperaban que rescataría a Israel, y van tres días de su muerte. Reflejan estos peregrinos la concepción judaica de la escatología mesiánica de formas complejas o confusas, que ya aparece en la petición del buen ladrón (Lc), y según la cual se esperaba que el gran período mesiánico se inauguraría con la resurrección de los muertos. Y aunque aluden a la visita de las mujeres al sepulcro, y que no hallaron el cuerpo de Jesús, y que habían tenido una visión de ángeles, que les dijeron que vivía, y que algunos discípulos fueron al sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor, el desánimo y la desilusión se acusa en ellos. La cifra de tres días, tan anunciada por Jesús para su resurrección, estaba muy fija en ellos. El alma permanecía tres días sobre el cadáver y lo abandonaba al cuarto (Talmud).
4.JESÚS LES EXPLICA LO QUE EN LAS ESCRITURAS SE DECÍA DE EL
Este es el momento en que Jesús les explica lo que en las Escrituras se decía de El: que por el sufrimiento entraría en su gloria. Hacía falta deshacer el concepto judío de un Mesías triunfante política y nacionalmente; había de sufrir. Por eso apeló al gran argumento en Israel: las Escrituras. Y comenzó por Moisés (Pentateuco) y los Profetas. No faltó en la exposición, de seguro, la profecía mesiánica del Siervo de Yahvé. Así era preciso que el plan del Padre, revelador de las Escrituras, se cumpliese. Y así el Mesías entraría en su gloria. Pronto van a ver parte de esta vida sobrenatural que tiene en su aparición a ellos, a pesar del desconocimiento que tienen de El y su misteriosa desaparición. A la hora en que san Lucas lo refiere, no debe ser ajeno a él, en la expresión su gloria, la plena irradiación de su divinidad a través de su humanidad.
En el resto del relato, Jesús esta la mesa con estos peregrinos, tiene la dificultad clásica de la pregunta que nos hacemos al inicio del comentario. Jesús, como invitado, tomó el pan (en sus manos), lo bendijo, lo partió y se lo dio. ¿Qué significa este acto? ¿Es la simple bendición del pan ritual en la mesa? ¿O es que Jesús realizó allí el rito eucarístico? Estos peregrinos le reconocieron en la fracción. Pero éstos no asistieron a la última Cena ni es fácil que hubiesen oído explicar este rito a los apóstoles. Más, por otra parte, esta expresión del relato parece una forma del rito eucarístico de la consagración del pan en los sinópticos Si el relato se considera histórico en todos sus detalles, se impone el sentido no eucarístico, ya que estos discípulos no habían asistido a la última Cena. Sería el rito ordinario de partir el pan y bendecirlo en la comida, hecho, como invitado de honor, por Jesús. Si la expresión viene a tener una coincidencia con la fórmula sinóptica eucarística, pudiera ser un Idea o expresión demasiado repetidas o tópicas con el que se expresaba el rito de la bendición de la mesa, de donde el mismo Jesús lo parece tomar para el rito nuevo eucarístico. Era una buena semejanza, basada en la misma naturaleza de las cosas.
5.¡HOMBRES DUROS DE ENTENDIMIENTO, CÓMO LES CUESTA CREER TODO LO QUE ANUNCIARON LOS PROFETAS!
Sin embargo recordemos que Jesús les dijo: ¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él, es decir, primero Jesús se detiene en la enseñanza de las Escrituras, que llevan a Jesús, y luego él, por la consagración eucarística, está ante ellos por su real presencia eucarística y resucitado.
Lo que aquí se intenta no es, como en las apariciones de Jesús a sus apóstoles, el hecho mismo de la aparición, el hecho que Jesús viene, se presenta, se muestra. Para los discípulos de Emaús no basta que Jesús esté allí; es preciso aún más: que se le reconozca. No es una narración con finalidad apologética, sino con un deliberado enfoque teológico. Dada esta enseñanza, Jesús desaparece.
Pero San Lucas a veces no explica en su evangelio expresiones muy judías (Lc 20:17). El evangelio procede, en parte, de una catequesis, donde las explicaciones habían de tener mayor volumen. Por eso, la síntesis evangélica puede omitir cosas supuestas. Además, es muy poco probable que los lectores de Lucas no conociesen este tipo de bendición judía de la mesa cuando el mismo ágape debió de tener su origen en los preludios judíos de la cena del Señor. Y esto suponía una explicación de lo mismo. Además, esta narración está situada entre hechos manifiestamente apologéticos de este capítulo de Lucas.
6.CONOCIENDO A JESÚS EN EL RITO DEL PAN
Si la frase fracción del pan, anterior a su específico uso cristiano, es aquí síntesis de tomó el pan, lo partió., ambas fórmulas son del rito judío. Y Jesús tenía su rito, como se ve en los sinópticos. De aquí que la forma usual y repetida de la bendición del pan en Emaús pudiese, por su uso eucarístico, revertir sobre la fórmula histórica primitiva de bendición de la comida, evocando a esta hora, en cierto sentido, la Eucaristía, pero sin exigir, por ello, el que fuese la Eucaristía este rito. Lo mismo que se lee, citado por San Jerónimo, en el apócrifo Evangelio a los Hebreos: Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio al Justo Santiago, y le dijo: Hermano mío, come tu pan, porque resucitó el Hijo del hombre de entre los muertos. Y no se trata de la Eucaristía.
Por último, la narración de la explicación que Jesús les hace de las Escrituras tiene un manifiesto valor apologético: les trata de hacer ver el verdadero mesianismo profético.
Pero este hecho me recuerda algo muy importantes en nuestra celebración litúrgica, primero se escucha a Jesús en la lectura y luego se entra en contacto con El por la Eucaristía.
Estos discípulos, conociendo a Jesús en el rito del pan, por ser característica suya la bendición, o el tono de voz, volvieron presurosos a Jerusalén. Allí encontraron a los Once y a sus compañeros. Fácilmente podemos imaginar con que alegría, detalles y viveza contaron su encuentro con Jesús. Estos les dijeron: Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón! Sin embargono les creyeron (Mc 16:13), al menos en un principio. Pero también ellos supieron que el Señor, el Kyrios, confesándose así la divinidad de Jesús, como lo hacía con este nombre la Iglesia primitiva, se había aparecido a Pedro. Sólo por san Lucas, en los evangelios, se sabe esta aparición. Acaso dependa de Pablo (1 Cor 15:5). Pero con ello se destaca a un tiempo el amor del perdón del Señor al Pedro negador y el prestigio de éste en la comunidad cristiana.
7."QUÉDATE CON NOSOTROS, PORQUE YA ES TARDE Y EL DÍA SE ACABA".
Los discípulos, se sintieron atrapados por las palabras y la compañía de Jesús, así es como le dijeron "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". Eso es lo que queremos decirle hoy a Jesús, eso es lo que le rogamos, que se quede, porque sin el la tarde se hace oscura, sin El queda vacía el alma, y El es Luz para la oscuridad, alegría y consuelo para el espíritu.
Jesús se dio a conocer a los discípulos cuandoestando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron. Así hoy nosotros, es donde encontramos a Jesús, así se nos da a conocer en la Eucaristía de cada día, allí es donde debemos abrir los ojos y reconocer a nuestro Señor y donde nos arde nuestro corazón porque nos colma con su gracia.
La gente no sonríe ya con suficiencia, como hace algunos años, con respecto a los presuntos prodigios, sino que los busca y acude a los lugares donde tienen lugar. Los medios de comunicación social los hacen espectaculares y los “obradores de prodigios” corren el riesgo de ser idolatrados. Pero tanto Pedro y Juan como Pablo y Bernabé (Hch 14,14ss) corrigen al pueblo y dicen de manera clara que no debe concentrarse en torno a sus personas, sino en torno al poder del nombre de Jesús. Quien tenga fe en este nombre, quien lo invoque, también podrá obtener hoy milagros.
También hoy es posible realizar prodigios, pero es Dios el que los realiza a través de la oración y la fe. Hay, efectivamente, situaciones tan dolorosas y penosas que nos hacen invocar el milagro y nos impulsan a dirigirnos a personas consideradas particularmente próximas a Dios. Pero esas personas, la mayoría de las veces, no tienen “ni plata ni oro”: viven en medio de la humildad y de la oración. Nosotros, alejados tanto del escepticismo de quienes excluyen la posibilidad o la oportunidad de los milagros, como del fanatismo con los curanderos y el papanatismo más o menos supersticioso, nos confiamos a la oración y a la fe para obtener la intervención extraordinaria de Dios en casos extremos, dejándole a él, que lo sabe todo, la decisión final. Dios no abandona a su pueblo, y lo socorre también con intervenciones extraordinarias, especialmente a través de la oración de sus siervos, que, confiando sólo en él, no tienen necesidad ni de oro ni de plata.
Concédeme, Señor, la actitud justa respecto a tu acción en el mundo. Suprime en mí el papanatismo y la búsqueda de “signos y prodigios”, como si tú tuvieras que demostrar que existes. Extirpa en mí el corazón cerrado a admitir que tú puedes intervenir, incluso de forma extraordinaria, cuando y como quieras. Concédeme el espíritu de discernimiento para que sepa reconocer tu presencia y la distinga del papanatismo y la superstición. Concédeme, sobre todo, la fe sencilla de quien no se confía a los prodigios, aunque también la fe ardiente de quienes se atreven a pedírtelos, sin enojarse cuando no los concedes.
Hazme comprender asimismo que no debo poner mi confianza exclusivamente en los medios humanos para la implantación del Reino de Dios, sino que seré eficaz en la medida en que me mantenga alejado del oro y de la plata. Porque el milagro más grande que nos brindas es la existencia de personas que confían en ti de tal modo que viven pobres y humildes. Es a ellas a quienes concedes, normalmente, la obtención de milagros para el alivio y la alegría de tu pueblo.
“Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean"
Lc 24, 35-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1."LA PAZ ESTÉ CON USTEDES"
Jesús ya ha resucitado, así se manifiesta a los discípulos, y los saluda con una palabra que será habitual luego en El, "La paz esté con ustedes". Los corazones de sus discípulos, están inquietos y alegres, llenos de gozo, Jesús esta en presencia de ellos, pero se resistían a creer.
En este relato, san Lucas, destaca el aspecto apologético del mismo, es decir, con este escrito, defiende y alaba la censura que hace Jesús a los discípulos porque no creyeron a los que se les había aparecido. En efecto, ellos creen ver un espíritu; pero El les demuestra que no lo es, mostrándoles y haciéndoles palpar sus manos y sus pies; los espíritus diciéndoles; ¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo. Y ante la duda aún de ellos, por fuerza del gozo y de la admiración, les da otra prueba. Pidió algo de comer, y ante ellos comió un trozo de pecado asado.
2.RESUCITADO JESÚS, SE APARECIÓ VARIAS VECES A LOS DISCÍPULOS.
Se apareció a los once cuando estaban reunidos, para que todos fuesen testigos, y refiriesen a todo el mundo lo que habían visto y oído. Al decir once, se designa a todo el colegio apostólico antes de que Matías ocupase el lugar de Judas. Y después de la ascensión ellos debían de predicar el Evangelio a gentes que debían creer sin haber visto a Jesús.
Antes de partir, increpó también el Señor a sus discípulos cuando iba a dejarlos corporalmente, para que sus palabras quedasen impresas más profundamente en sus corazones. Jesús Reprueba la incredulidad, para que la reemplace la fe; reprueba la dureza del corazón de piedra, para que le reemplace otro de carne lleno de caridad.
3."ASÍ ESTABA ESCRITO: EL MESÍAS DEBÍA SUFRIR Y RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS AL TERCER DÍA”
En la segunda parte del relato, sin conexión necesaria con el anterior, y en forma corporal, quiere responder, en su fondo, a las conversaciones de Cristo con los apóstoles; "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía” En su exposición hay una síntesis del kérigma (palabra griega que significa predicar, proclamar, llevar el evangelio): el cumplimiento, “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". el sufrimiento, "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día”, junto con el arrepentimiento de los pecados, “Y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”
Jesús, nos destaca como en las escrituras se ha anunciado, en tres partes, la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos, Y especifica especialmente los Salmos — quizá por su gran valor mesiánico, ya que, generalmente, sólo se citaban la Ley y los Profetas —, que el plan del Padre no era el mesianismo ambiental, nacionalista y político, sino que el Mesías había de morir y resucitar. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió:"Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día.
La frase de abrirles la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, podría tener dos sentidos: o que Cristo les concede un carisma para que ellos penetren este sentido de las Escrituras, a diferencia de los de Emaús, recordemos que él abiertamente se las explicaba,o que se trate de una frase fundamentalmente equivalente a la de los de Emaús, aunque la redacción literaria sea algo distinta, pues aquí mismo dice san Lucas que después de abrirles la inteligencia, que es hacer comprender, les dijo que Así estaba escrito, el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,Es decir, explicación hecha por él mismo. Probablemente este segundo sentido sea preferible.
4.USTEDES SON TESTIGOS DE TODO ESTO.
Se les capacitó para que tuviesen una visión nueva — la auténtica — del Antiguo Testamento. Que se predicase en su nombre, del Cristo muerto y resucitado, la penitencia para la remisión de los pecados.En su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.Esta penitencia es cambiar el modo de ser, y de ver en El, con su mesianismo de cruz y de resurrección, al único Salvador que Dios puso para la salvación. En los Hechos de los Apóstoles dirá San Pedro ante el Sanedrín: “En ningún otro (Cristo) hay salud, pues ningún otro nombre (semitismo por persona) nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos” (Act 4:12). Con la conversión a este Mesías y a su doctrina, se tiene la remisión de los pecados.
Esta predicación de Cristo Mesías y la salvación,unido a la fe, que depende y tiene una estrecha relación a su fe, es paratodas las naciones. Es el universalismo de la fe (Mt 28:19.20). Pero en el plan de Dios será irradiada esta Buena Nueva comenzando por Jerusalén (Act 1:8). Era todavía la bendición del Mesías al pueblo que lo crucificó, y como gran beneficio, al tiempo que pasaba el privilegio de Israel a las gentes. El mismo San Pablo reconocerá estas primacías privilegiadas de Israel.
Dice Jesús, Ustedes son testigos de todo esto. En efecto, los apóstoles serán los testigos de toda esta verdad y enseñanza. La enseñanza es una cierta orden como dice san Mateo, de que se predique a todas las gentes la salvación en su nombre. Jesús dio y nos da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes. Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. Este es el gran mandato, es decir la gran misión que nos dio el Señor, que debemos hacer con fidelidad en todos los tiempos y en todas las circunstancias.
5.DEBÍA PREDICARSE A TODAS LAS NACIONES
Es así como Jesús, envía a sus apóstoles, por todo el mundo, a predicar a todas las gentes de todas las naciones, para que la predicación apostólica, que antes fue rechazada por la soberbia de los judíos, venga en nuestro auxilio. Cuando Jesús dice atodas las naciones, esta diciendo a los creyentes e incrédulos. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Porque no basta creer, porque el que cree y no está bautizado todavía, no ha alcanzado aún la salvación, sino imperfectamente.
Una bella enseñanza de Jesús, donde quiera que vayamos, debemos de llevar la paz, ofrecer la paz, la paz del Señor. Sin embargo no podemos hacerlo si no tenemos paz, si no vivimos en paz y si no vivimos la paz.
LOS DÍAS DE JESÚS, EL CONSOLADOR DE ISRAEL Y EL RESTAURADOR DE TODAS LAS COSAS
Habla Pedro de la segunda venida de Jesús como Mesías, y la presenta como la que nos trae los “los tiempos de la consolación”, “los tiempos de la restauración de todas las cosas”. Propone una visión amplia y solemne de la historia de Israel, una historia que es un camino hacia los días de Jesús, el consolador de Israel y el restaurador de todas las cosas. Todo concurre a preparar este gran día de la bendición mesiánica sobre todas las cosas, a partir de Israel y hasta “todas las familias de la tierra”, incluso a toda la creación. La respiración de la Iglesia ya es universal desde el comienzo, e incluye toda la realidad redimida por la cruz de Cristo.
Pedro extiende la mirada al futuro de Dios con el optimismo de quien sabe que la resurrección es el hecho decisivo, aunque también con la conciencia de que habrá un acto final, donde el misterio salvífico de la resurrección será revelado en plenitud y extendido a todos los pueblos y a toda la creación. Se enuncia ya aquí el ya y el todavía no de la historia cristiana: ésta se mueve entre el “ya” de la pascua y el “todavía no” de la reconstrucción definitiva de todas las cosas. Entre ambos límites se sitúa el tiempo oportuno para la conversión, para hacernos dignos de las bendiciones mesiánicas, las ya realizadas y las que vendrán.
¡Qué estrecha es, Señor, mi perspectiva! Mi problema de hoy me atosiga, me preocupa, parece que es todo. Sin embargo, me hace falta situar las cosas de cada día en el vasto horizonte de la historia de la salvación, especialmente entre el ya de la resurrección y el todavía no de la reconstrucción final. ¡Qué alivio tendrían con ello mis pequeñas acciones y mis pequeñas o grandes preocupaciones!
Ayúdame, Señor, a hacer cada día el encuadre de la situación, no tanto para relativizar mis cosas como para insertarlas en el plano general de la historia de la salvación. Ilumíname y ayúdame no a disminuir el valor de lo cotidiano, sino a comprender su seriedad y su alcance dentro de esta historia. Ya no vivo en los tiempos de la ignorancia, sino en los de la conversión, en los de la espera laboriosa, en los de la confianza, en los del optimismo, en los de la aceleración de la venida de la consolación de Dios.
Oh Señor, hazme caminar hacia estos tiempos definitivos con paso ágil, con el corazón ardiente, con manos laboriosas, con optimismo, porque estás preparando la reconstrucción de todo lo que nosotros hemos deformado a lo largo de los milenios de nuestra historia.
En el Evangelio de hoy, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. San Juan nos dice, que Jesús se apareció otra vez, nuevamente El quiere compartir con sus discípulos, la escena pasa en Galilea y junto al mar de Tiberíades. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Este Evangelio nos trae mucho simbolismo, especialmente en torno a Pedro.
1.SIN JESÚS JUNTO A ELLOS, SE ENCONTRABAN DESCONCERTADOS HASTA RECIBIR NUEVAS INSTRUCCIONES.
Sin decir más, san Juan sitúa a los apóstoles en Galilea, El que los apóstoles estén en Galilea, sin decirse más, es decir no expresa o no se dice formalmente, pero se supone una relación histórica de la narración de san Juan con los otros evangelios, los sinópticos. En éstos, Jesús primero les había anunciado según san Mateo 26:32; san Marcos 14:28 y luego les había ordenado por el ángel en san Mateo 28:7-10; y san Marcos 16:7 ir a Galilea después de su resurrección, en donde le verían. Alejados de los peligros de Jerusalén, tendrían allí el reposo para recibir instrucciones sobre el reino por espacio de cuarenta días.
Los apóstoles debieron de volver, de momento, a sus antiguas ocupaciones. Sin Jesús junto a ellos, se encontraban desconcertados hasta recibir nuevas instrucciones. Es lo que se ve en esta escena. Pedro debió de volver a su casa de Cafarnaúm. San Juan, dice que estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos también apóstoles, ya que allí estaban conforme a la orden del Señor de volver a Galilea.
Como nota al margen, es extraño en este pasaje el que se diga de Natanael que era de Cana de Galilea, cuando ya antes lo expuso, con cierta amplitud san Juan 1:44, donde dice Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. Su presencia entre el grupo de los apóstoles se explicaría mejor admitiendo que también se le conoce como Bartolomé, así le llaman los otros evangelistas. También es notorio que san Juan, nunca había citado los hijos del Zebedeo, que son Juan y Santiago el Mayor de esta forma, cuyo silencio y anonimato confirma la tesis de ser él el autor del cuarto evangelio. Estas contradicciones, hace que algunos digan que la redacción de este capitulo no es toda de san Juan.
2.VOY A PESCAR.
Pedro aparece con la iniciativa, dice el Evangelio; Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Al anuncio de ir a pescar, se le suman también los otros, pues ellos le respondieron: Vamos también nosotros. Habían vuelto al trabajo. Debía de ser ya el atardecer cuando salieron en la barca, pues aquella noche no pescaron nada. La noche era tiempo propicio para la pesca. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Ellos no lo conocieron, sea por la distancia, sea por su aspecto, como no le conoció Magdalena ni los peregrinos de Emaús. Talvez pensaron que era un espectador. Jesús se expresa como quien tiene gran interés por ellos, y les habla en tono animado. Les pregunta si tienen algo de pesca para comer. Jesús les dijo: Muchachos, ¿tienen algo para comer?. Acaso piensan en algún mercader que se interese por la marcha de la pesca para comprarla. A su respuesta negativa, les da el consejo Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán. Ante el fracaso nocturno, se decidieron a seguir el consejo.
Siempre había gentes experimentadas en las cosas del mar. En el Tiberíades también hay verdaderos. De suyo no suponía esto un conocimiento sobrenatural. Desde la orilla, un hombre en pie puede ver un banco de peces que no se perciben desde la barca. Echada la red, ya no podían arrastrarla por la multitud de la pesca obtenida. Esta sobreabundancia o plenitud es un rasgo en el que san Juan insiste en su evangelio: tal en Cana (2:6); en el agua viva (4:14; 7:37ss); en la primera multiplicación de los panes (6:11); en la vida abundante que da el Buen Pastor (10:10); lo mismo que en destacar que el Espíritu había sido dado a Jesús en plenitud (3:34).
3.LLEVA LA BARCA MAR ADENTRO Y ECHEN LAS REDES PARA PESCAR
En el Evangelio de San Lucas, 5:4-11 encontramos este relato; Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar. Simón respondió: Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes. Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. Es fácil entonces, pensar si este relato de la pesca milagrosa de san Juan es sustancialmente el mismo de la pesca milagrosa que relata san Lucas. La confrontación de ambos hace ver puntos de contacto. Naturalmente que pueden ser escenas distintas. Pero para quien conoce los usos de los evangelistas y cómo las tradiciones se mezclan, se puede preguntar si no hay aquí una misma tradición que encontró dos expresiones diferentes. En este caso, retocadas, o san Lucas la habría adelantado para ponerla en función de las escenas de vocación de discípulos, o san Juan la retrasa o la mantiene en su situación histórica, como preludio a la importante aparición de Jesús, y destacándola con valor histórico-simbolista.
Ante esta aparición y en aquel ambiente de la resurrección, san Juan percibió algo, evocado acaso por la primera pesca milagrosa (Lc 5:1-11), y al punto comprendió que aquella persona de la orilla era el mismo Jesús. Esto fue también revelación para Pedro. El dolor del pasado y el ímpetu de su amor” el carácter y la psicología de Pedro” le hicieron arrojarse al mar para ir enseguida a Jesús. El peso de la pesca le hizo ver el retraso de la maniobra para atracar, Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua
4.SAN JUAN HACE UNA PRECISIÓN, SE CIÑÓ LA TÚNICA.
Estudiando las tradiciones de la época, dicen que en el lago de Genesaret el agua y el aire se conservan calientes en aquella estación del año aun durante la noche. Los pescadores suelen quitarse los vestidos ordinarios y echarse encima una especie de túnica ligera de pescador, sin ceñírsela con el cíngulo; de ese modo, en caso de necesidad, están dispuestos a nadar. Los pescadores entonces no tienen dificultad en dejar los vestidos ordinarios durante la faenas y evitan comparecer en traje de trabajo delante de los que no son iguales a ellos. Dice el Evangelio; que era lo único que llevaba puesto, es decir, no completamente vestido, cuando san Juan le dijo: Es el Señor. Entonces podemos decir, que no sólo para nadar con más seguridad, sino también por cierto sentimiento de decencia, antes de echarse al agua se ciñó Pedro la túnica con el cíngulo.
5.TRAIGAN ALGUNOS DE LOS PESCADOS QUE ACABAN DE SACAR.
Los otros discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red cargada de pesca, ya que no estaban lejos de la costa. Estaban como a unos 200 codos, sobre unos 90 metros. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Pero, cuando ya están estos discípulos en tierra, Jesús les manda traer los peces que acaban de pescar. Jesús les dijo: Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.
Para esto, Pedro, espontáneamente, acaso por ser el dueño de la barca, subió a ella y arrastró la red a tierra. Se hizo el recuento y habían pescado 153 peces grandes. Posiblemente se quiera decir con esto que, en el recuento global, éstas eran las mejores piezas. Preguntándome porque San Juan es tan preciso en la cantidad, no encontré mucha consistencia. Por eso me inclino que tiene un valor simplemente representativo. El evangelista destaca, sin duda con este valor simbolista, el que, con ser tantos los peces capturados, no se rompió la red.
6.JESÚS LES INVITA A COMER.
El mismo tomó el pan al que acaba de aludir, e igualmente el pez, y les dio ambas cosas para comer. ¿Qué significan este pan y este pez sobre esas brasas, que Jesús “milagrosamente” les preparara y que luego les da a comer? Se piensa en que tiene un triple sentido, como afectivo: Jesús muestra su caridad; O como apologético: Jesús quiere demostrar con ello la realidad de su resurrección, como lo hizo en otras ocasiones (Lc 24:41-43; Act 1:4), en las que El mismo comió como garantía de la verdad de su cuerpo; aquí, sin embargo, el evangelista omitió que Jesús hubiese también comido, para destacar el aspecto simbolista; esa comida dada por su misma mano a ellos les hacía ver la realidad del cuerpo de Jesús. Era el mismo Jesús que había multiplicado, en otras ocasiones, los panes y los peces, como seguramente aquí también multiplicó un pez y un pan para alimentar a siete discípulos; como allí era realmente El quien les daba el pan y peces que multiplicó, aquí también era realmente El mismo; y finalmente es un sentido simbólico.
En todo esto destaca el autor que ninguno se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Era un motivo de respeto hacía El, como ya lo habían tenido, en forma igual, cuando hablaba con la Samaritana (Jn 4:27), máxime aquí, al encontrarse con El resucitado y en una atmósfera distinta. Por eso no se atreven a profundizar más el misterio
7.LA TERCERA VEZ QUE JESÚS SE APARECIÓ RESUCITADO A SUS DISCÍPULOS
San Juan consigna que ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció resucitado a sus discípulos, conforme al esquema literario del evangelio de san Juan. Las otras dos veces fue en Jerusalén, la tarde misma de la resurrección, y la segunda, en las mismas condiciones, a los ocho días (Jn 20:19-29).
San Juan, como he comentado, nos acusa muchos simbolismos en sus narraciones, como por ejemplo en este capítulo, acusa en su estructuración toda una honda evocación simbolista, especialmente en torno a Pedro. Pedro se propone pescar. Suben a su barca otros discípulos. El número de los pescadores que van en la barca de Pedro es de siete, número de universalidad. Por sus solos esfuerzos nada logran en la noche de pesca. Pero Jesús vigila desde lugar seguro por la barca de Pedro y de los que van en ella, lo mismo que por su obra. Por eso, les dice cómo deben pescar. El mandarles tirar la red a la derecha pudiera tener acaso un sentido de orientación a los elegidos (Mt 25:33).
8.LA BARCA DE PEDRO SIGUE AHORA LAS INDICACIONES DE JESÚS
Pedro es guiado por Jesús. Jesús orienta la barca de Pedro en su tarea, en su marcha. Y entonces la pesca es abundantísima. La Iglesia es guiada por Jesús. La red es símbolo de la del reino (Mt 4:19 par.), de la Iglesia, como la pesca milagrosa fue ya símbolo de la predicación de los apóstoles (Lc 5:10). Terminadas sus faenas, en nombre de Jesús “faenas apostólicas” todos vienen a Jesús. Es a El a quien han de rendírsele los frutos de esta labor de apostolado.
Jesús mira por los suyos, por sus tareas y fatigas. Pan y peces fue el alimento que El multiplicó dos veces. El les tiene preparado un alimento que los repara y los apostoliza. El mismo se lo da. Evoca esto la sentencia de Jesús: Venid a mí todos los que estéis cansados y cargados, que yo os aliviaré (Mt 11:28). El que El lo tomó ³ se lo dio parecería orientar simbólicamente a la eucaristía. El que esté un pez sobre brasas indica la solicitud de Jesús por ellos al asarles así la pesca, encuadrado también en el valor histórico-simbolista de la escena. Si les manda traer de los peces que han pescado y unirlos al suyo, hace ver que todo alimento apostólico se ha de unir al que Jesús dispensa (Jn 4:36-38).
Acaso también se pudiera ver un simbolismo en la frase de no preguntarle quién era, sabiendo todos que era el Señor. En la tarea apostólica, el apóstol sabe que Jesús está con él, lo siente y lo ve en toda su obra. También se piensa si podría ser un rasgo simbolista el que no pesquen nada en la noche, sino en la mañana, a la luz de Jesús.
Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le respondieron: Vamos también nosotros. Es decir, los apóstoles siguieron a Pedro. Pedro es la cabeza de la Iglesia, como lo fue hasta hace poco Juan Pablo II y hoy Benedicto XVI. Con gran cariño recordamos a Juan Pablo II. La luz de Cristo se hizo presente por medio de él entre nosotros.
LA IGLESIA SERÁ SIEMPRE MISIONERA MIENTRAS SE INTERESE POR LA SALVACIÓN DEL PRÓJIMO, A LA LUZ DE CRISTO SALVADOR.
La seguridad de Pedro procede de la certeza interior de que Jesús es ahora el único Salvador. Toda la Iglesia de los orígenes vive de esta certeza, una certeza que la hace fuerte, intrépida, gozosa, misionera, irresistible. Las grandes epopeyas misioneras se han nutrido siempre de esta conciencia. La Iglesia será siempre misionera mientras se interese por la salvación del prójimo, a la luz de Cristo salvador.
Nuestros tiempos no resultan demasiado fáciles a este respecto: es preciso justamente respetar las conciencias, está el diálogo interreligioso, es preciso promover la paz, existe la propagación de un cierto relativismo, está la desconfianza con respecto a todo tipo de integrismo. A pesar de todo ello, Cristo, ayer como hoy y como mañana, sigue siendo el único Salvador. De lo que se trata es de convertir esta certeza no en un arma contra nadie, sino en una propuesta paciente y firme, serena y motivada, testimoniada y hablada, orada y alegre, suave y valiente, dialogadora y confesante. En todo ambiente, en todo momento de la vida, aun cuando parezca tiempo perdido, incluso cuando parezca fuera de moda.
De esta certeza nace una fuerza nueva: se liberan energías. Dejamos de tener miedo a los juicios de los hombres y nos convertimos en hombres y mujeres interior y exteriormente libres.
A menudo me siento, Señor, entre dos fuegos: el respeto a las opiniones de los otros y la necesidad de comunicar tu nombre y tu verdad. No quisiera ofender la sensibilidad de quien está a mi lado, pero al mismo tiempo siento la necesidad de comunicar tu nombre. No quisiera parecer un atrasado, pero siento que sin ti se retrocede. Debo confesarme y confesarte que estaba más seguro en el pasado: las muchas certezas apoyaban también esta certeza de tu unicidad. Pero debo admitir asimismo que ahora, en estos tiempos en que han venido a menos muchas certezas, siento que debo aferrarme cada vez más a ti y arriesgarme más a reconocerlo, tanto en público como en privado. Refuerza, Señor, mi pobre corazón, para que ponga y vuelva a poner su centro sólo en ti como Señor y Salvador.
Concédeme una experiencia vigorosa de esta realidad para que pueda yo decir que tú eres mi salvación y mi alegría. Concédeme una experiencia tan incisiva que suprima en mí toda inseguridad a la hora de anunciar tu nombre, tu nombre santo de Salvador de todos. Concédeme, Señor, la convicción de que la Buena Nueva reiniciará su carrera en el mundo cuando tú brilles en mi corazón y en el de tus discípulos como el Insustituible, como el Incomparable, como el Único necesario. Concédeme esta luz para que pueda yo iluminar este pequeño ángulo del mundo que me has confiado.
"Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación".
Mc 16, 9-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, San Marcos, destaca que la primera aparición fue a Magdalena. Al nombre de Magdalena se añade de la que había expulsado siete demonios. El número siete indica abundancia. La expulsión de demonios, conforme a la mentalidad de entonces, puede referirse a diversas curaciones o a una grave enfermedad. Ella es la única que aparece en escena comunicando el mensaje a los apóstoles, que no lo creen.
Dios sabe porque permitió que en un primer instante los apóstoles no creyeran, seguramente, para que ellos confirmaran que la resurrección no era imaginación, sino que fruto de un auto-convencimiento efectivo y real con los sucesivos hechos.
Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron. Esta aparición de Cristo resucitado a dos que iban de camino al campo, que san Lucas pone una aldea, y se les mostró en otra forma, alude indudablemente al pasaje de Emaús. Si pone en otra forma, distinta de la ordinaria, se refiere a las diversas con que se aparecía después de resucitado. Acaso en forma de caminante. Salvo que piense en las apariciones inmateriales con que se aparecía y desaparecía.
En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprocho su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. Resucitado Cristo, se apareció varias veces a los Once. En san Lucas 24:36-42 hay una escena que pudiera evocar esta. Pero allí los apóstoles, si no creen aún en el resucitado, es en fuerza del gozo y la admiración. Se piensa mejor en las primeras apariciones, en las que, al anuncio de las mujeres, no creyeron. Mc 24:10-11; Jn 20:25.
La fe de los apóstoles, esta basada en un experiencia directa, ellos son testigos y reciben el mensaje del Jesús resucitado para llevarlo por el mundo.
Luego se da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes, junto con el bautismo. Es la enseñanza que aparece en san Mateo. Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles.
Este es el gran mandato, la gran misión de Jesús a la que todos debemos ser fiel, por siempre, hasta el final de los tiempos. Esta tarea, que es muy urgente ante los profundos cambios que se van realizando en nuestra sociedad. Ciertamente, en la medida que a todos nos sea posible, con los medios que dispongamos y en el ambiente el cual vivimos, estamos invitados a evangelizar y a seguir con amor este mandato: Entonces les dijo: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.
Es mejor obedecer a Dios que a los hombres: se trata de un criterio que hemos de desenterrar frente a la prepotencia del mundo. Este, a través de los medios de comunicación y de otros medios todopoderosos, pretende nivelar el modo de pensar y de valorar típico del cristianismo, tomando como rasero el nivel del consumo y de los horizontes exclusivamente intramundanos. La identidad cristiana está padeciendo una agresión cada vez más abierta, aunque la mayoría de las veces soft y solapada, que hace pasar por normal y obvio lo que con frecuencia no es más que un comportamiento detestable.
En nombre de la voluntad superior de Dios es preciso entablar un verdadero «combate cultural» destinado a desenmascarar el peligro de la homologación pagana. Pero éste presupone un «combate espiritual» en nombre de una experiencia fuerte de Cristo. No se puede acallar la experiencia de la salvación, la experiencia de ser amados y acompañados en la vida por el amor de Dios. No se puede vivir como si este amor no existiera ni actuara en la historia. Hay aquí una invitación ulterior al testimonio abierto y valiente, que no quiere imponer nada, pero que tampoco quiere recibir imposiciones para ocultar lo más querido, lo más dulce, lo más importante que mueve nuestra vida.
Ilumina, Señor, mi mente y mi corazón, para que me dé cuenta de con cuánta frecuencia obedezco en realidad más a los hombres que a ti, de lo contaminado que estoy por la mentalidad de este mundo, de la gran cantidad de seducciones de que soy víctima, de la gran cantidad de sirenas que me fascinan. A veces me doy cuenta, casi de improviso, de que, de hecho, estoy pensando y juzgando según los criterios del mundo y no según los tuyos. Descubro que me inclino a los ídolos fáciles, ligeros, envolventes, omnipresentes.
Ilumina las profundidades de mi ser, los estratos más escondidos de mi personalidad, los puntos menos conscientes de mi sensibilidad, para que tenga el valor de proceder a una revisión, de revisar mi modo de situarme frente a la mentalidad corriente. Haz, Señor, que tu Palabra descienda a los subterráneos de mi psique, a las sinuosidades de mi corazón, para que piense siguiendo tus criterios, para que te obedezca, para que nunca -por inconsciencia o por temor, por homologación o debilidad- tenga yo que obedecer a los hombres más que a ti o en contra de ti.