Juanito jugaba a la pelota con su amigo Pepe, al lado de un río y en un lance del juego, la pelota se les cayó. El río era muy peligroso, pues raro era el año que no se ahogara alguna persona en él. Los padres sabedores de lo peligroso que era, siempre les aconsejaban a sus hijos que no se bañaran en él, si no estaban ellos allí. Los dos niños con tristeza miraban como el río, dando salpicones se llevaba su pelota y se quedaban sin juguete para jugar. Aunque pensaron meterse en el río para cogerla, se acordaron de los consejos de sus padres y prefirieron perder la pelota y no otra cosa. Juanito, que era el dueño de la pelota (con temor), le dijo a su padre como la había perdido y este, creyendo que su padre le iba a regañar, se quedó sorprendido, cuando el padre le dio un beso y le compró, la mejor de todas las pelotas.
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