Ahí va otra vez ese ridículo y tenaz cazador de fantasmas. Siempre igual; con esa monomanía obsesiva, que lo ha llevado a investigar ante cualquier sospecha, sin importarle absolutamente nada. Así es como lo he podido ver, buscando en los pasadizos subterráneos de esta vieja ciudad, en las antiguas casonas coloniales, y en cualquier lugar, donde crea que puede encontrar algún espectro; y siempre; siempre, sin resultado. Desde que supe de su interminable búsqueda, que me oculto de él; hace ya… cuatrocientos años.
|