Cuántas palabras menospreciadas, grandiosas, terribles, gloriosas, ingenuas,
y simples, y sin embargo tan significativas. Detrás de ellas, una imagen, o muchas, cientos de interpretaciones,
millones diría, colores, sensaciones, emociones. Palabras que se arrastran, que se alzan, que se llevan en la mochila,
que se equivocan, que desfallecen, que desaparecen entre la boca y el oído. Efímera vida la de las palabras gigantes. Pueden calmar fieras,
arengar multitudes, cambiar vidas, pero mueren en su única labor:
ser producto tangible de algo, alguien, y sin protestar, volver detrás
de las bambalinas, donde el silencio es rey. Amor, odio, vida, naturaleza, magia, maravilla, elocuencia, talento, luz,
arte, encuentro, cariño, sonrisa, envidia, flor, niño, mujer y hombre, cielo,
crecer, humanidad, guerra, infinito, soledad, alma, todo, nada, caos,
meditación, muerte, cancer.
Subestimadas, sí. Gigantes, terribles y hermosas.
Hoy quisiera que alguna de ellas se llevara todo su significado también,
ahí donde reina el silencio, habiendo sido a penas pronunciadas.
Neskatilla
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