TERCER MISTERIO DOLOROSO
LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Por
Emma-Margarita R. A.-Valdés
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Entre insultos soeces, los soldados
despegan a Jesús de sus vestidos
arrastrando los restos adheridos,
reabriendo los surcos coagulados.
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Manan dogma los músculos rasgados
y un manto rojo oprime sus latidos,
se concentran en todos sus sentidos
deserciones y agravios aceptados.
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Con espinas taladran su cabeza
coronándole rey de los judíos
y por cetro le entregan una caña.
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Desconcertados ante su nobleza
le escupen, le apalean, los impíos,
pues les turba una sensación extraña.
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Circundan su cerebro las espinas,
le atraviesan agudos pensamientos
de aflicción. Se resigna a los tormentos
para salvar las ánimas mezquinas.
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Derrocharán su pan en las esquinas,
arrancarán su vid y sus sarmientos,
le agobiarán con súplicas, lamentos,
le clavarán mil veces las espinas.
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Mas lleva la corona bien ceñida,
el amor se derrama por su frente
y sujeta la caña con honor.
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Resiste los puyazos, la embestida
del desamor, que hiere cruelmente,
y pide al Padre aumente su valor.
Las espinas clavadas en su frente
dañan más en su tierno corazón.
Agiganta el dolor de su pasión
la soledad cercándole la mente.
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La tibieza futura del creyente
le ciñe con perfidia y decepción,
es difícil sufrir la sinrazón
del hombre, ante la gloria indiferente.
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Le duele ver su credo incomprendido.
La frialdad le asquea, le repugna,
su vértice punzante le conmueve.
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Se ofrece por el mundo descreído.
Porque a la indiferencia Él impugna,
será el cordero de la parasceve.
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Emma-Margarita R. A.-Valdés
Del libro: "Antes que la luz de la alborada, tú, María"
Grabaciones en mp3 con estas oraciones,
recitadas por la autora
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