La profundidad del pozo
No he venido a iluminar al mundo, pero desde luego, tampoco me gusta hacer
pseudofilosofía de bar que es lo que normalmente uno escucha en estos
tiempos de vacío "cardíaco". Lo que he aprendido en todo este tiempo
es que quien me ha enseñado algo ha sido precisamente quien no
pretendía hacerlo (el mayor diálogo filosófico que he tenido en esta vida,
lo tuve con mi amiga Yolanda y duró dos frases) y quien va de saberlo todo,
generalmente no tiene ni puta idea de nada.
Tenemos la fea costumbre de sacar el ruido de nuestras cabezas para arrojarlo
a la calle. Además, las palabras generalmente nos sirven para darle forma
a la realidad y realidades hay tantas como ojos que las ven.
Sin embargo, lo que ocurre cada día sólo se da de una forma.
El resto son interpretaciones y ahí, entre discursos, justificaciones,
antecedentes, actos, intenciones, etc...
Neskatilla
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