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Sonia lleva una semana muy cansada y con fiebre. Le duele la garganta y nota que se le han inflamado los ganglios del cuello. Al final se decide a ir al médico, pensando que se tratará de una faringitis o una amigdalitis, pero el diagnóstico es otro: mononucleosis. Sonia se ha contagiado de la enfermedad del beso. Y lo peor viene ahora: a ver cómo lo cuenta a sus familiares.
La mononucleosis es una infección algo incómoda por su origen. Se contagia por contacto directo, fundamentalmente mediante la saliva, es decir, besando a otra persona que tenga el virus de Epstein-Barr. Es más raro, pero también hay posibilidad de contagio a través de relaciones sexuales o por compartir cubiertos.
La enfermedad del beso es muy frecuente durante la adolescencia, aunque tiene también una alta incidencia entre la población infantil menor de cinco años. Todo ello hace que el 95% de los adultos haya estado expuesto en su vida al virus de Epstein-Barr. Lo bueno es que, una vez que se pasa la mononucleosis, el organismo queda inmunizado de por vida, y ya no se volverá a contagiar nunca más.
Neskatilla
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