Cristo supo acoger a todos.
2014-02-08
Oración preparatoria
Señor, gracias por tu compasión, por tu cercanía, gracias por pensar siempre en mí, perdonando mis debilidades. Ilumina mi oración para que sea el medio con el cual pueda demostrarte mi amor. Quiero amarte más y buscar solamente aquello que a ti te agrada.
Petición (gracia/fruto que se busca)
Jesús, quiero corresponder a tu amor; dame tu gracia para saber consagrar mi vida a la extensión de tu Reino.
Texto base para entablar el diálogo con Dios
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces Él les dijo: «Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Meditación (profundización propuesta, si bien se sugiere sea algo personal)
Cristo supo acoger a todos.
«El Señor nos quiere parte de una Iglesia que sabe abrir los brazos para acoger a todos, que no es la casa de pocos, sino la casa de todos, donde todos pueden ser renovados, transformados, santificados por su amor, los más fuertes y los más débiles, los pecadores, los indiferentes, aquellos que se sienten desalentados y perdidos.
La Iglesia ofrece a todos la posibilidad de recorrer el camino de la santidad, que es el camino del cristiano: nos hace encontrar a Jesucristo en los sacramentos, especialmente en la confesión y en la eucaristía; nos comunica la Palabra de Dios, nos hace vivir en la caridad, en el amor de Dios hacia todos.
Preguntémonos, entonces: ¿nos dejamos santificar? ¿Somos una Iglesia que llama y acoge con los brazos abiertos a los pecadores, que dona valentía, esperanza, o somos una Iglesia cerrada en sí misma? ¿Somos una Iglesia en al que se vive el amor de Dios, en la que hay atención hacia el otro, en la que se reza los unos por los otros?» (S.S. Francisco, 2 de octubre de 2013).
Diálogo con Cristo
Dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, a partir de lo que haya llegado al propio interior, de lo que te haya dicho Dios.
Propósito (es mejor que surja del diálogo íntimo que se ha tenido con Cristo)
Leer el Evangelio de Mateo 26, 1-28 o Marcos 14, 1-16, para que la contemplación de la pasión de Cristo me inspire a ser un discípulo y misionero que se compadece, acoge, acompaña y enseña a los demás.
«No se puede amar a Dios si no existe en el corazón una gran capacidad de amor, de entrega»
(Cristo al centro, n. 259).