La fe la hemos recibido para darla.
2014-02-09
Oración preparatoria
Señor, el día de hoy dispusiste todo para que pueda tener este momento de intimidad contigo. Me invitas a ser sal de la tierra, luz para los demás, y yo quiero hacerlo, dame la gracia que necesito y la fortaleza para ser fiel a tu amor.
Petición (gracia/fruto que se busca)
Jesús, que la tibieza y mediocridad se mantengan alejadas de mi vida, quiero ser la luz y la sal en mi entorno familiar y social.
Texto base para entablar el diálogo con Dios
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los Cielos».
Palabra del Señor.
Meditación (profundización propuesta, si bien se sugiere sea algo personal)
La fe la hemos recibido para darla.
«El cristiano, según la metáfora evangélica, está llamado a ser la sal de la tierra. Pero si no transmite el sabor que el Señor le ha dado, se transforma en “sal insípida” y se convierte en “un cristiano de museo”. ¿Cómo hacer para que la sal no se vuelva insípida?
El sabor de la sal cristiana nace de la certeza de la fe, de la esperanza y de la caridad que brota de la consciencia de que Jesús resucitó por nosotros y nos ha salvado. Pero esta certeza no se nos dio simplemente para conservarla.
La sal que hemos recibido es para darla; es para dar sabor, para ofrecerla. De otro modo se vuelve insípida y no sirve. Pero la sal tiene también otra particularidad: cuando se usa bien no se percibe el sabor de la sal misma ni altera el sabor de las cosas. Esta es la originalidad cristiana: cuando nosotros anunciamos la fe, con esta sal, cada uno la recibe en su peculiaridad, como los alimentos. Y es que la originalidad cristiana no es una uniformidad. Consiste en que cada uno sigue siendo lo que es, con los dones que el Señor le ha dado» (S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, a partir de lo que haya llegado al propio interior, de lo que te haya dicho Dios.
Propósito (es mejor que surja del diálogo íntimo que se ha tenido con Cristo)
Hoy voy a hacer una lista de esas personas cercanas a las que yo puedo hacer un acto oculto de caridad. Voy a rezar por ellos, hablar bien de ellos y buscar servirles de una manera significativa.
«Amparado en Cristo, lánzate, sin respeto humano, sin miedo, sin temor al fracaso, a la batalla apostólica, en la seguridad de que Cristo te acompaña y protege»