Flatulencias.
Qué alivio el cuerpo siente
cuando consigue expulsar,
al no poder aguantar,
ese aroma maloliente
a la vez que pestilente.
Sus ruidos son delatores
y nos sacan los colores
sin poder disimular
ni a los demás inculpar.
Hablo del pedo, señores.
Quien sufre de flatulencia
sabe que es muy apropiado
el expulsar con cuidado
los gases con gran frecuencia,
es signo de inteligencia
el no sufrir los dolores
-o quizás cosas peores-
si no dejamos que salgan,
aunque sus ruidos nos valgan
que nos llamen “pedeadores”
Si este apodo nos molesta
echemos fuera un eructo
que va por otro conducto
aunque también nos apesta
y el ruido se manifiesta
ya que el rictus de la boca
a todo el mundo provoca
el llamarnos ordinarios,
aunque sean necesarios
para no volverse loca.
En algunas poblaciones
el eructo está bien visto,
ya que siempre está previsto,
sin que existan excepciones,
que suenen como canciones.
Pues es buena educación
el eructar con pasión
después de toda comida,
así premias la acogida
con goce y satisfacción.
Piluca de la Cuesta.