LA HISTORIA MÁS TRISTE JAMÁS CONTADA (3ª parte)
De las tres niñas aquellas, la mayor se fijó en mí
y detenida en la acera animaba a las otras para que se adelantaran.
Estuvo un rato mirando lo que yo hacía
y de reojo la veía moverse de un lado a otro.
Como si quisiera llamar mi atención.
Ni caso.
A trabajar.
No te pagan por charlar.
Y menos con niñas gitanas que lo único que dan
son problemas.
¿Qué haces?
Trabajando.
¿Vas a ponerlo bonito?
Siiii, así que no me entretengas
que tengo mucha faena y no lo puedo dejar.
Ah.
Duro, COMU. Tu no dejes que te molesten que luego vienen más
y cuantos más niños vengan, menos te van a dejar hacer.
Oye, ¿me puedes hacer un favor?
¿Qué? ¿Cuál?
Llenar esta botella de agua.
¿Para beber?
Si.
Dámela.
Ten.
En realidad, era una forma de que también ella hiciera algo.
Que se fuera con las otras y en un rato largo, yo seguir con el jardín.
No creo que pasaran ni tres segundos.
Al momento, como un susto, ya estaba aquí.
Con la botella entre sus brazos,
con un brillo chispeante en los ojos,
como si fuera un perrito que le tiras un hueso y va a por él corriendo
para poder seguir jugando.
Toma.
Gracias.
¿Cómo te llamas?
COMU ¿Y tu?
Mi nombre es AMOR y soy la mayor de mis hermanas.
Ah.
Ah.
Jajajajaaa, nos echamos a reír los dos sin remedio,
no sé si por repetir lo del AH o porqué, lo que sé es que se sentó allá a un lado
y cada vez que levantaba la vista y nos cruzábamos,
volvíamos a reír, bueno hubo un momento que hasta las lágrimas me salían sin querer...
Pero había que seguir...(Continuará)
COMUNERO