¿RARO, EH?
Algunas veces,
cuando soñamos,
creemos que ya tocamos
el cielo con las narices.
Y ponemos el grito en el aire,
y parecemos los amos del mundo,
y decimos que somos ángeles,
que las alas ya nos salieron,
que podemos volar
y volamos sin pensar
hasta que despertamos
y caemos.
Los ángeles también fallan,
donde ponen el ojo
no siempre ponen la bala,
y por eso, se tiran un tiempo
sin aparecer.
Yo espero al mío.
Se fue, un día, hace ya años.
Y de vez en cuando aparece y me dice
HOLA,
¿QUE HACES AQUÍ?
VEN
y voy detrás de él,
como el que se queda hipnotizado
oliendo el olor de un perfume afrutado,
no sé, algo así.
Y, de repente, desaparece,
sin ton ni son,
sin más ni más,
coge y se va.
Y se tira una temporada sin decir dónde ha ido.
Ni si está muerto o está vivo,
ni si me recuerda
o se cree que he cambiado y le voy a mandar a la mierda.
En fin.
Sólo sé que cuando aparece,
en mi cara se pinta la sonrisa
y los ojos me echan chispas,
la mente no piensa,
la voz me tiembla,
no puedo dejar de mirarle
y suspiro expectante,
y creo que se da cuenta
porque se acerca,
me toma las manos,
me mira y no pestañea.
Me da un cachete en la cara,
suavemente, despacio,
como si me quisiera despertar.
Uff y yo me dejo.
No me duele, ni me quejo.
Casi me alegro.
Y no quiero que se vaya,
pero al rato quiero que no esté
y vuelvo a soñar otra vez
para que aparezca sin avisar.
Y me dé un susto.
Y me abrace,
sin soltarme,
dejándome respirar,
a ver si me voy a axfisiar.
¿Raro, eh?
Pues si,
así es,
así soy yo
y ya está.
COMUNERO