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DEVOCIONA: ANTIGUAS PROFECÍAS...
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Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos… puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Isaías 50:6-7.
Me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos… Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Salmo 22:16-18.
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Antiguas profecías el Devocional Hablado
Estas profecías se cumplieron cuando el Señor Jesús fue maltratado por brutales seres humanos. Se dejó maltratar así sin oponer resistencia. El Señor de gloria brindó su espalda para que sus criaturas le azotaran, y no se defendió cuando le mesaban la barba. Frente a tales vejaciones guardaba la misma tranquila dignidad que le caracterizó en todo tiempo.
Ninguna palabra irritada salió de sus labios; tampoco manifestó ningún indicio de encolerizada autodefensa. Cuando sus criaturas le escupieron el rostro, no trató de esconder la cara, sino que soportó tranquilamente este vergonzoso agravio. ¡Qué notable y paciente gracia irradió!
No cedió cuando los hombres procuraron amedrentarle. Podía esperar el momento en que Dios intervendría a su favor; por eso puso su rostro como un pedernal. Con decisión soportó todo el trato vulgar que sus criaturas inducidas por Satanás le infligieron. Pero no quedó avergonzado: prueba de ello es su resurrección.
¿Podemos imaginarnos a otra persona que hubiera hablado y obrado como él? No. Toda su actitud fue la de un hombre superior a un simple ser humano. Jesús era Dios hecho hombre.
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