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¡Gracias! el Devocional Hablado
Como cualquier niño de cinco o seis años, yo jugaba con bolitas y otros objetos en el piso de la habitación. Mi padre, en su escritorio, corregía los trabajos de matemáticas de sus alumnos.
Mientras jugaba perdí una de mis bolitas preferidas, una «ágata» de colores vivos. Durante un largo rato la busqué sin encontrarla. Iba a renunciar a la búsqueda cuando, de repente, la hallé detrás de una pata de la mesa. Espontáneamente exclamé: –¡Oh, gracias!
En ese momento mi papá, que me parecía demasiado ocupado en su trabajo como para prestar atención a lo que yo decía, dejó su lapicero y tranquilamente se volvió hacia mí, preguntándome con una sonrisa: –¿A quién das las gracias, hijito? Me quedé algo confuso y no me acuerdo si contesté algo, pero recuerdo muy bien que él me tomó en su regazo y me dijo más o menos esto: –Es hacia el Señor Jesús que se dirige tu «gracias». Desde el cielo él ve todo lo que haces y se ocupa de ti. Puedes pedirle algo y él te contesta. Hasta te da muchas cosas sin que se las hayas pedido. Le agrada que le des las gracias.
A menudo he olvidado dar gracias al Señor, pero esta sencilla observación, grabada en mi memoria, aún hoy me recuerda que aquel que hizo los cielos y la tierra tiene cuidado de cada una de sus criaturas.
Nuestras necesidades son grandes y urgentes, pero nada es demasiado difícil o insignificante para él. Animémonos a pedirle, sin olvidarnos de darle las gracias.
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