"BUENOS DIAS SEÑOR.
ES UNA ORACION Y UNA DECLARACIÓN.- Hoy venía caminando por el estacionamiento de la Facultad, después de haber bajado del colectivo, rumbo a mis tareas habituales y sentí que no le había dado los buenos días a Dios.- Lo saludé y le pedí que hoy me hablara El a mí. Que no pedía nada es especial para mi persona. Sólo quería escucharle. Escucharle como lo hace un escudero con su Rey.
Siento que ese “título” me queda grande aún. Porque un buen escudero no teme a enfrentar al enemigo, y dar su vida por su Señor, y en estas dos cosas considero que más de una vez le he fallado.- Pero volviendo a los “buenos días” me gustaría que el Señor me hablara. Que me cuente lo que Él desea compartir conmigo.-
Muchas veces lo ha hecho y yo en mi afán no supe escucharle, sino hasta después de que se fuera ese afán y recordé sus palabras de perfecta autoridad.- Muchas veces en lugar de decir “Heme aquí”, le pregunté “por qué?”. Muchas veces cuando debí decir “voy contigo”, le pregunté “esto es tuyo Señor?”.-
Tenemos autoridad para probar lo que es de Dios y lo que no. La prueba es la sangre de Cristo. Su sola presencia es aborrecida por satanás. Cuando escucha su nombre en la presencia del Espíritu Santo, tiembla y huye de delante de Él.-
Pero cuando dejamos entrar alguna duda, por pequeña que sea, es como si hiciera cría. Se reproduce y permite entrar a otros males que socavan nuestra alma.-
Aquí estoy Señor. Anhelo escuchar tu voz. Muchas veces te has manifestado a mí y de distintas formas: Me mostraste la formación del universo, me mostraste la belleza al detalle de tu creación, de este mundo. Me mostraste tu compasión, amor y misericordia cuando permití que me invadiera una duda.
Te vi desplegando tu majestad ante mi, ciñendo un cinturón ajustado a tus ropas blancas. Tu rostro soberbio, imponente pero desbordante de ese infinito amor que siempre me has profesado.-
Te he visto como a mi esposo perfecto, mi fiel amigo, mi confidente incondicional. Te has manifestado como frescura en días muy calurosos, y con calidez en épocas de crudo invierno. He visto tu hermosura en Ti mismo y en algunos de mis hermanos y hermanas. Me gustaría que alguien la vea en mí.-
Creo que no te estoy dejando hablar, mi Señor. Otra vez ¡!!! Señor haz que mi mente sólo te escuche a Ti. Haz que mis pasos no se desvíen, y que sólo te sigan a Ti.- Señor haz que mi alma se doblegue y si aprendo a servir, entonces podré aspirar a ser un día un líder en Tu Nombre.- Cuando te pedí sabiduría me la diste, pero ahora te pido que la extiendas a todos los órdenes de mi vida, ya que un escudero sabio lo primero que aprende es a seguir a su amo y a servirle sin condiciones. Aún más (como dije anteriormente) llegar a dar la vida por Él.-
Ninguna tarea es fácil para el cristiano. Si Tu fuiste odiado, seré odiada, si fuiste vituperado, seré vituperada. Pero lo que más debo recordar, es que si fuiste exaltado, también, como tu hija, seré exaltada. Gloria a Ti, Señor.-
La vez pasada me dijiste que a mi misma me llamaba victoriosa, pero que tu tenías un nuevo nombre para mí, y este es VICTORIA.-
Esa respuesta fue la respuesta a tantas inquisiciones mías verdad? Como lo fue aquella vez que me preguntaste quién era mi dios?. En verdad me dolió esa pregunta, porque sabes que eres Tu, mi único Dios y Señor y Salvador. Pero también me dijiste que no eras un utensilio para ser usado para mis deseos y que en su momento me responderás. Gracias Señor.-
El nuevo nombre Victoria me está contando el “final de la película”, ese final que es el principio de ese nuevo ministerio que me estás preparando.- Pero para ser victoriosa, o ser la personificación de la Victoria, hay que batallar. Pero batallar con la convicción del triunfo y no de la derrota. Amén.-
Esa convicción es integrante de la FE (certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve) y quiero que riegues esta Fe, Señor. Quiero que me ayudes a servirte cada vez mejor. Que no permitas que caiga, ni que pierda fuerzas, que sea no tentada ha abandonar la marcha hacia esa Victoria.- Que mis oídos sean sordos a las argumentaciones del maligno. Que sus dardos contra mí sean derretidos en sus propias manos, y si alguno llega a ser lanzado, caiga apagado en el camino, pero bajo tus pies.-
Nuevamente: te escucho Señor. Quiero oír tu dulce voz. Quiero ser el portavoz de las buenas noticias, con más prudencia pero con más fervor. Quiero tener el discernimiento necesario para adelantarme a las estrategias de satanás. Me he propuesto vencerle a Tu lado.
Te amo Señor, con todo mi corazón, con toda mi alma y mi ser. Se que soy débil sin Ti. Pero también se que en Ti todo lo puedo, porque si logro ser buena imitadora tuya, tendré tus mismas características. Pero también se que separada de Ti, de cierto moriría.-
Acaso deseas hablarme hoy? O lo has estado haciendo en éstas, mis simples palabras?.
MIGDALIA
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