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El Rumbo de Nuestras Vidas
Si analizamos bien nuestras vidas y el rumbo que lleva, muchas veces notamos que nosotras mismas hemos tomado las decisiones para encontrarnos donde estamos. ¿Qué quiero decir con esto? Que nosotras, y no el Señor, hemos decidido el curso de nuestras vidas. ¿Hasta cuando lo haremos? Hasta que nos cansemos de decidir por nosotras mismas y le pidamos socorro a nuestro Dios.
Seguramente muchas de nosotras nos hemos tomado el tiempo de analizar, pensar y meditar en ciertas decisiones que debemos tomar. En asuntos que consideramos "grandes", como el matrimonio, el tener un hijo, o una carrera, consultamos al Señor. A veces esperamos su respuesta y a veces no. En asuntos que consideramos "pequeños", por otro lado, como qué películas ver, qué música escuchar, y hasta qué cocinar, raramente lo consultamos.
Existe una área en nuestras vidas en la cual nosotras somos las que normalmente tomamos la decisión: La oración. Raramente consultamos a Dios al respecto. No sabemos, por ejemplo, cuanto tiempo Él desea que le oremos diariamente. No sabemos qué desea Él que oremos, y si se lo preguntamos, muchas veces no esperamos la respuesta. En un día típico de oración, no sabemos si Él desea que le escuchemos solamente y nosotras callar. ¿Habíamos pensado alguna vez en esto?
Para comenzar a consultar a nuestro Señor en todas las áreas de nuestras vidas, debemos empezar por la oración. Pidamosle a nuestro Señor que Él ponga el querer así como el hacer, o sea, que Él ponga en nosotras el querer, el deseo de orar, y también, el orar. Fil. 2:13. Que no quede en análisis, en el querer. Debemos hacerlo, llevarlo acabo. El rumbo de nuestras vidas no cambiará hasta que no le hayamos permitido al Señor dirigir nuestras vidas por medio de la oración. Imitemos a nuestro Señor Jesús, quien oraba a su Padre, nuestro Padre, en todo tiempo. Mt. 14:23; Mr. 1:35. Permitamos que nuestro Señor sea el Pastor de nuestras vidas, que nos reenfoque y diriga el rumbo de nuestras vidas. Jn. 10:11.
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