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El reino de los cielos escuchelo aquí
En el sermón del monte, del cual fue sacado el versículo del encabezamiento, el Señor enseñó a sus discípulos cuáles serían los principios que regirían en su reino. Ellos aguardaban ese reino de paz, encabezado por el Mesías. Él reinaría con justicia; por eso ponían su esperanza en su Señor y Maestro, en quien habían reconocido al rey prometido.
Sin embargo, lo que el Señor les estaba diciendo era muy diferente de lo que ellos se habían imaginado. ¿Por qué llamaba el Señor “bienaventurados” a los que lloran, a los misericordiosos y a los perseguidos por causa de la justicia? ¿Debían pensar que en su reino aún habría personas en duelo, o que buscarían misericordia, que serían perseguidas?
De hecho, el Señor fue rechazado por su pueblo, en especial por sus dirigentes, y finalmente fue llevado a la cruz, en donde lo mataron. Por eso todavía no podía reinar con justicia sobre el pueblo de Israel. Si no lo querían, no iba a imponerse a ellos por la fuerza, porque esto habría significado hacer caer el juicio sobre el pueblo escogido. No había venido para ser servido, es decir, para dominar, “sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
Hoy Cristo todavía es paciente. Él no ejerce aún su dominio de manera visible. Es un tiempo de gracia para este mundo, en el que los creyentes todavía padecen injusticia, así como él la sufrió antaño. Pero la bienaventuranza del Señor nos promete una justa recompensa cuando él vuelva, y por eso podemos alegrarnos.
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