«Ese partido de 1982 yo lo tengo grabado todo y lo sigo viendo», dice Gastón Castro, árbitro chileno que intervino en la Copa Mundial de Fútbol en España aquel año.1
El partido al que se refiere se jugó el 24 de junio en la cancha de La Romareda en Zaragoza. Honduras necesitaba al menos un empate para poder avanzar a la siguiente ronda. En cambio, Yugoslavia tenía que ganar para aspirar siquiera a calificar, de modo que atacó con todo, obligando al cuadro hondureño a defenderse a capa y espada, y a buscar el contragolpe. Así transcurrieron los primeros ochenta y ocho minutos reglamentarios, sin que ninguna de las dos escuadras lograra vencer la valla contraria. Pero a escasos dos minutos del pitazo final, cuando ya toda Honduras celebraba el triunfo que representaba el empate, el yugoslavo Sestic entró al área rival con balón dominado, el defensor Villegas salió a su encuentro, y el choque que se produjo entre los dos provocó que el atacante cayera al suelo y que el árbitro, que estaba muy cerca de la acción, decretara el penal. Los hondureños le protestaron enérgicamente la decisión al chileno, pero fue en vano. Petrovic cobró la falta, Yugoslavia se fue adelante en el marcador, y Honduras quedó fuera del Mundial.2
Veintisiete años después, Zona Deportiva del diario El Heraldo de Tegucigalpa entrevista al juez de aquel partido y le da la oportunidad de expresarse al respecto.
La verdad es que ese... fue un penal lamentable, como dijo un diario europeo, pero yo no me inventé nada —afirma Gastón Castro—. Los hondureños fueron bien respetuosos; sólo recuerdo que un defensa se me hincó y me dijo: «Señor, no nos elimine del Mundial; somos un país chiquitico que vive del fútbol»....
[A mí me contaron] que hubo gente que le metió tiros a los televisores, que en la plaza central de Tegucigalpa hubo gente que quemó un pichingo de árbitro con un rótulo que decía Gastón Castro... [Pero] Gastón Castro no es un demonio, no es un jinete del Apocalipsis, como lo dijo el presidente (Roberto Suazo Córdoba) en aquella época....
Una vez en Quito (Ecuador) andábamos en una reunión diplomática con otro amigo, y de repente se acerca una señora que era la cónsul de Honduras en Ecuador, y me dice: «¿Usted a qué se dedica?» «Yo soy árbitro», le contesté... Y entonces la señora, muy enojada, me dijo: «A mí la única persona que no me gustaría conocer del arbitraje se llama Gastón Castro. ¡Ja, ja, ja!»
Todas esas anécdotas le quedan a uno.... Yo le aseguro que en Honduras no hay ningún niño que se llame Gastón. ¡Creo que nunca más usaron ese nombre!3
Menos mal que lo que nos queda a nosotros de todo esto es algo positivo: seguir el ejemplo del juez y el del equipo penalizado, que no dejaron que aquella experiencia imborrable marcara su futuro de manera negativa ni permanente, sino que le sacaron provecho, superándose cada cual con el tiempo. Pues el ingeniero Gastón Castro llegó a ser el presidente de los árbitros chilenos, y la selección de Honduras se volvió a levantar y aprovechó una nueva oportunidad para calificar por segunda vez a un Mundial, el de la «Tierra Prometida» de Sudáfrica 2010. Y así también nosotros podemos pedirle a Dios que nos dé la oportunidad de superar nuestro pasado, y confiar en que Él lo hará al igual que lo hizo en la vida de Moisés, que llegó a ser el libertador de su pueblo Israel y lo llevó hasta la Tierra Prometida de Palestina.
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«En Honduras nadie se llama Gastón», Diario El Heraldo, Zona Deportiva, Tegucigalpa, Honduras, 12 marzo 2009 En línea 26 enero 2010. |
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«España 82», Diario El Heraldo, Tegucigalpa, Honduras En línea 27 enero 2010. |
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«En Honduras nadie se llama Gastón». |
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