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José, el Hijo de Jacob para ESCUCHAR ...haga clic aquí...
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se dice de José que “Dios estaba con él”. Es cierto que fue rechazado por sus hermanos y vendido como esclavo. Sin embargo, Dios no lo había abandonado e hizo de él el gobernador de Egipto, el hombre más importante después de Faraón. Finalmente sus hermanos tuvieron que reconocer que Dios estaba con él.
Como persona y por su vida, José es una de las más hermosas figuras del mismo Señor Jesús, de quien se puede decir –como de ningún otro– que Dios estaba con él. El Hijo de Dios hecho hombre, quien siempre vivió en conformidad con su Padre, podía decir de sí mismo: “El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). De este hecho no sólo él era consciente, sino que también sus prójimos pudieron darse cuenta de ello. Por eso el eminente judío Nicodemo, en su conversación nocturna con el Señor Jesús, le dijo: “Nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3:2).
El apóstol Pedro describió la vida y el servicio de nuestro Señor al romano Cornelio de la siguiente manera: “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y… éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38). Ciertamente José es la figura más parecida al Señor en el Antiguo Testamento. No se menciona ningún pecado que hubiese cometido
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