El artista inglés Thornhill (1675-1734) debía pintar un gran cuadro en el interior de la cúpula de la catedral de San Pablo en Londres. Después de varios meses de trabajo, una buena parte de la obra fue terminada, y el pintor quiso alejarse un poco para apreciar su trabajo. Con los ojos fijos en el techo, daba uno y otro paso hacia atrás del andamio sin darse cuenta de que iba a caerse al vacío. Entonces uno de sus ayudantes, al ver el peligro, tomó un pincel y lo pasó sobre el fresco haciendo una gran raya. Furioso, Thornhill se precipitó hacia adelante para detener el gesto de su compañero, y con esto escapó de una muerte segura. Su ira se calmó cuando comprendió que el hombre había obrado así para salvarlo.

       Amigo lector, quizás usted se siente interpelado por esta historia. Había hecho proyectos para el futuro, todo estaba bien programado, pero de repente todo fue trastornado por un accidente, un duelo o una enfermedad… Una gran raya parece trazada sobre sus planes. La ira o la desesperanza podrían apoderarse de usted. No busque el consuelo de los hombres, más bien vuélvase a Dios, quien permitió esta situación; pida a Dios que le muestre el motivo de esta prueba. Si lo detuvo de manera tan brusca e inesperada, quizá sea porque su camino lo conducía a la muerte eterna. Él quiere alejarle de ella y le ofrece la salvación de su alma, mientras usted espera la felicidad eterna en el cielo.