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¿Por qué Adorar a Dios? para ESCUCHAR ...haga clic aquí...
¿Quién no ha sentido su pequeñez ante lo infinito de un cielo estrellado? ¿Qué decir entonces cuando reconocemos que estamos en la presencia de Dios? ¿Nos atrevemos a levantar la vista, a abrir nuestros labios? Sin embargo, este Dios tan grande, tan poderoso, quien juzga a todos, también es el que se reveló a los hombres como el Dios de amor y Aquel en quien podemos confiar. Con admiración podemos inclinarnos ante Aquel que lo supera todo. Esto es la adoración. Aun expresando pocas palabras, el alma está llena de la grandeza y del insondable amor de Dios.
Adorar consiste en rendir honor, homenaje, sumisión y admiración a Dios mismo. En la Escritura, el verbo traducido por “adorar” evoca el gesto de inclinarse, postrarse con un sentimiento de profundo respeto. Sólo Dios tiene derecho a nuestra adoración. Ésta se expresa mediante una actitud, por medio de palabras o a través del silencio, por nuestra respetuosa sumisión a Él, quien es conocido como infinitamente justo y bueno, superior al hombre.
Adorar no es una actividad facultativa. Es un deber para con Dios e igualmente un gran privilegio. La adoración se dirige a Dios el Padre y también a su Hijo, quien reveló al Padre en todo lo que Él es: Luz y Amor. Por medio de Jesús nuestra alabanza sube hasta el Padre. Empezada en la tierra, la adoración continuará perfectamente en el cielo y por la eternidad.
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