Lunes, Enero 15th, 2007
Entre
los visitantes de este blog muchos suelen preguntarse qué hacer para
detectar los síntomas del Mal de Alzheimer. En principio, el
diagnóstico médico se basa primero en la historia y en la observación
clínica del paciente. Después vienen los exámenes más complejos, como
las pruebas de memoria y de rendimiento intelectual, los análisis de
sangre y las tomografías computadas y/o resonancias magnéticas.
Ante la menor duda, siempre conviene consultar con un médico
clínico, un gerontólogo o un neurólogo. Sin embargo, antes de acudir a
un consultorio, en casa bien podemos prestarles atención a los “10
signos de alarma” que sirven para reconocer la posibilidad de un caso
de demencia senil.
A continuación, la transcripción de los indicadores. Ojalá les sirva.
1.- Pérdida de memoria que afecte a la capacidad laboral o al desenvolvimiento cotidiano.
2.- Dificultad para llevar a cabo tareas domésticas.
3.- Problemas con el lenguaje.
4.- Desorientación en tiempo y lugar.
5.- Juicio intelectual pobre o disminuído.
6.- Dificultades con el pensamiento abstracto.
7.- Aparición de objetos colocadas en lugares erróneos.
8.- Cambios bruscos en el humor o en el comportamiento.
9.- Cambios en la personalidad.
10.- Pérdida de iniciativa.
Vía Instituto de la Memoria.
Jueves, Septiembre 7th, 2006
A menudo reviso las estadísticas
del blog y encuentro que muchos visitantes recorren estas páginas en
busca de algún texto que les revele los últimos días de una víctima de
Alzheimer. No los culpo. Cuando mi viejo estaba mal, yo también me
preguntaba hasta cuándo se prolongaría la enfermedad, qué otras
sorpresas nos depararía, cuánto más se ensañaría con un cuerpo abatido,
absorbido, condenado.
Ante cada internación, ante cada traslado, ante cada intervención
médica, deseé que mi padre muriera. Les rogué a Dios y a María
Santísima que se lo llevaran, que lo rescataran de tanto sufrimiento,
que le devolvieran cierta paz. A él, y a quienes lo acompañamos.
En aquella época, los doctores solían hablar de los “escalones” de
la enfermedad, y yo imaginaba a mi papá descendiendo a un inmerecido
infierno.
Escalón 1: pierde la memoria inmediata.
Escalón 2: desconoce parámetros espacio-temporales.
Escalón 3: no reconoce a su entorno.
Escalón 4: se convierte en presa de delirios de persecución.
Escalón 5: desarrolla una conducta agresiva.
Escalón 6: manifiesta dificultades de comunicación.
Escalón 7: deja de controlar esfínteres.
Escalón 8: pierde movilidad.
Escalón 9: no distingue gustos ni olores.
Escalón 10: enfrenta problemas de deglución.
Escalón 11: presenta un cuadro de desnutrición crónica.
Escalón 12: se alimenta únicamente por sonda naso-gástrica.
Mi padre falleció antes de pisar al escalón 13, estadio en que el
paciente no soporta más la sonda naso-gástrica, y entonces hay que
recurrir a la cirugía para “incrustarle” un tubo directamente conectado
al aparato digestivo, lo cual permite pasarle la alimentación
debidamente procesada.
Tarde pero seguro, Dios y María Santísima se apiadaron.
El descenso al infierno se interrumpió y -por fin- todo el dolor, todo
el sufrimiento, todas las miserias se desmoronaron como escalones
derrumbados.
Soldeluna