Fases de Violencia
Negación de la violencia
La mujer maltratada no se reconoce como tal o minimiza la situación, asume el sufrimiento como un desafío, como si ella pudiera cambiarla situación, cambiarlo a él. Echa la culpa de la irritabilidad de su compañero a factores externos como la falta de trabajo, los problemas, e incluso llega a culpabilizarse a sí misma.
Busca argumentos que le ayuden a explicar el comportamiento de su pareja, pues la agresión que sufre no es predecible ni continua. Cuando ya no encuentra justificación para la situación que está viviendo se hace de argumentos que le sirvan como defensas para sostenerse en esa realidad (económica, afectiva o familiar), ya que no siempre cuenta con los apoyos externos que le permitirán la salida oportuna y eficaz de esta situación.
Fase de "luna de miel"
En realidad, no es adecuada llamar a este período de "luna de miel" ya que este "buen" periodo puede ser no tan bueno. Él decide cuándo empieza y cuándo acaba, hay mayor probabilidad de que la mujer sea violada, puede ser el tiempo más confuso y difícil para la mujer. Sería más adecuado llamarla fase de manipulación afectiva. El hombre parece haberse dado cuenta de lo hecho, muestra arrepentimiento, promete no volver a ser violento, puede hasta mostrarse cariñoso.
La mujer refuerza la negación de violencia y cree que él puede cambiar. En la medida en que se repite el círculo de la violencia esta etapa se va volviendo cada vez más corta y queda sólo una mezcla de las etapas de la tensión y de la violencia explícita.
Fase de explosión violenta
La tensión ha crecido y se manifiesta de muchas formas y en diferentes grados: insultos, amenazas, intimidación, etcétera. Él lanza o rompe objetos, no le habla, la obliga a tener relacione sexuales, la avergüenza a solas, en público o con sus familiares, le dice que está loca, le enseña armas u objetos cortantes, la amenaza con quitarle a las hijas y los hijos, o con no darle dinero y le prohíbe hablar de otras personas.
El hombre descarga su ira contra su pareja, la golpea hasta dejarla amoratada y herida, además de confusa. Él ha "perdido el control". Ella puede intentar defenderse, alejarse, mostrar enfado, enojo o ira, pero muchas veces su desconcierto y frustración le impiden movilizarse.
Él tiene el poder, así se lo han enseñado y ella lo ha aprendido. Frente a esta circunstancia no hay muchas alternativas, así vive lo que suele llamarse la indefensión aprendida.
Fase de acumulación de tensión
Al principio la tensión es la característica del hombre agresor, se muestra irritable y no reconoce su enfado, por lo que su compañera no logra comunicarse con él, lo que provoca en ella un sentimiento de frustración. Todo comienza con sutiles menosprecios, ira contenida, indiferencia, sarcasmos, largos silencios. A la mujer se le repite el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta, por lo que empieza a preguntarse qué es lo que hace mal y comienza a culpabilizarse de lo que sucede. Esta tensión va creciendo con explosiones de rabia cada vez más agresiva.