En este caso, queremos hablaros de los cuidados básicos en la necesidad de comunicación.
Como sabréis, conforme va avanzando la enfermedad, el vocabulario de la persona enferma se va reduciendo poco a poco, llegando un momento en que no será capaz de nombrar los objetos que le rodean e incluso de expresar sus sentimientos o sus deseos ni llamarnos por nuestro nombre, así como de comprender lo que le decimos.
Comunicarnos con una persona así puede resultarnos frustrante, pero nunca debemos pensar que reduciendo nuestro diálogo, preguntas y frases le vamos a ayudar, sino todo lo contrario. Siempre hemos de buscar estrategias que nos permitan seguir comunicándonos con él, incluso en la etapa final de la enfermedad.
Así que, ¿cómo podemos comunicarnos con el enfermo? Existen una serie de pautas y consejos que es conveniente seguir para procurar que nos entienda y entenderle nosotros.
Entre las más habituales, y aunque algunas parezcan muy básicas, podemos por ejemplo verificar que tenga bien colocadas sus gafas y audífonos (si las lleva), nunca debemos tener prisa, procurar una iluminación adecuada, evitar que haya mucha gente, ruido y distracciones.
Cuando queramos hablar con el enfermo, nos colocaremos frente a él, mirándole a los ojos con cariño, evitando intimidarle, y comenzaremos a hablarle despacio, con frases cortas y sencillas. Debemos tener en cuenta que discutir con él u obligarle sólo va a empeorar la situación, puesto que el paciente está enfermo y no va a ser capaz de razonar lógicamente.
Otro pequeño truco es utilizar la mímica o los gestos para que le resulte más fácil el mensaje, vocalizando muy bien y con expresiones coherentes con lo que le deseamos expresar.