FIEBRE REUMÁTICA, ¡CUIDADO CON LA GARGANTA!

María Elena Moura

La atención adecuada a infecciones en garganta o amígdalas en menores de edad es muy importante, ya que si se presentan complicaciones podría surgir fiebre reumática, enfermedad que origina inflamación en articulaciones, convulsiones y daño al corazón.

Aunque su incidencia se ha controlado de la mano del avance de los antibióticos, la fiebre reumática continúa siendo un problema de salud especialmente en niños; en efecto, los servicios de urgencias reciben con frecuencia casos de pequeños que presentan fiebre muy variable y artritis (dolor e incapacidad de movimiento en articulaciones) que afecta principalmente a rodillas, tobillos, codos y muñecas.

Esta enfermedad se puede desarrollar después de una infección mal atendida ocasionada por estreptococo beta hemolítico del grupo A; casi siempre se trata de un padecimiento de la garganta (faringitis o amigdalitis, y puede sospecharse de ella cuando la parte posterior de la garganta luce inflamada y con pequeñas manchas blancuzcas o amarillentas de pus, que llegan a ocasionar mal aliento), pero dicha bacteria también puede alojarse en la piel y ocasionar escarlatina, que se caracteriza por enrojecimiento difuso de la piel que se desvanece al aplicar presión, fiebre superior a 38º, sudor intenso, escalofrío, nausea, dificultad para tragar alimento, dolor de cabeza y cansancio.

El mecanismo exacto por el cual se producen las alteraciones de la fiebre reumática se desconoce, pero se sabe que no es por acción directa de los microorganismos invasores (no se trata de una infección propiamente dicha), sino porque éstos mismos desencadenan una reacción del sistema inmunológico que origina las lesiones características de inflamación en muchas partes del organismo.

Diagnóstico oportuno
Los síntomas de esta enfermedad surgen entre 1 y 5 semanas después de desaparecida la inflamación de garganta (faringitis o amigdalitis), y aunque varían mucho en cada caso encontramos dos que son los más representativos: fiebre general y un tipo particular de artritis que se manifiesta con dolor, inflamación, alta temperatura y sensibilidad al tacto; el malestar en una articulación puede desaparecer espontáneamente y aparecer más tarde en otra, sobre todo si no se guarda reposo (poliartritis migratoria).

Paralelamente se presentan otros problemas, siendo el más grave de todos la inflamación cardiaca (carditis), que se caracteriza por insuficiencia (incapacidad del corazón para bombear sangre de manera adecuada) y taquicardia (aumento de la frecuencia cardiaca), si bien en niños también genera ahogo, náuseas, vómito, dolor de estómago y tos seca. El progreso negativo de esta complicación puede afectar a las válvulas del corazón, generando en ellas una deformación (valvulitis verrugosa), infección (endocarditis) u otras graves secuelas de por vida.

A nivel del sistema nervioso se presenta la denominada corea de Sydenham, que habitualmente aparece meses después de la infección inicial, y se caracteriza por movimientos bruscos de los músculos de la cara y las extremidades, con lo que se altera la capacidad para tomar objetos, caminar o articular lenguaje. Tiene la cualidad de presentarse con mayor fuerza durante momentos de tensión, pero desaparece al dormir.

Por su parte, en la piel de tronco y extremidades aparecen manchas rosadas que no causan comezón y adquieren forma de anillos al tornarse pálidas en el centro (eritema marginado). Finalmente, otra lesión típica son los nódulos subcutáneos o pequeñas protuberancias del tamaño de un chícharo, los cuales se ubican en articulaciones, cráneo y columna vertebral.

Además de la observación de estos síntomas, el médico cuenta con otros parámetros que contribuyen a ofrecer un diagnóstico acertado; por ejemplo, se sabe que de existir un epidemia de infecciones en la garganta por estreptococo, el 3% de los casos presentados en una población evolucionarán de manera desfavorable hasta desarrollar fiebre reumática (se estima que este porcentaje corresponde al de gente susceptible genéticamente al mal). Asimismo, el elemento definitivo que permite establecer la existencia de la enfermedad y erradicar dudas es el estudio sanguíneo para detectar anticuerpos contra los estreptococos (prueba de detección de antiestreptolisinas).

Erradicando al mal
Para la fiebre reumática no existe tratamiento único, por lo que éste debe ser personalizado, y su seguimiento supervisado siempre por un especialista (reumatólogo); a grandes rasgos podemos decir que se aplican medidas generales como descanso, administración de antiinflamatorios y eliminación definitiva de la infección con antibióticos. El reposo en cama se indica, dependiendo de la severidad del caso, por lo menos durante dos semanas (período en que pueden aparecer las alteraciones cardíacas), y la utilización de medicamentos como el ácido acetilsalicílico ayuda a aminorar los síntomas.

La disminución de la incidencia de fiebre reumática, sobre todo en las naciones con una economía más desarrolla, se había producido gracias a programas preventivos y el uso adecuado de antibióticos para erradicar infecciones por estreptococo; sin embargo, últimamente ha habido un aumento en la frecuencia de la enfermedad debido a razones desconocidas. Por ello, se recomienda visitar al médico ante cualquier indicio de faringitis o amigdalitis, así como seguir estrictamente el tratamiento prescrito y una buena alimentación que ayude al funcionamiento de las defensas naturales del organismo.