Fuente: ABC (20/01/04)
En España, 450.000 personas son víctimas directas de la enfermedad de Alzheimer (entre el 5 y 7 por ciento de la población mayor de 65 años). Las previsiones son alarmantes, ya que se estima que en 2050, los enfermos de Alzheimer se tripliquen alcanzando a 1,5 millones de personas
Los daños que provoca esta enfermedad neurodegenerativa, no sólo los sufren los propios afectados sino que también sus cuidadores, sobre todo los familiares más cercanos. Un estudio realizado por un equipo de expertos del departamento de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante, y que le ha valido el Tercer Premio de Investigación Social concedido por Obra Social de Caja Madrid, ha demostrado que el Alzheimer deja una profunda huella en la calidad de vida y en el estado de salud de los familiares tanto mientras realizan las tareas de atención a la víctima como cuando ya no existe vínculo alguno con la enfermedad.
En términos generales, y según aparece recogido en el informe, "el 55 por ciento de los cuidadores presenta una sobrecarga intensa por las labores de cuidado y el 23 por ciento una sobrecarga leve", siendo "las reacciones emocionales, el sueño y la energía, las tres áreas de la salud más afectadas". El deterioro de los cuidadores también se deja sentir en otros aspectos de la vida cotidiana. El 40 por ciento de los entrevistados sufre malestar emocional, el 22 por ciento siente continuos dolores físicos, el 16 por ciento tiene dificultades en sus relaciones sociales y el 10 por ciento problemas para realizar tareas cotidianas. Resulta igualmente muy significativo el grupo (25 por ciento) que piensa que falta apoyo social para hacer frente a esta enfermedad.
No obstante, estos graves problemas no desaparecen cuando se extingue el trabajo de atención al enfermo, sino que permanecen en el tiempo: "A los dos años de haber fallecido el enfermo, no se aprecia ninguna mejora significativa en los trastornos que sufre el cuidador". José Luis Calavera (uno de los responsables del estudio) considera que este fenómeno se debe a que "el impacto que ocasiona sobre el individuo el hecho de tener que ejercer de cuidador es tal, que un año y medio después de la muerte del enfermo, cuando ya no se ejerce como cuidador, el estado de salud y ánimo es prácticamente el mismo. El ya ex cuidador continúa en la misma situación que cuando lo era, sin que se pueda apreciar realmente un cambio significativo".
La mayoría de las investigaciones que se llevan a cabo sobre el Alzheimer no contemplan los efectos que la enfermedad tiene sobre los cuidadores familiares, y ahí radica la novedad y la originalidad de este trabajo.
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