HEMORRAGIA NASAL, COMÚN EN INVIERNO
María Elena Moura
Los menores de edad y personas alérgicas son dos de los grupos más afectados por este problema, el cual también se relaciona con golpes, infecciones en vías respiratorias o por inhalar aire frío o contaminado. Por fortuna, generalmente es fácil de controlar a través de sencillo procedimiento.
Toda hemorragia es motivo de impresión y alarma para la mayoría de las personas, ya que la presencia de sangre se suele relacionar con dolor, accidentes y situaciones de emergencia. Esta misma idea llega a estar presente cuando alguien sufre pérdida del vital fluido por la nariz, de ahí que tal hecho genere preocupación, nerviosismo o temor, más aún cuando sucede sin explicación aparente y es un niño el afectado.
Empero, cabe señalar que aunque este evento puede ser muy aparatoso, es raro que se vincule con alguna enfermedad que ponga en riesgo la integridad del involucrado y, más bien, podemos señalar que la hemorragia nasal, también llamada epistaxis, es muy común y se debe a que el tejido que cubre el interior de la nariz (mucosa) posee gran cantidad de diminutos vasos sanguíneos que se rompen con cierta facilidad. En otras palabras, todos los seres humanos estamos propensos a esta situación y es difícil encontrar a alguien que no la haya sufrido al menos en alguna ocasión.
Con base en lo anterior, es muy recomendable que cuando se dé atención a este problema se actúe con la tranquilidad debida y se pida a la persona afectada que conserve la calma, aunque no hay que perder de vista aquellas situaciones en las que se requerirán cuidados especiales y la asistencia de personal médico de emergencias, como cuando el paciente se siente aturdido y a punto de perder el conocimiento.
Zona sensible
La membrana mucosa de la nariz es una región húmeda que tiene la función de filtrar y calentar rápidamente el aire que ingresa a los pulmones. Para cumplir este trabajo y evitar que sea dañada, se encuentra cubierta por vellosidades y una capa de líquido espeso (mucosidad) que capturan y eliminan partículas contaminantes, polvo y microorganismos.
A pesar de esta protección, el proceso respiratorio puede provocar irritación en estos tejidos, ante todo cuando el aire que circula dentro de la nariz es demasiado seco, frío o posee alta concentración de sustancias irritantes. Todo lo anterior da origen a heridas que forman costras, y cuando éstas se desprenden de manera espontánea o porque la persona ejerce presión en la zona (por ejemplo, cuando se suena la nariz con fuerza o estornuda mucho), se presenta una hemorragia.
Otras razones que favorecen la resequedad del revestimiento interno de la nariz son:
- Resfriado, gripe e infecciones bacterianas. Son enfermedades que atacan a las células de la mucosa nasal y de la garganta, ocasionando debilitamiento de los tejidos de la región. Además, generan estornudos frecuentes y necesidad de limpiar la nariz a menudo, debido a la congestión.
- Rinitis alérgica. Inflamación de los tejidos internos de la nariz, acompañada de abundante flujo nasal, estornudos y lagrimeo en los ojos; se debe a una reacción exagerada e incontrolable hacia factores como polen, pelo de mascotas y polvo, que el organismo considera invasores dañinos.
- Sinusitis. Es la congestión de los senos paranasales (cavidades huecas localizadas en los huesos del cráneo que circundan a la nariz), casi siempre acompañada de infección por virus y bacterias. Es común que surja como complicación de los problemas anteriores.
- Contaminación. Altos índices de sustancias tóxicas en la atmósfera son responsables de notable irritación de las mucosas y, por tanto, favorecen las hemorragias nasales.
- Fumar. La exposición directa y prolongada al humo del cigarrillo es responsable de resequedad e hinchazón al interior de la nariz.
- Falta de humedad. Ingerir bajas cantidades de agua (menos de 8 vasos al día) resta efectividad a los sistemas de defensa de las mucosas del sistema respiratorio.
Tanto observaciones informales como estadísticas muestran que la epistaxis es más frecuente durante la temporada invernal, ya que los microorganismos que atacan a las vías respiratorias son más comunes en época fría, sin olvidar que los niveles de contaminación en las ciudades se elevan y las personas se encuentran más expuestas a cambios bruscos de temperatura, los cuales resecan las fosas nasales.
Por otra parte, es importante indicar la existencia de otras causas de sangrado nasal menos frecuentes:
- Hurgar en las fosas nasales con un dedo o algún objeto; es un problema relativamente común en niños.
- Sufrir impacto directo en la nariz. Frecuente en quienes tienen amplio despliegue físico, como deportistas.
- Desviación del tabique (hueso que separa las fosas nasales). Esta condición hace que el aire entre con mayor fuerza por uno de los orificios, de modo que su mucosa se reseca.
- Limpiarse (sonarse) la nariz con mucha fuerza. Mal hábito que se acentúa al sufrir infecciones en vías respiratorias y se experimenta desesperación ante congestión nasal.
- Consumo de medicamentos. Hay productos de uso común que evitan la coagulación sanguínea, como ácido acetilsalicílico, y hacen más factible el desprendimiento de costras en las mucosas.
- Alimentación deficiente. Impide el fortalecimiento de los vasos sanguíneos.
Tampoco está por demás indicar que la hemorragia nasal puede ser indicio de otros trastornos, como presión sanguínea elevada (la tensión ejercida sobre los vasos sanguíneos hace que éstos se rompan), enfermedades del hígado en estado avanzado (la química sanguínea se altera) y padecimientos transmitidos de padres a hijos que interfieren en la coagulación de la sangre (hemofilia) o causan deformidad de los vasos sanguíneos (telangiectasia hemorrágica hereditaria, también llamada THH o síndrome de Osler-Weber-Rendu).
Actuar oportunamente
Debido a que la gran mayoría de las hemorragias ocurren en la punta del tabique nasal (donde éste se une con el cartílago), los pasos a seguir para detener el sangrado son los siguientes:
- Mantenga la calma y/o tranquilice a la persona afectada.
- Pídale que se siente y que se incline hacia adelante para respirar a través de la boca y no tragar sangre.
- Limpie la nariz (sonarse) con suavidad, a fin de eliminar mucosidad y sangre.
- Apriete con firmeza la porción blanda de la nariz con los dedos pulgar e índice, de tal manera que ambas fosas nasales (no importa que el sangrado se presente sólo en una) estén bien cerradas durante 5 a 10 minutos. Preferentemente, no tape la nariz con gasa o algodón.
- Puede ser favorable la aplicación de compresas frías o de hielo en la región de la nariz.
- Cerciórese de que el sangrado se ha detenido; de no ser así, vuelva a ejercer presión durante otros 5 ó 10 minutos.
- Evite que la persona afectada se recueste mientras sangra; indíquele que procure no estornudar ni limpiar sus fosas nasales durante 1 o 2 horas después de que se ha controlado la hemorragia.
Casi todos los casos de epistaxis pueden controlarse con estas sencillas medidas de primeros auxilios; sin embargo, está claro que se debe buscar asistencia médica de emergencia cuando:
- La hemorragia no se detiene después de 20 minutos. En la mayoría de estos casos el sangrado proviene de la parte trasera de la nariz, o bien, revelan que hay problemas de coagulación.
- La pérdida de sangre inició tras sufrir fuerte golpe en la cabeza, ante todo si el impacto ocurrió en una región alejada de la nariz (nuca y sienes, por ejemplo), pues puede indicar la presencia de fractura craneal.
- La nariz luce deforme o desviada después de recibir un golpe directo y/o duele al ejercer presión, ya que puede estar fracturada.
- Los sangrados nasales son repetitivos, cada vez más frecuentes y sin relación con un resfriado, alergia u otra irritación explicable.
- La sangre sale en abundancia o a gran velocidad, generando debilidad o señales de desmayo.
Toda persona remitida al servicio de urgencias por una hemorragia que no puede controlarse será examinada por el equipo de paramédicos y/o el otorrinolaringólogo; es probable que los especialistas evalúen los signos vitales del paciente y sus síntomas, además de que realizarán preguntas sobre el origen del problema, frecuencia y antecedentes, a fin de crear un historial médico detallado.
En ocasiones se recurrirá a exámenes más precisos que incluyen radiografía del cráneo, pruebas de sangre y endoscopía nasal (observación directa de la mucosa nasal mediante diminuta cámara). El sangrado puede ser controlado por el especialista mediante cauterización con calor o nitrato de plata.
Cuidados generales
Por fortuna, existen medidas generales que pueden ser de utilidad en la prevención de este problema:
- Atender adecuadamente las infecciones respiratorias, a fin de evitar complicaciones o largos períodos de recuperación. Para ello se aconseja guardar reposo, mantenerse abrigado, no exponerse a cambios bruscos de temperatura, consumir alimentos ricos en vitamina C e ingerir medicamentos de acuerdo a la prescripción médica.
- Utilizar soluciones o sprays lubricantes en época invernal o al sentir resequedad en la nariz, ya que ayudan a mantener la humedad de la mucosa nasal y permiten reducir la inflamación.
- Limpiar la nariz con suavidad. Para ello se debe expulsar aire por una fosa nasal a la vez, manteniendo la boca ligeramente abierta, a fin de reducir la presión.
- Consumir al menos 2 litros de agua (8 vasos) al día.
- Erradicar el consumo de tabaco y evitar salir a la calle cuando la contaminación ambiental sea muy elevada.
- Enseñar a los niños a no hurgar en sus fosas nasales y a no introducir objetos en su nariz.
- Utilizar un humidificador en época de invierno recomendable, pues permite contar con aire más húmedo en casa.
También es posible echar mano de algunas consideraciones que son de utilidad en casos particulares:
- Quienes sufren rinitis alérgica deben evitar entrar en contacto con aquellos factores que desencadenan su problema (alergenos), y acudir a tratamiento de inmunología para aminorar la gravedad de su problema.
- Los pacientes con presión arterial elevada deben controlar su padecimiento a través de ejercicio, uso de medicamentos prescritos por el médico, adecuado manejo del estrés y una dieta baja en sal, grasas y carnes rojas, pero rica en cereales integrales, fruta, verduras, pescado y carne blanca.
- Quienes practican disciplinas deportivas deberán utilizar equipo de protección y respetar las medidas señaladas por su instructor, a fin de evitar caídas, golpes innecesarios y choques.
- En caso de alimentación deficiente se deberá mejorar la variedad de alimentos que se consumen, dando preferencia a vegetales, granos enteros, carnes blanca y lácteos descremados. También se puede recurrir al uso de multivitamínicos y complementos alimenticios.
- Quienes tienen desviación de tabique pueden someterse a cirugía (rinoplastía) para mejorar notablemente su condición y respirar en forma adecuada.
En conclusión, queda de manifiesto que la epistaxis es un problema que rara vez pondrá en riesgo a la persona afectada, pero también que es posible establecer su control mediante sencillos pasos que le evitarán sobresaltos innecesarios en esta temporada invernal.