Las cosas que me dices cuando callas
los pájaros que anidan en tus manos
el hueco de tu cuerpo en una cama
el tiempo que pasamos y olvidamos.
El miedo a la vejez y el calendario
tu coche que corría despavorido
la dignidad guardada en un armario
las barranquillas debajo de tu abrigo.
Las lunas que he besado yo en tus ojos
el denso olor a semen desbordado
la historia que se ríe de nosotros
las bragas que en mi alma te has dejado.
La lluvia, el desamparo, los discursos
nuestro dulce paraíso, nuestro infierno
la vida habitando entre tus muslos
tu nombre en el comienzo de un invierno.
Tu modo de abrigar mi corazón
la celda que ocupaste en mi cárcel
nuestra barca en la deriva del dolor
el frescor de tu aliento, aquella tarde.
Nuestro cuarto al resguardo de miradas
el llanto de las espumas del olvido
tu carnes ardientes traspasadas
el hijo que nunca hemos tenido.
El silencio que esgrimimos como un muro
tanta cosas hermosas que se han muerto
la antítesis superlativa del bromuro
los oscuros devaneos de lo incierto.
El naufragio de tantas ilusiones
el derrumbe de tus dioses y los míos
la mas obscenas y bastardas razones
el pasado navegando en el vacío.
El insomnio, la ausencia tan maldita
la huida de tu rutina y de mi tedio
las heridas que ya nadie nos quita
la mierda que arrastramos sin remedio.
Los días transcurridos tan deprisa
todo lo que nos dimos y quitamos
el secreto que compartimos, las caricias
el olor que nos llevamos en las manos.