—Padre, acúsome que en cierta oportunidad yo estaba en casa y… Y pues, tuve relaciones con mi prima.
—Pues eso está muy malo, hijo.
—Sí, padre, pero mire, yo solo, ella sola, la casa sola.
—Bueno, hijo, eso no debe hacerse.
—Padre, pero ahí no termina todo.
—A ver, cuénteme, hijo.
—Es que en cierta oportunidad llegó la vecina y también sucedió algo con ella.
—Eso no debe hacerse, hijo mío.
—Sí padre, pero imagínese, yo solo, ella sola, la casa sola.
—¿Y qué más, hijo?
—Pues resulta que una vez llegó una tía mía, ¿no?
—¿Y qué pasó?
—Pues pasó lo que sucedió con las dos anteriores.
—Pero eso está muy mal hecho, hijo.
—Sí, padre, pero imagínese, yo solo, ella sola, la casa sola.
En ésas, se para el padre y sale corriendo. Y el confesado, le dice:
—Ey, padre, ¿pa dónde va?
—¡No jodas, hijo, yo solo, usted solo, la iglesia sola!
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