A la salud de ese viento matutino que descansa en la arena;
las caracolas brincan y bailan sin importar las interminables
huellas, que van dejando en la nocturnal noche de una gena
mientras la constelación de estrellas, se vuelven más afables
Asombro causa mirar dos sombras, que pernoctan en el mar
soñando o simplemente amándose, sobre el lomo cristalino
que gimen en mareas narcotizadas del concupiscente agar,
en horizontes hipnotizados por el embriagante y dulce vino
Paseaba pensando en recoger todo el tiempo, en ababoles
cándidos para dibujar en las retinas, un destino magnífico
encadenado a la voz, que grita quiero encontrar arreboles
sin prisa, ni premura; para luego perder el arrumaco órfico
Trigal dame surco y dame existencia, convertido en sueños
allende de esas horas que se acaban ascendiendo mareas,
hasta el pecho acunado de abismos diluídos por los cereños
amarfilados, en el cultivo de todo el polen acicalado en teas
Nelson