No pienses que hoy yo te quiero
ni un ápice menos que ayer.
Sigo siendo ese lucero
que te observa cada noche
soñando besar tu piel...
¡Y tú no miras al cielo!
Sigo siendo ese lucero
que se fundiría de nuevo
en mil Perseidas de fuego
por alegrar tu desdén...
¡Y tú no miras al cielo!
Sigo siendo ese lucero
que inventaría olores nuevos
por perfumar los senderos
que tú habrás de recorrer...
¡Y tú no miras al cielo!
Sigo siendo ese lucero
que todos los inviernos fríos
se los pasaría en mil ríos
por si fueras a beber...
¡Y tú no miras al cielo!
Sigo siendo ese lucero
que con mil rayos de fuego
te mostraría a ti el sendero
para poderte tener...
¡Y tú no miras al cielo!
Y tú, bendita mujer
que sabes cuánto te quiero;
¿Por qué no miras al cielo?
MI ROSA
José Miguel Román Espinosa