Las nubes de algodón
dispersas sobre un fondo azul celeste
cambian de forma
en un abrir y cerrar de ojos.
¡Qué bello cuadro!
¡Qué feo rostro!
¡Qué gran caballo!
¿Mira qué perro! ¡Mira qué gato!
¡Qué enorme cara!
¡Yo he visto un carro!
¡Yo una cometa!
¡Yo un diablo!
Jugábamos tendidas en la hierba
a ver quien descubría en las nubes
la imagen más bonita e increíble.
Entre cuatro o cinco amigas tejíamos nuestro juego.
Un día, una voz distinta soltó a gritos:
¡Una oveja, una oveja!
Allí estaba, de pie, la dueña de la voz
mirando al cielo y brincando.
Era nueva en el colegio,
nos echamos a reír
y la dejamos de lado sin apenas mirarle a la cara
y, por supuesto, sin dirigirle la palabra.
Cada una a su sitio ¡Vamos!
Dijo -batiendo palmas-
la profesora de lengua:
Os voy a presentar a una compañera nueva
“La de la oveja -me dijo Esther- por lo bajo-
la de la oveja”
-Se llama Encarna – siguió hablando la de Lengua-
y os pido que hagáis un hueco entre todas
para que se sienta a gusto...
La compañera nueva destrozó “El Quijote” en su primera lectura,
casi nos mata de la risa
y a mí me castigaron con su compañía
¿Por qué? ¿Por qué yo?
A partir de aquel día la tenía pegada a mí a todas horas
igual que un chicle en el pelo;
me buscaba como loca cuando
yo sólo quería evadirme.
Siempre me encontraba y un día me dijo alegre:
¿Vamos a mirar las nubes?
Tenía una sonrisa inocente y confiada al decirlo
y en tono irónico respondí preguntando:
¿Vamos a mirar ovejas?
Con lágrimas en los ojos me contó su propia historia:
“Mis padres fallecieron hace años,
mis hermanos no me quieren,
mis tíos me han mandado a la ciudad y... y yo -lloraba-
yo no sé a quién querer
ni si alguien se lo merece
porque al parecer yo no merezco que me quieran"
Me estremecí con su historia y cogiéndole la mano le dije:
“Vamos a mirar las nubes,
vamos y no llores más
tal vez en alguna de ellas
veas de nuevo, una oveja”
-Una oveja ¡Nooooo! -gritó- una oveja nooooo.
¡¡¡ Mi oveja!!!
Murió el año pasado
y yo la veo en las nubes
dicen que me vuelto loca
que todo esto me lo invento,
no sé si estoy loca o no
pero sí sé lo que veo.
Han transcurrido muchos años de esta historia,
ha pasado mucho tiempo en poco rato,
hasta hoy no sé por qué no había vuelto a pensar
en “La Pueble” y su oveja
hasta hoy que al mirar las nubes
he visto en ellas a quienes ya no están conmigo.
He visto sus caras y me he sentido reconfortada
y, sobretodo, acompañada.
He tardado en comprender pero me ha bastado
un mirar al cielo para saber que no estoy sola,
he vuelto a mirar las nubes,
esas nubes de algodón dispersas
sobre un fondo azul celeste
y en un abrir y cerrar los ojos
he visto a mi gente amada
y he comprendido, al fin,
que las nubes son retratos
de quien nos invade el alma .