UN CURSO DE MILAGROS
Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor.
Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz.
¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!
Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó.
LO SIENTO, por las memorias de dolor que comparto contigo,
TE PIDO PERDÓN por unir mi camino al tuyo para sanar,
TE DOY LAS GRACIAS porque estás aquí para mí y
TE AMO por ser quien eres.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V