Argumentando que el rey se había equivocado por haber dado la razón a un lugar habitado por brujas al borde de la excomunión en lugar de apoyar a la comunidad de monjes, la Iglesia Católica tomó una nueva postura. La repercusión de este caso fue tan grande que terminó llegando a la máxima autoridad católica, el Papa Julio II, que solicitó una revisión del caso. Este Papa es recordado como el Papa Mercurio precisamente por su mal genio y decisiones intempestivas.
Papa Julio II
Como no se tomaba una decisión, el pontífice recurrió a la poderosa y raramente empleada prerrogativa de invocar el Salmos 108 del Libro de los Salmos que, de acuerdo con la tradición cristiana, es una poderosa maldición destinada exclusivamente a los herejes que cometen los crímenes más graves. Y esta maldición se invocó no sólo contra un individuo, sino contra todos los habitantes de Trasmoz.
El Salmo 108 solicita la intervención de Dios para destruir a los enemigos del creador y la cristiandad:
Mi corazón está dispuesto, oh Dios;
Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria.
Despiértate, salterio y arpa;
Despertaré al alba.
Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos;
A ti cantaré salmos entre las naciones.
Porque más grande que los cielos es tu misericordia,
Y hasta los cielos tu verdad.
Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios,
Y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.
Para que sean librados tus amados,
Salva con tu diestra y respóndeme.
Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;
Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
Mío es Galaad, mío es Manasés,
Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi legislador.
Moab, la vasija para lavarme;
Sobre Edom echaré mi calzado;
Me regocijaré sobre Filistea.
¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?
¿Quién me guiará hasta Edom?
¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,
Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?
Danos socorro contra el adversario,
Porque vana es la ayuda del hombre.
En Dios haremos proezas,
Y él hollará a nuestros enemigos.
Ese fue el último clavo en el ataúd de Trasmoz, que para entonces figuraba como un pueblo próspero y lleno de movimiento. La autoridad del Papa terminó pesando demasiado y generó una acentuada decadencia en toda la región. Los comerciantes se negaban a negociar con los mercaderes locales, los productos se echaban a perder pues no había clientes interesados en consumirlos e incluso los viajeros preferían tomar una larga desviación antes de atravesar por este lugar maldito.
Superando a duras penas una misteriosa epidemia, la ciudad tuvo que hacer frente a un incendio que devastó el Castillo de Trasmoz en 1520.
La decadencia de la ciudad maldita de Trasmoz.
Ante el temor de que el lugar realmente hubiera sido maldecido, los habitantes empezaron a abandonar sus propiedades de forma masiva. Las calles se quedaron vacías, los negocios cerraron y las casas simplemente quedaron a su suerte. Trasmoz se había convertido en la única ciudad de España en ser excomulgada por la Iglesia Católica.
Con el transcurso de los siglos, Trasmoz fue languideciendo hasta convertirse en un ayuntamiento de pequeñas construcciones dispersas y próximas a las murallas del castillo. Fue hasta el siglo XIX, cuando la Iglesia empezaba a perder hegemonía, que el pueblo volvió a recibir algunos residentes permanentes. Sin embargo, la reputación del lugar seguía evitando que las personas se establecieran. La historia sobre la existencia de brujas en este lugar seguía divulgándose en forma de un rumor preocupante en un país de tradición profundamente cristiana.