Transcurre el día y no hemos mirado el interior del amigo que nos
acompaña diariamente. Deberíamos jugar a descubrir lo hermoso de la
gente. Cada ser humano tiene un pedazo de Dios dentro. ¡Es lo que
debería llamar nuestra atención diaria!, en lugar de ver el gesto agrio
de alguien, entendamos el valor que tiene para resistir las tensiones
provocadas por situaciones que no conocemos...
Antes de burlarnos
del que no aprende con la rapidez de los demás, demos un aplauso a su
magia para ser bueno con sus semejantes. Todos los días son buenos para
comenzar a descubrir sonrisas hermosas manos hábiles, actos valiosos,
espíritus valientes, luchadores incansables...
Cada ser humano
tiene un valor especial, un don divino que recibe al nacer y que si se
descubre, puede utilizarlo para su beneficio y para el de los que le
rodean...
Hagamos un alto en nuestra prisa diaria, miremos el
interior de nuestros hermanos y aprendamos a valorarlos por lo que son y
no por lo que quisiéramos que fueran...